19.01.11

El gusano de Satán

A las 1:03 AM, por Eleuterio
Categorías : Fe y política, Defender la fe
 

Lo corroe todo. Va dejando, tras su paso, un olor de carne del corazón quemada y convierte, el Templo del Espíritu, en una casa vacía donde sólo habita la podredumbre del alma.

Todo lo deja seco. La fe, tras su paso, ya no es la que era porque le ha dado la vuelta a la Verdad.

Todo lo mata. La creencia, tras su paso, deja de manifestarse porque convierte lo cierto en vana ilusión.

Todo lo demuestra vano. El sentirse hijo de la Iglesia católica es, tras su paso, algo lejano, alejado, muerto.

Es así el gusano de Satán. Cuando penetra en el cuerpo espiritual de un católico gustará, además, de la fe cambiable, light, dejada de la mano del Espíritu Santo al que no presta más atención.

Algunas personas, atacadas por el gusano de Satán son volubles en cuanto a lo que deberían creer, decir, escribir y poner en conocimiento de aquellos que le rodean.

Así, creen compartir la idea con otros de su misma especie de que, por ejemplo, la religión es una creación mítica del ser humano y que, en realidad, sólo hay que zaherirla. También asumen ciertas ideas protestantes, por ejemplo promovidas por un autor como Bultmann sobre los novísimos (realidades últimas o ultimidades) que atacan, como no puede ser de otra forma, “los dogmas del cielo, el infierno y, por supuesto, el purgatorio” (Tamayo dixit)

El gusano de Satán, virus inmisericorde con el creyente, les hace decir que, por modernos, hay que aceptar cualquier teoría, y olvidan aquello que escribiera el antiguo perseguidor de cristianos acerca de la fe y la perseverancia en la Verdad cuando dejó dicho que “Para que no seamos ya niños, llevados a la deriva y zarandeados por cualquier viento de doctrina, a merced de la malicia humana y de la astucia que conduce engañosamente al error” (Ef 4, 14). Para eso se entregó Jesucristo a su Pasión y a una muerte de cruz.

Así, el gusano de Satán va corroyendo, poco a poco, el alma y dejándola huera y en las antípodas de la fe.

El gusano de Satán hace cosas así.

Eleuterio Fernández Guzmán