20.01.11

¿Es un pulso al Papa la decisión del obispo de Takamatsu?

A las 9:42 PM, por Luis Fernando
Categorías : Actualidad, Benedicto XVI, Obipos, Secularización interna de la Iglesia
 

Algunos pensaban que está en vías de solución el conflicto creado por la oposición de los obispos japoneses a la presencia del Camino Neocatecumenal en sus diócesis. Pero la decisión de Mons. Osamu Mizobe de suspender las actividades del Camino en su Iglesia local es una muestra de que la situación va camino de convertirse en un problemón para toda la Iglesia.

A la hora de comentar la carta pastoral publicada por el prelado nipón en Ucanews, quiero empezar por darle la razón en varios puntos. Dice Mons. Mizobe que la persona que mejor entiende la situación de una iglesia local es su obispo. Bien, tiene razón en el sentido de que corresponde al pastor discernir cómo están las cosas en el rebaño que le ha sido encomendado. Igualmente acierta cuando afirma que “no es admisible para ninguna organización o movimiento hacer lo posible para impedir que el obispo actúe en su diócesis“. El Concilio Vaticano II afirmó con rotundidad la autoridad episcopal en la Lumen Gentium:

A ellos se les confía plenamente el oficio pastoral, o sea el cuidado habitual y cotidiano de sus ovejas, y no deben considerarse como vicarios de los Romanos Pontífices, ya que ejercen potestad propia y son, en verdad, los jefes de los pueblos que gobiernan. Así, pues, su potestad no es anulada por la potestad suprema y universal, sino que, por el contrario, es afirmada, robustecida y defendida, puesto que el Espíritu Santo mantiene indefectiblemente la forma de gobierno que Cristo Señor estableció en su Iglesia.

Dicho eso, conviene recordar que en la Iglesia Católica existe una potestad suprema que puede regular y limitar la autoridad de los obispos con miras al bien común de toda la Iglesia y de los fieles. Cito de nuevo al Concilio:
 

Los Obispos rigen, como vicarios y legados de Cristo, las Iglesias particulares que les han sido encomendadas, con sus consejos, con sus exhortaciones, con sus ejemplos, pero también con su autoridad y sacra potestad, de la que usan únicamente para edificar a su grey en la verdad y en la santidad, teniendo en cuenta que el que es mayor ha de hacerse como el menor, y el que ocupa el primer puesto, como el servidor (cf. Lc 22, 26-27). Esta potestad que personalmente ejercen en nombre de Cristo es propia, ordinaria e inmediata, aunque su ejercicio esté regulado en definitiva por la suprema autoridad de la Iglesia y pueda ser circunscrita dentro de ciertos límites con miras a la utilidad de la Iglesia o de los fieles.

Es decir, los obispos no son meros vicarios del Papa, por supuesto, sino que son verdaderos pastores de sus rebaños y tienen por tanto la autoridad y el deber de actuar conforme crean que es lo mejor para sus fieles. Pero el Papa es la cabeza del Colegio episcopal, la autoridad suprema de toda la Iglesia -concedida por Cristo a Pedro-, y por tanto el responsable de tomar las decisiones que crea adecuadas no sólo para una Iglesia o grupo de Iglesias locales, sino para la Iglesia entera. Por tanto, cuando hay un conflicto entre la voluntad de un obispo o grupo de obispos y la voluntad del Papa, debe prevalecer la del Sumo Pontífice. Eso forma parte del alma del catolicismo y no puede cambiar.

En ese sentido, si un obispo actúa de forma pública contradiciendo el deseo del Santo Padre para toda la Iglesia, se pone en una situación ciertamente peligrosa, tanto para él como para la comunión eclesial. Y en relación a la presencia del Camino en Japón, el Papa ha sido bastante explícito. El Santo Padre quiere a los kikos en el país del sol naciente. Lo ha expresado de varias formas y maneras, la última de ellas en Roma, en una reunión a la que acudieron prelados japoneses.

El propio obispo de Takamatsu reconoce que el Papa se mostró favorable a la idea de enviar un legado suyo a su diócesis para abordar el conflicto con el Camino. Entonces, ¿cómo es posible que boicotee de forma tan evidente la voluntad papal ordenando algo que él sabe, positivamente, va en contra de las intenciones del Santo Padre? ¿Qué es lo que busca Mons. Mizobe?, ¿el bien de su iglesia local o dejar a Roma bien claro que allí manda él y sólo él? ¿Qué le costaba esperar a la llegada del delegado papal?, ¿es buena disposición para negociar el problema comenzar por “suspender” las actividades del Camino neocatecumenal?

Yo, que estoy a favor de que la autoridad de los obispos sea reforzada para atajar el problema de la secularización interna provocada en gran medida por el alejamiento de muchas órdenes religiosas de su carisma fundacional, no puedo de ninguna de las maneras estar a favor de que dicho reforzamiento de la autoridad episcopal se construya sobre el desprecio a la voluntad del Papa. De lo contrario, Mons. Lefebvre estaría en su derecho de hacer lo que hizo. No equiparo la gravedad de lo que acaba de hacer el obispo de Takamatsu con lo que hizo el arzobispo francés, pero lo que subyace en el fondo es el mismo espíritu: “yo hago lo que creo mejor independientemente de lo que quiera Roma".

Por otra parte, no parece que los obispos japoneses estén en una situación de echarle un pulso a Roma. En la misma web donde Mons. Mizobe publica su carta pastoral, encontramos el artículo de un sacerdote japonés, que es como para pensar si el catolicismo no está en grave peligro en esa tierra. Ese presbítero dice cosas como esta:

- “Muchos abandonan la Iglesia con tristeza o asco ante unos líderes que están más interesados en sí mismos y en sus prerrogativas que en el Evangelio o en el Pueblo de Dios”

- “A estas alturas, esa falsedad incorregible no sorprende a nadie que se moleste en seguir las noticias sobre el Vaticano” (el mentiroso incorregible es el propio Vaticano, no los periodistas).

- “El problema está en los obispos irlandeses y de otros países que se dejan intimidar por las amenazas reales o imaginadas como las provenientes de la Congregación para el Clero".

- “Aparentemente, el Vaticano ha decidido que los obispos ya no son sucesores de los Apóstoles y líderes de las Iglesias locales, sino directores de sucursales".

- Dice también que el Nuncio estaba amenanzando a los obispos, que las explicaciones del Vaticano son falsas y que los obispos son nombrados por Roma “para ser sus lacayos". Además, se queja de las “traducciones litúrgicas” del Vaticano, de que nombre obispos contra los deseos de los laicos y de que se intente decir a los obispos lo que tienen que hacer con el Camino Neocatecumenal.

El sacerdote que escribe eso no es un cualquiera. El P. Guillermo Grimm es un sacerdote con sede en Tokio y editor de la UCA News, y el ex editor en jefe de “Katorikku Shimbun", semanario católico de Japón.

Pues bien, así están las cosas. Creo sinceramente que el problema no es el Camino sino la Iglesia en Japón, más inclinada al parecer al diálogo interreligioso que a la predicación del Evangelio a todas las gentes, también a los japoneses. De hecho, estoy convencido de que los obispos no quieren que el Camino actúe allí para no quedar en evidencia. Un éxito evangelizador de los kikos en tierra japonesa parece más de lo que pueden soportar esos pastores que, al menos en el caso de Mons. Mizobe, están dispuestos a no acatar la voluntad del Papa. El problema es que, de ser así, eso les incapacita para ser obispos católicos.

Luis Fernando Pérez Bustamante