26.01.11

Cuando al Camino no lo quieren

A las 9:50 PM, por Andrés Beltramo
Categorías : Movimientos Católicos
 

¿Qué pasa cuando un obispo no quiere al Camino Neocatecumenal en su diócesis? Este es parte del núcleo del contencioso abierto entre los obispos de Japón y esa realidad eclesial. La respuesta la dio el mismo fundador, Francisco “Kiko” Argüello, en un encuentro con periodistas el pasado 17 de enero en Roma. “Si no nos quieren en una diócesis, pues entonces nos vamos”, dijo. Por ahora, al menos en tierras niponas, eso no ha ocurrido.

Ya en este espacio escribimos sobre el tema (aquí y aquí). Después de esos artículos y cuando parecía que el conflicto japonés parecía calmarse el obispo de Takamatsu, Osamu Mizobe, decidió no esperar la llegada del delegado que nombrará el Papa para estudiar a fondo la situación y anunció la suspensión de las actividades de los neocatecúmenos mientras el visitador concluya su labor.

Al informar la noticia reveló que durante la reunión del 13 de diciembre pasado, que presidió el mismo Papa en El Vaticano y durante la cual se habló del delegado, Roma nunca ordenó que los obispos no suspendan al Camino. De todas maneras reconoció que Benedicto XVI expresó su deseo de la permanencia de los kikos en el país. En su momento ese augurio fue considerado por Argüello y sus pupilos como un aval.

Lo cierto es que, según los estatutos neocatecumenales y lo dicho por el mismo Kiko, el Camino no tendrá más remedio que cesar su labor, según la pública solicitud de Mizobe. A no ser que Roma intervenga.

En su largo encuentro con la prensa (habló por más de 70 minutos de diversos temas) el fundador fue categórico: “No creemos ser el único carisma en la Iglesia, seríamos monstruos si pensáramos eso”. Apunte sensato, tomando en consideración que una de las críticas más recurrentes de sus detractores es acusarles de creerse los únicos y acaparar espacios. En muchas ocasiones señalamientos gratuitos, en otras fundamentados.

Según Argüello en el pasado los prejuicios provocaron no pocos malentendidos y resistencias. “Contra nosotros existen prejuicios, algunos obispos dicen que dividimos las parroquias, que celebramos la misma por nuestra cuenta, pero no es verdad”, añadió.

Uno de sus principales detractores -según Carmen Hernández- fue el cardenal Francis Arinze, el ex prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. “Él nos hizo la guerra”, abundó la co-fundadora mientras su mentor trató de enmendarle la plana aclarando que “no se puede hablar de nombres”. Hernández dijo más: “la teología de la liberación fue nuestro enemigo más acérrimo”.

Críticos que se sumaron a los obispos de Francia, quienes obligaron al Camino a permanecer “en capilla” durante cinco años en la década de los 70 del siglo pasado. A sus miembros les prohibieron actuar en las parroquias, les obligaron a realizar sus actividades en un departamento privado y les investigaron. Ellos superaron eso y más, como la mala opinión generalizada del episcopado latinoamericano en la década de los 90. Historia pues, no sin tribulaciones.

Uno de los puntos que más sospechas ha despertado se refiere a las catequesis del neocatecumenado, un itinerario de formación cristiana que dura 14 años. El mismo Kiko reconoció que, originalmente, él tenía temor de entregar todas las conferencias dictadas por él mismo a la Santa Sede para que fuesen estudiadas a fondo por la Congregación para la Doctrina de la Fe. Finalmente accedió y entregó al entonces cardenal Joseph Ratzinger los 13 volúmenes de las transcripciones de su espiritualidad. Tras cinco años de análisis fueron aprobadas.

Autorización que no se dio a conocer sino hasta finales del año pasado con un decreto del Pontificio Consejo para los Laicos. Hoy por hoy esos tomos son llamados el Directorio Catequético del Camino Neocatecumenal. Recogen el ABC de la inspiración de Argüello, sólo que él considera “un mal” si la Sede Apostólica le ordenase hacerlos públicos. Cree que quienes inician el Camino “tendrían miedo” de las exigencias y los sacrificios que, en cierto momento del itinerario, deberán afrontar como el vender todas sus posesiones o dejar su país para irse al otro lado del mundo. Igualmente reconoció que, si se lo piden formalmente, obedecería y los difundiría.

Quienes desconfían de esa realidad eclesial no ven con buenos ojos esta actitud de su iniciador. Consideran que el mensaje evangélico, en todas sus formas, debe ser abierto y transparente porque, de otro modo, puede tomarse como un recorrido “iniciático” que justificaría la acusación de “secta”, lanzada por muchos contra el movimiento.

Lo cierto es que, prejuicios o no prejuicios, por ahora y en espera de nuevas decisiones pontificias el Camino debería cesar actividades en la diócesis de Takamatsu. Sobre todo si quiere ser fiel a sus estatutos y al pensamiento del mismo Kiko Argüello.