2.02.11

El otro Maciel

A las 10:55 PM, por Andrés Beltramo
Categorías : Movimientos Católicos
 

Parece que la historia dolorosa se repite. Después de un año en que la Iglesia latinoamericana y universal ha tenido que sufrir a causa de los deplorables delitos de Marcial Maciel Degollado, fundador de los Legionarios de Cristo, este 2011 se presenta como otro “annus horribilis” a causa de una personalidad desviada: Germán Doig. Fue durante años vicario general del movimiento peruano Sodalicio de Vida Cristiana. Hace apenas unas horas la cúpula de ese movimiento reconoció públicamente que vivió una “doble vida” inmoral.

La noticia ha provocado un verdadero shock no sólo en Perú, donde el movimiento tiene su sede y su fuerza más importante, sino en todo el mundo. Doig fue, durante años, un ícono del catolicismo ortodoxo en América Latina. Fue el compañero que, durante muchos años, apoyó y concretó el sueño de formar un movimiento de evangelización de la cultura del fundador del Sodalicium, Fernando Figari.

Doig falleció muy joven el 13 de febrero de 2001, habiendo desarrollado una impresionante labor social y pastoral que llevó al Sodalicio a tener presencia en los 5 continentes y a ser reconocido por El Vaticano en 1997. Inspirador de obras como la agencia de noticias Aci Prensa, sus compañeros y seguidores lo consideraban un enorme modelo cristiano. Tanto que, tras su fallecimiento, comenzaron a investigar sobre su vida y obra con el objetivo de iniciar su proceso de beatificación.

Muchos obispos estuvieron de acuerdo, el vicario sodalite era visto como un hombre de una pieza, sin dobleces ni complejos. Resultó una farsa. En su momento se inició un profundo análisis de cara a cumplir las rígidas exigencias de la Congregación para las Causas de los Santos del Vaticano. En eso estaban cuando, en junio de 2008 comenzaron a aparecer los primeros testimonios. La sorpresa fue enorme. Las afirmaciones iniciales fueron corroboradas por otras de igual gravedad. En ese momento la figura del laico consagrado cayó literalmente del pedestal.

Así se conformó una comisión sodalite para abordar el delicado asunto. De junio a diciembre hurgaron hasta el más mínimo detalle, descubriendo una vida que incluyó “inconductas morales” y, según fuentes de primera mano, todo indica que se trataron de abusos sexuales con menores. Los detalles mejor obviarlos.

El tema, como resultaba previsible, provocó una tremenda crisis al interior de uno de los movimientos católicos de mayor expansión en Latinoamérica en los últimos tiempos. En diciembre se conoció la noticia que el entonces superior, Figari, dejó su cargo y se retiró a un puesto honorario. En su momento la versión oficial fue que su cambio se debió a la enfermedad, fuentes cercanas aseguran que no ha podido superar el golpe de conocer las terribles culpas del amigo.

El día 25 de enero pasado el consejo general del Sodalicium eligió a Eduardo Regal como su nuevo superior, quien de hecho ya controlaba gran parte de la institución. Un cambio anunciado y natural de cara a enfrentar una de las peores crisis.

Además ya desde fines de 2010 fueron cerrados todos los sitios de internet dedicados a la memoria de Germán Doig y que habían sido armados con el objetivo de impulsar su causa de beatificación. Lo mismo ocurrió con los perfiles de Facebook. Una cura en salud de lo que iba a ocurrir.

Simultáneamente las autoridades del movimiento informaron al Vaticano de la situación y comenzaron una labor informativa con todos sus miembros. Se adelantaron a la catástrofe con transparencia y tratando de amarrar anclas para aguantar el tsunami. ¿Aprendieron del caso Maciel? Tal vez sí, tal vez no. Pero seguramente comprendieron que la única alternativa era poner el pecho a la situación.

Hace unas horas el Sodalicium emitió un comunicado oficial (se puede leer completo aquí) que recuerda enormemente al publicado por los Legionarios cuando el escándalo de su fundador:

“Queremos dejar en claro que estas conductas contrarias a nuestra vocación cristiana y nuestros compromisos libremente emitidos ante Dios no sólo no pueden tener cabida en nuestra comunidad sino que deben ser denunciadas y rechazadas con energía, claridad y transparencia. Actos graves como estos conllevan un proceso de expulsión del Sodalicio”.

“Como comunidad declaramos además que no podemos considerar a Germán Doig como una persona ejemplar. Hoy lo encomendamos al corazón misericordioso de Dios y a la intercesión de María sabiendo que ella, la Virgen Santísima, a quien hemos confiado nuestra comunidad desde sus inicios, nunca deja de interceder por todos sus hijos”.