4.02.11

Eppur si muove - ¿Se puede creer en Dios pero no en la Iglesia católica?

A las 2:09 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Eppur si muove
 

Un un tal Cipriano, santo de la Iglesia católica, le dio por decir algo que a muchos creyentes trae al fresco y no les importa ni un bledo. Dijo el pobre hombre que “Nadie puede tener a Dios por Padre si no tiene a la Iglesia por Madre“. Luego lo citó otro individuo, poco importante, de nombre Agustín, también santo de la misma Iglesia católica por cuya cristiandad tanto oró su madre Mónica, también santa. Otro pobre hombre que, al parecer, sabía poco de fe y nada podía decir al respecto.

Pues eso, llegado hoy el siglo XXI e, incluso, antes, no vale para nada ni se tiene, muchas veces en cuenta.

Ahí va eso: catecismo de la Iglesia católica, 759 que dice lo siguiente de parte del Padre:

’El Padre eterno creó el mundo por una decisión totalmente libre y misteriosa de su sabiduría y bondad. Decidió elevar a los hombres a la participación de la vida divina’ a la cual llama a todos los hombres en su Hijo: “Dispuso convocar a los creyentes en Cristo en la santa Iglesia". Esta ‘familia de Dios’ se constituye y se realiza gradualmente a lo largo de las etapas de la historia humana, según las disposiciones del Padre: en efecto, la Iglesia ha sido “prefigurada ya desde el origen del mundo y preparada maravillosamente en la historia del pueblo de Israel y en la Antigua Alianza; se constituyó en los últimos tiempos, se manifestó por la efusión del Espíritu y llegará gloriosamente a su plenitud al final de los siglos (LG 2)”.

Ahora, el Hijo: catecismo de la Iglesia católica, 765 y 766 que dicen lo siguiente:

El Señor Jesús dotó a su comunidad de una estructura que permanecerá hasta la plena consumación del Reino. Ante todo está la elección de los Doce con Pedro como su Cabeza (cf. Mc 3, 14-15); puesto que representan a las doce tribus de Israel (cf. Mt 19, 28; Lc 22, 30), ellos son los cimientos de la nueva Jerusalén (cf. Ap 21, 12-14). Los Doce (cf. Mc6, 7) y los otros discípulos (cf. Lc 10,1-2) participan en la misión de Cristo, en su poder, y también en su suerte (cf. Mt 10, 25; Jn 15, 20). Con todos estos actos, Cristo prepara y edifica su Iglesia.

766 Pero la Iglesia ha nacido principalmente del don total de Cristo por nuestra salvación, anticipado en la institución de la Eucaristía y realizado en la Cruz. ‘El agua y la sangre que brotan del costado abierto de Jesús crucificado son signo de este comienzo y crecimiento’ (LG 3). ‘Pues del costado de Cristo dormido en la cruz nació el sacramento admirable de toda la Iglesia’ (SC 5). Del mismo modo que Eva fue formada del costado de Adán adormecido, así la Iglesia nació del corazón traspasado de Cristo muerto en la Cruz (cf. San Ambrosio, Luc 2, 85-89).”

Y, para más abundancia, el Espíritu Santo: catecismo de la Iglesia católica, 767 y 768, que dicen que

’Cuando el Hijo terminó la obra que el Padre le encargó realizar en la tierra, fue enviado el Espíritu Santo el día de Pentecostés para que santificara continuamente a la Iglesia’ (LG 4). Es entonces cuando ‘la Iglesia se manifestó públicamente ante la multitud; se inició la difusión del evangelio entre los pueblos mediante la predicación’ (AG 4). Como ella es ‘convocatoria’ de salvación para todos los hombres, la Iglesia, por su misma naturaleza, misionera enviada por Cristo a todas las naciones para hacer de ellas discípulos suyos (cf. Mt 28, 19-20; AG 2,5-6).

768 Para realizar su misión, el Espíritu Santo ‘la construye y dirige con diversos dones jerárquicos y carismáticos’ LG 4). “La Iglesia, enriquecida con los dones de su Fundador y guardando fielmente sus mandamientos del amor, la humildad y la renuncia, recibe la misión de anunciar y establecer en todos los pueblos el Reino de Cristo y de Dios. Ella constituye el germen y el comienzo de este Reino en la tierra (LG 5)”.

Se dice con bastante claridad: a través del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, la Iglesia católica, fundada por Jesucristo, es la Madre que acoge a sus hijos y a los que da cobijo espiritual. Quien no ama a su Madre puede, sin duda, decir que ama a su Padre pero bien le podemos decir que es un hijo algo regular y que tiene un amor, como mucho, escaso. Lo dice o, se dice, sobre la Santísima Trinidad y su relación con la Iglesia católica.

Esto lo digo porque hay creyentes, que se dicen católicos, que demuestran que lo son poco y se permiten el lujo espiritual de amar a su Padre pero no a su Madre. Otros dirían que, simplemente, no son católicos porque hacer eso demuestra que las cosas no las tienen demasiado claras.

Y, a lo mejor tienen razón acerca de su falta de catolicismo, aunque podrían haber empezado, los anti-Madre Iglesia católica diciendo que lo que no les gusta es ésta Iglesia católica. Ellos se ahorrarían ser zaheridos y, los demás, perder el tiempo.

Eleuterio Fernández Guzmán