ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 7 de febrero de 2011

Beatificación de Juan Pablo II

Historia de un colaborador y amigo personal de Juan Pablo II

Santa Sede

Benedicto XVI: El mundo también hoy tiene nostalgia de Dios

Papa: eliminar a Dios de la educación rompe el círculo del saber

Benedicto XVI no podrá donar sus órganos

Observatorio jurídico

Juan Pablo II y los Derechos Humanos

Mundo

Preocupación de los obispos maronitas por la situación en el mundo árabe

Cardenal Rouco: El episcopado español pone la Biblia en el centro

Cardenal Ouellet: La crisis de la Biblia es externa e interna a la Iglesia

Ucrania: los seminarios, desbordados de vocaciones

México: Nueva solución digital para las parroquias

Análisis

Karnataka: absueltos los grupos radicales hindúes de la violencia de 2008

Foro

Los cristianos de Iraq: el futuro deseado y el papel esperado

Documentación

Discurso del Papa a la Congregación para la Educación Católica

Homilía de Benedicto XVI en la ordenación de cinco nuevos obispos


Beatificación de Juan Pablo II


Historia de un colaborador y amigo personal de Juan Pablo II
Don Tadeusz Styczeń, sucesor de Wojtyła en la cátedra de Teología moral en Lublín
VARSOVIA, lunes 7 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- “Testigos del gran Papa”, es el título del libro del cardenal Stanislaw Nagy, impreso para la serie Biblioteca del semanal católico “Niedziela”. El libro no sólo es el testimonio sobre Juan Pablo II, es también el excepcional testimonio de don Tadeusz Styczeń, destacado filósofo y estudioso de ética que acompañó a Juan Pablo II durante muchos años, colaborando también con la Universidad Pontificia Lateranense de Roma.

La primera parte del libro, titulada “testimonio de un gran testigo”, incluye las experiencias del cardenal Satnislaw Nagy, de monseñor Ireneusz Skubiś, redactor jefe de “Niedziela”, y de don Andrzej Szostek de la vida y obra científica de don Tadeusz Styczeń (1931-2010).

“Desde la amistad que me unía a don Styczeń, he querido publicar mi libro para hablar del papel que desempeñó don Tadeusz Styczeń durante el pontificado de Juan Pablo II”, escribe el cardenal Nagy.

El cardenal lamenta la pérdida de un sacerdote como don Styczeń, que por desgracia “no puede compartir con nosotros la enormidad de la riqueza de su testimonio resultado de un vida, a menudo cercana al cardenal Wojtyla, después Papa Juan Pablo II.

La segunda parte, titulada “Testimonio en segundo plano. Un gran pontificado visto desde lejos”, contiene enseñanzas y testimonios del cardenal Nagy sobre la vida y las actividades de Juan Pablo II, publicadas en el semanal "Niedziela" en los años 1993-2010. 

El cardenal Nagy acompañó a Juan Pablo II en sus escritos, en varias fases de su vida, así como en las enseñanzas. En el texto describe también las visitas pastorales del Papa polaco. El libro concluye con un capítulo sobre los comienzos del pontificado de Benedicto XVI, que el autor describe como “digno sucesor de Juan Pablo II”.

La publicación está completada con fotografías obtenidas de los archivos del cardenal Stanislaw Nagy, del archivo de la provincia polaca de la Congregación del Sagrado Corazón de Jesús y del archivo familiar de don Tadeusz  Styczeń. 

El cardenal Stanislaw Nagy nació en 1921 en Bieruń en la Alta Silesia. Se unió a la Congregación del Sagrado Corazón de Jesús en 1937 y fue ordenado sacerdote el 8 de julio de 1945 en Cracovia, por el obispo Stanislaw Rospond. Participó en el Sínodo de los Obispos en 1985 y en 1991 y Juan Pablo II lo nombró miembro de la Comisión Teológica Internacional.

Durante 50 años enseñó Teología sobre todo en el Seminario Misionero del Sagrado Corazón en Satdniki y durante muchos años en Tarnów; Enseñó también en la Universidad Católica de Lublín unos 35 años y otros 20 en la Facultad Pontificia de Teología en Wroclaw. Fue docente también en la Academia Pontificia de Teología en Cracovia (ahora Universidad Pontificia de Juan Pablo II) y fue nombrado cardenal por Juan Pablo II en 2003.

Por don Mariusz Frukacz. Traducción del italiano por Carmen Álvarez

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Santa Sede


Benedicto XVI: El mundo también hoy tiene nostalgia de Dios
Durante la ordenación de cinco nuevos obispos el pasado sábado
ROMA, lunes 7 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Aunque el mundo de hoy de la espalda a Dios, sigue teniendo anhelo de Él, y con esta convicción deben los sucesores de los obispos seguir echando la “red” del Evangelio, afirmó el Papa el pasado sábado, durante la oradenación de cinco nuevos obispos en la Basílica de San Pedro.

Los nuevos prelados son: monseñor Savio Hon Tai-Fai, chino, secretario de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos; monseñor Marcello Bartolucci, italiano, secretario de la Congregación para las Causas de los Santos; monseñor Celso Morga, español, secretario de la Congregación para el Clero; monseñor Antonio Guido Filipazzi, italiano, y monseñor Edgar Peña, venezolano, ambos nuncios apostolicos.

El Papa recordó a los nuevos obispos su misión de “pescadores de hombres” y de “obreros en la mies de Dios”, sin dejarse amilanar por las dificultades.

Aunque pueda parecer que “grandes partes del mundo moderno vuelven las espaldas a Dios y consideran la fe una cosa del pasado”, afirmó, “existe aún el anhelo de que finalmente se restablezcan la justicia, el amor, la paz, que la pobreza y el sufrimiento sean superados”.

“Todo este anhelo está presente en el mundo de hoy, el anhelo hacia lo que es grande, hacia lo que es bueno. Es la nostalgia del Redentor, de Dios mismo, incluso allí donde es negado”, subrayó.

Por ello, precisamente en este momento “el trabajo en el campo de Dios es particularmente urgente”, afirmó, a la vez que “sentimos de manera particularmente dolorosa la verdad de la palabra de Jesús: los trabajadores son pocos”.

Cuatro fundamentos

El Papa afirmó a los cinco ordenandos que su primera misión es “entrar en el campo de la historia humana”, sin desalentarse, recordando los “cuatro fundamentos” que desde el principio rigen a la comunidad cristiana.

El primero, afirmó, es la perseverancia en una fe que “no es una espiritualidad indeterminada” pues el obispo “no debe ser una caña de pantano que se dobla según sopla el viento, un siervo del espíritu del tiempo”.

Al contrario, subrayó, “el ser intrépido, el valor de oponerse a las corrientes del momento pertenece de modo esencial al deber del Pastor”.

El segundo, explicó Benedicto XVI, es la comunión en la Iglesia, la “cadena” de testigos que se remonta hasta los testigos oculares que pudieron “tocar” a Jesús.

“A este fin sirve el ministerio de los obispos: que esta cadena de comunión no se interrumpa. Esta es la esencia de la Sucesión apostólica: conservar la comunión con aquellos que han encontrado al Señor de modo visible y tangible y así tener abierto el Cielo, la presencia de Dios en medio de nosotros”.

El tercero es la Eucaristía, que “es el centro de la Iglesia” y de la vida de cada cristiano y de cada sacerdote. El Papa exhortó a los cinco nuevos prelados a celebrarla “con una dedicación, un fervor cada vez más profundo”, intentando plantear cada día “según su medida”, dejándose “plasmar por ella”.

El cuarto y último, recordó el Papa, es la oración. Ésta, “por una parte, debe ser muy personal, un unirme en lo más profundo a Dios. Debe ser mi lucha con Él, mi búsqueda de Él, mi acción de gracias para Él y mi alegría en Él”.

Por la otra, sin embargo, “debe nutrirse siempre de la comunión de los orantes, de la unidad del Cuerpo de Cristo, para plasmarme verdaderamente a partir del amor de Dios”, concluyó el Papa.



 

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Papa: eliminar a Dios de la educación rompe el círculo del saber
Recibió a los participantes en la Plenaria del dicasterio para la Educación Católica
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 7 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI subrayó hoy la importancia de la presencia de Dios en el contexto de la educación, al recibir hoy lunes en audiencia a los participantes en la Plenaria de la Congregación para la Educación Católica.

“El beato John Henry Newman hablaba de 'círculo del saber' para indicar que existe una interdependencia entre las diversas ramas del saber”, explicó, citando al cardenal inglés, a quien recientemente beatificó, durante su viaje a Gran Bretaña el pasado mes de septiembre.

“Pero Dios y sólo Él tiene relación con la totalidad de lo real; en consecuencia, eliminar a Dios significa romper el círculo del saber”.

Para Benedicto XVI, la educación y la formación es “uno de los desafíos más urgentes que la Iglesia y sus instituciones están llamadas a afrontar”.

“La obra educativa parece haberse vuelto cada vez más ardua porque, en una cultura que demasiado a menudo hace del relativismo su propio credo, falta la luz de la verdad, al contrario, se considera peligroso hablar de verdad, infiltrando así la duda sobre los valores básicos de la existencia personal y comunitaria”, reconoció.

Por ello, “es importante el servicio que llevan a cabo en el mundo las numerosas instituciones formativas que se inspiran en la visión cristiana del hombre y de la realidad”.

“Educar es un acto de amor, ejercicio de la “caridad intelectual”, que requiere responsabilidad, dedicación, coherencia de vida”.

Por ello, afirmó, tanto respecto de las universidades como de las escuelas católicas, “con su identidad bien precisa y su apertura a la 'totalidad' del ser humano, pueden llevar a cabo una obra preciosa para promover la unidad del saber, orientando a estudiantes y profesores a la Luz del mundo, la 'luz verdadera que ilumina a todo hombre'”.

El Papa exhortó a los presentes a “la valentía de anunciar el valor 'amplio' de la educación, para formar personas sólidas, capaces de colaborar con los demás y de dar sentido a la propia vida”, y a “una fidelidad valiente e innovadora, que sepa conjugar la conciencia clara de la propia identidad con la apertura a la alteridad, por las exigencias del vivir juntos en las sociedades multiculturales”.

También habló sobre la enseñanza de la religión, que, afirmó, “contribuye ampliamente no sólo al desarrollo integral del estudiante, sino también al conocimiento del otro, a la comprensión y al respeto recíproco”.

Importancia del seminario

El Papa quiso recordar que la Congregación para la Educación Católica fue creada en 1915 por Benedicto XV y lleva a cabo una obra fundamental a servicio de las diversas instituciones católicas de formación.

Entre estas, subrayó en particular el seminario, “una etapa preciosa de la vida, en la que el candidato al sacerdocio hace la experiencia de ser 'un discípulo de Jesús'”.

Para este tiempo destinado a la formación, explicó, “se requiere un cierto desapego, un cierto 'desierto', porque el Señor habla al corazón con una voz que se oye si hay silencio; pero también la disponibilidad a vivir juntos, a amar la 'vida de familia' y la dimensión comunitaria que anticipan esa 'fraternidad sacramental' que debe caracterizar a todo presbítero diocesano”.

El Papa citó su reciente Carta a los seminaristas, en la que afirmaba que “no se llega a ser sacerdotes por sí solos. Se necesita la 'comunidad de los discípulos', el conjunto que quieren servir a la Iglesia común”.

En el seminario encuentra espacio también Internet, uno de los argumentos del debate de la Plenaria. “Por su capacidad de superar las distancias y de poner en contacto recíproco a las personas, presenta grandes posibilidades también para la Iglesia y su misión”, admitió.

“Con el necesario discernimiento para un uso inteligente y prudente de éste, es un instrumento que puede servir no sólo para los estudios, sino también para la acción pastoral de los futuros presbíteros en los distintos campos eclesiales, como la evangelización, la acción misionera, la catequesis, los proyectos educativos, la gestión de las instituciones”.

El Papa concluyó recordando que este año se celebra el LXX aniversario de la Obra Pontificia por las Vocaciones Sacerdotales, instituida por el Papa Pío XII “ para favorecer la colaboración entre la Santa Sede y las Iglesias locales en la preciosa obra de promoción de las vocaciones al ministerio ordenado”.

“Es necesario que la pastoral vocacional, además de subrayar el valor de la llamada universal a seguir a Jesús, insista más claramente en el perfil del sacerdocio ministerial, caracterizado por su configuración específica a Cristo, que lo distingue esencialmente de los otros fieles y se pone a su servicio”.

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Benedicto XVI no podrá donar sus órganos
Con su elección a Pontífice, la tarjeta de donante ya no es válida
ROMA, lunes 7 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI no podrá donar sus órganos. Así lo afirma la nota de desmentido firmada por su secretario personal, monseñor Georg Gänswein, y dirigida a Gero Winkelmann, un médico católico pro-vida de Unterhaching, en los alrededoes de Münich.

A lo largo de los años, de hecho, habían circulado muchas voces en los periódicos y con ocasión de conferencias que promovían la donación de órganos, nombrando al actual Pontífice en la lista de potenciales donantes, una decisión que habría adoptado anteriormente a su elección.

En una carta del pasado 5 de enero, a cuyo contenido pudo acceder ZENIT, monseñor Gänswein afirma: “Si bien es verdad que el Papa posee una tarjeta de donante, es verdad también, contrariamente a algunas informaciones públicas, que con la elección del cardenal Ratzinger como cabeza de la Iglesia católica, ésta ha quedado obsoleta ipso facto”.

Por Michaela Koller

 

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Observatorio jurídico


Juan Pablo II y los Derechos Humanos
El Papa que defendió a los débiles frente a los poderosos
Por Rafael Navarro-Valls

MADRID, lunes 7 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos una nueva contribución en nuestra sección Observatorio Jurídico, sobre libertad, cuestiones relacionadas con los derechos humanos y su relación con la antropología y la fe cristianas, que dirige el español Rafael Navarro – Valls, catedrático de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, y secretario general de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España.

* * * * *

El anuncio de la próxima beatificación de Juan Pablo II no solamente ha alegrado a los católicos. También muchas otras personas – de distinta fe o de ninguna – han visto con satisfacción esa noticia. Por lo que he podido comprobar, su punto de coincidencia con el papa viajero ha sido su constante insistencia en los derechos humanos.

Su tenaz reiteración de que “los derechos del hombre son también derechos de Dios”, atrajo la atención de cientos de  miles de personas. Atención que se convirtió en respeto al comprobar que Juan Pablo II no se limitaba  a decir frases bellas, también las vivía. Cuando lo vimos abrazando a los desheredados de las favelas brasileñas, a los moribundos de los hospitales de Calcuta o a los enfermos de sida en muchos países de Africa, supimos que Juan Pablo II estaba llenando de contenido  la expresión “derechos humanos”.

Así lo entendió el diario La Repubblica cuando, hace unos años, lo calificaba de “portavoz planetario de los derechos humanos”. Portavoz no solo en sus encíclicas, sino también en la palestra diaria, que es donde se juega el ser o no de la dignidad de la persona. Pide a Castro – y lo logró- la libertad de trescientos presos políticos. Intercede ante el gobernador de una penitenciaría tejana por la vida de un recluso condenado a muerte: lo rescata in extremis de la inyección letal. Condena ante la puerta de Brandeburgo a las dictaduras que la convirtieron en un muro o que fueron escenario de sus paradas militares. Es una de las pocas autoridades mundiales que se atreve a decir que “ante la norma moral que prohíbe la eliminación directa de un ser humano inocente, no hay privilegios ni excepciones para nadie”. Su rechazo de cualquier forma de racismo – incluido el cromosómico, que tiende a eliminar vidas afectadas por el síndrome de Down – es frontal. Hizo de su vida una cruzada constante de lo que llamó la “conjura contra la vida”, que veía en el cuadro más amplio de una “guerra de los poderosos contra los débiles”.

Cuando el 1 de mayo Benedicto XVI beatifique a Juan Pablo II lo estará haciendo con  un hombre que no sólo  intentó  amar  a Dios sobre todas las cosas, sino que captó con toda intensidad su reflejo en la criatura humana. De ahí que no cesara de denunciar los grandes escándalos del tiempo que vivió: los genocidios y los crímenes contra la humanidad; la tortura y la pobreza;  las agresiones contra las libertades cívicas, los derechos políticos o los económico;  los ataques contra el derecho a la vida o la discriminación de las minorías, incluidas las religiosas. Tenía razón Time Magazine cuando,  al declararlo “hombre del año”, subrayaba que Karol Wojtyla proclamó con una rectitud – que sus adversarios llamarán temeridad – su idea del bien, urgiendo al mundo a seguirla.

El relativismo está lanzando su larga sombra también sobre los derechos humanos. Para Juan Pablo II,  en esta materia no podemos dejarnos coaccionar por el “chantaje de la duda”: nos encontramos en un punto de no retorno, pues el hombre es algo más que un complejo maleable de electrones y protones, apto para ser manipulado, torturado o eliminado.



 

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Mundo


Preocupación de los obispos maronitas por la situación en el mundo árabe
Comunicado tras una reunión en Bkerke (Líbano)
BEIRUT, lunes 7 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- La situación en los países árabes suscita “preocupación y ansiedad”, afirman los obispos maronitas, después de una reunión celebrada el pasado 2 de febrero en Bkerke (Líbano), en un comunicado al que ha tenido acceso ZENIT.

Los prelados de esta Iglesia sui iuris, que se reunen cada mes bajo la presidencia del cardenal Pierre Nasrallah Sfeir, patriarca de Antioquía de los Maronitas, analizaron en su último encuentro la situación de la región, y especialmente los últimos acontecimientos de Egipto y Túnez.

En el comunicado, se refieren a los últimos acontecimientos de ambos países, afirmando que “hay golpes de Estado y revoluciones en las que la gente ha salido a la calle para hacer caer a los gobernantes”.

Deplorando “el derramamiento de sangre” los obispos piden que se eviten “otras agitaciones en la región”, y que los responsables “trabajen para llevar la justicia y la paz a sus países”.

Por otro lado, respecto a la situación de su propio país, en el que acaba de producirse un cambio de Gobierno, los obispos consideran que la situación “es buena aún, a pesar de su complejidad”, y auguran al nuevo Primer Ministro, Najib Mikat, “éxito en su misión para afrontar el status quo con sabiduría y firmeza”.

Por último, los obispos agradecen al Papa Benedicto XVI “por su gesto generoso”, al disponer que se coloque una estatua del fundador de esta Iglesia sui iuris, san Marón, en uno de los nichos de la parte exterior de la Basílica de San Pedro.

La estatua es obra del artista español Marco Augusto Dueñas, autor también de la escultura de la santa española Rafaela Porras, fundadora de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, bendecida por el Papa el 20 de enero de 2010, y colocada en el mismo lugar en el Vaticano.

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Cardenal Rouco: El episcopado español pone la Biblia en el centro
Intervención del arzobispo de Madrid en el Congreso sobre la Palabra

MADRID, lunes 7 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- El cardenal Antonio María Rouco Varela, ha presidido esta mañana la inauguración del Congreso sobre la "Sagrada Escritura. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española" organizado por la Conferencia Episcopal Española (CEE), y que se está desarrollando hasta el próximo miércoles en el Palacio de Congresos de Madrid.

En su intervención, el cardenal ha señalado que "el Congreso es una de las acciones más importantes previstas por la CEE en este momento para ayudar a la renovación de la dimensión bíblica de toda la labor pastoral de la iglesia, aprovechando el acontecimiento histórico que es la reciente publicación de la Sagrada Escritura. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española".

Para el cardenal, "es ciertamente providencial que la publicación de la exhortación apostólica postsinodal "Verbum Domini" haya coincidido con la aparición de la Biblia de la CEE".

"Al ofrecer al pueblo cristiano esta nueva traducción de la Sagrada Escritura --concluyó--, los obispos de la CEE ponemos bajo la materna intercesión de la Santísima Virgen María los frutos de santidad que esperamos deriven de esta iniciativa. Ella nos recuerda constantemente que a la escucha atenta de la voz del Señor ha de seguir la obediencia fiel: 'Hágase en mí según tu palabra'".



 

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Cardenal Ouellet: La crisis de la Biblia es externa e interna a la Iglesia
El purpurado inaugura el congreso sobre Sagrada Escritura en Madrid
MADRID, lunes 7 de febrero de 2011 (ZENIT.org).-  La relativización de la Biblia, que niega su valor de Palabra de Dios, constituye una auténtica crisis tanto externa como interna a la misma Iglesia, considera el cardenal Marc Ouellet, prefecto de la Congregación vaticana para los Obispos.

El relator del Sínodo de obispos del mundo sobre la Palabra de Dios, celebrado en el Vaticano en octubre de 2008, ha pronunciado esta mañana la primera conferencia del congreso sobre "La Sagrada Escritura en la Iglesia", que se clausurará el  9 de febrero, en el Palacio de Congresos de Madrid, con la participación de 800 personas.

"En las últimas décadas, una profunda crisis sacude los cimientos de la cultura europea", constató el purpurado canadiense.

"Una nueva razón de Estado impone su ley y trata de relegar a un segundo plano las raíces cristianas de Europa. Pareciera que, en nombre de la laicidad, la Biblia debería ser relativizada, para disolverse en un pluralismo religioso y desaparecer como referente cultural normativo", reconoció. 

Ahora bien, añadió, "la crisis también ha penetrado en el interior de la Iglesia, ya que una cierta exégesis racionalista se ha apoderado de la Biblia para disecar las diversas etapas y formas de su composición humana, eliminando los prodigios y milagros, multiplicando las hipótesis y sembrando, no pocas  veces, la confusión entre los fieles".

De este modo, reconoció, surgen inquietantes preguntas: "¿No será la Sagrada Escritura más que una palabra humana? ¿No es cierto que los resultados de las ciencias históricas invalidan el testimonio bíblico y, por tanto, la credibilidad de la Iglesia? ¿Cómo podemos seguir creyendo y, finalmente, a quién debemos escuchar?". 

El Sínodo de los Obispos de 2008, aclaró su relator, vino a confirmar la respuesta de la Iglesia a estas preguntas.

"En las intervenciones de los obispos se sentía la urgencia de profundizar en la manera de abordar el texto bíblico. Además del método histórico-crítico, cuyos méritos y limitaciones se reconocen, los Padres del Sinodo recomendaron intensamente la lectio divina", la meditación orante de la Palabra de Dios,  "y reclamaron el desarrollo del sentido espiritual de la Escritura, en la línea de la gran tradición patrística".

Paralelamente a esta reflexión de la Iglesia universal, la Conferencia Episcopal Española estaba perfeccionando una versión oficial de la Biblia, adaptada a la cultura actual, con todas las garantías de rigor científico y de comunión eclesial, reconoció el cardenal Ouellet.

"Ojalá toda España se beneficie de esta iniciativa y pueda mostrar a Europa, hoy como en otras épocas, un camino renovado para el anuncio del Evangelio", confesó.

En su ponencia, el antiguo primado de Canadá presenta la exhortación apostólica postsinodal "Verbum Domini" en la que Benedicto XVI recoge las conclusiones del Sínodo de la Palabra y da un impulso a la nueva evangelización, "invitando a Pastores, fieles y expertos en la Biblia a encontrar de nuevo la Palabra divina en las palabras humanas del texto sagrado".

"Ante el desafío de la secularización del Occidente cristiano y de la crisis de identidad del cristianismo en ambientes pluralistas, la Iglesia responde con un nuevo anuncio de la Palabra viviente de Dios en Jesucristo, que invita a un acto de fe renovado en la Sagrada Escritura", aseguró.

El congreso que tiene lugar en Madrdi reflexiona sobre publicación de "La Sagrada Biblia. Versión Oficial de la Conferencia Episcopal Española". 

Puede leerse la ponencia del cardenal Ouellet en:


http://www.sagradabibliacee.com/images/stories/congreso/MarcOuellet.pdf


 



 

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Ucrania: los seminarios, desbordados de vocaciones
Por cada plaza en los seminarios, hay tres aspirantes
KONIGSTEIN, lunes 7 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Por cada tres plazas en algunos seminarios de Ucrania, hay tres aspirantes, aseguró el obispo auxiliar Jaroslav Pryryz, de la Eparquía Grecocatólica de Sambir-Drohobych. El obispo hizo esta declaración a la organización Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN) en su sede de Konigstein, Alemania.

Hay tres candidatos por cada plaza en algunos seminarios de Ucrania, dijo monseñor Pryryz, agradeciendo a AIN su actual compromiso en la preparación de los futuros sacerdotes del país de Europa oriental.

El obispo grecocatólico declaró que la mitad de los aspirantes a estudiar en un seminario en algunos lugares de Ucrania occidental tienen que darse la vuelta por falta de espacio.

En algunas áreas, dos de cada tres personas que querrían ser seminaristas no lo logran cuando presentan su solicitud de inscripción.

El obispo de Ucrania señaló que los candidatos a entrar en el seminario tienen que realizar cuatro exámenes que forman parte del proceso de selección.

“Agradecemos mucho que haya gente como ustedes que comprenden el importante papel que una vocación sacerdotal puede desempeñar en el mundo de hoy”, dijo el prelado a AIN. “Y de que ustedes pongan este punto de vista en práctica, ofreciendo apoyo material a la formación de nuestras vocaciones”, añadió.

En un país en el que un tercio de la población vive bajo el umbral de la pobreza, AIN apoya a 86 seminaristas diocesanos, y sigue ayudando después de la ordenación sacerdotal proporcionando estipendios de misas a 287 sacerdotes.

En un mensaje a los benefactores de la organización humanitaria católica, el obispo afirma: “Les envío mi más sincero saludo desde Ucrania y les expreso nuestro más cordial agradecimiento por su respuesta a los llamamientos de Ayuda a la Iglesia Necesitada para que ayudaran a nuestra Iglesia a afrontar las múltiples necesidades que han surgido tras un periodo de persecución prolongada”.

“Junto a ustedes, estamos construyendo el Templo de almas humanas, cuya grandeza depende únicamente de la sinceridad de los esfuerzos que cada uno de nosotros haga según su personal capacidad”, añade.

Según el obispo Pryryz, los jóvenes se encaminan al sacerdocio porque buscan  un desafío. Afirmó: “Les inspira ver a buenos sacerdotes, y que la Iglesia vive el evangelio social”.

“Muchos jóvenes ven los aspectos positivos y negativos. El positivo de cómo la Iglesia sirve a la gente, y el negativo de lo dura que es la vida en las calles y las aldeas”, explica.

Citó al sacerdote diocesano beato Omelian Korch, que ayudó a judíos durante la ocupación nazi, como “un gran ejemplo para los jóvenes”.

Korch fue asesinado en el campo de concentración de Majdanek, en las afueras de Lublin, Polonia, en 1944.

El obispo Pryryz comentó: “Su familia trató de sacarle de la cárcel pero les escribió diciéndoles que no se preocuparan. Permaneció junto a los judíos y murió con ellos”. “La Iglesia católica da un gran ejemplo de servicio y sufrimiento, tenemos que dar a la gente un grandísimo ejemplo”, añadió.

El desafío que afrontaron los ucranianos bajo el fascismo y el régimen soviético afectó mucho al país desde los inicios de la segunda guerra mundial.

Reflexionando sobre las dificultades de la restauración de la Iglesia tras la caída del comunismo, monseñor Pryryz dijo: “Ustedes han permitido a nuestra Iglesia recuperar una presencia normal en la vida pública de nuestro país”.

En un ulterior agradecimiento a los benefactores, a los que prometió recordar en sus oraciones,  dijo: “Ustedes han respondido a las necesidades de nuestra Iglesia y del pueblo fiel de Dios, y nosotros, a cambio, les prometemos hacer todo lo que podamos para promover la esperanza que tenemos en común”.

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México: Nueva solución digital para las parroquias
Un portal incluye a las que tienen web y a las que no
CIUDAD DE MÉXICO, lunes 7 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Con el objetivo de generar una red que permita fortalecer la comunicación entre las diócesis de México, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), a través de la Red Informática de la Iglesia en América Latina (RIIAL) en México, lanzó el portal www.parroquiasdemexico.com.

Si bien la mayoría de las diócesis del país azteca cuentan con sus propios sitios web, en los cuales presentan su directorio de parroquias, este portal concentra la información de éstos y además incluye a las que aún no cuentan con página web.

El sitio es la continuación del proyecto www.dondehaymisa.com que, en 2010, tuvo 147.000 visitas y se está extendiendo por toda la República. El sitio ofrece datos de horarios de misas, servicios de las parroquias, colonias que las comprenden, sacerdotes que las atienden, etc.

El sitio www.parroquiasdemexico.com presenta concretamente los datos de localización, dirección, código postal, teléfono y correo electrónico.

El directorio en línea será de mucha ayuda para la feligresía mexicana y para las dependencias de las diversas curias diocesanas, como la cancillería, la oficialía de matrimonios, el tribunal eclesiástico, los departamentos de comunicación y sistemas. Un concentrado de información para servicio de todos.

La plataforma tiene actualmente capturados más de siete mil centros de culto y fue creada para ser utilizada en un ambiente “colaborativo”.

El sitio presenta los datos procesados. Si hubiera errores o falta de actualización, el usuario podrá modificarlos. Serán enviados para ser corroborados y publicados. También ofrece la oportunidad de colocar una fotografía frontal del templo.

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Análisis


Karnataka: absueltos los grupos radicales hindúes de la violencia de 2008
La Iglesia protesta por el informe de la Comisión del juez Somasekhara
ROMA, lunes 7 de febrero de 2011 (ZENIT.org) .- La comunidad cristiana de la India, en particular las diócesis católicas del estado del suroeste del Karnataka, que en Bangalore tiene el corazón de la industria de alta tecnología “made in India”, rechaza con decisión el informe final de la comisión de investigación de la violencia anti-cristiana que explotó en septiembre de 2008 en dicho estado.

Las conclusiones de las investigaciones dirigidas por un ex juez del Tribunal Superior de Karnataka y del Andhra Pradesh, B.K Somasekhara, que entregó el pasado 28 de enero en un informe al jefe de gobierno del Karnataka, B.S. Yedyyurappa, del partido nacionalista hindú Baratiya Janata Party (BJP), son inaceptables para los cristianos así como para los movimientos de derechos humanos, que desde hace años denuncian la impunidad y la rastrera connivencia que existe entre los movimientos extremistas hindúes y las autoridades.

El informe de “Justice B. K. Somasekhara Commission of Inquiry”, investigación que comenzó en octubre de 2008, absolvió al gobierno y a las fuerzas del orden del estado del Karnataka, negando su implicación o responsabilidad en los hechos, y además exoneró a las organizaciones extremistas hindúes. Los ataques- sostiene el texto- no han sido efectuados por “verdaderos hindúes”, sino que fueron llevados a cabo por “villanos fundamentalistas equivocados” pertenecientes a grupos u organizaciones definidas o indefinidas que “erróneamente” pensaron que el partido que ocupa el poder los protegería (UCA News, 28 de enero).

El documento del juez Somasekhara se detiene también sobre la delicada cuestión de las conversiones “forzadas” o “inducidas” al cristianismo, un argumento “muy importante” para los grupos radicales hindúes. Al mismo tiempo que dispensa a la Iglesia Católica, el informe dice que existen “claros indicios de conversión al cristianismo” por parte de algunas organizaciones o “pastores sediciosos” que habrían usado fondos locales o extranjeros para inducir a la gente a convertirse “no necesariamente a través de la coacción, el fraude o la coerción” como sostienen los grupos fundamentalistas hindúes.

La comisión “one-man” ( compuesta de hecho por un solo componente, el juez Somsekhara) rechaza además la petición realizada por algunas organizaciones hindúes de prohibir las publicaciones cristianas- incluso la Biblia- pero recomienda a su vez introducir una “ley anti-conversión” en Karnataka, siguiendo el ejemplo de al menos siete de los estados de la Unión India: Arunachal Pradesh, Chhattisgarh, Gujarat, Himachal Pradesh, Madhya Pradesh, Orissa e Rajasthan.

Para la Iglesia el documento es “injusto”. Durante una conferencia de prensa, el arzobispo de Bangalore, monseñor Bernard Moras, habló el pasado sábado 5 de febrero, de un texto “altamente tendencioso” que “indudablemente crea división”. Para el prelado, la versión final “legitima la posición del estado” y “absuelve deliberadamente a las personas u organizaciones responsables de los ataques mencionados en el informe interino” (Daijiworld.com, 5 febrero). Presentado el 1 de febrero de 2010, este último había señalado a varias organizaciones hindúes, como Bajrang Dal, Sri Rama Sene (SRS) y Viswa Hindu Parishad (VHP).

“La comunidad cristiana no estaba satisfecha con la decisión del gobierno de nombrar una comisión de investigación 'one-man', es decir al juez Somasekhara. Hemos cooperado con la comisión. Pero después de haber examinado el documento, estamos profundamente preocupados y hemos decidido rechazarlo”, declararon a su vez los representantes del Consejo Regional de los Obispos Católicos de Karnataka (KRCBC) y del Foro de Derechos Humanos Karnataka United Christian (KUCFHR) (Daily News & Analysis, 6 de febrero).

Por su parte, la diócesis de Mangalore ha anunciado ya que luchará contra las conclusiones del juez Somasekhara. “Transmitiremos nuestra protesta al presidente y al primer ministro”, dijo en los pasados días el obispo de la diócesis, monseñor Aloysius Paul D'Souza.

“Presentaremos también una instancia al Tribunal Supremo”, añadió el prelado (UCA News, 3 de febrero). Según la diócesis, el informe “ha fracasado en su intento de indicar al gobierno soluciones y medidas para controlar a los grupos organizados responsables de los ataques a las iglesias”, decía una nota oficial enviada a la agencia Fides el pasado 1 de febrero.

Muy rotundo fue también el activista católico Joseph Dias, secretario general del Christian Secular Forum (CSF), que considera culpables a los nacionalistas del BJP. “En Karnataka y en los otros estados indios, donde el partido está en el poder, los actos violentos contra los cristianos han aumentado claramente”, dijo a Fides. “Debemos hacer escuchar la voz de disidencia de la sociedad civil. Exigimos que el documento sea retirado y que se sustituya por una nueva investigación imparcial. De otro modo existe el riesgo de que los movimientos extremistas hindúes, que quieren eliminar la presencia cristiana en la sociedad india, se sientan apoyados por las instituciones”, continuó (3 de febrero).

Según los datos recogidos por Fides, en Karnataka, que tiene poco más de un millón de cristianos en una población total de más de 52 millones de habitantes, se registraron durante la ola de violencia de 2008, al menos 113 ataques contra objetivos cristianos (personas, edificios o instituciones) y otros 138 asaltos o actos anti-cristianos en los dos años sucesivos.

Lo que encendió la mecha fue la muerte violenta de uno de los jefes del grupo radical hindú Vishwa Hindu Parishad (VHP), Swami Laxanananda Saraspati, asesinado por un comando armado la noche del sábado 23 de agosto de 2008 junto a 5 seguidores en el distrito de Kandhamal, en el estado de Orissa, en el Golfo de Bengala, que también fue escenario de gravísimos incidentes anti-cristianos. Los radicales hindúes atribuyeron la responsabilidad a los cristianos, aunque justo después el jefe de la guerrilla maoísta de Orissa, Sabyasachi Panda, había reivindicado la matanza (AsiaNews, 6 de octubre de 2008).

Hoy, la violencia contra los cristianos continúa al orden del día en India, especialmente eb el estado de Karnataka. Incluso, según Michael F. Saldanha, ex juez del Tribunal Supremo de Karnataka y presidente de la Asociación Católica de Kanara Sur, no hay dudas: en Karnataka, el partido nacionalista BJP “ha superado a Orissa” (Compact Direct News, 22 marzo 2010).

Parece, sin embargo, que las protestas del mundo cristiano están dando frutos. El pasado domingo, el gobernador de Karnataka, H.R Bhardwaj, declaró que se sentía “preocupado” por el informe, que “ha enfadado a la comunidad cristiana entera porque no se ha hecho justicia” (DNA, 6 de febrero). El gobernador ha suspendido temporalmente un reconocimiento honorífico “ad honorem” al escritor M. Chidananda Murthy, porque se sospecha que el escritor apoyó el informe Somasekhara.

Por Paul De Maeyer. Traducción del italiano por Carmen Álvarez

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Foro


Los cristianos de Iraq: el futuro deseado y el papel esperado
Habla el embajador iraquí ante la Santa Sede
ROMA, lunes 7 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Por su interés, ofrecemos a nuestros lectores la intervención de Habeeb Mohammed Hadi Ali Al-Sadr, embajador de Iraq ante la Santa Sede, en el encuentro “Cristianismo en Iraq”, celebrado en Velletri (Italia) el pasado 29 de enero, sobre la situación actual de los cristianos en este país,

* * * * *

Los cristianos de Iraq han sido testigos de una época amarga, la de Saddam cuyas consecuencias han sido las guerras, embargos y catástrofes. En todo este periodo los cristianos no tenían voz, durante años se ha paralizado su voluntad, ya que el régimen les tenía prohibido expresar opiniones, formar partidos o asociaciones no gubernamentales, que habrían podido ocuparse de sus problemas y asegurar su continuidad ya que los respectivos jefes residen en el extranjero. Como consecuencia en los años 90 del pasado siglo han salido del país olas de emigrantes huyendo del infierno del régimen iraquí. Llegados al abril de 2003, con la caída de aquella odiosa “estatua”, los cristianos esperaban volver al jardín florido del Iraq libre. Un verdadero paraíso en el que hacer florecer todas las esperanzas hasta aquel momento sofocadas, y donde plantar su verdadero amor por el país que incluso ahora está lleno de los sentimientos iraquíes más bellos.

Pero los enemigos del actual Iraq son las asociaciones de infieles saddamistas que, después de la capitulación del régimen, se aprovecharon del vacío de poder creado como consecuencia de la decisión americana de disolver todas las estructuras de los servicios de seguridad. Y de este modo han podido comenzar a distribuir la muerte y la ruina por todo el país. Han hecho de todo por destruir desde el principio el proyecto del nuevo Iraq democrático. En todo esto, está claro que los cristianos junto a sus hermanos musulmanes, se beben la amargura de esta nueva guerra, porque el país está empecinado en una nueva guerra: aquella contra los fundamentalistas y los terroristas. Se trata de la guerra más feroz de todas las sostenidas por el antiguo régimen. Se trata de hecho, de una guerra contra fantasmas, sombras, que actúan contra el pueblo tomando apariencias distintas que les permiten hacerse presentes en tiempos y lugares preestablecidos y sin ser molestados cometer sus odiosos crímenes.

Indudablemente lo que ha sucedido en Iraq también ha ocurrido en otros países del mundo: embargos, guerras, parálisis económica, derramamiento de sangre, caída de las infraestructuras. Esta es la dolorosa consecuencia del proceso de democratización, incluidos los retos que comporta el tener que afrontar el terrorismo. Será la situación general, que es particular en el verdadero sentido de la palabra, que en consecuencia influye negativamente sobre el pueblo afectando a todos sus componentes.

Por esto, no es justo ni equitativo, analizar la situación de los cristianos iraquíes, abstrayéndolos de la situación global y sin tener en cuenta datos objetivos. Como no es justo tampoco, pedir al gobierno que cree un clima ejemplar dedicado a satisfacer a cada componente sin tener en cuenta al resto, como si los otros vivieran en otro planeta.

Esperamos, por tanto, de nuestros amigos de la Comunidad Internacional, que sean capaces de comprender la verdad y como consecuencia que entiendan que hoy Iraq se encuentra en una fase de su historia que supone la más crítica de su existencia. Vive, de hecho, en un clima de guerra violenta librada contra las fuerzas de los fundamentalistas y terroristas dispuestos a emplear todo lo que está en su mano, desde los recursos humanos a los económicos, con el fin de vencer en sus intentos homicidas. Pero si este “dique iraquí” cediera -Dios no lo quiera- la inundación del terrorismo que se produciría ahogaría al mundo entero. Si esto sucediese, todos y cada uno de los europeos, dirían adiós a la tranquilidad y la estabilidad de la que disfrutan. Los últimos atentados en Moscú son una prueba de lo que digo. Esta situación nos invita a todos a apoyar con fuerza al gobierno iraquí de manera que pueda afrontar este peligro del mejor modo y contenga la epidemia de terror para que pueda defender este “dique” e incluso hacerlo inexpugnable.

De esto se deduce que nuestra actual guerra contra los terroristas no está dedicada sólo a defender la seguridad del pueblo iraquí, sino también a salvaguardar la seguridad y el futuro de la humanidad entera, por este motivo combate en el lugar de la familia internacional.

Los terroristas, por su parte, han entendido que la sangre de los musulmanes iraquíes que han hecho correr como ríos, no es tan interesante a los ojos de los medios de comunicación occidental

Y desde el momento en el que pretendiendo imponer una idea torcida y del todo equivocada de la diversidad de la sociedad iraquí, anulando consiguientemente la experiencia democrática, golpeando a los cristianos, han alcanzado su malvado objetivo. Sin quererlo, los medios de comunicación y las organizaciones internacionales han caído en este mecanismo haciendo el juego a los terroristas, interesándose por los cristianos, por su futuro y el carente desarrollo de la sociedad. La consecuencia ha sido el abandono por parte de los cristianos de sus casas y la emigración.

Las acciones individuales no señalan necesariamente que exista un complot iraquí destinado a la persecución de los cristianos, a la eliminación de su existencia destruyendo su patrimonio cultural como alguno piensa. Las acciones de estos no reflejan, de hecho, la convivencia íntima y secular entre cristianos y musulmanes, como no expresa tampoco la esencia tolerante de la fe islámica que llama al diálogo, al respeto del pluralismo, y rechaza la violencia, incluso lo considera fuera del camino del Islam, como está escrito: “quien mata un alma sin motivo es como si matase la humanidad entera”. Y además: “Creyó el profeta en lo que descendió sobre él desde el Señor y los creyentes creyeron en Dios, en sus ángeles, libros y profetas sin distinción entre alguno de sus enviados”. Con respecto a esto está claro como el Islam de un musulmán falta si no cree en los fundamentos de su fe y en el mensaje de Cristo (sobre él la paz) y por tanto de la Biblia. Por otra parte el gobierno, en su interés por preservar la herencia cristiana de Iraq, ha dado vida a una superintendencia cristiana a nivel ministerial. Financia a la Iglesia con 15 millones de dólares anuales del presupuesto del Estado. Además el mismo gobierno ha exento a las iglesias y monasterios a pagar los impuestos de la luz y del agua, además de restituir a las iglesias, todas las instituciones que el anterior gobierno había expropiado como las escuelas y las universidades.

En realidad, el componente cristiano es objeto de respeto y de estima por parte de todos los jefes políticos y religiosos iraquíes. Son todos conscientes del hecho de que constituyen un elemento fundamental activo en el proceso de democratización del país. La posición oficial y popular del país entero es de solidaridad con los hermanos cristianos, especialmente después del reciente y tremendo atentado que sufrió la iglesia de Nuestra Señora de la Salvación. Este suceso, con todas las manifestaciones de solidaridad que ha desencadenado, es testigo de las verdadera esencia de los estrechos vínculos que caracterizan el tejido social nacional que no ha perdido nunca el equilibrio frente a estos crímenes sino que al contrario, los ha reforzado.

La ley electoral da ventaja a los cristianos reservando para ellos 5 sillas parlamentarias además de las que gane con las elecciones. Los cristianos de Iraq tienen hoy partidos, círculos, organizaciones no gubernamentales dedicadas a la presencia de los cristianos, además disfrutan de libertad plena de culto que viene asegurada por una protección muy rigurosa de la que muchas mezquitas no gozan. Tienen televisiones, radio y periódicos, sea en lengua siria o en aramea. A nivel político los cristianos tienen ministros en el nuevo gobierno, decenas de viceministros, diversos embajadores y directores generales.

Para poner fin a la emigración, el gobierno ha dispuesto distintas facilidades en la compra de terrenos, en el acceso a préstamos, en la liberación de las casa ocupadas y en la reinserción de los empleados en sus respectivos puestos de trabajo perdidos previamente en la fuga de las ciudades o del mismo país. Además se ha esforzado en resarcir todos los daños sufridos y en eximir a los cristianos de los impuestos de aduanas.

Recientemente, la presidencia de la República elaboró un decreto relacionado con la constitución de una oficina que se interese por las cuestiones de los cristianos iraquíes y coordine las medidas de seguridad, como también las actividades económicas y sociales a ella confiadas. El mismo primer ministro Al Maliki, formó rápidamente un Consejo de Seguridad Supremo para desarrollar las necesarias medidas de seguridad destinadas a prevenir nuevos atentados. Además ordenó la pronta reconstrucción de la iglesia de Nuestra Señora de la Salvación subvencionada por el Estado, después él mismo visitó las ruinas de la iglesia y se encontró con los obispos. Formó parte de la oración por el amor y la paz organizada después del atentado, visitó a los heridos en el hospital y les ofreció regalos por parte del estado para expresar a sí su cercanía. No sólo esto, su gobierno reserva otras ventajas para los cristianos, que esperan sólo la aprobación del Parlamento y su aprobación como decreto de ley. Esto nos tranquiliza con respecto al futuro de los cristianos en Iraq que será prometedor y próspero a la luz de las notables mejoras que habrá en el país a nivel de seguridad y de economía que ya está constantemente mejorando. El nuevo presidente de la cámara Al Nujaifi ha organizado reuniones especiales para analizar “la cuestión cristiana”, también visitó a su Beatitud Eminentísima el cardenal Delly expresándole su apoyo y el del Parlamento a los hermanos cristianos, ya que todos estamos en la misma trinchera.

Y no podemos olvidar tampoco la postura del presidente de la región del Kurdistán Masud Barzani que ha hecho de toda la región un refugio seguro para todos los cristianos que en Iraq se han sentido amenazados, asegurándoles todos los servicios: desde alojamiento, educación a la sanidad. El Nuncio Apostólico en Baghdad, su excelencia monseñor Giorgio Lingua, le ha transmitido los saludos del Santo Padre al presidente Masud Barzani por los encomiables esfuerzos realizados en este ámbito y discutiendo con él la posibilidad de pedir el apoyo internacional, para, con el acuerdo con el gobierno iraquí, ayudar a la región del Kurdistán a soportar el peso de la situación actual.

Por su parte Talabani propuso la formación de brigadas de protección especial, a las cuales se podrían inscribir los jóvenes cristianos para colaborar en la protección de los lugares de culto y de los barrios habitados por cristianos. Esta idea tiene el apoyo de los obispos iraquíes.

La nueva Constitución ha garantizado a los cristianos la plena igualdad de derechos y de deberes, incluso les ha concedido la fundación de una región particular propuesta por ellos, cualquiera que sea. Nuestro gobierno, por el bien del país está interesado también en la reactivación del turismo religioso cristiano y estará encantado de abrirle los brazos a los peregrinos cristianos que vengan del extranjero para visitar Ur, en el sur de Iraq, donde nació el padre de los profetas (Abraham) sobre él la paz. Está además, deseoso de desarrollar relaciones de amorosa colaboración y entendimiento con la Santa Sede en todos los ámbitos.

Para llevar a cabo el renacimiento general de la realidad cristiana, se espera que los cristianos den pasos hacia adelante para abandonar el miedo y su actual clausura. Se desea además, que perseverando con paciencia en la comunión de los sacrificios con los conciudadanos, rechacen la idea de emigrar, haciendo fracasar así el plan enemigo de vaciar el país de cristianos. Tienen también el deber de custodiar el celo apostólico y hacer un frente común para superar las discordias internas y salvaguardar la unidad nacional, rechazando toda protección externa. Contribuyendo a reforzar las actividades de caridad, sobre todo en el sector sanitario y de la enseñanza, para que el cristiano iraquí sea testigo de la resurrección de Cristo, sobre él la paz, en esta tierra buena y fértil. Es necesario activar toda forma de diálogo islamo-cristiano, difundir la cultura del respeto al otro para llegar a la unidad necesaria y afrontar los retos de la globalización.

Y finalmente, creedme amigos, mi pueblo sólo puede respirar su identidad con dos pulmones, el islámico y el cristiano. Un Iraq sin cristianos es un Iraq sin identidad y símbolos. Sí... los cristianos de Iraq permanecen allí, serán para la eternidad fuentes fértiles, proyectos de salvación, llamas de ideas, caminos para el renacimiento y manos que planten el bien y distribuyan el amor creando esperanza. Tendremos así estaciones enteras en las levantaremos himnos llenos de súplicas por Iraq para que este país vuelva a ser una tienda grande que acoge a todos.

[Traducido del italiano por Carmen Álvarez]

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Documentación


Discurso del Papa a la Congregación para la Educación Católica
Durante la audiencia con motivo de la Asamblea Plenaria de este dicasterio
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 7 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el texto del discurso que el Papa Benedicto XVI ofreció hoy a los participantes en la Asamblea Plenaria de la Congregación para la Educación Católica, a quienes recibió en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico.

* * * * *

Señores cardenales,

venerados hermanos en el Episcopado y en el Sacerdocio,

queridos hermanos y hermanas.

Os dirijo a cada uno de vosotros mi cordial saludo por esta visita con ocasión de la reunión plenaria de la Congregación para la Educación Católica. Saludo al cardenal Zenon Grocholewski, prefecto del dicasterio, dándole las gracias por sus corteses palabras, como también al secretario, al subsecretario, a los oficiales y colaboradores.

Las temáticas que afrontáis en estos días tienen como denominador común la educación y la formación, que constituyen hoy uno de los desafíos más urgentes que la Iglesia y sus instituciones están llamadas a afrontar. La obra educativa parece haberse vuelto cada vez más ardua porque, en una cultura que demasiado a menudo hace del relativismo su propio credo, falta la luz de la verdad, al contrario, se considera peligroso hablar de verdad, infiltrando así la duda sobre los valores básicos de la existencia personal y comunitaria. Por esto es importante el servicio que llevan a cabo en el mundo las numerosas instituciones formativas que se inspiran en la visión cristiana del hombre y de la realidad: educar es un acto de amor, ejercicio de la “caridad intelectual”, que requiere responsabilidad, dedicación, coherencia de vida. El trabajo de vuestra Congregación y las decisiones que tomaréis en estos días de reflexión y de estudio contribuirán ciertamente a responder a la actual “emergencia educativa".

Vuestra Congregación, creada en 1915 por Benedicto XV, lleva a cabo desde hace casi cien años su obra preciosa al servicio de las diversas Instituciones católicas de formación. Entre ellas, sin duda, el seminario es una de las más importantes para la vida de la Iglesia y exige por tanto un proyecto formativo que tenga en cuenta el contexto arriba descrito. Muchas veces he subrayado que el seminario es una etapa preciosa de la vida, en la que el candidato al sacerdocio hace la experiencia de ser “un discípulo de Jesús”. Para este tiempo destinado a la formación se requiere un cierto desapego, un cierto “desierto”, porque el Señor habla al corazón con una voz que se oye si hay silencio (cfr 1Re 19,12); pero requiere también la disponibilidad a vivir juntos, a amar la “vida de familia” y la dimensión comunitaria que anticipan esa “fraternidad sacramental" que debe caracterizar a todo presbítero diocesano (cfr Presbyterorum ordinis, 8) y que quise recordar también en mi reciente Carta a los seminaristas: “no se llega a ser sacerdotes por sí solos. Se necesita la 'comunidad de los discípulos', el conjunto que quieren servir a la Iglesia común”.

En estos días estudiáis también el boceto del documento sobre Internet y la formación en los seminarios. Internet, por su capacidad de superar las distancias y de poner en contacto recíproco a las personas, presenta grandes posibilidades también para la Iglesia y su misión. Con el necesario discernimiento para un uso inteligente y prudente de éste, es un instrumento que puede servir no sólo para los estudios, sino también para la acción pastoral de los futuros presbíteros en los distintos campos eclesiales, como la evangelización, la acción misionera, la catequesis, los proyectos educativos, la gestión de las instituciones. También en este campo es de extrema importancia poder contar con formadores adecuadamente preparados para que sean guías fieles y siempre al día, con el fin de acompañar a los candidatos al sacerdocio en el uso correcto y positivo de los medios informáticos.

Este año, además, se celebra el LXX aniversario de la Obra Pontificia por las Vocaciones Sacerdotales, instituida por el Venerable Pío XII para favorecer la colaboración entre la Santa Sede y las Iglesias locales en la preciosa obra de promoción de las vocaciones al ministerio ordenado. Esta celebración podrá ser la ocasión para conocer y valorar las iniciativas vocacionales más significativas promovidas en las Iglesias locales. Es necesario que la pastoral vocacional, además de subrayar el valor de la llamada universal a seguir a Jesús, insista más claramente en el perfil del sacerdocio ministerial, caracterizado por su configuración específica a Cristo, que lo distingue esencialmente de los otros fieles y se pone a su servicio.

Habéis puesto en marcha, además, una revisión de cuanto prescribe la Constitución apostólica Sapientia christiana sobre los estudios eclesiásticos, respecto al derecho canónico, a los Institutos Superiores de Ciencias Religiosas y, recientemente, a la filosofía. Un sector en el que reflexionar particularmente es en el de la teología. Es importante hacer cada vez más sólido el vínculo entre la teología y el estudio de la Sagrada Escritura, de forma que esta sea realmente su alma y su corazón (cfr Verbum Domini, 31). Pero el teólogo no debe olvidar que es también él quien habla a Dios. Es indispensable, por tanto, tener estrechamente unidad la teología con la oración personal y comunitaria, especialmente litúrgica. La teología es scientia fidei y la oración nutre la fe. En la unión con Dios, el misterio es, de alguna forma, saboreado, se hace cercano, y esta proximidad es luz para la inteligencia. Quisiera subrayar también la conexión de la teología con las demás disciplinas, considerando que ésta se enseña en las Universidades católicas y, en muchos casos, en las civiles. El beato John Henry Newman hablaba de "círculo del saber", circle of knowledge, para indicar que existe una interdependencia entre las diversas ramas del saber; pero Dios y sólo Él tiene relación con la totalidad de lo real; en consecuencia, eliminar a Dios significa romper el círculo del saber. En esta perspectiva las Universidades católicas, con su identidad bien precisa y su apertura a la “totalidad” del ser humano, pueden llevar a cabo una obra preciosa para promover la unidad del saber, orientando a estudiantes y profesores a la Luz del mundo, la “luz verdadera que ilumina a todo hombre" (Jn 1,9). Son consideraciones que valen también para las Escuelas católicas. Es necesario ante todo la valentía de anunciar el valor “amplio” de la educación, para formar personas sólidas, capaces de colaborar con los demás y de dar sentido a la propia vida. Hoy se habla de educación intercultural, objeto de estudio también en vuestra Plenaria. En este ámbito se requiere una fidelidad valiente e innovadora, que sepa conjugar la conciencia clara de la propia identidad con la apertura a la alteridad, por las exigencias del vivir juntos en las sociedades multiculturales. También con este fin, se pone de relieve el papel educativo de la enseñanza de la Religión católica como asignatura escolar en diálogo interdisciplinar con las demás. De hecho, esta contribuye ampliamente no sólo al desarrollo integral del estudiante, sino también al conocimiento del otro, a la comprensión y al respeto recíproco. Para alcanzar estos objetivos deberá prestarse particular cuidado a la formación de los dirigentes y de los formadores, no sólo desde un punto de vista profesional, sino también religioso y espiritual, para que, con la coherencia de la propia vida y con la implicación personal, la presencia del educador cristiano se convierta en expresión de amor y testimonio de la verdad.

Queridos hermanos y hermanas, os doy las gracias por cuanto hacéis con vuestro competente trabajo al servicio de las instituciones educativas. Tened siempre la mirada vuelta hacia Cristo, el único Maestro, para que con su Espíritu haga eficaz vuestro trabajo. Os confío a la protección maternal de María Santísima, Sedes Sapientiae, y de corazón imparto a todos la Bendición Apostólica.

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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Homilía de Benedicto XVI en la ordenación de cinco nuevos obispos
El pasado sábado en la Basílica de San Pedro
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 7 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la homilía que el Papa Benedicto XVI pronunció el pasado sábado 5 de febrero, con motivo de la ordenación episcopal de cinco prelados de la Curia Romana, en la Basílica de San Pedro,

* * * * *

¡Queridos hermanos y hermanas!

Saludo con afecto a estos cinco Hermanos Presbíteros que dentro de poco recibirán la Ordenación Episcopal: monseñor Savio Hon Tai-Fai, monseñor Marcello Bartolucci, monseñor Celso Morga Iruzubieta, monseñor Antonio Guido Filipazzi y monseñor Edgar Peña Parra. Deseo expresarles mi gratitud y la de la Iglesia por el servicio llevado a cabo hasta ahora con generosidad y dedicación y formular la invitación a acompañarles con la oración en el ministerio al que son llamados en la Curia Romana y en las Representaciones Pontificias como Sucesores de los Apóstoles, para que sean siempre iluminados y guiados por el Espíritu Santo en la mies del Señor.

“La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha” (Lc 10, 2). Esta palabra del Evangelio de la Misa de hoy nos toca particularmente de cerca en este momento. Es la hora de la misión: el Señor os manda, queridos amigos, a su mies. Debéis cooperar en ese encargo de que habla el profeta Isaías en la primera lectura: “El me envió a llevar la buena noticia a los pobres, a vendar los corazones heridos” (Is 61, 1). Este es el trabajo por la mies en el campo de Dios, en el campo de la historia humana: llevar a los hombres la luz de la verdad, liberarlos de la pobreza de verdad, que es la verdadera tristeza y la verdadera pobreza del hombre. Llevarles el alegre anuncio que no es solo palabra, sino acontecimiento: Dios, Él mismo, ha venido entre nosotros. El nos toma de la mano, nos lleva hacia lo alto, hacia sí mismo, y así el corazón destrozado es curado. Demos gracias al Señor porque manda trabajadores a la mies de la historia del mundo. Le damos gracias porque os manda a vosotros, porque habéis dicho que sí y porque ahora pronunciaréis nuevamente vuestro “sí” a ser trabajadores del Señor para los hombres.

“La mies es abundante” - también hoy, precisamente hoy. Aunque pueda parecer que grandes partes del mundo moderno, de los hombres de hoy, vuelven las espaldas a Dios y consideren la fe una cosa del pasado – existe aún el anhelo de que finalmente se restablezcan la justicia, el amor, la paz, que la pobreza y el sufrimiento sean superados, que los hombres encuentren la alegría. Todo este anhelo está presente en el mundo de hoy, el anhelo hacia lo que es grande, hacia lo que es bueno. Es la nostalgia del Redentor, de Dios mismo, incluso allí donde es negado. Precisamente en este momento el trabajo en el campo de Dios es particularmente urgente y precisamente en este momento sentimos de manera particularmente dolorosa la verdad de la palabra de Jesús: “los trabajadores son pocos”. Al mismo tiempo el Salvador nos da a entender que no podemos ser simplemente nosotros solos quienes mandemos obreros a la mies; que no es una cuestión de management, de nuestra capacidad organizativa. Los obreros para el campo de su mies los puede mandar Dios mismo. Pero Él los quiere mandar a través de la puerta de nuestra oración. Nosotros podemos cooperar para la llegada de los obreros, pero podemos hacerlo solo cooperando con Dios. Así esta hora del agradecimiento por la realización de un envío en misión es, de modo particular, también la hora de la oración: Señor, ¡manda obreros a tu mies! ¡Abre los corazones a tu llamada! ¡No permitas que nuestra súplica sea en vano!

La liturgia de la jornada de hoy nos da por tanto dos definiciones de vuestra misión de obispos, de sacerdotes de Jesucristo: ser obreros en la mies de la historia del mundo con la tarea de curar abriendo las puertas del mundo al señorío de Dios, para que se haga la voluntad de Dios así en la tierra como en el cielo. Y además vuestro ministerio es descrito como cooperación a la misión de Jesucristo, como participación en el don del Espíritu Santo, dado a Él en cuanto Mesías, el Hijo ungido por Dios. La Carta a los Hebreos – la segunda lectura – completa también esto a partir de la imagen del sumo sacerdote Melquisedec, que remite misteriosamente a Cristo, el verdadero Sumo Sacerdote, el Rey de paz y de justicia.

Pero quisiera decir también algo sobre cómo esta gran tarea debe llevarse a cabo en la práctica – sobre qué exige concretamente de nosotros. Para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, las comunidades cristianas de Jerusalén habían elegido este año las palabras de los hechos de los Apóstoles, en las que san Lucas quiere ilustrar de modo normativo cuáles son los elementos fundamentales de la existencia cristiana en la comunión de la Iglesia de Jesucristo. Se expresa así: “Todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones” (Hch 2, 42). En estos cuatro elementos básicos del ser Iglesia se describe al mismo tiempo también la tarea esencial de sus Pastores. Los cuatro elementos se mantienen juntos mediante la expresión “se reunían asiduamente” – eran perseverantes: la Biblia latina traduce así la expresión griega προσκαρτερέω: la perseverancia, la asiduidad, pertenece a la esencia del ser cristianos y es fundamental para la tarea de los Pastores, de los trabajadores en la mies del Señor. El Pastor no debe ser una caña de pantano que se dobla según sopla el viento, un siervo del espíritu del tiempo. El ser intrépido, el valor de oponerse a las corrientes del momento pertenece de modo esencial al deber del Pastor. No debe ser una caña de pantano, sino más bien – según la imagen del salmo 1 – debe ser como un árbol que tiene las raíces profundas, en las que está firme y bien fundado. Esto no tiene nada que ver con la rigidez o con la inflexibilidad. Sólo donde hay estabilidad hay también crecimiento. El cardenal Newman, cuyo camino fue marcado por tres conversiones, dice que vivir es transformarse. Pero sus tres conversiones y las transformaciones que tuvieron lugar en ellas son sin embargo un único camino coherente: el camino de la obediencia hacia la verdad, hacia Dios: el camino de la verdadera continuidad que precisamente así hace progresar.

“Perseverar en la enseñanza de los Apóstoles” – la fe tiene un contenido concreto. No es una espiritualidad indeterminada, una sensación indefinible para la trascendencia. Dios ha actuado y precisamente Él ha hablado. Ha hecho realmente algo y ha dicho realmente algo. Ciertamente, la fe es, en primer lugar, un confiarse a Dios, una relación viva con Él. Pero el Dios el que nos confiamos tiene un rostro y nos ha dado su Palabra. Podemos contar con la estabilidad de su Palabra. La Iglesia antigua resumió el núcleo esencial de la enseñanza de los Apóstoles en la llamada Regula fidei, que sustancialmente es idéntica a las Profesiones de Fe. Este es el fundamento confiable, sobre el que los cristianos nos basamos también hoy. Es la base segura sobre la que podemos construir la casa de nuestra fe, de nuestra vida (cfr. Mt 7, 24ss). Y de nuevo, la estabilidad y la definitividad de lo que creemos no significan rigidez. Juan de la Cruz comparó el mundo de la fe a una mina en la que descubrimos cada vez nuevos tesoros – tesoros en los que se desarrolla la única fe, la profesión del Dios que se manifiesta en Cristo. Como Pastores de la Iglesia vivimos de esta fe y así podemos también anunciarla como el alegre anuncio que nos hace seguros del amor de Dios y del ser nosotros amados por Él.

El segundo pilar de la existencia eclesial. San Lucas lo llama κοινωνία - communio. Tras el Concilio Vaticano II, este término se ha convertido en una palabra central de la teología y del anuncio, porque en él, de hecho, se expresan todas las dimensiones del ser cristianos y de la vida eclesial. Lo que Lucas quería expresar precisamente con esa palabra en este texto, no lo sabemos. Podemos por tanto comprenderla tranquilamente en base al contexto global del Nuevo Testamento y de la Tradición apostólica. Una primera gran definición de communio la dio san Juan al principio de su Primera Carta: Lo que hemos visto y oído, lo que nuestras manos han tocado, os lo anunciamos, para que esteis en communio con nosotros. Y nuestra communio es comunión con el Padre y con su Hijo, Jesucristo (cfr. 1 Jn 1, 1-4). Dios por nosotros se hizo visible y tocable y así creó una comunión real consigo mismo. Entramos en esa comunión a través de creer y vivir junto con aquellos que Lo tocaron. Con ellos y a través de ellos, nosotros mismos ciertamente Lo vemos, y tocamos al Dios que se ha hecho cercano. Así la dimensión horizontal y la vertical están aquí inseparablemente entretejidas una con otra. Estando en comunión con los Apóstoles, permaneciendo en su fe, nosotros mismos estamos en contacto con el Dios vivo. Queridos amigos, a este fin sirve el ministerio de los obispos: que esta cadena de comunión no se interrumpa. Esta es la esencia de la Sucesión apostólica: conservar la comunión con aquellos que han encontrado al Señor de modo visible y tangible y así tener abierto el Cielo, la presencia de Dios en medio de nosotros. Solo mediante la comunión con los Sucesores de los Apóstoles estamos también en contacto con el Dios encarnado. Pero vale también a la inversa: solo gracias a la comunión con Dios, solo gracias a la comunión con Jesucristo esta cadena de los testigos permanece unida. Obispos no se es nunca solos, nos dice el Vaticano II, sino siempre solo en el colegio de los obispos. Esto, además, no puede encerrarse en el tiempo de la propia generación. A la colegialidad pertenece en entramado de todas las generaciones, la Iglesia viviente de todos los tiempos. Vosotros, queridos Hermanos, tenéis la misión de conservar esta comunión católica. Sabed que el Señor ha encargado a san Pedro y a sus sucesores ser el centro de esta comunión, los garantes del estar en la totalidad de la comunión apostólica y de su fe. Ofreced vuestra ayuda para que permanezca viva la alegría por la gran unidad de la Iglesia, por la comunión de todos los lugares y tiempos, por la comunión de la fe que abraza el cielo y la tierra. Vivid la communio, y vivid con el corazón, día a día, su centro más profundo en ese momento sagrado en el que el Señor mismo se entrega en la santa Comunión.

Con ello llegamos ya al elemento sucesivo fundamental de la existencia eclesial, mencionado por san Lucas: la fracción del pan. La mirada del Evangelista, en este punto, vuelve atrás a los discípulos de Emaús, que reconocieron al Señor por el gesto del partir el pan. Y desde allí, la mirada vuelve aún más atrás, al momento de la Última Cena, en el que Jesús, al partir el pan, de distribuyó a sí mismo, se hizo pan por nosotros y anticipó su muerte y su resurrección. Partir el pan – la santa Eucaristía es el centro de la Iglesia y debe ser el centro de nuestro ser cristianos y de nuestra vida sacerdotal. El Señor se nos da. El Resucitado entra en mi intimidad y quiere transformarme para hacerme entrar en una profunda comunión con Él. Así me abre también a todos los demás: nosotros, los muchos, somos un solo pan y un solo cuerpo, dice san Pablo (cfr. 1 Cor 10, 17). Intentemos celebrar la Eucaristía con una dedicación, un fervor cada vez más profundo, intentemos plantearnos los días según su medida, intentemos dejarnos plasmar por ella. Partir el pan – con ello se expresa al mismo tiempo también el compartir, el transmitir nuestro amor a los demás. La dimensión social, el compartir no es un apéndice moral que se añade a la Eucaristía, sino que es parte de ella. Esto resulta claro precisamente del versículo que en los Hechos de los Apóstoles sigue al citado hace poco: “Todos los creyentes … ponían lo suyo en común”, dice Lucas (2, 44). Estemos atentos a que la fe se exprese siempre en el amor y la justicia de unos hacia otros y que nuestra praxis social sea inspirada por la fe; que la fe sea vivida en el amor.

Como último pilar de la existencia eclesial, Lucas menciona “las oraciones”. Habla en plural: oraciones. ¿Qué quiere decir con esto? Probablemente piensa en la participación de la primera comunidad de Jerusalén en las oraciones en el templo, en los ordenamientos comunes en la oración. Así ilumina una cosa importante. La oración, por una parte, debe ser muy personal, un unirme en lo más profundo a Dios. Debe ser mi lucha con Él, mi búsqueda de Él, mi acción de gracias para Él y mi alegría en Él. Con todo, nunca es solamente algo privado de mi “yo” individual, que no tiene que ver con los demás. Orar es esencialmente siempre también un rezar en el “nosotros” de los hijos de Dios. Solo en este “nosotros” somos hijos de nuestro Padre, que el Señor nos enseñó a rezar. Sólo este “nosotros” nos abre el acceso al Padre. Por una parte, nuestra oración debe ser cada vez más personal, tocar y penetrar cada vez más profundamente en el núcleo de nuestro “yo”. Por la otra, debe nutrirse siempre de la comunión de los orantes, de la unidad del Cuerpo de Cristo, para plasmarme verdaderamente a partir del amor de Dios. Así rezar, en última instancia, no es una actividad entre las demás, un cierto rincón de mi tiempo. Rezar es la respuesta al imperativo que está en el Canon en la Celebración eucarística: Sursum corda – levantad vuestros corazones. Es el ascender de mi existencia hasta la altura de Dios. En san Gregorio Magno se encuentra una bella palabra al respecto. Él recuerda que Jesús llama a Juan Bautista una “lámpara que arde y resplandece” (Jn 5, 35) y continua: “ardiente por el deseo celeste, resplandeciente por la palabra. Por tanto, para que se conserve la veracidad del anuncio, debe ser conservada la altura de la vida” (Hom. in Ez. 1, 11, 7 ccl 142, 134). La altura, la medida alta de la vida, que precisamente hoy es esencial para el testimonio en favor de Jesucristo, la podemos encontrar solo si en la oración nos dejamos atraer continuamente por Él hacia su altura.

Duc in altum (Lc 5, 4) – Rema mar adentro y echa las redes para la pesca. Esto dijo Jesús a Pedro y a sus compañeros cuando los llamó a ser “pescadores de hombres”. Duc in altum – el papa Juan Pablo II, en sus últimos años, retomó con fuerza esta palabra y la proclamó en voz alta a los discípulos del Señor hoy. Duc in altum – os dice el Señor en este momento. Habéis sido llamados a cargos que implican a la Iglesia universal. Sois llamados a echar la red del Evangelio en el mar agitado de este tiempo para obtener la adhesión de los hombres a Cristo; para sacarlos, por así decirlos, de las aguas salinas de la muerte y de la oscuridad en la que la luz del cielo no penetra. Debéis llevarles a la tierra de la vida, a la comunión con Jesucristo.

En un pasaje del primer libro de su obra sobre la Santísima Trinidad, san Hilario de Poitiers prorrumpe de repente en una oración: por esto rezo “para que hinches las velas desplegadas de nuestra fe y de nuestra profesión con el soplo de Tu Espíritu y me empuje adelante en la travesía de mi anuncio” (i 37 ccl 62, 35s). Sí, para esto rezamos ahora por vosotros, queridos amigos. Desplegad por tanto las velas de vuestras almas, las velas de la fe, de la esperanza, del amor, para que el Espíritu Santo pueda hincharlas y concederos un bendito viaje como pescadores de hombres en el océano de nuestro tiempo. Amén.

[Traducción del italiano por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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