8.02.11

CELIBATO

A las 11:35 AM, por Joan Antoni
Categorías : General
 

El tema del celibato se plantea constantemente. Acabo de recibir esta consulta desde mi Consultorio en Cataluña Cristiana.

¿Es verdad que un grupo muy importante de teólogos han pedido la supresión del celibato? ¿No cree que habría muchos más sacerdotes si pudieran serlo hombres casados?

Efectivamente un grupo de profesores de teología centroeuropeos han solicitado no tanto la supresión del celibato sino la revisión de su carácter obligatorio en la Iglesia latina. No es algo nuevo, es una petición recurrente que aflora una y otra vez. En varias respuestas que he dado en esta columna he insistido siempre que el celibato no se trata de una cuestión dogmática y que desde el punto de la doctrina de la fe nada obsta a la posible existencia de presbíteros casados en la Iglesia latina, como existen en la ortodoxia. También he destacado que el celibato es muy conforme con el estilo de vida de Jesús y ha demostrado su gran valor en una probada tradición. La Iglesia, yo creo que con muy buen criterio, ha decidido que se mantenga por ahora. Hace poco, el cardenal Piacenza ha recordado, durante una conferencia celebrada en la ciudad de Ars que la Encíclica de Pablo VI sobre el celibato sacerdotal señala que Cristo «permaneció toda su vida en estado de virginidad, que significa una total dedicación al servicio de Dios y de los hombres» y ha subrayado que el celibato sacerdotal tiene una validez perenne.

Por ello, dijo el Prefecto del Clero, «la vigente ley del sacro celibato debe acompañar al ministerio eclesiástico» para ser compatible «con la elección exclusiva, perenne y total» del sacerdote hacia «el único y sumo amor de Cristo y de la consagración al culto de Dios y al servicio de la Iglesia». Estas consideraciones del Magisterio nos invitan a ver el celibato, no como un problema, sino como un don inmenso para el sacerdote y para las comunidades cristianas.

Sinceramente pienso que, actualmente, la supresión del carácter obligatorio del celibato en la iglesia latina, constituiría más bien un empobrecimiento que una riqueza. Pensar que la escasez de vocaciones al sacerdocio ministerial en muchos lugares provienen del celibato es una ingenuidad. Esta misma crisis la padecen confesiones cristianas que tienen pastores casados. El problema es mucho más profundo y grave. Es un problema de fe, de vida de fe y de la fuerte secularización que padecemos y que ha penetrado, como indicaba Mons. Asenjo, en el mismo interior de las comunidades cristianas.

Sería bueno preguntarse porque, precisamente donde se dan abundantes vocaciones al sacerdocio, no se cuestiona el celibato ni muchos elementos valiosos de la tradición.