7.02.11

Las sectas y la Biblia (1)

A las 12:32 PM, por Luis Santamaría
Categorías : General

 

Esta misma mañana ha comenzado en Madrid el Congreso “La Sagrada Escritura en la Iglesia", con motivo de la presentación de la versión oficial de la Biblia de la Conferencia Episcopal Española. Nos unimos a esta celebración reproduciendo el primer extracto de un artículo académico que acabamos de publicar en el boletín electrónico Info-RIES.

Recordamos que la exhortación Verbum Domini, dedicada a la Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia, y que es un documento fundamental para entender este Congreso, también contiene referencias al fenómeno de las sectas, tal como informamos en este mismo blog, en el siguiente artículo: “Benedicto XVI vuelve a hablar sobre las sectas”.

El experto en sectas Manuel Guerra, sacerdote español y miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES), ha publicado recientemente un artículo de investigación en la revista académica Burgense, editada por la Facultad de Teología del Norte de España (en su sede de Burgos). En el número 51 del año 2010 (páginas 111-149) se puede encontrar el estudio, titulado “La ‘Palabra de Dios’ en algunas tradiciones heterodoxas”. Extractamos algunas de sus conclusiones de más interés, en sus primeras partes. En boletines posteriores seguiremos con este artículo.

Para el autor del Diccionario enciclopédico de las sectas, “el estudio de la Constitución sobre la revelación divina del concilio Vaticano II, Dei Verbum, quedaría incompleto sin su visión, al menos panorámica, desde la heterodoxia e incluso desde las religiones no cristianas y de sus sectas”, ya que “no hay cuadro de pintura sin el contraste de luces y sombras”. El experto comienza su artículo abordando el concepto de revelación en las religiones y el doble cauce de esta comunicación divina según la fe cristiana.

Subjetivismo total de la gnosis

Manuel Guerra pasa después a desglosar los principales cauces heterodoxos en la transmisión de la revelación, “tradiciones contaminadas generalmente por el entorno sociocultural”. El primer cauce es la tradición gnóstica, en cuya Biblia se incluyen con más autoridad los escritos apócrifos, que “no suelen referir la vida de Jesucristo desde su concepción y nacimiento hasta su muerte, resurrección y ascensión, sino especialmente dichos y hechos imaginados como acaecidos entre la resurrección y la ascensión”. Para el autor, “el subjetivismo y el irracionalismo religioso han activado la imaginación de los gnósticos. Sus textos, más que históricos, parecen de ciencia-ficción”.

La gnosis lleva directamente a lo esotérico, y según Manuel Guerra “históricamente lo esotérico-ocultista se ha opuesto frontalmente al cristianismo”, pues “en las enseñanzas de Jesucristo y en Jesucristo mismo nada hay oculto”. El gnosticismo originario, a partir del siglo II d.C., manifiesta haber recibió una revelación esotérica, y así, “el que ve u oye a Cristo en su interior (visiones, locuciones en trance enstático y extático o no) está dotado de la misma o más autoridad que los Apóstoles y que sus sucesores, los obispos”. De hecho, “la gnosis de cualquier época (gnóstica, cátara, de New Age, etc.) rechaza el ministerio apostólico en cuanto episcopado garantizado por la sucesión apostólica”.

Esta concepción esotérica de la revelación ha permanecido en formas diversas a lo largo de la historia. “Tanto el gnosticismo de los siglos II-IV y el moderno (iniciado por el masón Jules Doinel a finales del s. XIX) como la New Age se precipitan en el subjetivismo total”, ya que “a lo divino se llega desde dentro de uno mismo y se lo encuentra en el interior de cada uno”. Guerra subraya la relación que se da entre la gnosis y la Nueva Era en este punto, y alude al ejemplo del colombiano Samael Aun Weor, que está en el origen de “las ramas gnósticas más activas ahora, sobre todo en los países de lengua española”. Estas sectas acentúan el lado sexual del gnosticismo, “tiñéndolo de un sexualismo alambicado, repugnante y a veces sacrílego (misa de magia sexual)”, y recuerda una frase de Samael Aun Weor: “con la magia sexual nos convertimos en dioses”.

Una Biblia “corregida y aumentada”

En un segundo capítulo, Manuel Guerra aborda la relación que establecen con la Biblia las sectas de origen e impronta protestante, recordando el criterio bíblico que apuntaba el documento vaticano sobre sectas de 1986: “el criterio para distinguir entre sectas de origen cristiano, por una parte, e Iglesias y comunidades eclesiales, por otra, se debe fundar en las ‘fuentes’ de enseñanza de estos grupos. Por ejemplo, las sectas podrían ser aquellos grupos que, además de la Biblia, tienen otros libros ‘revelados’ o ‘mensajes proféticos’ que excluyen de la Biblia algunos libros deuterocanónicos o cambian radicalmente su contenido”.

Frente a la recta fe cristiana, que considera la Revelación divina cerrada con la muerte del último apóstol, “las sectas de origen protestante, en general, creen que la Revelación divina oficial sigue abierta al menos hasta su fundador, con frecuencia indefinidamente, o sea, hasta el momento presente. De ahí que sus directivos pueden cambiar lo que consideren oportuno”, y aquí el autor cita el ejemplo de los testigos de Jehová.

Por eso, estos grupos suelen admitir una revelación añadida a la Biblia, “catalogada como divina y de la misma categoría o autoridad que la de la Sagrada Escritura cristiana e incluso superior, pues –en caso de colisión o de simple discrepancia– prevalece la última, la de la secta. Más aún, creen poseer la interpretación verdadera de la Biblia, que habría sido falseada por ‘las iglesias’”. Y, como muestras de esta práctica, Guerra señala la Iglesia del Dios Universal, la Ciencia cristiana y los mormones.

En cuanto a las traducciones bíblicas empleadas, las sectas usan las ya existentes, aunque comentadas e interpretadas según el canon de sus creencias. Sin embargo, hay grupos que tienen su propia traducción, como la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras, producción de los testigos de Jehová que “interpreta los textos bíblicos al trasluz de sus creencias y normas de comportamiento”, como cuando niegan la divinidad de Jesucristo en el prólogo del evangelio según san Juan. También pasa entre los mormones, ya que “el Libro de Mormón altera el texto bíblico en su materialidad. De esta manera lo inserta en el entramado de las creencias mormonas y concede a éstas la máxima autoridad, un respaldo bíblico”.

Otros ejemplos señalados por Manuel Guerra son la interpretación que hizo Allan Kardec en el Evangelio según el espiritismo, la importancia dada por los Niños de Dios a las cartas de su fundador, la lectura que hacen los miembros de la Iglesia de la Unificación de su libro sagrado El Principio Divino, el acercamiento de los rosacruces a la Biblia, o algunas otras publicaciones que hacen una interpretación inapropiada de la Escritura.