15.02.11

Entre la luz y la tiniebla - Ponerlo todo en duda

A las 2:16 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Entre la luz y la tiniebla
 

El espacio espiritual que existe entre lo que se ve y lo que no se ve, entre la luz que ilumina nuestro paso y aquello que es oscuro y no nos deja ver el fin del camino, es uno que ora nos conduce a la luz ora a la tiniebla. Según, entonces, manifestemos nuestra querencia a la fe o al mundo, tal espacio se ensanchará hacia uno u otro lado de nuestro ordinario devenir. Por eso en tal espacio podemos, entre la luz y la tiniebla, ser de Dios o del mundo según donde nuestro corazón nos lleve.

Ponerlo todo en duda

En el siglo que nos ha tocado vivir hay un mal muy extendido que se ha apoderado del corazón de muchas personas. Facilita, así se piensa, el existir y hace que sea más llevadero. Además, no fomenta la enemistad sino el acercamiento que, aunque a veces vacío, procura un pasar del que dicen bueno.

Cuando alguien dice que todo es relativo enseguida le viene a la memoria la famosa frase de Einstein. Sin embargo se ha llevado la misma demasiado lejos y no ha podido evadir, el catolicismo, tan mala influencia intelectual.

Antes de seguir, sin embargo, es conveniente decir que resulta difícil creer que fuera Einstein el que dijera lo de que todo es relativo para presentar su teoría de la Relatividad porque, en realidad, la misma tiene su fundamento en el hecho de que la velocidad de la luz en el vacío es, al contrario, absoluta. Es decir, nada de relativa.

Pero, como el ascua se suele arrimar a la sardina de cada cual según convenga no es poco cierto que el relativismo, visto como la forma de pensamiento débil que todo lo admite ha causado grandes estragos en las mismas creencias cristianas, aquí católicas.

Dice José Luis Martín Descalzo en su “Vida y misterio de Jesús de Nazaret”, en concreto en el primero de sus tres libros, algo que debería hacernos pensar al menos durante un rato sobre lo que está pasando. Y dice que “A la fe tranquila de generaciones que aceptaban todo, sucederá el escalpelo que todo lo pone en duda”. Y se refiere a la fe de antes y a la de ahora mismo. Es más, mucho más a la de ahora mismo por cuanto hace casi veinte años que subió a la Casa del Padre Martín Descalzo y, desde aquel 1991, mucho ha acontecido en tal campo de la fe perdida.

El libro de los Proverbios es rico en enseñanzas. Por ejemplo, aplicado “Vengan a comer de mi pan y a beber del vino que he preparado. Dejen su ignorancia y vivirán; avancen por el camino de la prudencia” (Pr. 9,5-6) a nuestra vida de creyentes con cierta facilidad refutaremos a aquellos que pretendan imponer desde fuera o, peor, desde dentro de la misma Iglesia católica, dudas acerca de lo que tenemos como bueno y benéfico para nuestra vida de hijos .
de Dios.

Y es que dudamos demasiadas veces de lo que nos propone la fe a la que decimos pertenecer; demasiadas veces ponemos en solfa a la doctrina que debemos seguir; demasiadas veces no estamos seguros, ni siquiera, del propio Jesucristo, al que atribuimos comportamientos que son, más bien, de nuestro particular gusto tan sólo para defender una posición, seguramente, ajena a la que fuera voluntad del Maestro.

Dudar. Es una forma muy postmoderna de ser relativos. Dudar para que no se nos note, para que no se note lo que pensamos y para pasar, si eso es posible, desapercibidos en un mundo en constante aumento de la increencia y del abandono de Dios.

Dudas que nos hace caer, además, en la fosa de la que tanto escribió el salmista y que tan real es: fosa de desmemoria del Creador y olvido del Padre.

Dudas que nos hacen menos fieles a Dios y nos llevan por el camino equivocado por donde no se llega a su definitivo reino y que quiso enderezar el Bautista, hijo de Isabel y Zacarías, mientras bautizada en el Jordán.

Quizá deberíamos seguir el siguiente aviso de S. Josemaría en el número 384 de “Camino” :”Supe que vacilaba la rectitud de tu criterio. Y para que me entendieras, te escribí: el diablo tiene la cara muy fea, y como sabe tanto no se expone a que le veamos los cuernos: No va de frente.- Por eso, ¡cuántas veces viene con disfraz de nobleza y hasta de espiritualidad.

Y es que no nos conviene dejarnos engañar pero menos aún hacer como que nos engañan.

Eleuterio Fernández Guzmán