18.02.11

Eppur si muove - Legalismo y libre albedrío

A las 1:31 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Eppur si muove
 

De todo punto resulta necesario que una sociedad se rija por unas normas que conduzcan a los ciudadanos que la constituyen por caminos, digamos, pacíficos y no les permita dejar llevarse por sus naturales instintos.

Algo parecido pasa en el seno de la Iglesia católica donde también hay normas pero, sobre todo, doctrina que seguir. No es imposición de organismo alguno o de persona alguna sino, en todo caso, de un devenir que, lógicamente, tiene que regirse de alguna forma.

En cuanto al tema hoy traído a esta serie sobre el mover de la Iglesia católica a pesar de los factores que prefieren, sencillamente, que se hunda, no podemos decir que sea poco importante que en el seno de la misma las personas que se dicen católicas opten por seguir lo que las normas dicen que hay que hacer o bien por un libre albedrío que las libere de tener que rendir cuentas espirituales por lo que hacen, dicen o escriben.

Por ejemplo, se puede sostener que el pueblo judío era muy legalista y que Jesús vino no para confirmar tal ley sino, en todo caso, la de Dios. Y eso es, básicamente, cierto pues ya dijo “No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.Hasta aquí, de acuerdo.

Entonces, se pasa a ocuparse de la Iglesia católica y se dice que se puede correr el riesgo de ser, también, tan legalista como lo era el pueblo judío y que así no se acoge la verdadera misión que Cristo vino a llevar a cabo. Y en esto no podemos estar de acuerdo.

Jesucristo, en el fondo y en la superficie de su predicación, estaba contra el libre albedrío de interpretación de la Ley de Dios que era lo que había hecho el pueblo elegido por el Creador para transmitir sus normas y que, con Moisés había tenido ejemplo de Su Ley.

Así, de lo que era el sentido primigenio de la voluntad de Dios se había llegado a una serie de normas propias del ser humano que, adaptándose a lo largo de los siglos, habían acabado por desvirtuar la Ley divina.

Eso era libre albedrío y contra eso luchó Jesús al menos en los años de su vida pública. Y luchó porque admitir tal actitud suponía mermar la voluntad de su Padre aceptando lo que cada cual quisiera hacer con la misma y con su expresión normativa.

El problema para las personas que así piensan y esgrimen tales pensamientos para hacer de menos a la Iglesia católica tal como es (voluntad de Jesucristo al entregar las llaves de la misma a Pedro) es que la legalidad de la misma es la que quiso fuera el hijo de Dios y no la de los hombres.

Por eso mismo, a mí me parecen, se oponen a lo que llaman legalismo: porque no es el que ellos quisieran, alejado de Dios y moldeable por el tiempo y las circunstancias porque, a contrario, hoy día ser observante es, precisamente, cumplir la voluntad de Dios que quiso que fuera Jesucristo, Él mismo hecho hombre, quien hiciera cumplir su propia Ley.

Entender lo contrario es tener, verdaderamente, causa para plantearse a qué tipo de religión se pertenece porque hoy día amor y justicia es cumplir la Ley de Dios que administra, por así decirlo o, mejor, vehicula, la Iglesia católica.

Y si, por otra parte, se quiere ir más allá de la Ley de Dios apoyando tal opción en el hecho de que Jesucristo hizo lo mismo con la ley del hombre lo que se está haciendo, en el fondo, es no creer en lo hecho por el Hijo de Dios y querer, en cualquier caso, suplantar lo que predicó.

Pero eso, seguramente, a ciertas personas les importa poco. Prefieren la expresión de su exacta voluntad. Vamos, el libre albedrío.

Eleuterio Fernández Guzmán