22.02.11

Un recorrido análogo al catecumenado

A las 10:38 PM, por Guillermo Juan Morado
Categorías : General

 

El mensaje del Papa Benedicto XVI para la Cuaresma de 2011 pone en primer plano los elementos bautismales de este tiempo litúrgico. Parte, el Santo Padre, de un texto de San Pablo: “Con Cristo sois sepultados en el Bautismo, con él también habéis resucitado” (Col 2,12).

El mensaje está articulado en tres partes. En la primera de ellas, el Papa desarrolla la relación que existe entre Bautismo y “vida nueva”. La vida nueva consiste en la comunión con Cristo; un puro don de Dios, una gracia. El Bautismo, lejos de ser un rito del pasado, es “el encuentro con Cristo que conforma toda la existencia del bautizado”. La Cuaresma, como el catecumenado, “es una escuela insustituible de fe y de vida cristiana”.

La segunda parte se centra en la Palabra de Dios; en concreto, en los evangelios de los domingos de Cuaresma. Benedicto XVI nos proporciona unas claves interpretativas para la secuencia de cada domingo y, a la vez, unas orientaciones valiosas para quienes tenemos el honor y la responsabilidad de predicar a nuestros hermanos. Cada domingo de Cuaresma marca una etapa en el camino de la iniciación cristiana. Podemos sintetizar estas etapas de la siguiente manera:

1. Domingo I: La batalla victoriosa contra las tentaciones y la toma de conciencia de nuestra debilidad.
2. Domingo II: La Transfiguración y el necesario alejamiento del ruido diario para sumergirse en la presencia de Dios.
3. Domingo III: La petición a la samaritana: “Dame de beber”, que suscita en nuestro corazón el deseo del don del Espíritu Santo.
4. Domingo IV: El ciego de nacimiento: Cristo aparece como luz del mundo, que abre nuestra mirada interior, fortaleciendo nuestra fe.
5. Domingo V: La resurrección de Lázaro: Se trata de poner nuestra esperanza en Jesús, abriéndonos al sentido último de nuestra existencia.

Todo este recorrido encuentra su cumplimiento en el Triduo Pascual, sobre todo en la Vigilia Pascual, en la que renovaremos las promesas bautismales.

La tercera parte nos recuerda las prácticas tradicionales del ayuno, la limosna y la oración. Son medios para vivir de modo más radical el amor de Cristo. El ayuno nos abre a Dios y a los hermanos. La limosna nos impulsa a luchar contra la idolatría de los bienes y a recordar el primado de Dios. La oración puede ser, en Cuaresma, sobre todo la meditación y la interiorización de la Palabra de Dios a fin de encontrar tiempo para Él.

Como resume el Papa: “En síntesis, el itinerario cuaresmal, en el cual se nos invita a contemplar el Misterio de la cruz, es «hacerme semejante a él en su muerte» (Flp 3, 10), para llevar a cabo una conversión profunda de nuestra vida: dejarnos transformar por la acción del Espíritu Santo, como san Pablo en el camino de Damasco; orientar con decisión nuestra existencia según la voluntad de Dios; liberarnos de nuestro egoísmo, superando el instinto de dominio sobre los demás y abriéndonos a la caridad de Cristo. El período cuaresmal es el momento favorable para reconocer nuestra debilidad, acoger, con una sincera revisión de vida, la Gracia renovadora del Sacramento de la Penitencia y caminar con decisión hacia Cristo”.

Ojalá que vivamos así la Cuaresma, como un auténtico redescubrimiento de nuestro Bautismo.

Guillermo Juan Morado.