24.02.11
Dedicado a los que aborrecen a Juan Pablo II en los altares (II)
La próxima beatificación del Papa Juan Pablo II sigue cosechando situaciones para pasar al libro de los record. Comenzaron por las prisas del proceso para elevarlo a los altares. Continuaron por la cuestión de que un Papa, Benedicto XVI, beatifique a su antecesor no se hacía desde hace siglos.
Tiraron basura, con mentiras demostradas, que acudir a Roma iba a suponer un gasto inmenso, por persona, cobrando una entrada, solamente por estar en el acto de la beatificación a celebrar en la plaza de San Pedro.Ahora, aparecen con una discusión medieval que costó mucha sangre, dolor y separaciones en el seno eclesial: la adoración de las personas. Es infantil, torpe, absurda, y propia de incompetentes atacar la beatificación de un Papa, porque el postulador de la causa pida que se comunique otro milagro obtenido por intercesión de Juan Pablo II.
Todos los postuladores de los causas de los santos hacen lo mismo, se trate de un Papa, de un fundador, de un matrimonio, de un joven o de un niño. Es parte de su oficio de obtener las pruebas máximas posibles para elevar a esa persona como héroe de las virtudes cristianas y modelo a imitar, y disponer de un intercesor delante del Señor para alcanzar las gracias que cualquier desea obtener.
Si se acude al argumento medieval de la adoración de las personas, solamente los ingenuos caen en la trampa. Y más si se propone desde portales que confiesan amar a la Iglesia por encima de todo. Evidentemente defienden su “modelo” de Iglesia que el Papa Juan II con su doctrina y decisiones de gobierno la mandó al trastero de la historia, arruinando el sistema marxista, base de tantas tropelías eclesiales de los últimos cincuenta años.Los escribientes correspondientes tienen la batalla perdida y la guerra también, porque Juan Pablo II será beatificado, mal que les pese, el 1 de mayo, si Dios quiere, con la presencia de millones de personas presentes en San Pedro y en sus casas viéndolo por la televisión. Un acontecimiento singular en la Iglesia de hoy.
Todos los cristianos que deseamos ver a Juan Pablo II en los altares somos más que los renegados que echan y seguirán colocando basura sobre este acontecimiento.
Ahora bien, aquí estaremos, Dios mediante, para quitar esa basura y la que venga. Llevamos tiempo colocados de barrenderos dentro de la Iglesia. Y aquí estaremos hasta el último suspiro vital.
Tomás de la Torre Lendínez
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