25.02.11

Los obispos españoles hablaron sobre el golpe de Estado de 1981

A las 6:16 AM, por Tomás de la Torre Lendínez
Categorías : General
 

Tras todo lo publicado y declarado con motivo del XXX aniversario del golpe de Estado el 23 de febrero de 1981, deseo, leyendo frases escritas hoy como la del señor Cebrián, director, entonces del diario de Prisa, donde afirma: “Juntos andaban igualmente los obispos españoles, reunidos en conferencia por casualidad esa misma tarde, y protagonistas de un silencio más culpable que cobarde. La misma Iglesia que había bendecido y apoyado décadas atrás el levantamiento fascista del general Franco, callaba a hora ante una agresión armada contra la libertad”.

Y, ante las declaraciones de algunos fontaneros de aquellos años del palacio de La Moncloa, quienes han afirmado que llamaron a los obispos y estos no respondieron aquella noche del 23 de febrero, dejo aquí colgado para conocimiento de unos, para recuerdo de otros, y como testimonio para la historia los documentos publicados por la Conferencia Episcopal en aquella asamblea que comenzó el 23 y acabó el 28 de febrero. El asunto esencial de aquella plenaria era la elección del nuevo presidente de la Conferencia Episcopal, que cayó en monseñor Gabino Díaz Merchán, arzobispo de Oviedo, y cesando el cardenal don Vicente Enrique y Tarancón.

Cuando los obispos pudieron seguir por la radio, el teléfono y la televisión los acontecimientos de aquella noche. Al día siguiente emitieron la siguiente nota, donde se nota la prosa excelente y periodística de monseñor Antonio Montero Moreno.

«Los obispos españoles, reunidos en Asamblea Plenaria, venimos siguiendo desde ayer tarde, con preocupación, serenidad y confianza, los graves acontecimientos que amenazan perturbar la normalidad democrática de la nación y, con ella, la paz y la convivencia de los españoles. Al abrir hoy nuestra segunda jornada de trabajo, queremos expresar a Su Majestad el Rey, a las autoridades y al
pueblo nuestro firme propósito de contribuir, como pastores de la Iglesia, a la serenidad y a la responsabilidad de todas las instituciones y personas del país dentro del respeto a la Constitución y con voluntad de concordia por parte de todos.
Manifestamos también nuestro profundo respeto y nuestra afectuosa solidaridad a los miembros del Gobierno y del Parlamento retenidos en el Palacio de Congresos y pedimos con el máximo encarecimiento a quienes los retienen que faciliten cuanto antes su salida pacífica del edificio para que puedan reasumir sus responsabilidades públicas como representantes del pueblo. Hacemos un llamamiento a todos los fieles y a todos nuestros conciudadanos para que mantengan la calma, el buen sentido y el espíritu de colaboración con las autoridades legítimas. Mantenemos la firme esperanza, y así lo pedimos a Dios, de que este episodio tendrá muy pronto un desenlace pacífico y
feliz para bien de todos».

Enviaron un telegrama de adhesión al Rey

Texto del telegrama enviado a su Majestad el Rey.
«Los obispos españoles, reunidos en Asamblea Plenaria, hacemos patente a Vuestra Majestad nuestra profunda adhesión a vuestro mensaje de respeto a la Constitución, de normalidad democrática y de serena consideración entre todos los españoles. Estamos pidiendo insistentemente a Dios que asista a vuestra persona en tan altas responsabilidades y otorgue siempre a nuestro pueblo el don de la paz en la libertad y en la justicia. Con la más alta consideración, Cardenal Enrique y Tarancón».
24 de febrero de 1981

Al acabar la plenaria los obispos española dieron el siguiente comunicado a toda la opinión pública:

Comunicado final de la
XXXIV Asamblea Plenaria
de la CEE
Amenaza a la normalidad constitucional. Llamada a la esperanza
XXXIV Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española
1. “Los obispos españoles terminamos hoy la XXXIV Asamblea Plenaria, dedicada
principalmente a la renovación de cargos en nuestra Conferencia, en el marco de una obligada reflexión sobre los problemas de la Iglesia y de nuestra sociedad.
Durante estos mismos días hemos vivido muy intensamente, con todo el pueblo español, unas horas azarosas y decisivas, en las que estuvo seriamente amenazada la normalidad constitucional de la nación y la convivencia en libertad de todos los españoles.
La gravedad de los acontecimientos nos llevó a expresar directamente a Su Majestad el Rey, y en comunicado público a todos nuestros conciudadanos, la honda preocupación que desde un principio nos causaron hechos tan graves y reprobables, y nuestro apoyo moral a las personas, instituciones y actuaciones que hicieran posible, como así ocurrió después, un final sin violencias del secuestro del Gobierno y de los congresistas y una respuesta constitucional y serena a la situación planteada. Nunca ha faltado en estas horas decisivas nuestra oración personal y litúrgica por nuestro pueblo y por sus representantes y autoridades.

2. La experiencia vivida constituye ahora una plataforma de responsabilidad colectiva que puede ayudarnos a mirar hacia delante con ánimo esperanzado. Urge superar, en la medida que corresponda a cada uno, el desencanto difuso que anida en tantos espíritus, la hipercrítica que invalida cualquier empeño colectivo, el miedo paralizante y el desinterés sistemático por la cosa pública. Es de todo punto necesario recuperar la conciencia ciudadana y la confianza en las instituciones, todo ello en el respeto de los cauces y principios que el pueblo ha sancionado en la Constitución.
Ello exige de los legisladores y de los gobernantes un claro sentido del bien común, un recto ejercicio de la autoridad y una solidaridad con el pueblo a la escucha fiel de sus aspiraciones. Pero no es menos verdad que a los ciudadanos nos toca construir entre todos una España más justa, primero con el trabajo exigente de cada día, luego con una participación cívica que conjugue honradamente derechos y deberes, compartiendo todos siempre las cargas de los más débiles.
3. La crisis energética, la inflación monetaria y especialmente la plaga social del paro son azotes muy duros para nuestra sociedad, unidos a la violencia armada de grupos subversivos y al desprecio de la vida y de los derechos de la persona que lleva a muertes, secuestros y abusos injustificables.
Se da paralelamente en nuestra sociedad otra crisis de energía en el orden de las fuerzas
morales; abunda a veces una inflación de palabras y promesas, sin cobertura de compromisos y realidades; se aprecia un abandono manifiesto del ejercicio de las responsabilidades familiares, educativas, políticas e incluso pastorales.
4. No tratamos de acentuar las sombras del cuadro, puesto que seguimos creyendo en los valores éticos y en las energías espirituales de nuestro pueblo. Buscamos, más bien, una sacudida moral y una toma de conciencia de todos los hombres y mujeres para alzarnos de este bache y recuperarnos como personas y como ciudadanos. También en ese campo debe acabar la transición, no para restaurar nostálgicamente modelos sociales ya agotados, sino para impregnar de hondo humanismo y de cualidades espirituales la sociedad libre y justa que nuestro pueblo intenta forjar.
5. Tampoco ignoramos cuánto nos comprometen estas afirmaciones a los pastores de la
Iglesia y a toda la humanidad cristiana. Y menos aún intentamos eludir la cuota de responsabilidad que puede tocarnos, por acciones u omisiones, en el deterioro que padece nuestra sociedad. Entre las insinuaciones interpeladas, la Iglesia se siente incluida muy señaladamente.

Lo que afirmamos con toda verdad es que nos sentimos urgidos a ser en nuestro pueblo agentes de reconciliación y animadores de la esperanza; que, sin imponernos a nadie, ofrezcamos el mensaje de Cristo como fermento y luz de nuestra sociedad. Evidentemente, la fe cristiana forma parte de nuestro ser histórico y nosotros estamos convencidos de su virtualidad de cara al futuro.
Es ésta una hora muy indicada para que florezcan en la Iglesia de España nuevos y vigorosos testimonios evangélicos y para que todos acreditemos con palabras y obras que la Iglesia está al servicio de los hombres.
Nuestro llamamiento, marcadamente religioso y en vísperas de cuaresma, reclama de todos nuestros hermanos de fe un paso de conversión a Cristo, en el marco concreto de la vida española de 1981, donde todos estamos comprometidos para que nuestro pueblo acreciente su esperanza.

28 de febrero de 1981”

Por lo tanto los obispos hablaron y llamaron a la paz, la serenidad y la convivencia, quien no desee verlo es que está ciego física y mentalmente.

Tomás de la Torre Lendínez
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Lean, por favor: Radio Maria trasmite en directo la ordenación del obispo auxiliar

Blog del padre Tomás

http://hal2.blogcindario.com/2011/02/00026-radio-maria-trasmite-en-directo-la-ordenacion-del-obispo-auxiliar.html