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Servicio diario - 26 de febrero de 2011

Especial

Preguntas del arzobispo de Túnez al asesino de un sacerdote

Foro

La voz de la Iglesia en el debate político sobre el aborto

De “rey del aborto” a “héroe de la vida”

Catequistas para la vida del pueblo


Especial


Preguntas del arzobispo de Túnez al asesino de un sacerdote
Monseñor Maroun Lahham recuerda al padre Marek Rybinski, degollado
TÚNEZ, sábado, 26 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos el mensaje que ha dirigido a los católicos de Túnez el arzobispo de la capital, monseñor Maroun Lahham, con motivo del asesinato de un joven sacerdote salesiano polaco, el padre Marek Rybinski, que tuvo lugar el 18 de febrero.

* * *

Queridos todos:

No paramos de vivir acontecimientos (dejo la palabra sin adjetivo). Ahora ha sido el padre Marek, salesiano de 34 años, presente en Túnez desde el año 2007, quien ha sido degollado en un almacén de la escuela de los salesianos de Manouba.

El Ministerio del Interior ha publicado un comunicado, según el cual, el asesino era un carpintero de la escuela. Los padres salesianos afirman que el asesino había tomado en préstamo, hace tres meses, dos mil dinares tunecinos para comprar material para su trabajo. Parece que se gastó el dinero en otras cosas, que el vendedor se negaba a darle material no pagado, y que el padre Marek insistía para que se devolviera a la escuela el dinero. Presa del pánico, y por miedo a ser descubierto, dice el comunicado del Ministerio del Interior, "el asesino sorprendió al sacerdote con sucesivos golpes muy fuertes con un objeto contundente en la nuca y el cuello provocándole la muerte. El asesinato ha sido cometido por miedo a ser descubierto".

Cuando concluyan las formalidades jurídicas, celebraremos una gran misa en la catedral antes de que sea repatriado a Polonia.

¿Qué podemos decir? Horror, tristeza, indignación, revuelta, preocupación, miedo, duda... Todo se mezcla. ¿Por qué ha sido asesinado el padre Marek? ¡Por dos mil dinares! Es difícil creérselo. Ciertamente hay detalles que desconozco. Sin embargo, hay datos que sé:

--Sé que el padre Marek había escrito, dos semanas antes de su asesinato, hablando del pueblo tunecino: "es una nación joven, inteligente, incapaz de recurrir a la violencia, profundamente buena, que no es capaz de odiar". 

--Sé que acababa de escribir su primer libro sobre Túnez, en el que entre otras cosas dice: "Durante mi estancia en Túnez, mi actitud hacia mis hermanos musulmanes ha evolucionado mucho. El miedo al terrorismo y al extremismo ha desaparecido totalmente. Los tunecinos son tan acogedores, amigables, y calurosos. Me enseñan esta actitud".

--Sé que se había presentado como voluntario para venir a Túnez hace cuatro años, cuando acababa de ser ordenado sacerdote.

--Sé que había pedido dinero por todos los sitios para renovar las instalaciones de la escuela a la que tanto quería y de la que era el ecónomo.

Quisiera imaginar que estoy ante su asesino para plantearle algunas preguntas: ¿Cuál es el verdadero motivo por el que has matado al padre Marek? ¿Y por qué de esta manera bárbara? Su juventud y su inocencia, ¿no te han inspirado ningún sentimiento de piedad? ¿Ni su físico frágil? Le has dejado inconsciente a golpe de martillo, ¿no te parecía suficiente? Era necesario degollarle y dejarle bañado por su sangre? ¿Cómo has podido dormir después? ¿De qué pasta estás hecho? ¿Qué religión profesas? Eres de quienes creen en Dios Compasivo, Misericordioso (Al Rahman Al Rahim)? ¿Cómo conjugas tu crimen con tu fe?

Responde a estas preguntas, tranquilízanos, tranquiliza nuestro corazón de padre y de hermanos... Después te prometo el perdón. Primero tendrás que pedírselo a Dios, después lo recibirás de la Iglesia católica en Túnez.

"Si el grano de trigo no cae en tierra y muere...". Ha caído, ha muerto y, siguiendo el ejemplo de Cristo al que el padre Marek se había consagrado, ha dado fruto. Todos los mensajes de solidaridad, todos los gestos de simpatía, las flores depositadas en la puerta de la catedral, los tunecinos y tunecinas que participaron en manifestaciones ante la catedral con eslóganes: "Marek, ¡perdón!", los jóvenes tunecinos que se reunieron en la catedral, el 20 de febrero, con flores, con lágrimas en los ojos... "No le hemos matado nosotros --decían--, no ha sido Túnez. ¡Perdonadnos!". Y se fueron abrazando a las hermanas.

Las reacciones oficiales han sido del mismo estilo, el primer ministro, el ministro de Interior, de Asuntos Exteriores, de Trabajo, de Educación, de Asuntos Religiosos, de Turismo; los embajadores árabes y extranjeros, incluso el partido islamista Al Nahda... ¿Hacía falta la muerte de un sacerdote para darnos cuenta de toda esta simpatía y de este cariño? El precio es muy caro. Apreciamos enormemente todos estos gestos de amistad, pero no valen una sola gota de la sangre de nuestro querido Marek.

¿Y ahora? Pues bien, nosotros seguimos adelante. No es el momento del pánico, sino de la fe, de la paciencia, de la precaución. ¿Huir? Nada de eso, los momentos difíciles no son momentos de huida. Lo digo a título personal, en primer lugar, y lo digo en nombre de todo el personal religioso de la Iglesia de Túnez y en nombre de los cristianos presentes en el país. Lo digo también en nombre de nuestros hermanos musulmanes y judíos. Nos quedamos en este país que nos acoge, que nos ama y al que amamos. Nos quedamos también por vosotros, pues queremos enriquecernos con vuestra presencia y vuestra diferencia, y os proponemos también los valores en los que creemos y que tratamos de vivir a pesar de nuestras debilidades, valores que pueden ofreceros una contribución de fe, de esperanza y de confianza.

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La voz de la Iglesia en el debate político sobre el aborto
Por monseñor Kay Schmalhausen Panizo SCV, obispo prelado de Ayaviri

AYAVIRI, sábado 26 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos la carta pastoral que ha enviado monseñor Kay Schmalhausen Panizo SCV, obispo prelado de Ayaviri, en Perú, en pleno debate sobre el aborto con motivo de la actual campaña electoral que vive el país.



 

La presencia de la Iglesia en el debate público

y algunos criterios éticos con relación a la propuesta de legalización del aborto

 

Queridos hermanos,

En el debate público con ocasión de las próximas elecciones presidenciales y congresales se han puesto a consideración por parte de algunos candidatos ciertas propuestas de profundas implicancias morales, con la posibilidad de serias consecuencias sociales en lo que concierne al futuro de nuestra nación. Es positivo que en los procesos democráticos de cada nación puedan exponerse y debatirse temas de orden político, económico, social y moral. Esto además de resultar sumamente positivo, requiere de madurez democrática y altura intelectual.

Algunas de las propuestas mencionadas y sacadas a luz con cierta ligereza en el debate político, no deberían ser tocadas simplemente de un modo superficial y por la conveniencia del momento. Exigen un debate serio y profundo que esclarezca tanto los principios más hondos sobre los que se quieren fundamentar así como las consecuencias sociales y morales que conllevarían para el Perú.

 

1. La participación de la Iglesia en el debate público:

En los últimos meses se ha criticado la intervención de la Iglesia al pronunciarse con claridad sobre estos asuntos que son de interés nacional, advirtiendo de los graves riesgos morales y sociales que conllevan las propuestas. Hablamos de las legalizaciones del aborto, de las uniones homosexuales equiparadas al matrimonio y de la comercialización y consumo de drogas.

Se dice que la Iglesia no debe inmiscuirse en asuntos de política. Participar en el debate de ideas y decisiones que conciernen al interés de todos los ciudadanos, no es hacer política partidaria. La finalidad de los debates públicos es la de escuchar el aporte de los ciudadanos y atendiendo a sus ideas conocer las necesidades, inquietudes y propuestas de cara al futuro del país. Un debate en que no se escuche con respeto al que asume una posición diversa ni se sea capaz de razonar sobre las ideas de su oponente sería más bien un monólogo y tiene el peligro de convertirse en una dictadura de las ideas.

La Iglesia Católica, parte integrante desde los comienzos de la historia y la vida social de nuestra nación, tiene el derecho -como lo es de toda institución o persona -de pronunciarse al respecto de las cosas públicas, en este caso las que atañen a la fe y moral de los católicos, siempre en fidelidad a las enseñanzas de su Maestro, no faltando en nada ni contra nadie al hacerlo en espíritu de verdad y con caridad. Esta enseñanza pública de la fe y la moral es constitutiva a la misión de la Iglesia y no constituye agravio a nadie.

Resulta por lo menos incoherente que se quiera acallar la voz de la Iglesia cuando, sin pretender inmiscuirse en asuntos de política partidaria, se pronuncia con una clara visión del hombre y de la sociedad, sobre temas que pueden contrariar gravemente los derechos fundamentales del ser humano o atentar contra aspectos inherentes a su naturaleza, su altísima dignidad y su vocación.

Más aún, una nación que se precia de su democracia al contar con la voz de la Iglesia encuentra en ella una posibilidad más de enriquecerse en su capacidad de diálogo, estimular la reflexión política y de la sociedad civil, y elevar el nivel cultural y espiritual de sus hijos. No es dable que para algunos se pida tolerancia y para otros se actúe de forma intolerante, queriendo callar una voz porque pueda incomodar.

Por otro lado, al hacer oír su voz la Iglesia cumple con la misión de instruir a los fieles católicos, que constituyen una gran mayoría de esta nación, quienes no solo tienen el deber de conocer sino el derecho de escuchar los argumentos de fe y de razón sobre las implicancias morales y sociales de temas que aparecen en el debate político nacional.

 

2. En cuanto a la legalización del aborto provocado.

He mencionado al inicio de esta carta pastoral tres temas de importancia aparecidos en el debate público. Quiero ahora referirme solamente al primero de los tres, el aborto, dejando los otros dos para un futuro próximo. En este sentido, con relación a la legalización del aborto los fieles católicos tengamos en cuenta en primer lugar que el "aborto voluntario o provocado" constituye siempre un grave atentado contra la vida humana y es de suyo un crimen.

Su legalización no lo convierte nunca en un acto moral indiferente ni mucho menos bueno. La ley, aunque debiera hacerlo, es de lamentar que no siempre marche al paso de la ética y los principios de la moral.

Legitimar o despenalizar el aborto tiende a anestesiar la conciencia moral de las sociedades y este crimen se disfraza bajo el ropaje de un supuesto bien para la comunidad humana. Pero la verdad es que se desampara a los seres más directamente involucrados y vulnerados: las madres gestantes y sus hijos por nacer.

Muchas veces se justifica la práctica del aborto como un asunto de salud pública. Matar los hijos en el vientre de sus madres no puede ser considerado jamás como un asunto de salud, ni debe convertirse mucho menos en política de Estado.

En las últimas décadas se ha conseguido tras fuertes presiones mediática y políticas, financiadas con cuantiosos recursos, y por medio de constantes argucias legales introducir el aborto legal en los sistemas jurídicos de muchas naciones, legitimando su práctica. Que una práctica sea común o esté amparada por la ley, no quiere decir que sea buena. Además debemos tener en claro que el aborto provocado es siempre contrario al derecho fundamental a la vida, el cual es debido a todo ser humano.

Hoy en día hay que decir en voz alta que al derecho fundamental de todo ser humano a la vida, consagrado por la "Declaración Universal de los Derechos Humanos" suscrita por las naciones del orbe, le corresponde el deber inherente a todas las sociedades de protegerla y si es necesario defenderla.

En nuestra país la Constitución Política del Estado reconoce que el concebido es sujeto de derecho en todo cuanto le favorece, por lo cual tiene derecho a la vida y a su integridad física. Por su parte el Código Civil reconoce expresamente que la vida humana comienza con la concepción y que el concebido es sujeto de derecho en todo lo que le favorece. Asimismo, el Código de los Niños y Adolescentes reconoce expresamente que se considera niño a todo ser humano desde su concepción y que todo niño tiene derecho a la vida desde su concepción.

Contrario a nuestras leyes se ha esgrimido muchas veces en el debate público el argumento de que el "embrión humano" no debería ser considerado un "ser humano", y por tanto no gozaría del derecho fundamental a la vida ni de su legítima defensa en caso de que se encuentre en riesgo. Debemos preguntarnos si existe alguna autoridad que posea el derecho de quitar el estatuto de ser humano al concebido no nacido.

Los católicos, llevados por serios argumentos de razón, además de tener la firme convicción de que la vida humana es un don de Dios y en cuanto tal es intangible defendemos el estatuto de "ser humano" del niño por nacer desde el momento mismo de su concepción.

Afirmamos además que no existe ninguna autoridad humana ni es capaz el voto democrático de las mayorías para determinar el día o la hora a partir del cual el concebido pasaría a tener la categoría de persona humana o establecer la fecha antes de la cual sería catalogable como simple materia de desecho.

Los católicos todos, obispos, sacerdotes, religiosos y fieles laicos, sentimos el gravísimo deber de rechazar privada y públicamente tanto la práctica del aborto como su legitimación. En este sentido los criterios y principios morales en torno al aborto provocado no son una cuestión opinable sino que obligan a los católicos a la comunión de fe y moral con la Iglesia.

Finalmente de cara a nuestro país no está demás preguntarse: ¿qué se puede esperar de una nación que legitima el asesinato de los hijos en el vientre de sus madres? ¿Qué futuro puede esperarle al Perú cuando edifica su vida social sobre leyes que amparan un genocidio que aunque callado y oculto resulta una verdadera carnicería humana de proporciones masivas? ¿Es este el Perú que queremos dejar a las futuras generaciones de nuestro país?

 

3. Algunas falacias sobre el aborto:

En el debate público sobre el aborto se esgrimen un sinnúmero de razones aparentes con las cuales se le quiere justificar. No siempre quedan en claro a los oyentes las argucias o falacias que entrañan y por tanto son muchos los que pueden sentir confusión. A continuación se esclarecen algunos de estos argumentos:

-Ante quienes afirman que la madre tiene derecho para decidir sobre su cuerpo dando implícitamente por sentado que el niño que llevan en su vientre es no un ser autónomo y propio sino solo una parte de su cuerpo: hay que recordar que con este argumento se ignora o quiere hacer ignorar los avances científicos que evidencian que cada embrión humano tiene un genoma o código genético propio y que éste le da el carácter de un ser único y distinto al de la madre.

-Ante quienes afirman que la madre que ha concebido un hijo como resultado de una violación tiene el derecho de no vivir traumatizada con el fruto de esa relación y de abortarlo, e invocan además para ello una supuesta razón de piedad; hay que decir que callan gravemente el hecho de que con el aborto, el primer trauma de la violación, es agravado con un segundo trauma, el del asesinato del hijo en las entrañas de la madre. Legalizar la práctica del aborto en caso de violación no constituye jamás un acto de misericordia sino una gravísima humillación y condena a la madre. Son innumerables los testimonios de mujeres que a causa del aborto provocado sufren el "síndrome post aborto" (depresión, ansiedad, insomnio, ideas suicidas y de autocastigo, sentimientos de culpa, etc.) consecuencia del trauma de ver arrebatado el hijo de sus entrañas.

-Ante quienes pretenden legalizar el aborto por razones eugenésicas, es decir que, una madre o unos padres de familia tendrían derecho de procurar el aborto de su hijo en caso que tuviera malformaciones genéticas o adoleciera de deficiencias físicas o mentales, hay que decir lo siguiente: en el actual discurso social se ha dado gran relevancia al concepto de la inclusión. Hoy constituye para todos un valor irrenunciable la inclusión de las minorías marginadas en razón de circunstancias o condiciones especiales. Una ley que pretenda eliminar a los hijos por nacer en razón de sus deficiencias congénitas, sean éstas de índole física o psíquica no solamente es cuestionable desde el punto de vista de que un Estado ampare la selección humana de los miembros de su nación, sino que se estaría incorporando al sistema jurídico peruano de modo formal y sistemático una "exclusión" social horrenda y antihumana. Además, con una ley de esta naturaleza se sentencia para el país que hay peruanos que tienen mayor valor que otros, y que los últimos en razón de sus defectos personales, se les debe negar el derecho a la vida.

-Ante quienes afirman que la legalización del aborto provocado resolvería el problema de los abortos clandestinos que conllevarían un alto índice de mortalidad materna hay que decir: ni el aborto clandestino ni el aborto legal resuelven nada. Ambos son una lacra social. En nuestro país se pretenda imponer la legalización del aborto, sin haber hecho ningún esfuerzo por encontrar otra solución a esta grave problemática en el que están en juego al menos dos vidas humanas: la de la madre y el hijo. El Estado peruano ha hecho muy poco para y tiene la obligación de proteger a las madres gestantes que se encuentran en riesgo de abortar. Ellas son en la mayoría de los casos una población altamente vulnerable que debe ser protegida y ayudada. Esta ayuda no debe de ningún modo contrariar el derecho que tienen los dos, tanto la madre como el niño concebido, a la vida. Ambos deben constituir para el Estado peruano un grupo humano con interés de primer orden sin vulnerar ni la ley ni la moral.

-Aun cuando al parecer existe consenso en aceptar el llamado aborto terapéutico previsto en el Código Penal cuando esta en peligro la vida de la madre, es mi deber como pastor iluminar los errores que ello encierra. En primer lugar cabe señalar que con los avances de la medicina, son muy poco frecuentes los casos en que la presencia del concebido haga peligrar la vida de la madre. No obstante de ocurrir un caso de esta naturaleza se tiene siempre la obligación moral de salvar la vida tanto de la madre como de su niño por nacer. En este contexto moralmente nunca es admisible eliminar una vida para salvar otra. Es muy distinto el caso de la "legitima defensa" en que existe un injusto agresor. El concebido no puede ser nunca considerado como tal sino siempre como un inocente.

-Por último debo advertir de los intentos de ampliar la regulación restrictiva que tiene el aborto terapéutico en el Código Penal del Perú. Se busca establecer un protocolo de aborto terapéutico que pretende abrir una casuística más amplia con mayores variables para practicar el aborto. Esta obsesión por liberalizar el aborto provocado a través de una vía reglamentaria que no pasará por el Congreso debe ser rechazada como una argucia desde todo punto de vista infame.

 

4. Algunas situaciones particulares y criterios a tener en cuenta:

Es bueno advertir que la enseñanza de la Iglesia sobre el aborto tiene consecuencias prácticas para la vida cristiana del católico, así como para su presencia en la sociedad civil y política o de cara a su vida profesional. A continuación se enumeran algunas de ellas:

 

1.              El fiel católico que voluntariamente comete o que participa material o formalmente en el aborto, advertido de la gravedad de esta falta moral, queda automáticamente excomulgado hasta que dé muestras sinceras de arrepentimiento y busque el necesario perdón de esta falta gravísima por medio de la confesión sacramental y enmiende su conducta.

 

2.              Con relación a los políticos y/o personas públicas que afirman ser católicos y que sin embargo públicamente defienden o promueven el aborto, estos tales no puede de ninguna manera ser admitidos a la comunión eucarística. En este sentido todo sacerdote tiene el deber de negar públicamente la comunión a quienes públicamente se definen a favor del aborto. Los fieles laicos tienen a su vez el deber de advertir de esta enseñanza cuando las circunstancias lo ameritan.

 

3.              La elección de los gobernantes de una nación supone siempre un acto de gran responsabilidad por parte de la sociedad civil. Para todo católico es un deber moral conocer las propuestas electorales y juzgarlas a partir de los auténticos criterios éticos y morales que se corresponden con la ley natural y la dignidad humana. Igualmente resulta un deber moral conocer suficientemente estos criterios morales, pues solo así se pueden tomar decisiones conscientes y responsables frente a los candidatos y sus propuestas y dar un voto maduro y libre para el verdadero bien que queremos para nuestra patria y el futuro de nuestros hijos.

4.              En este sentido hay que dejar en claro que ningún católico debe nunca votar intencionalmente a favor del aborto. Este criterio debe ser tenido en cuenta por parte de todos los católicos al momento de evaluar a los candidatos y considerar sus propuestas electorales.

 

5.              Además, en el contexto de los procesos electorales existe siempre grave obligación de elegir el bien mayor, y solo dadas las circunstancias extremas el mal menor para una nación. En este sentido junto con la valoración de las propuestas económicas que suelen creerse como prioritarias o únicas, los criterios éticos y morales que aparecen no deben ser considerados nunca de segundo orden. Son éstos los que finalmente definen el nivel cultural, moral y espiritual de una nación y transforman el país o en más grande y digno o en menos humano y cruel.

 

6.              Los católicos laicos que han incursionado en la política u ocupan cargos públicos tienen el no solo el derecho sino en conciencia el deber de apoyar en cuanto esté a su alcance una cultura a favor de la vida humana y específicamente asegurar - de ser posible a su función - una legislación que proteja y promueva la vida humana desde su misma concepción.

 

7.              Finalmente, en el campo laboral son muchos los católicos quienes por su labor profesional (médicos, enfermeras, obstetras, personal del sector salud, educadores,...) se encuentran en circunstancias en las que a veces se ven presionados a participar directa o indirectamente de la práctica del aborto o se les quiera exigir participar en la difusión del ideario pro-abortista, en contra de sus principios y convicciones. Es justo defender el derecho fundamental a la libertad de opinión y expresión, y es de justicia que en asunto tan delicado se goce del derecho de objeción de conciencia, pudiendo invocarlo sin ser discriminado por ello.

Esperando que la presente carta pastoral pueda ser de utilidad y mayor instrucción para los fieles de nuestra Prelatura, les hago llegar con vivo aprecio mi bendición.

 

Ayaviri, 22 de febrero de 2011, en la fiesta de la Cátedra de San Pedro Apóstol.



 

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De “rey del aborto” a “héroe de la vida”
Por monseñor Francisco Gil Hellín
BURGOS, sábado, 26 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos el mensaje que ha escrito monseñor Francisco Gil Hellín, arzobispo de Burgos, con motivo del fallecimiento del doctor Bernard Nathanson.

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Acaba de fallecer el que fue conocido como "rey del aborto". Él, no sólo porque practicó varios miles sino porque fue el que promovió y consiguió el cambio en la legislación de los Estados Unidos. Ahora lloran su muerte todos los líderes mundiales pro-vida. Se trata del famoso doctor Bernard Nathanson. Yo tuve la suerte de conocerle personalmente y me complace hablar de él en este momento, porque es un caso típico de cómo las personas pueden cambiar si se abren a la verdad científica y a la gracia. Él mismo ha descrito el itinerario de su vida como abortista y como defensor de la vida.

Todo comenzó cuando una amiga suya quedó embarazada por él y no quería seguir adelante con su embarazo. Este caso suscitó en él una gran sensibilidad por la penosa situación de las mujeres que recurrían al aborto clandestino, que con frecuencia era realizado por personas poco profesionales en ginecología. Como las leyes norteamericanas prohibían el aborto, se decidió a cambiar esa legislación y fundó, con algunos más, la Asociación Nacional para Revocar las Leyes sobre el Aborto en los EEUU, en 1968. A los cinco años, lo había conseguido, pues el Tribunal Superior legalizó el aborto en 1973. Él mismo ha descrito las tácticas que emplearon para conseguirlo de modo tan rápido y eficaz.

El primer objetivo fue hacerse con los medios de comunicación de masas. "Les convencimos de que la causa pro-aborto favorecía un liberalismo avanzado y amañamos los resultados de supuestas encuestas, que ellos publicaron". Amañaron también el número de abortos ilegales, pues cambiaron la cifra de cien mil, aproximadamente, por la de un millón. Esta mentira fue reiteradamente repetida y publicada en los medios de comunicación, convirtiéndose en verdad.

La segunda táctica fue -son sus palabras- "vilipendiar sistemáticamente a la Iglesia Católica, calificando sus ideas sociales de retrógradas; y atribuimos a sus Jerarquías el papel del "malo" principal entre los opositores al Aborto Permisivo". El mismo Nathanson ha escrito que "los tambores de los medios de comunicación persuadieron al pueblo americano de que cualquier oposición al aborto tenía su origen en la Jerarquía Católica y que los católicos pro-abortistas eran los inteligentes y progresistas".

La tercera táctica fundamental fue denigrar o ignorar cualquier evidencia científica de que la vida comienza con la concepción.

En 1973 fue nombrado Director de Obstetricia de un gran Hospital de Nueva York. Allí inició una nueva tecnología que ahora se usa diariamente para estudiar el feto en el útero materno. Gracias a ella, pudo tomar por ultrasonido una muestra de un bebé nonato, mediante un aparato aspirador para la práctica del aborto, antes de que fuera absorbido del vientre de su madre. Esas imágenes cambiaron su vida, al comprobar que allí había vida y que lo que allí ocurría era, ni más ni menos, el asesinato de un niño indefenso. «Como científico, no es que simplemente lo crea, sino que sé y conozco que la vida humana comienza en la concepción y requiere toda la protección que gozamos cualquiera de nosotros».

Cuando alguien le preguntó cómo, siendo las cosas científicamente tan claras, no todos los doctores siguen su ejemplo sino que algunos practican el aborto, contestó: «Es cuestión de aritmética. A 300 dólares cada uno, un millón y medio de abortos en Estados Unidos implican una industria que produce quinientos millones de dólares anuales, y la mayor parte van a los bolsillos de los médicos que los practican».

Dios ha premiado su honestidad, pues el doctor Nathanson, que era ateo, fue bautizado en la Iglesia en 1996 y desde entonces fue un fervoroso católico. De su mano salieron vídeos tan famosos como «El grito silencioso» ¡Que ese buen Dios le haya acogido en su gloria!



 

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Catequistas para la vida del pueblo
Por monseñor Felipe Arizmendi Esquivel

SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, sábado 26 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos el artículo que ha escrito monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de Las Casas, con el título "Catequistas para la vida del pueblo".

VER

Hemos realizado el II Encuentro Diocesano de Catequistas de Adultos, responsables de la evangelización integral en las comunidades, sobre todo donde no hay diáconos, religiosas ni sacerdotes. Participaron unos 800, representando a los 8,000 que tenemos. La mayoría son indígenas varones, aunque van aumentando las mujeres. Crecen los y las catequistas de niños. Son fruto del movimiento catequístico que se inició en la década de los 50, con el obispo de entonces Lucio Torre Blanca, que fortaleció mucho Mons. Samuel Ruiz, y que ahora tratamos de consolidar y coordinar.

El objetivo del Encuentro fue "concientizarnos, desde la fe, de que la evangelización nos lleva a un compromiso de trabajar por la vida integral de nuestras comunidades y, en particular, por el cuidado de nuestra madre tierra". Previamente, en las parroquias se reflexionó sobre el tema. Los obispos y una misionera laica expusimos lo que dicen la Palabra de Dios y el Magisterio de la Iglesia al respecto.

JUZGAR

Los catequistas mismos hicieron un juicio sobre las luces y las sombras de su servicio. Valoran como positivo: El acompañamiento de los sacerdotes y religiosas; la coordinación entre catequistas, el trabajo conforme al plan parroquial, evangelizar sin esperar nada a cambio, la disponibilidad para cumplir los cargos, la constancia.

Dicen que les iluminan: El camino de Jesús como ejemplo para nuestras vidas, la Palabra de Dios, el Espíritu Santo que mora en nuestros corazones, nos anima y guía, los sacramentos, la oración, las fiestas patronales y las tradiciones que nos dan vida.

Aprecian: Cuando anunciamos la justicia y denunciamos las injusticias, la traducción de materiales a la lengua indígena, hermanos que se han apartado del alcohol, la formación integral, cuando valoramos el trabajo de las mujeres, la información de la realidad, la formación de nuestra conciencia para no dejarnos engañar, los trabajos colectivos.

Entre lo negativo, enumeran: Falta de fe en Dios, desobediencia a lo que Jesús pide, desánimo en la Palabra de Dios, la poca importancia que damos a la oración y a la Palabra de Dios, falta de compromiso, rivalidad entre servidores, falta de interés en la formación; cuando dejamos botado el cargo por cuestiones políticas o intereses personales, cuando acumulamos cargos y somos duros de corazón, cuando no se escucha ni respeta la palabra de las mujeres, cuando cometemos injusticias entre hermanos sin tomar en cuenta la Palabra de Dios o justificándonos en ella, el abuso del alcohol, la drogadicción, cuando dicen que lo que compartimos ya no es Palabra de Dios, las sectas, la migración, la pérdida de las identidades culturales, la influencia de las culturas extrañas a la nuestra.

ACTUAR

Se propusieron: Hacer vida la Palabra de Dios, que la fe vaya acompañada de obras, que ayudemos a cambiar las malas costumbres. Tomar conciencia de nuestra realidad y ser compasivos con nuestros hermanos que sufren. Hay que cuidar a los pobres, estar abiertos a las necesidades de la comunidad, a nuestros hermanos desamparados que sufren injusticias y violaciones en sus derechos. Predicar la Palabra de Dios con humildad y paciencia. No desmayar en la evangelización. No darnos por vencidos y ser firmes en el Evangelio. Fomentar la unidad; no dejarnos dividir por organizaciones y partidos. Hacer análisis de la realidad y oración constante. Fortalecer la espiritualidad, asistir a Misa, poner en práctica la Palabra de Dios. Ser honestos y amables. Promover una evangelización integral, abarcando todos los aspectos: salud, rescate de tradiciones y símbolos, derechos humanos, pastoral de la tierra, etc.; denunciar las injusticias, asumir nuestros valores y recuperar la sabiduría de los abuelos, estar dispuestos a la conversión, aceptar las críticas justas y estar serenos ante las injustas.

Un compromiso particular fue: Cuidar la madre tierra: evitar incendios forestales y la tala inmoderada, respetar las áreas protegidas, no usar fertilizantes químicos, herbicidas y pesticidas químicos, ni artículos desechables, separar los desechos, no tirar basura en los ojos de agua, arroyos y manantiales, desenzolvar y limpiar los ríos, generar bosques de leña, dejar descansar la tierra, recuperar las semillas criollas, promover hortalizas, desarrollar tecnologías alternativas (estufas ahorradoras, letrinas aboneras, compostas, captación de aguas, filtros naturales, abonos verdes, etc.), hacer oración antes de trabajar la madre tierra, capacitarnos constantemente, trabajar bien organizados y con firmeza.

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