ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 27 de febrero de 2011

Santa Sede

El Papa invita a vivir un estilo de vida sobrio y respetuoso de la creación

La Iglesia ante el trauma post-aborto y los bancos de cordón umbilical

Dios llora en la tierra

El 1% de los católicos presta el 90% de la ayuda social en Etiopía

Mundo

La Iglesia espera candidatos políticos que defiendan la vida y la familia

Fallece a los 90 años un obispo chino, tras décadas de privación de libertad

El patriarca maronita de la paz en el Líbano renuncia a 90 años

Análisis

La violencia en la Biblia se pone nuevamente de moda entre ateos

Entrevistas

La primera condición de la evangelización es la oración

Angelus

Benedicto XVI: Con los pies en la tierra y el corazón en el Cielo

Documentación

Sociedad y espiritualidad en el mundo actual. Un diálogo con la Iglesia Católica en Cuba


Santa Sede


El Papa invita a vivir un estilo de vida sobrio y respetuoso de la creación
“No es posible servir a dos señores: Dios y la riqueza”
CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 27 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Benedicto XVI invitó este domingo a vivir la fe en Dios con un estilo de vida desapegado de los bienes terrenales, sobrio, y respetuoso de la creación.

Fue el consejo que dejó a los miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano para rezar a mediodía la oración mariana del Ángelus.

Hablando desde la ventana de su estudio invitó a "que todos aprendan a vivir siguiendo un estilo más sencillo y sobrio en la vida cotidiana y en el respeto de la creación, que Dios ha encomendado a nuestra custodia".

El pontífice comentó dos pasajes de la Biblia que, según confesó, le impactan particularmente. La frase de Isaías en la que Dios, en palabras del profeta, se pregunta: "¿Se olvida una madre de su criatura, no se compadece del hijo de sus entrañas? ¡Pero aunque ella se olvide, yo no te olvidaré!". Y el pasaje de san Mateo en el que Jesús invita a la confianza en el Padre celestial, que da de comer a los pájaros del cielo y viste a los lirios del campo, y conoce todas las necesidades del hombre.
 

"Ante la situación de tantas personas, cercanas o alejadas, que viven en la miseria, estas palabras de Jesús podrían parecer poco realistas, o más bien evasivas", reconoció el Papa.

"En realidad --aseguró--, el Señor quiere dar a entender con claridad que no es posible servir a dos señores: Dios y la riqueza. Quien cree en Dios, Padre lleno de amor por sus hijos, pone en primer lugar la búsqueda de su Reino, de su voluntad. Es todo lo contrario del fatalismo o el ingenuo irenismo".

Según Benedicto XVI, "la fe en la Providencia, de hecho, no exime de la cansada lucha por una vida digna, sino que libera de la preocupación por las cosas y del miedo del mañana".

Está claro, reconoció el obispo de Roma, que esta verdad se vive de maneras diferentes según las diferentes vocaciones: "un fraile franciscano podrá seguirla de manera más radical, mientras que un padre de familia deberá tener en cuenta sus deberes hacia su esposa e hijos".

"En todo caso, el cristiano se distingue por su absoluta confianza en el Padre celestial, como Jesús", concluyó. "Jesús nos ha demostrado qué significa vivir con los pies bien plantados en la tierra, atentos a las situaciones concretas del prójimo, y, al mismo tiempo, teniendo el corazón en el Cielo, sumergido en la misericordia de Dios".

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La Iglesia ante el trauma post-aborto y los bancos de cordón umbilical
Análisis en la Academia Pontificia para la Vida
CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 27 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- La XVII asamblea de la Academia Pontificia para la Vida, clausurada este sábado por Benedicto XVI, se ha concentrado en dos cuestiones de gran relevancia ética que interpelan a la Iglesia: el trauma post-aborto y los bancos de cordón umbilical.

Su presidente, el obispo Ignacio Carrasco de Paula, explicó al inicio de la audiencia papal, que este análisis se hace a la luz del magisterio pontificio, "una luz indispensable y un fuerte aliento a trabajar cada vez más al servicio no tanto de una idea abstracta, sino de sujetos concretos, es decir, de personas, de seres vivos, hombres --nacidos y no nacidos, niños, jóvenes, adultos y ancianos, sanos o enfermos--, con los que nos encontramos todos los días".

Por este motivo, dijo al pontífice el prelado español, "siguiendo su consejo hemos tratado de ampliar la perspectiva de la razón, adentrándonos más allá del dato científico inicial, para profundizar en esa dimensión específica trascendente que nos revela la presencia de Dios".

A los bancos de cordón umbilical se dedicó la sesión del 25 de febrero por la mañana, y al trauma post-aborto la de la tarde de ese mismo día.

Bancos de cordón umbilical

Monseñor Jacques Suaudeau, de la sección científica de la Academia Pontificia para la Vida, analizó la definición de células madre de cordón umbilical y su utilización en la medicina, subrayando la necesidad de que sean conservadas para poder ser utilizadas, dado que su uso no provoca la eliminación de vidas humanas, y es compatible con la ética.

"La multiplicación de bancos de cordón umbilical en el mundo y la necesidad de un procedimiento uniforme para su extracción y conservación han llevado a la creación de la organización Netcord", asociación de bancos de sangre de cordón umbilical en todo el mundo, informó.

El objetivo del Netcord es aprovechar las sinergias entre los bancos y crear un registro de unidades de sangre de cordón que estén disponibles para los hospitales que las soliciten para sus trasplantes.

Esta institución ha dado vida a la Netcord Foundation for the Accreditation of Cellular Therapy (Fact), que ha acreditado 18 bancos en doce países, ilustró el prelado.

El profesor español Justo Aznar, director del Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia "San Vicente Mártir" dedicó su intervención a comparar los bancos públicos de cordón umbilical con los privados.

Por su parte, Carlo Petrini, de la Unidad de Bioética del Instituto Superior de Salud italiano, analizó la legislación europea sobre los bancos de cordón umbilical reconociendo que todavía hoy "hay amplias áreas en las que las autoridades competentes pueden interpretar y actuar de maneras diferentes a lo que las directivas europeas prescriben". Por este motivo, "no en todas las naciones se han adoptado normativas sobre bancos de cordón umbilical".

 

Trauma post-aborto

Para afrontar el problema del trauma post-aborto se invitó a participar a la presidente del proyecto "La viña de Raquel", Theresa Burke, iniciativa destinada a dar asistencia a las mujeres que han abortado voluntariamente, surgida en Estados Unidos y ahora extendida también en Europa.

El trauma del aborto, indicó monseñor Carrasco al comenzar las sesiones de trabajo "tiene seguramente consecuencias a nivel colectivo y en primer lugar en la familia".

El prelado quiso precisar que ante problemáticas derivadas de una interrupción procurada del embarazo no se puede hablar de "síndrome", porque un síndrome es  "un concepto clínico muy preciso".

Ahora bien, añadió, "existen consecuencias", que pueden ser "traumáticas y comportar situaciones de dificultad psicológica graves incluso en ámbito familiar".

Según los datos de la Organización Mundial de la Sanidad, los abortos en el mundo son aproximadamente 42 millones cada año.

Sor Marie-Luc Rollet, en las sesiones de trabajo, presentó las teorías y la realidad del trauma post-aborto, mientras que Joanne Angelo, siquiatra de Boston, analizó la prevención y la atención a esta experiencia dramática.

La Academia Pontificia para la Vida fue creada por Juan Pablo II en 1994 con el objetivo de "estudiar" los problemas referidos a la promoción y defensa de la vida humana; "formar" en la cultura de la vida; e "informar" sobre estos temas de manera clara y oportuna.

Más información en http://www.academiavita.org



 



 

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Dios llora en la tierra


El 1% de los católicos presta el 90% de la ayuda social en Etiopía
Entrevista con el vicario apostólico de Soddo-Hosanna
ROMA, domingo, 27 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Los Hechos de los Apóstoles narran que uno de los primeros convertidos al cristianismo fue un etíope. Ya en el siglo IV, Etiopía declaró la fe católica su religión oficial, siendo uno de los primeros países en hacerlo. Hoy, sin embargo, los católicos son menos del 1% de la población. A pesar de su pequeño número, llevan adelante el 90% de los programas sociales de la nación.

En esta entrevista, monseñor Rodrigo Mejía Saldarriaga, vicario apostólico de Soddo-Hosanna, explica como realiza la Iglesia esta extraordinaria labor de servicio.

--Usted nació, creció y se ordenó en Colombia. ¿Cómo es que ahora está en Etiopía?

--Monseñor Mejía: Llegué por primera vez a África en 1963, no a Etiopía, sino al Congo, el antiguo Congo belga en aquella época, donde trabajé durante cerca de 20 años. Luego pasé a Kenya donde trabajé como misionero 14 años, y ahora llevo en Etiopía más de 10 años.

--¿Qué es lo más difícil para adaptarse al llegar a África?

--Monseñor Mejía: Diría que el mayor desafío fue adaptarme a dos mentalidades al mismo tiempo: las mentalidades africanas de un lado y las mentalidades europeas de los misioneros de otro, porque yo era prácticamente el único latinoamericano y, por tanto, tenía que trabajar con europeos a favor de los africanos.

--¿Cómo describiría la mentalidad africana?

--Monseñor Mejía: El africano es abierto, alegre y directo en la comunicación; se puede saber con facilidad lo que piensan los africanos. Los europeos, sin embargo, son más reservados y se orientan más por la cabeza que por el corazón.

--¿Habiendo pasado tiempo en tantos países diferentes del mundo, qué tiene de único la fe etíope?

--Monseñor Mejía: El cristianismo etíope está muy marcado por la tradición judía porque había presencia judía en Etiopía antes del cristianismo. Y todavía hoy, hay tradiciones y costumbres que son del Antiguo Testamento. Por ejemplo, no comen cerdo y ayunan dos veces por semana.

--¿Cuál es el panorama religioso en la Etiopía de hoy?

--Monseñor Mejía: Etiopía es el país con el cristianismo más antiguo de África. Cerca del 45% es ortodoxo, del 4% al 5% protestante, cerca del 30% son musulmanes y el resto son religiones tradicionales africanas. Esta es más o menos la composición religiosa del país.

--Aunque los católicos suman menos del 1% de la población, la Iglesia católica se encarga de más del 90% de los programas sociales en Etiopía. ¿Cómo puede ser?

--Monseñor Mejía: Creo que esto parte de la orientación general de la Iglesia católica en las misiones: nosotros vamos no sólo a evangelizar las almas como en el pasado, sino a la gente. Etiopía es un país muy pobre con muchas necesidades sociales: necesidades educativas y necesidades sanitarias.

--¿De qué clase de pobreza estamos hablando? ¿Cuál es el salario medio?

--Monseñor Mejía: Según los estudios del Índice de Desarrollo Humano de la ONU, Etiopía es el cuarto país más pobre del mundo con carencias en educación, en alimento y en empleo. También tiene más de 70 millones de habitantes en la actualidad, lo que convierte a Etiopía en el segundo país más poblado de África, después de Nigeria.

--Pero a nivel agrícola no es un país pobre: tiene riqueza, tiene minerales. ¿Por qué no ha sido capaz de desarrollarse?

--Monseñor Mejía: La tierra es buena, tiene razón, pero los métodos agrícolas empleados son muy tradicionales. Es una especie de agricultura de subsistencia. Etiopía es el país más montañoso de África y, por eso, dependen en gran medida del agua de lluvia. Cuando hay sequía, es un drama para el campesino.

--¿Qué tipo de programas ha llevado a cabo la Iglesia?

--Monseñor Mejía: La Iglesia católica es reconocida por sus instituciones educativas, desde jardines de infancia hasta escuelas secundarias y, desde hace poco, hay un gran proyecto para comenzar una universidad católica en la capital, y quizá en otras ciudades con diversos campus. La Iglesia es conocida por su compromiso con la educación porque estamos convencidos de que es el primer paso para salir de la pobreza.

--Los cristianos son el 45% de toda la población, pero hay una gran población musulmana. ¿Cómo se sienten los musulmanes con esta labor, y con la fuerte presencia de la Iglesia, especialmente con esta clase de programas?

--Monseñor Mejía: Históricamente, Etiopía ha sido considerada siempre - incluso desde el comienzo del Islam - un país cristiano en África, y ellos lo han aceptado. Durante la persecución contra los musulmanes, incluso durante la época de Mahoma, Etiopía acogió a los musulmanes como refugiados, y desde aquel día los musulmanes prometieron que respetarían Etiopía. Esta es una tradición, una tradición oral que llega hasta hoy.

--¿Trabajan los cristianos y musulmanes juntos por el bien del país?

--Monseñor Mejía: Generalmente sí. Los musulmanes no son agresivos y son respetuosos. Y nuestras instituciones sociales están abiertas a todos: a ortodoxos, a musulmanes, y a africanos de diversas religiones.

--En los colegios, por ejemplo, ¿qué porcentaje hay de musulmanes?

--Monseñor Mejía: No tengo estadísticas exactas. Con niños pequeños, los musulmanes han comenzado sus propias escuelas coránicas, por supuesto. En nuestros colegios de secundaria, diría que quizá del 10% al 15% son musulmanes.

--¿Ve usted esto reflejado después en el panorama político? ¿Aquellos musulmanes, que han pasado por una educación católica, estarían más abiertos al cristianismo, no a convertirse, sino más abiertos a trabajar junto a los cristianos?

--Monseñor Mejía: Esta es una cuestión interesante porque, aunque tengamos instituciones católicas, no usamos nuestras instituciones para una educación católica, es decir, al menos explícitamente, nosotros no enseñamos religión en nuestras escuelas católicas.

--¿No se les permite?

--Monseñor Mejía: No, estamos enseñando religión a los católicos en nuestros colegios fuera del horario académico, y del curriculum, pero seguimos el mismo programa prescrito en el país.

--Usted es obispo de la diócesis de Soddo-Hosanna. ¿Cuál diría usted que es su mayor desafío como pastor de esta diócesis?

--Monseñor Mejía: El desafío más inmediato ha sido la sequía. Después de ser designado obispo tuvimos cinco meses sin lluvia. La tierra es buena pero esta gente siempre vive al nivel de subsistencia y pobreza. Cuando hay una sequía como esta se ven forzados a comerse las semillas, hasta el momento en que no hay nada para comer. Esta es la verdadera pobreza y esta sequía fue uno de los primeros desafíos a los que me enfrenté.

--¿Cómo trabaja la Iglesia en esta área? ¿Trabaja con la entrega de alimentos?

--Monseñor Mejía: En primer lugar tenemos que trabajar con el gobierno local y ponernos de acuerdo con ellos - pedirles autorización oficial para traer alimentos y distribuirlos. Luego contamos con la generosidad de la gente de fuera para poder traer alimentos, o recibir dinero para comprar alimentos localmente, porque, en ocasiones, la sequía está muy localizada y hay alimentos en otras partes del país, por lo que no tenemos que importar alimentos del exterior.

--¿Qué pediría a los católicos del mundo, como pastor de esta diócesis, y para Etiopía?

--Monseñor Mejía: La petición más obvia es ser sensibles y conocer mejor Etiopía, porque parece que Etiopía aparece en la televisión y en la radio sólo cuando hay problemas: cuando hay hambre o cuando hay guerras y conflictos, lo que tiene sus riesgos porque tiende a dar una imagen negativa de Etiopía. Sin embargo, Etiopía es un país fantástico. Ofrece una diversidad de culturas. Es también un país muy hermoso en el que hay muchas cosas que contemplar y admirar.

Después, para los cristianos la palabra clave es solidaridad, solidaridad con los etíopes en sus sufrimientos, en su pobreza, porque sentimos que, tras la guerra fría y la caída del muro de Berlín, Europa está más orientada hacia Europa del Este. Son los nuevos mercados de inversiones, y sentimos que África en general y Etiopía han sido olvidadas.

--¿Cuáles son a nivel pastoral sus necesidades prácticas del día a día?

--Monseñor Mejía: En nuestro vicariato, tenemos 34 guarderías que pertenecen a la Iglesia católica. Estas guarderías no pueden contar con ingresos escolares que los niños y las familias puedan pagar. Y además de la educación, les damos un poco de alimento cada día al mediodía.

--¿Esa es la única comida que reciben?

--Monseñor Mejía: Prácticamente sí. Si no les damos esta comida, los profesores ven que los niños se quedan dormidos y tienen mucha hambre. Así que este es un gran servicio y los padres envían a los niños a estas guarderías no tanto por la educación como por el alimento. Sin embargo, necesitamos apoyo para mantener estas instituciones y algunas veces nuestros donantes nos dicen: "les ayudaremos para comenzar pero no ayudaremos en los gastos de funcionamiento". Parece muy lógico que una institución tendría que ser autosuficiente, pero en nuestro contexto es muy difícil, incluso cuando intentamos hacer que la gente sea más consciente de la necesidad de su aportación local, y ellos hacen todo lo que pueden, pero todavía tenemos este desafío.

Esta entrevista fue realizada por Mark Riedemann para "Dios llora en la Tierra", un programa semanal radiotelevisivo producido por la Catholic Radio and Television Network en colaboración con la organización católica Ayuda a la Iglesia Necesitada.

Más información en www.ain-es.orgwww.aischile.cl



 

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Mundo


La Iglesia espera candidatos políticos que defiendan la vida y la familia
Aclara el cardenal Juan Luis Cipriani, arzobispo de Lima
LIMA, domingo, 27 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- "La Iglesia comprende y perdona al pecador, pero el que hace del pecado una propuesta política no está en la Iglesia. Estar en la Iglesia es creer, defender y vivir el contenido que ella nos enseña a través de los Diez Mandamientos", advirtió el cardenal Juan Luis Cipriani en la santa misa que presidió este domingo en la catedral de Lima.

Durante su homilía, en plena campaña electoral, el arzobispo de Lima señaló que la Iglesia espera que quienes quieran gobernar el país se comprometan, con claridad, a favor de la vida, del matrimonio y del respeto a la familia.

"La Iglesia tiene todo el derecho de orientar a sus fieles cuando hay esa sombra de falsedades, de lenguaje confuso, queriendo engañar a nuestro pueblo. El aborto jamás, el matrimonio es de uno con una para toda la vida. La vida de la droga y del abuso sexual son claras faltas contra los mandamientos de la Ley de Dios", manifestó.

Exhortó a los fieles a entregarse total, sincera y honestamente al único Dios verdadero y quitarse de la mente esos dioses falsos (el dinero, el poder, la mentira, la sensualidad, el abuso, el egoísmo) que pretenden oscurecer y destruir nuestro país y a toda la humanidad.

"El poder de esa nube oscura que va por el mundo confundiendo a la gente, llenando de violencia el mundo, también quiere, en nuestro querido Perú, oscurecer el amor a Dios, el respeto a los mandamientos, el amor a la Iglesia. Lo quiere oscurecer diciendo que lo moderno es ser traidores a la fe. ¡No queremos en nuestro país esa modernidad!", expresó.

Y concluyó dirigiéndose a cada candidato: "quítate de la mente esos dioses que hablan del aborto, esos dioses que pretenden destruir el matrimonio de un hombre con una mujer para siempre, esos dioses que quieren que la familia se pueda constituir de cualquier manera, esos dioses del abuso, del sexo y la droga".

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Fallece a los 90 años un obispo chino, tras décadas de privación de libertad
Monseñor Agustín Hu Daguo pagó un elevado precio por su fidelidad al papa
CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 27 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- El 17 de febrero, a la edad de 90 años, falleció monseñor Agustín Hu Daguo, obispo legítimo y clandestino de la prefectura apostólica de Shiqian (Shihtsien), en la provincia de Guizhou (China continental). Paso décadas de su vida en prisión, en campos de trabajos forzados y en privación de libertad a causa de su fidelidad al papa.

El prelado había nacido el 15 de mayo de 1921 en una familia de tradición cristiana en Tongzhou, en el condado de Pingtang, Guizhou. Fue ordenado sacerdote el 29 de junio de 1951. El 4 de abril de 1955, cuando era vicepárroco de Youtangkou, fue arrestado y detenido durante tres años en el centro de detención de Guizhou.

En 1958 fue condenado a diez años de trabajos forzados y reeducación en tres fábricas de Guizhou. Tras cumplir la pena, las autoridades le mantuvieron en régimen de detención condicional, en la fábrica de Fuquan. Luego fue rehabilitado y enviado a dar clases al seminario teológico de Chengdu, en la provincia de Sichuan.

Las dificultades para el prelado no habían terminado todavía porque, cuatro años después, a causa de su firme fidelidad al papa, fue retirado de la enseñanza. Decidió regresar a Guizhou, donde fue nombrado párroco de Duyun, Dushan, Fuquan Tuanbo y Wen'an.

En 1987 fue ordenado obispo por el fallecido monseñor José Fan Xueyan, de Baoding.

"Las autoridades civiles, que nunca le reconocieron como obispo, le impidieron residir en Shiqian. A pesar de que tenía que vivir en Duyun, en la arquidiócesis de Guiyang, él, con discreción y eficacia, administró al clero y los fieles de su prefectura apostólica con gran celo y fervor espiritual, volviendo a dar vida y esperanza a las diferentes comunidades parroquiales, esparcidas por las zonas montañosas", explica "L'Osservatore Romano" en la edición italiana del 27 de febrero.

En 1999, a la edad de casi 80 años, tuvo un accidente en la pierna del que nunca pudo restablecerse complemente. Con el avance de su enfermedad, en los últimos años, se dedicó sobre todo a ofrecer el sacramento de la confesión.

"En él, como en otros muchos obispos chinos que han muerto en los últimos años, se han cumplido las palabras del libro de la Sabiduría: 'Las almas de los justos están en las manos de Dios, y no los afectará ningún tormento'", concluye el diario vaticano citando el libro de la Sabiduría 3, 1.



 

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El patriarca maronita de la paz en el Líbano renuncia a 90 años
Carta del Papa para agradecerle una vida al servicio de la Iglesia
CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 27 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha reconocido la contribución a la paz en el Líbano del cardenal Nasrallah Pierre Sfeir, patriarca de Antioquía de los Maronitas, en una carta escrita al aceptar su renuncia a los 90 años.

La misiva recuerda también la culminación de las celebraciones de los mil seiscientos años del fallecimiento de san Marón, el monje anacoreta sirio, fundador del famoso monasterio que dio origen a la Iglesia maronita de rito oriental, que siempre ha estado en comunión con la Santa Sede.

"Usted ha decidido renunciar como patriarca de Antioquía de los Maronitas en esta circunstancia muy particular. Ahora acepto su decisión libre y generosa, que es una manifestación de gran humildad y profundo desapego", afirma el Papa en la misiva publicada y firmada el mismo 26 de febrero, un hecho poco común en los documentos pontificios.

Recordando su vida de servicio a la Iglesia, el Papa constata que Su Beatitud Nasrallah Pierre Sfeir comenzó su ministerio de patriarca de Antioquía de los Maronitas, en 1986, "en la tormenta de la guerra que ensangrentó el Líbano durante demasiado tiempo".

"Con el ardiente deseo de paz para su país ha guiado a esta Iglesia y ha recorrido el mundo para consular a su pueblo obligado a emigrar. Por último, la paz ha regresado, siempre frágil, pero siempre actual", constata la misiva pontificia.

Tras haber sido vicario de los dos patriarcas precedentes, el patriarca Sfeir se convirtió en la voz más poderosa a favor de la paz durante la guerra civil libanesa (1975-1990), así como de la justicia social y los más necesitados.



 

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Análisis


La violencia en la Biblia se pone nuevamente de moda entre ateos
Dios como un monstruo y el Antiguo Testamento como oscurantismo
ROMA, domingo, 27 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- La última acusación de la nueva oleada de ateos consiste en afirmar que la religión promueve la violencia y la injusticia, tesis supuestamente documentada por pasajes del Antiguo Testamento que contrastan bastante con los valores modernos.

Paul Copan responde a estas acusaciones en un libro de reciente publicación, "Is God a Moral Monster? Making Sense of the Old Testament God (¿Es Dios un Monstruo Moral? Encontrar Sentido al Dios del Antiguo Testamento) (Baker Books).

El título del libro está sacado de un ataque del ateo Richard Dawkins, que llamaba a Dios "monstruo moral". Dawkins acusaba a Dios de ser celoso, mezquino, injusto y vengativo, observaba Copan, citando algunas de sus declaraciones.

Su colega ateo Christopher Hitchens sostiene que el Antiguo Testamento proporciona justificación al tráfico de seres humanos, a la esclavitud y a las masacres. Daniel Dennet, por su parte, presenta a Dios como insaciable de alabanzas, al decir que creó a los seres humanos a su imagen revela su vanidad.

Copan responde precisando que al crear a los seres humanos Dios está expresando su amabilidad y nos permite relacionarnos con él, pensar racionalmente y ser creativos. "Esto es un privilegio, no una esclavitud", exclamaba.

Lejos de ser una manifestación de egoísmo, el deseo de Dios de nuestra adoración refleja su voluntad de que no nos alejemos de la realidad última, explicaba Copan. Nuestra adoración es una expresión de saber cuál es nuestro verdadero lugar.

Nuestra adoración fluye naturalmente de nuestro disfrute de Dios. Adorar a Dios viene de nuestro gozo por la presencia de Dios y por la toma de conciencia de lo que es lo más valioso en nuestras vidas.

Copan también apuntaba que podemos ver la humildad de Dios en la encarnación de Cristo, que asumió nuestra naturaleza humana, y que, además, murió en la cruz por nosotros.

Pasajes "raros"

Varios capítulos del libro examinan lo que los ateos denominan carácter "extraño" de la Biblia al tratar leyes sobre la alimentación, la esclavitud, el trato a las mujeres y otros temas.

Copan citaba Mateo 19, 8, en donde Jesús explica que Moisés permitió el divorcio por la dureza de los corazones de la gente. Una sociedad patriarcal, la esclavitud, la primogenitura y otras costumbres eran la norma de la época.

La ley mosaica se pensó como algo que sería temporal y si las leyes eran extrañas o crueles, aún así, eran una mejora en las costumbres y estructuras sociales del Oriente Medio de aquella época.

Por ejemplo, el Antiguo Testamento limitaba los castigos que podían imponerse a los esclavos, al contrario de la situación de los países circundantes, en los que los esclavos estaban completamente a merced de sus amos. Además, en Israel debían acogerse los esclavos extranjeros fugitivos.

Códigos como el de Hammurabi tenían mucho menos respeto por la vida humana que el código mosaico. Además, muchas de las leyes eran restringidas por otras leyes. El Antiguo Testamento prescribía la pena de muerte por 16 crímenes, por ejemplo, pero en 15 de ellos, un juez podía imponer una pena menor. Por tanto, en general la ley mosaica es menos estricta que los códigos orientales cercanos, concluía Copan.

Otra diferencia entre los códigos, identificada por Copan, era la del valor de la vida no nacida. Algunos pasajes del Antiguo Testamento afirman el valor intrínseco del niño no nacido.

Violencia

Copan observa que algunos ateos afirman que la religión, por su propia naturaleza, es violenta, por lo que sostienen que se necesitan más valores de la Ilustración y menos de la religión. En realidad necesitamos más religión, replicaba, no menos.

Nuestra fe bíblica apoya de verdad la tolerancia y, a pesar de nuestros desacuerdos, afirmamos que todos los seres humanos están hechos a imagen de Dios. Por eso San Pablo proclama que Cristo ha roto las divisiones de raza, clase y género (Gálatas 3, 28; Efesios 2, 11-22) y que estamos llamados a vencer el mal con el bien (Romanos 12, 21).

Debemos tener en mente, sin embargo, que no todas las religiones son iguales, añadía Copan. Los cristianos eran perseguidos por los politeístas, que adoraban a los emperadores romanos, por su rechazo a adorar otros dioses.

Al tratar la violencia cometida por naciones cristianas, Copan sostiene que es simplista reducir la causa de la misma a un factor puramente religioso. Es necesario tener en cuenta las influencias políticas y sociales, junto a los abusos políticos de la religión. Aunque la guerra se pueda emprender en nombre de la religión, puede también ser una forma de justificar conflictos que tienen otras causas.

Es verdad que en el Antiguo Testamento encontramos prácticas que no llegan al ideal presentando en los dos primeros capítulos del Génesis, que afirma el principio de igualdad y dignidad humanas, admitía Copan. No tenemos que defender estas prácticas, y podemos presentar el Nuevo Testamento, donde se hallan testimonios contrarios a las mismas.

Dios no impuso a Israel leyes para las que no estaba preparado. En su lugar, les hizo avanzar de modo gradual a lo largo del camino de la mejora moral, continuaba Copan. Así, por ejemplo, cuando leemos las masacres de los enemigos de Israel, no tenemos que justificar tales actuaciones. Estos actos tuvieron lugar en circunstancias culturales de menos refinamiento moral. Además, nos muestran que Dios puede llevar a cabo su meta redentora a pesar de tales limitaciones.

Antiguo y Nuevo Testamento

La Iglesia católica ha afrontado lo que se consideran pasajes "oscuros" de la Biblia en "Verbum Domini", la exhortación apostólica postsinodal sobre la "Palabra de Dios en la Vida y en la Misión de la Iglesia", del 30 de septiembre del año pasado (números 41-42).

El Nuevo Testamento reconoce al Antiguo Testamento como palabra de Dios, explicaba Benedicto XVI, por lo que lo cita con frecuencia y lo utiliza como prueba de sus afirmaciones.

Las raíces del cristianismo se encuentran en el Antiguo Testamento y debemos nutrirnos de ellas, afirmaba la exhortación. Además, la enseñanza cristiana siempre se ha resistido a los intentos de poner el Antiguo Testamento en oposición al Nuevo, continuaba el Papa.

Sin embargo, es en la vida y enseñanzas de Cristo en las que las escrituras del pueblo judío han encontrado su cumplimiento. La exhortación observaba que este concepto de cumplimiento se compone de tres dimensiones.

El primero es el aspecto de continuidad; también hay una discontinuidad y, finalmente, está el aspecto de trascendencia.

"El misterio pascual de Cristo es plenamente conforme -de un modo que no era previsible - con las profecías y el carácter prefigurativo de las Escrituras; no obstante, presenta evidentes aspectos de discontinuidad respecto a las instituciones del Antiguo Testamento", señalaba el Papa.

"El Nuevo Testamento está escondido en el Antiguo y el Antiguo es manifiesto en el Nuevo", afirmaba, citando a san Agustín.

Revelación de Dios y cultura

Al llegar a los pasajes del Antiguo Testamento que muestran su dificultad debido a que presentan violencia o inmoralidad, la exhortación explicaba que es necesario recordar que la revelación tiene sus raíces en la historia.

"El plan de Dios se manifiesta progresivamente en ella y se realiza lentamente por etapas sucesivas, no obstante la resistencia de los hombres", observaba la exhortación.

Dios se revela así dentro de un particular nivel cultural y moral y hay una descripción de hechos y costumbres de aquella época. Esta es la razón por la que en el mundo de hoy pueden causar rechazo por los hechos "oscuros" descritos.

Aún así, la exhortación precisaba que los profetas del Antiguo Testamento se enfrentaban constantemente a todo tipo de injusticias y esta era la forma en que Dios preparaba a su pueblo para recibir el Evangelio.

"Por eso, exhorto a los estudiosos y a los pastores, a que ayuden a todos los fieles a acercarse también a estas páginas mediante una lectura que les haga descubrir su significado a la luz del misterio de Cristo", concluía el Papa. Algo a tener e cuenta cuando tenga lugar el próximo ataque superficial de un ateo.

Por el padre John Flynn, L. C., traducción de Justo Amado

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Entrevistas


La primera condición de la evangelización es la oración
Entrevista con monseñor Dominique Rey, obispo de Fréjus-Toulon (Francia)
ROMA, domingo, 27 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Del 20 al 24 de junio se celebrará en Roma el Congreso Internacional sobre la Adoración Eucarística, por iniciativa de monseñor Dominique Rey, obispo de Fréjus-Toulon, con la participación, entre otros, de seis cardenales.


En esta entrevista concedida a ZENIT, monseñor Rey explica la importancia de la adoración eucarística para la Iglesia hoy y de los frutos que se esperan para la Iglesia de este encuentro sin precedentes en la Ciudad Etern

--La Iglesia se está movilizando intensamente para preparar este Congreso Internacional sobre la Adoración Eucarística. ¿Cuál es la importancia y las expectativas de este congreso?

--Monseñor Rey: Este congreso se enmarca perfectamente en el esfuerzo del Papa Benedicto XVI, siguiendo a Juan Pablo II, que quiere promover una nueva toma de conciencia sobre la urgencia misionera que afronta hoy más que nunca la Iglesia. El tema del congreso "De la adoración a la evangelización" subraya que este nuevo impulso misionero debe arraigarse en la vida eclesial y eucarística. La primera condición de la evangelización es la adoración. Por desgracia, algunas propuestas misioneras hoy se presentan más como marketing o promoción comercial que como testimonio de fe. Se da un riesgo de perversión del método de evangelización. Es la primera vez que en Roma se tiene un encuentro sobre este tema. La participación de numerosos cardenales, obispos, de testigos que sobre el terreno son actores de evangelización y adoradores subraya el interés que suscita el argumento. Este congreso quiere dar un alma y una espiritualidad a la nueva evangelización, tan necesaria para la renovación de la Iglesia y la irradiación del mensaje evangélico que transmite.

--¿Por qué es importante la adoración? ¿Quién está llamado, según usted, a la adoración?

--Monseñor Rey: La adoración eucarística se enmarca en la prolongación de la celebración eucarística. El creyente acoge la ofrenda de Cristo que se da al Padre por la salvación de todos. Adorar el Santísimo Sacramento es entrar en la contemplación de Jesús Hostia. Es aceptar, al mismo tiempo, como dirá el apóstol Pablo, ofrecer nuestra propia vida en sacrificio para participar en la salvación de Cristo. Adorar constituye un gesto de reconocimiento al contemplar el punto hasta el que Cristo nos ama, hasta hacerse alimento, y es también un gesto personal para que podamos también nosotros entrar en Él y por Él en esta obra de salvación.

Cada cristiano está llamado, en virtud de su consagración bautismal, a convertirse en adorador en espíritu y en verdad. Recuerdo la frase de la filósofa Simone Weil que utilizaba después de su conversión: "Finalmente he descubierto a alguien ante el cual ponerme de rodillas". En el Apocalipsis, descubrimos que la gloria celestial consistirá en júbilo y adoración. Si comienzo a adorar hoy, me preparo a entrar en la plenitud de mi condición filial cuando contemple el rostro de Dos. Todo hombre está hecho para adorar, es decir, para reconocer el señorío de Cristo y, en este gesto de entrega de uno mismo que implica la adoración, se entrega total y definitivamente a Él.

--El congreso es organizado por los Misioneros de la Santísima Eucaristía, una nueva comunidad que usted reconoció en su diócesis en 2007. Según usted, ¿cuál es la misión de esta comunidad en la Iglesia hoy?

--Monseñor Rey: Esta asociación de clérigos de derecho diocesano está llamada, bajo mi vigilancia, a desarrollar en la Iglesia la adoración eucarística en el corazón de la vida parroquial. Esta asociación organiza misiones eucarísticas en colaboración con las diócesis y los sacerdotes que recurren a sus servicios no sólo para desarrollar una auténtica devoción eucarística, sino también para hacer entrar las comunidades cristianas en un espíritu misionero, en un nuevo empuje pastoral. Los parroquianos están llamados a sucederse, día y noche, en la adoración, ante el Santísimo Sacramento expuesto. Por tanto, hay que ofrecerles una catequesis eucarística.

Los Misioneros del Santísimo Sacramento están presentes en los Estados Unidos, en Italia, aunque su sede central se encuentra en Sanary (Var, Francia). Van de parroquia en parroquia difundiendo y promoviendo la enseñanza del Magisterio y de autores espirituales sobre el valor de la adoración eucarística.

--¿A quién se dirige este congreso? Concretamente, ¿qué quiere proponer?

--Monseñor Rey: Este congreso se dirige a todos los que en la Iglesia ya son sensibles a la importancia de la adoración eucarística, pero más en general a todos los pastores, a los consagrados, a los laicos que quieren profundizar en el sentido de la eucaristía, en su dimensión litúrgica, de sacrificio, social, y en el lazo que se da entre adoración y celebración. Las jornadas estarán salpicadas por la celebración eucarística, que será celebrada según la forma ordinaria y extraordinaria, así como por los demás oficios litúrgicos. Habrá momentos de adoración del Santísimo Sacramento. Las enseñanzas principales se ofrecerán la mañana. Se prevén también momentos de intercambio que afrontarán temas más concretos. El congreso concluirá con la participación en la procesión eucarística de la solemnidad del Corpus Christi, presidida por el Santo Padre Benedicto XVI.

--¿La adoración eucarística tiene un papel en su vocación o en su ministerio de sacerdote y obispo?

--Monseñor Rey: Descubrí con más intensidad la adoración eucarística cuando era rector del santuario de Paray le Monial. Siendo miembro de la Comunidad del Emmanuel, al lado de su fundador, Pierre Goursat, que era un adorador ferviente del Santísimo Sacramento, experimenté hasta qué punto esta oración era la fuerza de mi vida espiritual y sacerdotal. Toda fecundidad cristiana es sacrificial. Encuentra su manantial en el gesto que cumple Cristo en su Pascua, y que la Eucaristía actualiza en cada celebración.

La adoración eucarística hace que fijemos nuestra mirada en este gesto infinito de amor, que la Iglesia no deja de retomar en cada misa. He constatado muchos frutos espirituales y misioneros de la adoración eucarística en el contexto de las diferentes responsabilidades ministeriales que he asumido. Por este motivo, he tomado la iniciativa de presentar al cardenal Antonio Cañizares Llovera, prefecto de la Congregación para el Culto Divino, este proyecto, y he pedido a los Misioneros de la Santísima Eucaristía que asuman su organización.

Más información en http://www.adoratio2011.com

Por Gisèle Plantec

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Angelus


Benedicto XVI: Con los pies en la tierra y el corazón en el Cielo
Intervención con motivo del Ángelus
CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 27 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos las palabras que dirigió Benedicto XVI este domingo a mediodía al rezar la oración mariana del Ángelus junto a los peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano.

* * *



 

Queridos hermanos y hermanas:

La liturgia de hoy se hace eco de una de las palabras más impactantes de la Sagrada Escritura. El Espíritu Santo nos la ha dado a través de la pluma del llamado "segundo Isaías", el cual, para consolar a Jerusalén, afligida por desventuras, dice así: "¿Se olvida una madre de su criatura, no se compadece del hijo de sus entrañas? ¡Pero aunque ella se olvide, yo no te olvidaré!" (Isaías 49,15). Esta invitación a la confianza en el indefectible amor de Dios es presentada junto al pasaje, igualmente sugerente, del evangelio de Mateo, en el que Jesús exhorta a sus discípulos a confiar en la providencia del Padre celestial, quien da de comer a los pájaros del cielo y viste a los lirios del campo, y conoce todas nuestras necesidades (Cf. 6,24-34). Así dice el Maestro: "No os inquietéis entonces, diciendo: '¿Qué comeremos, qué beberemos, o con qué nos vestiremos?'. Son los paganos los que van detrás de estas cosas. El Padre que está en el cielo sabe bien que las necesitáis".

Ante la situación de tantas personas, cercanas o alejadas, que viven en la miseria, estas palabras de Jesús podrían parecer poco realistas, o más bien evasivas. En realidad, el Señor quiere dar a entender con claridad que no es posible servir a dos señores: Dios y la riqueza. Quien cree en Dios, Padre lleno de amor por sus hijos, pone en primer lugar la búsqueda de su Reino, de su voluntad. Es todo lo contrario del fatalismo o el ingenuo irenismo. La fe en la Providencia, de hecho, no exime de la cansada lucha por una vida digna, sino que libera de la preocupación por las cosas y del miedo del mañana. Está claro que esta enseñanza de Jesús, si bien sigue manteniendo su verdad y validez para todos, es practicada de maneras diferentes según las diferentes vocaciones: un fraile franciscano podrá seguirla de manera más radical, mientras que un padre de familia deberá tener en cuenta sus deberes hacia su esposa e hijos. En todo caso, el cristiano se distingue por su absoluta confianza en el Padre celestial, como Jesús. Precisamente la relación con Dios Padre da sentido a toda la vida de Cristo, a sus palabras, a sus gestos de salvación, hasta su pasión muerte y resurrección. Jesús nos ha demostrado qué significa vivir con los pies bien plantados en la tierra, atentos a las situaciones concretas del prójimo, y, al mismo tiempo, teniendo el corazón en el Cielo, sumergido en la misericordia de Dios.

Queridos amigos, a la luz de la Palabra de Dios de este domingo, os invito a invocar a la Virgen María con el título de Madre de la divina Providencia. A ella le encomendamos nuestra vida, el camino de la Iglesia, las vicisitudes de la historia. En particular, invocamos su intercesión para que todos aprendan a vivir siguiendo un estilo más sencillo y sobrio en la vida cotidiana y en el respeto de la creación, que Dios ha encomendado a nuestra custodia.

[Después de rezar el Ángelus, el Papa saludó a los peregrinos en varios idiomas, en español dijo:]

Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española presentes en esta oración mariana, en particular al grupo de peregrinos de las parroquias de Santa Eulalia y de Santa Cruz, de la diócesis de Ibiza, acompañados de su Obispo, así como a los fieles provenientes de la parroquia de San Miguel Arcángel de Villanueva, de Córdoba. La liturgia de este día nos exhorta a confiar en la providencia divina; recordándonos que somos amados por Dios y asistidos por su auxilio. Os invito a corresponder a dicho amor, a imitación de la Virgen María, cuya existencia terrena se mostró siempre bajo el signo de la gratuidad y de la alabanza, para que así experimentéis la paz verdadera y la alegría auténtica. Feliz domingo.

[Traducción realizada por Jesús Colina

©Libreria Editrice Vaticana]

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Documentación


Sociedad y espiritualidad en el mundo actual. Un diálogo con la Iglesia Católica en Cuba
Por el cardenal Jaime Ortega Alamino, Arzobispo de La Habana
LA HABANA, domingo, 27 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos la conferencia que pronunció el 20 de febrero el cardenal Jaime Ortega Alamino, arzobispo de La Habana, en la inauguración del X Seminario Internacional del Programa de Diálogo con Cuba: "Sociedad y espiritualidad en el mundo actual. Un diálogo con la Iglesia Católica en Cuba".

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Hay algunas premisas a tener en cuenta cuando se intenta descubrir la actuación de la Iglesia Católica en un país o región o durante tal o cual período de la historia de ese lugar.

Lo primero es conocer la naturaleza  de la Iglesia, su esencia, después su forma de proyectarse y actuar a través de 2000 años de historia, teniendo en cuenta épocas y culturas, la evolución de la humanidad en el transcurso del tiempo, el contexto y la óptica del analista, si mira la realidad de la Iglesia como un extraño a ella o un conocedor, si lo hace a partir de su propia fe cristiana, o siendo agnóstico, ateo, budista, musulmán, etc.  y según la cultura donde está insertado el observador. La extrañeza o la distancia no son condiciones necesarias para la objetividad.

No es más objetivo  quien es más distante del fenómeno observado. En muchos casos la objetividad necesita de la inmersión en el fenómeno, incluso  si entran en juego factores  emotivos o afectivos. Nadie puede ser más objetivo para hablar de la maternidad que una madre, y una buena madre que ama profundamente a sus hijos.

Este preámbulo sitúa  desde el inicio mi exposición. Hablo desde la Iglesia, como un cercano colaborador del Santo Padre Benedicto XVI por mi condición de Cardenal. Amo a la Iglesia con todo mi corazón. Sufro sus miserias, me duele cuando la atacan, incluso si soy atacado en mi persona me duele por la Iglesia, no en primer lugar por mí.  Me regocijo de haber participado en la elección del Papa que tenemos, que ha sido  otro regalo del Señor para nuestro tiempo confundido, de gente floja, de pensamiento débil, de predomino  del color gris  en el paisaje humano de políticos y hombres de estado y pensadores y artistas. Y creo que nadie que no sienta pasión por la Iglesia puede hablar de ella sin errar o sin mentir. La verdad tiene que ver con el amor. El Logos es también amor: Deus caritas est. (Cf. primera encíclica del Papa Benedicto XVI). A mi pertenencia no sólo estructural, sino íntimamente cordial a la Iglesia, se une mi condición de cubano que vive en Cuba, que todo su ministerio sacerdotal y episcopal lo ha desarrollado en este país durante 47 años, cabalgando entre el siglo XX y el XXI, en el período de más de cincuenta años de esta historia que ha hecho de nuestro país un caso singular en este mundo. Un país que quiero con el alma. Nunca deseé vivir fuera de Cuba. Cuando a los dos años de ser sacerdote, fui llamado a campos de trabajo donde pasé ocho meses, no soñé en ese tiempo con irme de Cuba. Cuando me dieron de baja y llegué a mi casa, mi padre me esperaba con un viaje a España que él había conseguido para que fuera a vivir allí. Todo el que salía de aquellos campos tenía facilidades del gobierno para abandonar el país. Le dije a mi padre que no me iría, se entristeció porque estaba preocupado por mí y mi futuro. Pero yo no quería irme de Cuba. Cuba es para mí más  que la Cuba de Martí y Maceo, que la Cuba de Gerardo Machado, de Grau San Martín, de Batista, de Fidel o de Raúl. Cuba para mí es mi patria, tan mía que la siento en los olores del ambiente, en los cielos amenazantes de un ciclón, en las tardes dulces de su falso invierno, en el hablar de su gente, en su música. Tanto es así,  que a veces temo participar de esa arrogancia del cubano de todas partes, del de Cuba y del de fuera de Cuba de creernos los mejores. Quizás este rasgo negativo sea el que más nos une a los cubanos de aquí y de allá.

Todo esto para decirles que quien les va a hablar de la Iglesia en Cuba es un obispo cubano.

He presentado y evidenciado la identidad y la óptica del analista, que no es un cubanólogo de una universidad norteamericana, ni un politólogo o sociólogo, sino un cubano que es obispo de la Iglesia católica. Entramos así en la naturaleza de la Iglesia, porque el obispo es una clave  imprescindible para abordar la recta comprensión del ente eclesial.  Para  delinear el perfil del obispo se requiere llegar hasta el Nuevo y el Antiguo Testamento, allí hallamos anunciado y cumplido en Jesús el fulcro de este ministerio eclesial.

En el Evangelio de San Juan  encontramos junto al río Jordán a Juan el Bautista que vierte agua sobre los judíos después de exhortarlos con vehemencia a volverse a Dios, a convertirse. Juan fustigaba con  su palabra ardiente a los poderosos de este mundo, estremecía consciencias, anunciaba que ya el hacha estaba puesta en la raíz para talar los árboles secos. Juan criticó públicamente al Rey Herodes, porque se había casado con la mujer de su hermano. Esto le costó la prisión y la vida, fue decapitado. Juan era un profeta, su actuación lo identificaba así, y como todo profeta anunciaba a alguien que vendría en el futuro próximo, después de él y que era más grande que él. En una ocasión en que Jesús pasó junto al río donde él estaba bautizando, el Bautista lo señaló diciendo: ése es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

Así entra en escena, en el Evangelio de San Juan, Jesús de Nazaret. Se presenta Jesús distinto al Bautista. Invita también a cambiar de vida, pero su palabra no es estremecedora. No está retirado en el desierto, como Juan, vive en medio de su pueblo, se rodea de un grupo de amigos y afirma que el Reino de Dios está cerca, que "está en medio de ustedes", que hay que encontrarlo como un tesoro, como una perla preciosa, cuyo hallazgo nos llena de alegría. Jesús no anuncia algo para el futuro,  como los antiguos profetas,  hasta el mismo Juan, Jesús  tiene un mensaje originante de una realidad novedosa que es para hoy y que El llama el "Reino de Dios". El está consciente de que trae ese Reino a este mundo. Pero ese no es un Reino que se anuncia con amenazas y denuncias del pecado, sino con una propuesta cargada de amor: toca al leproso y lo sana, sana los cuerpos y perdona los pecados "¿quién, es éste, nadie puede perdonar pecados sino Dios?" Decían los escribas y fariseos. Y el mismo Juan desde  la cárcel manda una comisión de sus discípulos a preguntarle: "¿eres tú quien ha de venir o esperamos a otro?" Jesús responde: "Díganle a Juan que los ciegos ven, que los cojos andan, que a los pobres  se les anuncia el Reino de Dios y dichoso quien no se escandaliza de mí". (Sigan estos acontecimientos evangélicos porque son  los que dibujan como antecedentes tanto los comportamientos de la Iglesia hoy, como los de quienes observan con ópticas diversas la fe).


 

Continuamos,  Jesús no es primariamente un profeta, no es un Rabí, un maestro que enseña a sus discípulos. Su metodología lo distancia de los rabinos de Israel, su estilo lo aleja de los antiguos profetas.

Fue a la sinagoga un sábado, le dieron a hacer la lectura bíblica y leyó un pasaje del profeta Isaías: "El Espíritu del Señor está sobre mí, me ha enviado a sanar los corazones afligidos, a liberar a los oprimidos... a anunciar un año de gracia del Señor". Enrolló el pergamino y comenzó a decir: "Hoy se cumple esta Escritura que acaban de escuchar".

Todo podía esperarse menos esto. En cada reunión litúrgica  se leía el texto de algún profeta; pero el comentario lo hacía el predicador tratando de explicar por ejemplo, cómo sería ese siervo de Dios que vendría, cómo debíamos prepararnos para recibirlo,  y esto citando de memoria a algunos rabinos cualificados. Pero Jesús se apropia el texto y lo presenta cumpliéndose en su persona: "Hoy se cumple esta Escritura que acaban de oír". De ahí la pregunta de los oyentes: "¿Quién es este que habla con esa autoridad?

En efecto, Jesús es el Mesías que inicia su misión con gestos sencillos, sanadores, restauradores de la confianza en Dios de los pobres y aquejados de muchos males. Su programa es éste y aún cuando obra lo extraordinario lo hace en una aldea, sin medios de comunicación que puedan potenciar públicamente  su acción. Así actuó en el pueblecito de Naim cuando resucitó  al hijo único de una madre viuda que llevaban a enterrar. No hay clamor en él, no hay propaganda,  "no vocea por las calles", a los  beneficiados les exigía que no se lo dijeran a nadie.

¿Con qué estilo hacía esto Jesús? Para esto debemos ir al Profeta Ezequiel: "Así dice el Señor: yo mismo cuidaré de mi rebaño y velaré por él. Como un pastor vela por su rebaño cuando se encuentra en medio de sus ovejas dispersas, así velaré yo por mis ovejas. Las recobraré de todos los lugares donde se habían dispersado... Las sacaré de en medio de los pueblos, las reuniré de los países, y las llevaré de nuevo a su suelo. Las pastorearé por los montes de Israel, por los barrancos y por todos los poblados de esta tierra... Yo mismo apacentaré mis ovejas y yo las llevaré a reposar... Buscaré la oveja perdida, tornaré a la descarriada, curaré a la herida, confortaré a la enferma;... las pastorearé con justicia".

En Jesús  se cumple lo anunciado por los profetas, en este caso por Ezequiel. Jesús pasará por su pueblo como el pastor que cuida con amor sus ovejas. El mismo proclamará: "Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas... Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí".

Jesús no aparece ni se autodefine como Profeta, sino como Pastor. Pero para esta misión de anunciar el Reino de Dios Jesús no permanece solo, llama a doce  hombres a quienes da su poder para  compartir su misión y los envía en su nombre. Esos hombres extienden en el espacio y en el tiempo la misión de Jesús, el Buen Pastor. Los pastores irán  al mundo con el programa que Jesús  les ha trazado, con el estilo que han aprendido de El, serán pastores no sólo como Cristo, sino en Cristo, incorporados a El, participando en El de su misión, pues Jesús es el verdadero y único Pastor del rebaño.

Cada obispo  se sabe continuador de esa misión. El Bautista era un profeta: denuncia, clama, increpa; Jesús es el Pastor, y los obispos y los sacerdotes que comparten con él su ministerio, son pastores. Es verdad que el pastor da la vida por las ovejas, tanto Jesús como el Bautista murieron mártires. Pero el escándalo de Pedro la noche en que prendieron a Jesús, que lo llevó, más que el miedo, a demarcarse de El, fue que Jesús no usara el poder que les había mostrado a ellos para encarar a sus acusadores: "mi vida nadie me la quita soy yo quien la doy". Así nos mostraba Jesús que el camino de la redención por el sufrimiento y la muerte fue el que El escogió.

El ministerio pastoral exige esta capacidad de testimoniar la verdad con la propia vida y no con  grandes discursos y palabras altisonantes, sino como el servidor sufriente anunciado por Isaías: que es incomprendido por los suyos en el bien obrar y castigado por sus adversarios. Así los obispos de Cuba en estos años, no han tratado de ser profetas sino pastores.

El ministerio pastoral, que toma  como modelo a Jesús, en cuyo nombre se despliega, participa de su modo de obrar. Jesús no se enfrenta a poderes establecidos: "den al César lo que es del César, den a Dios lo que es de Dios". Sin embargo,  presentará su doctrina tal como es, y por hacer esto fue rechazado y crucificado y por esto, por su doctrina, sus seguidores fueron perseguidos. Los cristianos que fueron al martirio en Roma y en tantos otros sitios en los primeros siglos del cristianismo fueron perseguidos por su fe en Jesucristo, no por atacar las estructuras del poder, que eran injustas, sino por proclamar su fe. Lo mismo sucede hoy a  quienes mueren en las iglesias atacadas en Pakistán, Egipto, Irak o Filipinas. 

La Iglesia, pide siempre libertad religiosa para poder proponer su fe y para que sus seguidores puedan vivirla en paz y una de las condiciones para declarar que el asesinato de un cristiano es un martirio es que su muerte haya sido por odio a la fe y no por razones políticas o de otro orden. 

Estos presupuestos teológicos son imprescindibles para comprender la actuación de los pastores de la Iglesia en la conducción del rebaño del Señor en Cuba  durante estos más de 50 años. No podemos entrar en la historia muy compleja de la Iglesia en Cuba, desde los tiempos coloniales hasta nuestros días. Fijar nuestra atención en los 52 años del período  revolucionario que se inició en 1959 hasta hoy, es ya una simplificación indebida y aún más indebida aún sería la metodología de analizar en este período  algunas subdivisiones del tiempo y las características de la acción de la Iglesia en cada una de esas etapas. Pero será el único modo de ser breve. (Sería obligatoria la lectura de la Conferencia pronunciada por Orlando Márquez  en la Ciudad de Santa Clara en la Conmemoración de los 50 años del Congreso católico, celebrado en noviembre de 1959).


 

Ahí las etapas iniciales  que me apresto a delinear están bien tipificadas y más explícitas.

Primera:

Una fácil aceptación del triunfo revolucionario por encontrar en él valores cristianos. Esto por parte de jerarquía y pueblo en general.

Rápidamente después (al año del triunfo), comienza un tiempo de fuerte confrontación: presencia de sacerdotes en la invasión de Bahía de Cochinos, expulsión de sacerdotes, cierre de las escuelas católicas, partida de muchas religiosas y religiosos que abandonaron sus obras ante el temor o que perdieron sus obras, ataques a las iglesias por parte de los grupos exaltados, etc. Este momento, con su impacto negativo en los fieles católicos, marcó la memoria de un sinnúmero de personas mayores que residen ahora en Cuba o que viven fuera del país. Esta huella es difícil de ser borrada, sobre todo para quienes emigraron y no vivieron la evolución posterior.

Actitud de los obispos en este primer momento: expresar su queja y su dolor y pedir a los  cristianos firmeza en la fe y lealtad a la Iglesia. 

La  Iglesia,  como organización quedó disminuida y sin medios para comunicar con el pueblo y con los fieles.

Segunda etapa:

Terminada aquella primera confrontación clamorosa la comunidad  cristiana vivió como una iglesia del silencio,  con su memoria poblada de malos recuerdos y viendo las huellas del distanciamiento, y aún del desprecio, en muchos hermanos del pueblo cubano.

La actitud de la Iglesia en esta etapa fue la paciencia, la perseverancia y la prudencia. Durante esta etapa que se extiende desde 1962 en adelante hubo momentos de recrudecimiento de la confrontación. El año 1966  fue ocupado el Seminario Nacional de La Habana. Un sacerdote fue enviado a la cárcel, donde pasó 10 años, se crearon campos de trabajo a los cuales fueron llevados los hombres jóvenes de la Iglesia Católica y de otras iglesias y comunidades cristianas, incluyendo sacerdotes y ministros de culto de esas iglesias; se suspendieron los permisos de entrada de sacerdotes a Cuba, se exigió que sólo los padres podían llevar a sus niños a la catequesis. Este segundo asalto dejó a la Iglesia más aislada, más atemorizada. Era una Iglesia centrada en el culto, que predicaba a los cristianos jóvenes y adultos que dieran testimonio de su fe con su vida. Esta etapa que se extiende hasta los inicios de la década de los 80 se caracterizó por el testimonio admirable de los laicos: hombres y mujeres. No fueron pocos los que optaron por permanecer en Cuba a causa de su fe católica. No agradeceremos nunca  suficientemente este testimonio laical, pues se dio en condiciones de estrechez material, de pobreza extrema, de discriminación en los trabajos y en los estudios, sobre todo universitarios. Hay que subrayar que este testimonio logró impactar muchos ambientes laborales y estudiantiles y fue uno de los principales factores para que la gente viera que la Iglesia no era dañina, que los miembros de la Iglesia eran fiables, que la Iglesia hacía el bien, que ayudaba al prójimo en sus dificultades, los escuchaba en sus angustias y problemas. 

Tercera etapa:

Con estos laicos comienza en 1981 el proceso de la Reflexión eclesial cubana, que culminó con el Encuentro Eclesial Cubano en 1986. Estos cinco años de reflexión en cada comunidad, en cada diócesis, con el Encuentro que los culminó, constituyeron una etapa decisiva  en la historia de la Iglesia en Cuba en todos los tiempos. En el período de estos 52 años en que nos hallamos hoy, la Iglesia considera el Encuentro Eclesial Cubano como un hito decisivo que divide este período en antes y después de ese encuentro.

Cuarta etapa:

Se inicia así un período que va, con sus altas y bajas, pero siempre en ritmo ascendente, desde 1986 hasta nuestros días. Un momento saliente y único también de este período en la historia de la Iglesia en Cuba fue la visita del Papa Juan Pablo II.

Esta visita pudo ser preparada gracias a las líneas de acción de la Iglesia en Cuba surgidas del Encuentro Eclesial Cubano: la Iglesia reunida en una gran Asamblea integrada por la Conferencia Episcopal en pleno, sacerdotes, religiosas y sobre todo laicos de todas las diócesis de Cuba reflexionó sobre la Iglesia en la Historia de Cuba, su papel en el surgimiento de la nacionalidad cubana, los prohombres, sacerdotes y laicos del siglo XIX, la Iglesia en la República, su resurgimiento después de  las guerras de Independencia, y la Iglesia del período revolucionario, la Iglesia en relación con la fe popular, con la cultura, etc. 

De  una Iglesia temerosa, replegada sobre sí misma, centrada sólo en el culto, la propuesta del ENEC fue  la de una Iglesia misionera, que debía salir  a anunciar a Jesucristo, una Iglesia acogedora de quienes llegan, sean "revolucionarios" o no. Una Iglesia que ora, pero encarnada aquí, es decir que sabe que existe para nuestro pueblo y vive en nuestro pueblo y no se repliega. La actitud propia de esta época  es el diálogo. Debemos dialogar entre creyentes y no creyentes, entre la Iglesia y las autoridades, entre los católicos de Cuba y los que viven en el extranjero.

Con sus altas y bajas esta etapa de la vida de la Iglesia cambió su perspectiva y tiene su punto culminante de apertura y de diálogo con la visita de Juan Pablo II a Cuba. La Iglesia en Cuba, en esa visita, se dio a conocer al mundo, apareció en los medios nacionales de comunicación: prensa, radio y televisión. Los mismos cubanos captaron que había en Cuba una Iglesia viva y dinámica. Vino después la celebración de la Navidad como día de fiesta civil, comenzaron las visitas de sacerdotes, diáconos y religiosas a las cárceles, se conceden con facilidad los permisos para que sacerdotes y religiosas extranjeros vengan a trabajar en Cuba, para que los seminaristas o sacerdotes cubanos vayan a estudiar a Roma, España u otros países. Las publicaciones católicas tienen una buena difusión y aceptación por católicos y no católicos, se hace más fluido el diálogo entre la Iglesia y las autoridades, se extienden la manifestaciones públicas de la fe católica, etc. 

En el futuro inmediato en nuestro país se proyectan concretamente cambios fundamentales en la organización económica del Estado. Esto nos implica a todos, y la buena marcha de estas transformaciones no depende  solamente de las autoridades nacionales, provinciales o municipales en sus decisiones, sino de la comprensión adecuada, por parte del pueblo, de las medidas que comienzan a tomarse, y de nuestra capacidad crítica para expresar claramente nuestras divergencias o señalar cuanto nos parezca que debe ser modificado. Esa es una de las importantes responsabilidades  que los gobernados deben asumir ante Dios. La Iglesia tiene también una alta responsabilidad en estos esfuerzos, incluyendo la oración por la buena marcha de este proceso y el acompañamiento del pueblo durante el mismo.

La Iglesia en Cuba, en su acción pastoral, se ha propuesto  que un trienio preparatorio anteceda  la celebración, el próximo año 2012, de los 400 años del hallazgo y presencia de la Virgen de la Caridad en la historia y en la vida del pueblo cubano. Como parte de este programa, desde mediados del año 2010,   comenzó el recorrido misionero de la bendita imagen de la Virgen de la Caridad, conocida como la Mambisa, por todas las ciudades, pueblos, caseríos y campos del país. Es  realmente conmovedor contemplar las imágenes de la acogida multitudinaria a la Virgen de la Caridad, tanto en ciudades, como en poblados y cruces de caminos en las provincias orientales.

Además del número extraordinario de personas, es la calidad espiritual de la acogida lo que nos impresiona, pues incluye a diferentes grupos humanos sin distinción de práctica religiosa o de militancia política. Hemos verificado así una parte importante del lema que preside este tiempo preparatorio: "La Caridad nos une". 

En noviembre del pasado año se hizo realidad el sueño de terminar la construcción de un nuevo seminario nacional en La Habana, donde se preparan al sacerdocio jóvenes de toda Cuba. Damos gracias a Dios que ha bendecido grandemente esta obra.

También el pasado año en el mes de abril,  habiendo solicitado la  Conferencia de obispos de Cuba a las más altas autoridades del país un diálogo, ante todo sobre la situación de los 53 prisioneros del año 2003 que aún estaban en prisión, fue acogida nuestra gestión humanitaria de modo positivo. La Iglesia en Cuba se había interesado siempre por estos prisioneros y por otros de condiciones parecidas, pero el hecho novedoso y positivo fue que en esta ocasión recibimos una respuesta concreta a nuestros reclamos y el gobierno pidió la mediación de la Iglesia Católica con los familiares de esos presos. Comenzó así un proceso de mejoramiento de las condiciones de estos reclusos, que ha incluido finalmente la excarcelación de la mayoría de ellos para viajar con sus familias a España. Quedan de este grupo seis  en prisión, de los cuales  algunos desean viajar  a los Estados Unidos y otros permanecer en Cuba. Existe la promesa clara y formal del gobierno cubano de que todos esos prisioneros serán puestos en libertad. Así lo he repetido en más de una ocasión y es un compromiso personal que tengo ante la opinión pública nacional e internacional. Tengo además la certeza moral de que próximamente serán puestos en libertad tanto esos prisioneros como otros de un  grupo mayor de reclusos sancionados por algún tipo de hecho relacionado con posturas o acciones políticas.

Ha tenido y tiene, pues, la Iglesia en Cuba una participación pública en la dimensión humanitaria y servicial de su acción pastoral que no había tenido en muchos años. Esto,  como las expresiones públicas y comunitarias de fe y devoción religiosa, como la difusión de las  publicaciones católicas, constituye un modo muy positivo de afianzar la libertad religiosa,   que se ha visto  ampliada progresivamente  en estos últimos años  en nuestro país.

La libertad religiosa es siempre relevante en la vida de una nación. Explica el Santo Padre  la importancia de este derecho fundamental del hombre al decir que "en la libertad religiosa se expresa la especificidad de la persona humana, por la que puede ordenar la propia vida personal y social a Dios, a cuya luz se comprende plenamente la identidad, el sentido y el fin de la persona. Negar o limitar de manera arbitraria esa libertad, significa cultivar una visión reductiva de la persona humana. Oscurecer el papel público de la religión significa generar una sociedad injusta" (Mensaje del Papa Benedicto XVI para la Jornada Mundial de la Paz 2010).

En el seno de una nación la religión no sólo tiene una función social en cuanto que favorece buenos comportamientos o conductas correctas, o por la  atención prestada a pobres, necesitados o enfermos.  Esto es una parte importante del quehacer desplegado por la Iglesia y otros grupos religiosos a favor del bien común, para lo cual debe gozar evidentemente de libertad de iniciativa y de acción, pero ahí no se halla la esencia de la libertad religiosa. La Sagrada Escritura nos presenta cómo el hombre y la mujer  son objeto de una especial atención de Dios en el mismo acto creador. En la hermosa alegoría de la Creación que relata el libro del Génesis, aparece Dios modelando al hombre del barro de la tierra y sopla después sobre su obra material, infundiéndole su espíritu. Es un bello modo  poético de decirnos que el hombre es materia y espíritu y que su dignidad se halla justamente en la integralidad de la persona humana. De este hombre integral, con su dimensión espiritual, se ocupa la religión  y se deben ocupar también los estados. Esto lo expresa  así en el citado mensaje el  Papa Benedicto XVI: "Dios creó al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza... Por eso, toda persona es titular del derecho sagrado a una vida íntegra, también desde el punto de vista espiritual. Si no se reconoce su propio ser espiritual, sin la apertura a la trascendencia, la persona humana se repliega sobre sí misma, no logra encontrar respuestas a los interrogantes de su corazón sobre el sentido de la vida, ni conquistar valores y principios éticos duraderos, y tampoco consigue siquiera experimentar una auténtica libertad y desarrollar una sociedad justa".

Es decir, la libertad religiosa está en la base de la motivación del ser humano para constituir una  familia y para servir a la sociedad, pero también en la raíz del desarrollo del hombre  como persona digna y humana. Esta mirada en profundidad es la de la Iglesia con respecto al hombre y su presencia en la familia y en la colectividad. Tarea fundamental de la Iglesia en Cuba es ocuparse de la vida espiritual del hombre, de su dignidad integral. Podemos afirmar que el desarrollo de un pueblo se facilita cuando se da la liberación de las potencialidades productivas de hombres y mujeres; pero a la par de esta liberación para favorecer el ordenamiento económico y el progreso, es necesaria la liberación espiritual. El espíritu humano  no debe sentirse atenazado ni limitado. "En efecto -añade el Papa en su mensaje-, la apertura a la verdad y al bien, la apertura a Dios, enraizada en la naturaleza humana, confiere a cada hombre plena dignidad y es garantía del respeto pleno y recíproco entre las personas". Por eso -agrega el Sumo Pontífice-"las leyes y las instituciones de una sociedad no se pueden configurar ignorando la dimensión religiosa de los ciudadanos, o de manera que prescinda totalmente de ella".

Por lo tanto, por parte de los estados y de las leyes y normas establecidas en ellos es necesario (y cito de nuevo al Papa): "reconocer una doble dimensión en la unidad de la persona humana: la religiosa y la social. A este respecto, es inconcebible que los creyentes tengan que suprimir una parte de sí mismos -su fe-para ser ciudadanos activos. Nunca debería ser necesario renegar de Dios para poder gozar de los propios derechos".

Esto constituyó un drama  para los creyentes católicos o de otras confesiones en los años del ateismo de estado en Cuba. La profesión aún privada de la fe, podía cerrar las puertas  de una carrera universitaria a hombres y mujeres inteligentes y capaces, había  empleos vedados a los creyentes y limitaciones de otro orden a su participación social, etc. Esta etapa de nuestra historia ha pasado ya, gracias a Dios, pero queda la resaca en muchos que conservan una mentalidad desfasada respecto a la fe religiosa, y en otros, que se sintieron víctimas  de aquella situación, se da una persistencia en actitudes de rechazo o de automarginación. Ambos grupos deben aún en muchos casos liberar sus corazones de viejos  atavismos y, sintiéndose verdaderamente libres, asumir una visión  en verdad reconciliadora entre todos los cubanos. El respeto a la libertad del otro y la misma libertad  tienen su punto de partida en la integralidad del hombre, en lo hondo de su corazón.

En la novela de Arthur Koestler "El Cero y el Infinito", se encuentra en prisión Rubachoff, un alto jefe de las estructuras del gobierno, que había caído en desgracia; había sido condenado a muerte y ya conocía su destino. Era de noche y en su celda oscura contempló, a través de los barrotes de la cárcel,  el cielo estrellado, y experimentó lo que él llamó un "sentimiento oceánico", sentía su corazón abrirse a algo más grande, al infinito, como cuando  nos detenemos ante la inmensidad de un mar sereno. Esto lo había experimentado  algunas veces en su vida. Y por un reflejo condicionado iba ya a rechazar aquel "mal pensamiento", decirse a sí mismo  lo que por años y años le había repetido a otros: esos son sentimientos dejados en ti por los burgueses, estás soñando con fantasías...

Pero esta vez no rechazó este sentimiento, no había nada ni nadie que se lo impidiera. Y  fue así, detrás de las rejas, por primera vez, libre.

El protagonista de esta novela  había pasado su vida limitado, condicionado por concepciones ideológicas capaces  de penetrar en su interioridad.

Ni nosotros, cristianos, ni los que nos sienten como extraños o históricamente desfasados, deben dejarse condicionar por recuerdos negativos o experiencias  dolorosas del pasado. Esta actitud reconciliadora, que incluye a menudo el perdón y siempre la comprensión, es relativamente más fácil de practicar para quienes han permanecido en Cuba. Los que estamos  aquí tratamos concretamente con personas, vemos los hechos positivos o negativos, pero captamos mucho más  el sentido evolutivo de nuestra historia. Quienes partieron de Cuba, lidian con nombres, con recuerdos, carecen de la inmediatez y de la vivencia evolutiva de quien ve pasar ante él la historia en la cual, de un modo u otro, también participa.

Tiene que  haber una gran capacidad de comprensión para quien mira desde fuera aún con interés y con amor, los acontecimientos de Cuba, pues necesita un grado mayor de penetración en la realidad que requiere un esfuerzo añadido.

Por esto el empeño en reconciliarnos como pueblo los de Cuba y los de fuera, y por perdonarse unos a otros,  en vista de esa reconciliación, lleva  una alta dosis de incomprensión y de sufrimiento. Esto es  lo que nos incorpora al camino redentor de Cristo, el que El escogió como pastor que da la vida por las ovejas. No puede ser otro el camino del Pastor de una Iglesia. No puede ser otra la propuesta que él haga al rebaño que Jesús le ha confiado.


 



 

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