Los obispos y sacerdotes que abandonan al Papa frente al Mal

 

Parece que en Roma, a Dios gracias, se han comprendido las causas de la crisis eclesial y se están tomando medidas, como son en España los últimos nombramientos de obispos vascos y catalanes.

27/02/11 7:03 PM


 

Si Gaddafi ametrallase niños en persona, los perros de presa de la ideología dominante, por ejemplo Enric Sopena, Antonio Gala y Maruja Torres, no emplearían los mismos vocablos para condenarle que emplean contra el Papa cuando éste dice algo que les irrita, como que Cristo resucitó en cuerpo y alma o que abortar es matar. ¿Por qué?

Por medio del blog La buhardilla de Jerónimo me llevo la alegría de conocer una homilía del nuncio en Argentina en que denuncia que hay obispos, sacerdotes, religiosos y teólogos que, a diferencia de los fieles, abandonan al Papa. Permitidme que os aconseje su lectura: los católicos por vuestra fe y quienes, no siéndolo, seáis amantes de la libertad.

Asistimos hoy a un ensañamiento muy especial contra la Iglesia Católica en general y el Santo Padre en particular. ¿Por qué todo esto? ¿Cuál es el motivo principal? Lo podemos enunciar en pocas palabras: ¡Es la Verdad que nos da el Mensaje de Cristo!

Cuando esta Verdad no se opone a las fuerzas del mal todo va bien. En cambio, cuanto presenta la mínima oposición, surge una lucha que se hace calumnia, odio e incluso persecución contra la Iglesia y más específicamente contra la persona del Santo Padre.

Y después de exponer los ataques contra Pablo VI y Juan Pablo II, y citas hasta la herejía modernista, monseñor Adriano Bernardini pasa a ocuparse del actual Papa.

(...) Y ahora, siempre por el amor a la "Verdad verdadera y Evangélica", el blanco se ha vuelto sobre Benedicto XVI. Ya marcado con desprecio en los años precedentes como guardián de la fe, apenas elegido, acogido de inmediato por los comentaristas de todo el mundo con una mezcla de sentimientos, que iban de la rabia al miedo, al verdadero y propio temor.

En realidad, si queremos ser sinceros, debemos reconocer que año tras año ha aumentado, entre teólogos y religiosos, hermanas y obispos, el grupo de cuantos están convencidos que la pertenencia a la Iglesia no comporta el conocimiento y la adhesión a una doctrina objetiva.

Se ha afirmado un catolicismo á la carte, en el cual cada uno elige la porción que prefiere y rechaza el plato que considera indigesto. En la práctica un catolicismo dominado por la confusión de los roles, con sacerdotes que no se aplican con empeño a la celebración de la Misa y a las confesiones de los penitentes, prefiriendo hacer otra cosa. Y con laicos y mujeres que buscan sustraer un poco por vez, el lugar al sacerdote para ganarse un cuarto de hora de celebridad parroquial, leyendo la oración de los fieles o distribuyendo la comunión.

(...) la Verdad como causa principal de esta aversión y diría casi persecución al Santo Padre. Una aversión que tiene como consecuencia práctica su sentirse solo, un poco abandonado.
¿Abandonado de quién? ¡He aquí la gran contradicción! Abandonado por los opositores a la Verdad, pero sobre todo de ciertos sacerdotes y religiosos, no sólo Obispos, pero no de los fieles.

Así el clero está atravesando una cierta crisis, en el episcopado prevalece un bajo perfil, no obstante los fieles de Cristo están aún con todo su entusiasmo. Obstinadamente continúan rezando y van a Misa, a frecuentar los sacramentos y a rezar el rosario. Y sobre todo esperan en el Papa. Hay un sorprendente punto de solidez entre el Papa Benedicto y el Pueblo, entre el hombre vestido de blanco y las almas de millones de cristianos. Ellos entienden y aman al Papa. ¡Esto porque su fe es simple!. Por otra parte es la simplicidad la puerta de ingreso a la Verdad.

Parece que en Roma, a Dios gracias, se han comprendido las causas de la crisis eclesial y se están tomando medidas, como son en España los últimos nombramientos de obispos vascos y catalanes.

CODA: Harvard confirma que el Papa tenía razón en sus palabras sobre el condón, pero, ¿pedirán perdón los parlamentarios belgas y españoles que quisieron condenarle sin darle, siquiera, derecho a defensa?

 

Pedro Fernández Barbadillo