Muestra su preocupación por la violencia en África y Asia

El Papa confía en que el martirio de Shabbaz Bhatti ayude a entender la necesidad de tutelar la libertad religiosa

 

Benedicto XVI ha manifestado hoy su preocupación por la tensión que actualmente se registra en distintos países de África y Asia, según ha informado Radio Vaticano- De forma particular el Papa ha recordado el conmovedor sacrificio de la vida del ministro pakistaní Shahbaz Bhatti, y ha expresado su esperanza de que pueda «despertar en las conciencias el valor y el compromiso para tutelar la libertad religiosa de todos los hombres y de esta forma, promover también su igual dignidad».

07/03/11 8:32 AM


 

(Sic/InfoCatólica) En concreto el Santo Padre ha expresado su tristeza por la situación en Libia, “donde los recientes enfrentamientos han causado numerosos muertos y una progresiva crisis humana”.

El Papa ha asegurado a todas las víctimas y quienes se encuentran en situaciones angustiosas sus oraciones y su cercanía espiritual y ha pedido asistencia y socorro para las poblaciones golpeadas.

En su tradicional cita de los domingos para el rezo del Ángelus con los fieles en la Plaza de San Pedro, el Pontífice ha hablado del evangelio de hoy en el que se presenta la conclusión del “Sermón de la montaña”, donde Jesús, por medio de la parábola de las dos casas construidas una sobre la roca y otra sobre arena, invita a sus discípulos a escuchar sus palabras y ponerlas en práctica.

Enlazando con la parábola en cuestión, Benedicto XVI ha lamentado que a menudo el hombre no construye su existencia de esta forma y prefiere las arenas movedizas del poder, del éxito y del dinero, “creyendo encontrar estabilidad y la respuesta a la ineludible búsqueda de felicidad y plenitud que conlleva en su propia alma”.

“Cristo es la roca de nuestras vidas”, ha afirmado el Papa, quien además ha expresado su deseo de que “la Palabra de Dios pueda permear toda nuestra vida, nuestros pensamientos y nuestras obras”. En este sentido el Santo Padre ha recomendado reservar un espacio todos los días para la Palabra de Dios, alimentarse de ella y meditarla continuamente. “Es también una ayuda valiosa –ha añadido- para refugiarse de la superficialidad, que puede satisfacer momentáneamente el orgullo, pero que al final solo deja vacío e insatisfacción”.