10.03.11

La Verdad según Joseph Ratzinger

A las 4:04 PM, por Andrés Beltramo
Categorías : Papas
 

¿Qué es la verdad? Una pregunta que ha angustiado tanto a los filósofos cuanto a los comunes mortales por siglos. ¿Qué es la verdad? Una interrogante de cuya respuesta depende el futuro de la humanidad, al menos según Benedicto XVI. Así lo dejó en claro en el segundo tomo de su libro “Jesús de Nazareth” que salió a la venta hoy en siete idiomas distintos.

Se trata de un texto de 348 páginas que analiza a detalle la vida de Cristo, desde su ingreso en Jerusalén hasta la resurrección. Un libro profundo, con el sello del Ratzinger teólogo (más datos aquí y aquí) . Ofrecemos a los lectores de Sacro&Profano algunos extractos del capítulo 7 titulado “El proceso a Jesús” en el cual el Papa aborda justamente el tema de la Verdad con v mayúscula, un argumento que podría pensarse banal, pero que en realidad invita a una reflexión sobre el sentido de nuestra existencia.

El articulado discurso sobre la verdad aparece durante el análisis sobre el encuentro de Poncio Pilato con Jesús, quien ya declaró públicamente ser rey de un reino particular, que no tiene los parámetros del mundo terreno. Al respecto el pontífice escribió:

Jesús califica como esencia de su realeza el testimonio de la verdad. ¿Es quizás la verdad una categoría política? O ¿el reino de Jesús no tiene nada que ver con la política? ¿A qué orden pertenece entonces? Si Jesús basa su concepto de realeza y de reino sobre la verdad como categoría fundamental, muy comprensiblemente el pragmático Pilatos pregunta: “¿Qué es la verdad?”.

Es la pregunta que hace la moderna doctrina del Estado: ¿Puede la política asumir la verdad como categoría para su estructura? O ¿debe dejar la verdad, como dimensión inaccesible, a la subjetividad y, en cambio, tratar de lograr establecer la paz y la justicia como los instrumentos disponibles en el ámbito del poder? Visto la imposibilidad de un consenso en el ámbito sobre la verdad, la política apuntando sobre sí misma ¿no se vuelve, quizás, instrumento de ciertas tradiciones que, en realidad, no son más que formas de conservación de poder?

Pero, por otra parte ¿qué sucede si la verdad no cuenta nada? ¿Cuál justicia entonces es posible? ¿No deberían existir criterios comunes que garanticen verdaderamente la justicia para todos, criterios sustraídos a la arbitrariedad de las opiniones mutables y a las concentraciones de poder? ¿No es quizás verdadero que las grandes dictaduras son vividas en virtud de la mentira ideológica y que solamente la verdad puede llevar la liberación?

¿Qué es la verdad? La pregunta del pragmático, puesta superficialmente con un cierto escepticismo, es una pregunta muy seria, en la cual efectivamente está en juego el destino de la humanidad. Entonces ¿qué es la verdad? ¿Podemos reconocerla? ¿Puede ella entrar, como criterio, en el nuestro pensar, en la vida del individuo como en la comunidad?

Verdad y opinión errada, verdad y mentira en el mundo son continuamente mezcladas en modo casi indivisible. La verdad en toda su grandeza y pureza no aparece.

Hay que decirlo: la no-redención del mundo consiste, justamente, en la incapacidad de descifrar la creación, en el no reconocer la verdad, una situación que conduce inevitablemente al dominio del pragmatismo y en este modo hace que el poder de los fuertes se vuelva el dios de este mundo.

La verdad funcional sobre el hombre se ha vuelto visible. Pero la verdad sobre él mismo -sobre quién es, de dónde viene, para qué objetivo existe, qué es el bien o el mal- esa, por desgracia, no se puede leer en tal modo. Con el creciente conocimiento de la verdad funcional parece avanzar de a poco una creciente ceguera por la “Verdad” misma, por la pregunta sobre qué es nuestra verdadera realidad y cuál en nuestro sentido.

¿Qué es la verdad? No solamente Pilato abandona esa pregunta como imposible de responder y, para su tarea, impracticable. También hoy, en la disputa política como en la discusión sobre la formación del derecho, la mayoría de las veces se tiene fastidio ante ella. Pero sin verdad el hombre no logra captar el sentido de su vida, deja, a final de cuentas, el campo a los más fuertes.

“Redención” en el sentido pleno de la palabra puede consistir sólo en el hecho que la verdad se vuelva reconocible. Y ella se vuelve reconocible si Dios se vuelve reconocible. Él se vuelve reconocible en Jesucristo. En él Dios entró en el mundo, y con ello alzó el criterio de la verdad en medio de la historia. La verdad externamente es impotente en el mundo; como Cristo, según los criterios del mundo, no tiene poder: él no posee alguna legión. Es crucificado. Pero justamente así, en la total falta de poder, él es poderoso, y sólo así la verdad se convierte siempre de nuevo en una potencia.