14.03.11

Las manías persecutorias a personajes eclesiales

A las 8:01 AM, por Tomás de la Torre Lendínez
Categorías : General
 

Cada curso me encuentro con unos pocos alumnos que la tienen tomada contra tal o cual profesor. Cuando se escarba en estas reyertas infantiles siempre encuentro que no existe ningún motivo para no tragar al de matemáticas, o al de ciencias sociales. Es una pura rabieta infantil sin más importancia.

El paso de los días me confirma que existe otro infantilismo entre los escribientes que emborronan páginas de prensa escrita, o cuelgan algo en la red. Son los infantiles que se sienten perseguidos por tal personaje de la Iglesia, a quien desearían ver colgado de la farola más cercana para disfrute del escribidor de turno.

Siempre que pueden meten el cuerno por la misma parte, portando en la punta del cuerno un mini vaticano, una reelección pírrica, una jornada juvenil para mayor honor y honra. Este ataque permanente, esta manía persecutoria deberá tener una prehistoria, porque este tipo de enfermedad tiene una etiología en un pasado más o menos reciente.

Ciertamente, existen pruebas para sospechar los motivos lejanos de esa obsesiva persecución de un personaje de la Iglesia. Estas pruebas no justifican ninguna postura tan infantil de estar a diario, por a o por b, persiguiendo a ese personaje de la Iglesia.

Creo, por el contrario, que existe una anormalidad mental en este tipo de escribientes para llegar a una postura de perseguir a diario a esa persona. Cuando una persona es inmadura por nacimiento aunque pase de la cincuentena. Cuando esa misma persona tuvo que cambiar de puesto de trabajo renegando del anterior. Cuando esa falta de madurez le lleva a estas posturas infantiles de perseguir por perseguir, entonces este tipo de escribidores no tienen la conciencia tranquila. No duermen en paz.

Por esto, se levantan con el estomago revuelto por la bilis, que no pueden vomitar por la boca, y se refugian en el teclado para vomitar contra un tercero que es un personaje de la Iglesia, creyendo que así se quedan tranquilos.

Y aquí se equivocan de plano, porque la gente conoce el paño y sabe si le dan gato por liebre, y sabe distinguir la verdad de la mentira, los hechos de los supuestos, las fuentes sin citarlas, y la bondad de la maldad.

Estos maniacos perseguidores de un personaje de la Iglesia, son unos infantiles obsesivos que solamente tendrán solución, si la desean, llamando a la puerta de un psiquiatra. De lo contrario vivirán amargados y enfermos persiguiendo siempre sombras. Unas hoy y otras mañana. Hasta su muerte.

Tomás de la Torre Lendínez

————————————————-
Lean por favor: Ha muerto un obispo bueno

Blog del padre Tomás.

http://hal2.blogcindario.com/2011/03/00040-ha-muerto-un-obispo-bueno.html