17.03.11

Ad pedem litterae- Miserere Mei Domine- La comunicación de la Iglesia católica en el mundo de hoy

A las 1:24 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Ad pedem litterae
 

Al pie de la letra es, digamos, una forma, de seguir lo que alguien dice sin desviarse ni siquiera un ápice.

En “Ad pedem litterae - Hermanos en la red” van a ser reproducidos aquellos artículos de católicos que hacen su labor en la red de redes y que suponen, por eso mismo, un encarar la creencia en un sentido claro y bien definido.

Ad pedem litterae - Néstor Mora Núñez- Miserere Mei Domine

La comunicación de la Iglesia católica en el mundo de hoy

Al leer el título quizás esperen una disertación sobre la política de comunicación de la Santa Sede o de las conferencias episcopales, Nada más lejos de mi intención. Permítanme salirme el ámbito institucional para adentrarme en la Iglesia Católica conformada por los fieles en su totalidad.

Hay que reconocer que la comunicación institucional funciona medianamente bien, pero ¿Cómo nos comunicamos entre nosotros mismos y con el exterior? ¿Qué herramientas utilizamos para saber de aquellos que están en la parroquia de al lado o de un grupo de personas de un movimiento eclesial? ¿Cómo llevamos el mensaje de Cristo a quienes están alejados o lo desconocen?

Mi experiencia me dice que internamente somos malos comunicadores. Nos cuesta dar un paso fuera de nuestro entorno más cercano. Es frecuente oír historias de desencuentros o de tensas relaciones. Mientras, es extraño oír de sinergias conseguidas a base de conocernos y colaborar en lo que cada cual sabe hacer. Comunicarnos es un desafío que debemos abordar con decisión, oración, caridad y respeto. Seguimos adelante porque la realidad sobrenatural de la Iglesia compensa nuestros errores. Dios es providente.

Hace unos días oía en un programa de radio católico de un radio local que había abierto un perfil en Facebook para recibir comentarios. Leían algunos mensajes recibidos e intentaban imaginarse quien sería cada una de esas personas que les agradecían el buen hacer del equipo. Comentaban los mensajes asignando roles: este debe ser un cura, este debe ser un señor mayor,… Pasado un rato, la locutora del programa se quejó de la necesidad de apoyo y de relación con las personas externas al programa. Perfecto, pero ¿Por qué no contestan a los mensajes de Facebook ofreciendo conocerse, compartir los datos y conformando un grupo de apoyo al programa. Mirando en los perfiles, no haría falta imaginar quien es cada cual. Mirando en las aficiones y profesiones, seguro que daban con personas que aportaran cosas interesantes al programa. En resumen, se evidenció que faltaba perspectiva de comunicación y tendencia a crear comunidad.

Si compartimos la Fe y la vivimos en comunidad ¿Qué sentido tiene que tengamos miedo a expandirnos y comunicarnos? ¿Qué miedo tenemos a conformar comunidades al nivel que lo necesitemos?

Las redes sociales reales, físicas, funcionan a muy corta distancia dentro de la Iglesia y esto es algo sobre lo que deberíamos reflexionar. Desde el exterior nos lo refriegan constantemente con toda la razón.

Frente a esta realidad vengo a traer un rayo de esperanza. La comunicación es posible y además podemos llegar más allá de los límites de espacio y tiempo. ¿Cómo? Básicamente mediante las redes sociales virtuales. Sí, esos programitas de ordenador que tienen a los jóvenes enganchados día y noche. Pero ¿Cómo se me ocurre decir estas cosas? Permítanme sonreírme mientras me atrevo a preguntar ¿Por qué no?

Todo medio que nos permita reunirnos y acercarnos es bueno para la Iglesia. Si por ese medio se conforman comunidades que dan testimonio y lo hacen con coherencia ¿Qué podemos objetar?

Decía el insigne historiador Luis Suárez en una entrevista, que el cristianismo siempre había salido adelante a través de pequeñas comunidades y hoy en día estas comunidades se van conformando de manera novedosa por medio de la red. Pensemos que dentro de los portales de información se atisba la formación de comunidades alrededor los blogs de autor, ya que los comentaristas suelen hacerse asiduos y dialogar entre ellos y con el autor. Se establecen vínculos afectivos y de afinidad. Se crea la necesidad de compartir un rato dentro de ese espacio virtual y aportar lo que cada uno es capaz y cree conveniente. También se van creando comunidades dentro de las redes sociales, aunque de forma curiosa, tienden a colapsarse por el exceso de relación superficial que se genera.

Evidentemente, la red es una desconocida para muchas personas y les plantea lógicos miedos e incertidumbres. El Santo Padre es consciente de esto y del potencial que tenemos en nuestras manos. En su discurso a la asamblea plenaria del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, alentó a quienes le escuchaban al “compromiso de ayudar a cuantos tienen responsabilidad en la Iglesia a ser capaces de entender, interpretar y hablar el ‘nuevo lenguaje’ de los media en función pastoral, en diálogo con el mundo contemporáneo“.

¿Qué nuevo lenguaje es al que se refiere el Papa? ¿Cómo debemos comunicarnos en la red? Antes que nada deberíamos empezar a comunicarnos entre nosotros mismos, creando comunidades que apoyen y faciliten nuestra presencia en la red. Redes de amistad y apoyo mutuo, en que sus miembros se conozcan y trabajen con objetivos comunes. El lenguaje a este nivel es sencillo, aunque necesita de cierta apertura de nuestra emotividad a los demás. Romper el hielo es siempre más fácil a cierta distancia y eso la red lo permite eficientemente. Una vez creada la red y comprobada su solidez, solo nos queda echarla al mar para pescar hombres.

Se plantea entonces el problema: ¿Cómo comunicarnos con el exterior de la Iglesia? Aquí es dónde necesitamos más iluminación de Dios. Tenemos que desarrollar un nuevo lenguaje con el que transmitir el mensaje de Cristo en los nuevos medios. ¿Cómo podría ser este lenguaje? Desde mi humilde opinión, sería un lenguaje que comparta los fundamentos de Kerigma primitivo, pero que se difunda en formato multimedia. Algo así como una nueva iconografía que reúna fondo y forma, misterio y compromiso, en formato electrónico y que permitiera impactar en las personas de nuestra época. Todo un reto para los nuevos creadores, artistas y comunicadores católicos, unidos y apoyándose unos a otros. Este reto que no es para llaneros solitarios.

Un inmenso reto que no se logra sólo con nuestro trabajo, afanes y desvelos. Incluso con el apoyo de una comunidad, lo tendríamos difícil. Necesitamos que el Espíritu Santo nos ayude y para ello la oración es el mejor medio de comunicación.

Néstor Mora Núñez - Miserere Mei Domine.