ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 25 de marzo de 2011

Atrio de los Gentiles

Videomensaje del Papa para el Atrio de los Gentiles

Especial

En una época confusa, el Papa indica a Jesús como estrella polar

Santa Sede

Una mujer compone el Vía Crucis del Viernes Santo en el Coliseo

Benedicto XVI recibirá al Primado de la Iglesia ortodoxa de Chipre

Padre Cantalamessa advierte contra el peligro de “amar sin el corazón”

El Papa a los obispos malankares: buscad la comunión en la diversidad

Jornadas Mundiales de la Juventud

JMJ: Setecientos metros de escenas de la pascua de Jesús

Mundo

Nuevo primado para la Iglesia greco-católica en Ucrania

Estados Unidos: anuncios de radio en español para promover el matrimonio

Australia: El cardenal Burke exhorta a afrontar la crisis cultural

Espiritualidad

Evangelio del domingo: Del corazón, de sus pozos y su sed

Predicador del Papa: “Las dos caras del amor: eros y agape”

Documentación

Discurso del Papa a los obispos de la Iglesia siro-malankar (India)


Atrio de los Gentiles


Videomensaje del Papa para el Atrio de los Gentiles
Ayer por la noche en París
PARÍS / CIUDAD DEL VATICANO, viernes 25 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el texto del videomensaje que el Papa Benedicto XVI dirigió a los participantes en el “Atrio de los Gentiles”, el encuentro de diálogo con los no creyentes promovido por el Consejo Pontificio para la Cultura sobre el tema “Ilustración, religión, razón común”, que concluyó en París ayer jueves por la noche, en el atrio de la catedral de Notre-Dame.

* * * * *

Queridos jóvenes,  queridos amigos:

       Sé que os habéis reunido en gran número en el atrio de Notre-Dame de París, siguiendo la invitación del cardenal André Vingt-Trois, Arzobispo de París, y del cardenal Gianfranco Ravasi, Presidente del Pontificio Consejo de la Cultura. Os saludo a todos, sin olvidar a los hermanos y amigos de la Comunidad de Taizé. Doy las gracias al  Pontificio Consejo por haber acogido y dado curso a mi invitación de abrir en la Iglesia “atrios de los gentiles", una imagen que evoca el espacio abierto en la amplia explanada junto al Templo de Jerusalén, que permitía  a todos los que no compartían la fe de Israel acercarse al Templo e interrogarse sobre la religión. En aquel lugar podían encontrarse con los escribas,  hablar de la fe e incluso rezar al Dios desconocido. Y si, en aquella época, el atrio era al mismo tiempo un lugar de exclusión, ya que los “gentiles” no tenían derecho a entrar en el espacio sagrado, Cristo Jesús vino para “derribar el muro que separaba” a judíos y gentiles. “Reconcilió con Dios a los dos pueblos, uniéndolos en un solo cuerpo mediante la cruz, dando muerte, en él, al odio. Vino y trajo la noticia de la paz…”, como San Pablo nos dice (cf. Ef  2, 14-17).

       En el corazón de la Ciudad de las Luces, frente a esta magnífica obra maestra de la cultura religiosa francesa, Notre-Dame de París, se abre un gran atrio para dar un nuevo impulso al encuentro respetuoso y amistoso entre personas de convicciones diferentes. Vosotros jóvenes, creyentes y no creyentes, igual que en la vida cotidiana, esta noche queréis estar juntos para reuniros y hablar de los grandes interrogantes de la existencia humana. Hoy en día, muchos reconocen que no pertenecen a ninguna religión, pero desean un  mundo nuevo y  más libre, más justo y más solidario, más pacífico y más feliz. Al dirigirme a vosotros, tengo en cuenta todo lo que tenéis que deciros: los no creyentes queréis interpelar a los creyentes, exigiéndoles, en particular, el testimonio de una vida que sea coherente con lo que profesan y rechazando cualquier desviación de la religión que la haga inhumana. Los creyentes queréis decir  a vuestros amigos que este tesoro que lleváis dentro merece ser compartido, merece una pregunta, merece que se reflexione sobre él. La cuestión de Dios no es un peligro para la sociedad, no pone en peligro la vida humana. La cuestión de Dios no debe estar ausente de los grandes interrogantes de nuestro tiempo.

       Queridos amigos, tenéis que construir puentes entre vosotros. Aprovechad la oportunidad que se os presenta para descubrir en lo más profundo de vuestras conciencias, a través de una reflexión  sólida y razonada, los caminos de un diálogo precursor y profundo. Tenéis mucho que deciros unos a otros. No cerréis vuestras conciencias a los retos y problemas que tenéis ante vosotros.

       Estoy profundamente convencido de que el encuentro entre la  realidad de la fe y de la razón permite que el ser humano se encuentre a sí mismo. Pero muy a menudo la razón se doblega a la presión de los intereses y a la atracción de lo útil, obligada a reconocer esto como criterio último. La búsqueda de la verdad no es fácil. Y si cada uno está llamado a decidirse con valentía por la verdad es porque no hay atajos hacia la felicidad y la belleza de una vida plena. Jesús lo dice en el Evangelio: “La verdad os hará libres”.

       Queridos jóvenes, es tarea vuestra lograr que en vuestros países y en Europa creyentes y no creyentes reencuentren el camino del diálogo. Las religiones no pueden tener miedo de una laicidad justa, de una laicidad abierta que permita a cada uno y a cada una vivir lo que cree, de acuerdo con su conciencia. Si se trata de construir un mundo de libertad, igualdad y fraternidad, creyentes y no creyentes tienen que sentirse libres de serlo, iguales en sus derechos de vivir su vida personal y comunitaria con fidelidad a sus convicciones, y tienen que ser hermanos entre sí. Un motivo fundamental de este atrio de los Gentiles es promover esta fraternidad más allá de las convicciones, pero sin negar las diferencias. Y, más profundamente aún, reconociendo que sólo Dios, en Cristo, libera interiormente y nos permite reencontrarnos en la verdad como hermanos.

       La primera actitud que hay que tener o las acciones que podéis realizar conjuntamente es respetar, ayudar y amar a todo ser humano, porque es criatura de Dios y en cierto modo el camino que conduce a Él. Continuando lo que estáis viviendo esta noche, contribuid a derribar los muros del miedo al otro, al extranjero, al que no se os parece, miedo que nace a menudo del desconocimiento mutuo, del escepticismo o de la indiferencia. Procurad estrechar lazos con todos los jóvenes sin distinción alguna, es decir, sin olvidar a los que viven en la pobreza o en la soledad, a los que sufren por culpa del paro, padecen una enfermedad o se sienten al margen de la sociedad.

       Queridos jóvenes, no es sólo vuestra experiencia de vida lo que podéis compartir, también vuestro modo de orar. Creyentes y no creyentes, presentes en este atrio del Desconocido, estáis invitados a entrar también en el espacio sagrado, a franquear el magnífico pórtico de Notre-Dame y entrar en la catedral para hacer un rato de oración. Esta oración será para algunos de vosotros una oración a un Dios conocido por la fe, pero también puede ser para otros una oración al Dios Desconocido. Queridos jóvenes no creyentes, uniéndoos a aquellos que en Notre-Dame están rezando, en este día de la Anunciación del Señor, abrid vuestros corazones a los textos sagrados, dejaos interpelar por la belleza de los cantos, y si realmente lo deseáis, dejad que los sentimientos que hay dentro de vosotros se eleven hacia el Dios Desconocido.

       Me alegro de haber podido dirigirme a vosotros esta noche en esta inauguración del atrio de los Gentiles. Espero que respondáis también a otras convocatorias que os propongo, especialmente a la Jornada Mundial de la Juventud, que se celebrará este verano en Madrid. El Dios que los creyentes aprenden a conocer os invita a descubrirlo y vivir con Él cada vez más. ¡No tengáis miedo! Caminando juntos hacia un mundo nuevo, buscad al Absoluto y buscad a Dios, incluso vosotros para quien Dios es el Dios Desconocido. Y que Aquel que ama a todos y a cada uno de vosotros os bendiga y os guarde. Él cuenta con vosotros para cuidar de los demás y del futuro. También vosotros podéis contar con Él.

[Versión en español del original francés distribuida por la Santa Sede

©Libreria Editrice Vaticana]

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Especial


En una época confusa, el Papa indica a Jesús como estrella polar
Encuentro en la Basílica de San Juan de Letrán sobre el libro del Papa
ROMA, viernes 25 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- “En una época de dudas crecientes, de incertidumbre sobre como transmitir la fe en una Europa profundamente confusa sobre la propia identidad cristiana”, Benedicto XVI ha querido guiar a los hombres hacia Jesús.

Esta fue la reflexión central de monseñor Gerhard Ludwig Müller, obispo de Ratisbona, que intervino el pasado jueves en Roma, en la Basílica de San Juan de Letrán, en el encuentro realizado con el título “Jesús de Nazareth, presentación del volumen de Benedicto XVI, comprendido en el ciclo “Diálogos en la Catedral 2011”.

El encuentro fue presidido por el cardenal Vicario de Roma Agostino Vallini y que contó con la presencia también, de Marcello Pera, Presidente del Senado y docente de filosofía de la ciencia en la Universidad de Pisa, además de coautor, junto al entonces cardenal Joseph Ratzinger, del libro “Sin raíces”, publicado en 2004.

Durante la velada, que se desarrolló en el interior de la basílica papal, el cardenal Vallini alabó al Papa por este “libro denso y complejo como todos sus textos, que tocan cuestiones esenciales de la fe, que afronta a partir del fundamento histórico”. Entre las cuestiones más relevantes, el doble ámbito de la razón y de la fe y la “cuestión central de la resurrección de Jesús sin la cual la fe cristiana no tiene sentido”.

El cardenal Vallini ha agradecido al Papa “por refutar las interpretaciones que de Jesús Nazareno nos han dado las teorías y teologías de la revolución y por habernos explicado con argumentos convincentes la naturaleza de Cristo Mesías”. “Y se ha dicho -recordó el purpurado- que este libro no fue escrito por un profesor sino por un enamorado que ofrece al lector un testimonio conmovedor, y después de haberlo leído, creo que esto es verdad”.

Tomando la palabra el monseñor Müller explicó que “en nueve capítulos, el Santo Padre describe las grandes escenas de la Pasión. Escenas clave para comprender la persona de Jesús y su misión”.

A quién se ha preguntado cómo es posible que el Papa no afronte cuestiones como la ola de secularización, monseñor Müller replicó: “el papel de san Pedro ¿no es llamar la atención general sobre el único pasajero que puede detener el viento y las olas y conducir a la nave de su Iglesia al puerto seguro de la Eternidad?”.

Por tanto, prosiguió, “hacer accesible la figura de Jesús a los hombres que están en riesgo de ser alcanzados por las tormentas de nuestro tiempo y de la historia, es sin duda una empresa que va más allá de la pasión de un ex profesor de Teología, cuya ocupación preferida es escribir libros”.

“Ya que aquí no se trata de otro libro sobre Jesús”, sino “de ocuparse de Jesús mismo y, a través de él, de nuestra relación con Dios y del encuentro con Jesús”. “La fe cristiana es el encuentro con una persona” y “sustancial y esencialmente una relación de persona a persona, no entre una persona y una idea o ley moral, o espíritu objetivo de derecho o ciencia, religión, cultura y filosofía”, y por, tanto “Jesús es decisivo para el éxito o fracaso de mi vida”.

Con este libro, Benedicto XVI ha querido afrontar los problemas de una Europa “sin medidas ni metas, sin proveniencia ni futuro, en una situación de crisis general de la humanidad entera”. “porque sólo dirigirnos al Dios-hombre nos puede salvar, no el aferrarnos a una ideología, sobre una construcción mental de matriz humana, sobre una 'pax-soviética', o 'americana', o 'china' o como quiera que se llame, o sobre un modelo de sociedad puramente económico y científico”.

De hecho, añadió, “todos los intentos de autoredención gratuita del hombre se sumergen en un abismo de crimen y de violencia, vacío espiritual y tedio mortal. El rechazo a un Dios que actúa en la historia y que hoy da a los hombre su revelación, conduce inevitablemente a la desesperación de tener que permanecer irredentos”.

Tomando la palabra Marcello Pera comenzó su intervención irónicamente, afirmando que se sentía un poco avergonzado porque “por un lado hay quien me aplaude porque huelo a azufre y por el otro hay quien percibe un perfume de incienso”.

El senador italiano, admitiendo que no es un especialista en exégesis bíblica, se preguntó “Cuál sería el papel de la figura y del mensaje de Jesús en la vida individual y colectiva” dado que el libro de Benedicto XVI es “un encuentro con la persona de Jesús, y no una visión reducida ligada a un hombre importante”. Por tanto, en resumidas cuentas: ¿para qué sirve Jesús?.

“Para el creyente -respondió Pera- Jesús sirve para nuestra salvación. Y para los demás para nuestra libertad”. ¿Qué hizo que fuese importante penalmente? ¿Una revolución, una revuelta contra las autoridades políticas, o se elevó a sí mismo como autoridad?”. No, respondió Pera, aunque si “era una nueva religión para Pilatos que era parte de un imperio tolerante”, lo suyo no fue un crimen. Pilatos “se lava las manos del problema de la verdad”.

Y aquí hizo una observación: “Como Pilatos, también nosotros no estamos preparados para el problema de la verdad”. Y además una corriente de pensamiento “nos ha dado una teoría de consolación: la verdad no compete a la política, a la ética, a la religión, sino que compete a la ciencia y a todo aquello que es comprobable científicamente”. Por tanto, comentó Pera, “para los laicos modernos, Pilatos tenía razón en lavarse las manos, visto que no existe otro reino en el más allá, que no existe o que es irrelevante”.

“El término 'pilatesco' se aplica bien al laico moderno que no asume la responsabilidad de la verdad”. Y así como el Papa en el libro, también Pera se preguntó “si la política puede asumir la verdad como una cualidad propia, o debe dejar la verdad, buscando sin embargo la objetividad, procurando la paz y la justicia con los instrumentos que dispone”. Y concluyó recordando que “la laicidad no se basta a sí misma. La verdadera laicidad implica el cristianismo”.



 


 

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Santa Sede


Una mujer compone el Vía Crucis del Viernes Santo en el Coliseo
La religiosa agustina Maria Rita Piccione
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 25 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- Una religiosa redactará las meditaciones que se leerán durante las estaciones del Vía Crucis que presidirá Benedicto XVI en el Coliseo durante la noche del Viernes Santo.

Según ha informado este viernes la Oficina de Información de la Santa Sede, el Papa ha dado este encargo a la madre Maria Rita Piccione, presidenta de la Federación de las Monjas Agustinas, residente en el monasterio de los Cuatro Santos Coronados en Roma.

La religiosa redactará una meditación para cada una de las catorce estaciones del Camino de la Cruz.

Las imágenes que ilustrarán el pequeño libro del Vía Crucis, así como la transmisión televisiva emitida por canales de todo el mundo, han sido realizadas por sor Elena Manganelli, quien también es monja agustina en el monasterio de Lecceto (Siena, Italia).

No es la primera vez que una mujer escribe las meditaciones de este Vía Crucis. Juan Pablo II encomendó este encargo en 1993 a la superiora de la abadía benedictina Mater Ecclesiae de la Isla de San Giulio (Italia), cerca de Novara, y dos años más tarde a la hermana Minke de Vries, monja de la comunidad protestante de Grandchamp (Suiza).

En el año 2002, mujeres laicas también fueron llamadas a redactar estas meditaciones: cinco periodistas acreditadas ante la Santa Sede, quienes desempeñaron esta tarea junto a once colegas varones.

En 1964, Pablo VI reanudó la tradición del rito del Vía Crucis en el Coliseo, que había comenzado en el Año Santo de 1750 san Leonardo de Porto Maurizio. Juan Pablo II decidió en 1985 encomendar a la redacción de las meditaciones a personajes contemporáneos. Precedentemente las reflexiones habían sido tomadas de escritos de los santos.

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Benedicto XVI recibirá al Primado de la Iglesia ortodoxa de Chipre
Su Beatitud Crisóstomos II
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 25 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- El próximo lunes, 28 marzo, el Papa Benedicto XVI recibirá en audiencia a Su Beatitud Crisóstomos II, arzobispo de Nueva Justiniana y de todo Chipre, primado de la Iglesia ortodoxa de Chipre.

Un comunicado difundido por la Sala de Prensa de la Santa Sede hoy viernes explica que Su Beatitud Crisóstomos II ya realizó una visita al Papa y a la Iglesia de Roma del 12 al 19 de junio de 2007.

El Papa y el primado ortodoxo se encontraron también en diversas ocasiones durante el viaje apostólico de Benedicto XVI a Chipre, del 4 al 6 de junio de 2010, en el que ambos subrayaron su deseo de llegar a la unidad entre los cristianos (ver www.zenit.org/article-35617?l=spanish).

Durante su permanencia en Roma en estos días, el primado tiene previsto encontrarse con el secretario de Estado, el cardenal Tarcisio Bertone. También mantendrá, junto con su séquito, conversaciones con el cardenal Kurt Koch, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.

Antes de partir de Roma el 30 de marzo, el arzobispo Crisóstomos se encontrará con los cardenales Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio para la Cultura, y Jean-Louis Tauran, presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso.

ristóstomos II, desde su elección para su ministerio en noviembre de 2006, se ha convertido en un gran promotor de la unidad con la Iglesia de Roma, utilizando las buenas relaciones que mantiene tanto con el patriarcado de Constantinopla como con el de Moscú.

Ya antes de ser elegido arzobispo de Chipre había dado muestras de compromiso ecuménico pues siendo metropolita de Pafos había establecido que esa misma iglesia tan querida por los chipriotas abriera sus puertas a la celebración eucarística de la comunidad católica y de otras confesiones.


 


 

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Padre Cantalamessa advierte contra el peligro de “amar sin el corazón”
Primera predicación de Cuaresma, sobre el “eros” y el “agape”
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 25 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- Las personas consagradas corren muchas veces el riesgo de amar a Dios “sólo con la cabeza”, sin implicar el amor afectivo meramente humano.

Sin embargo, el rechazo del amor humano como algo opuesto al amor de Dios puede ser un obstaculo en la nueva evangelización. Contra esta tentación quiso poner en guardia el padre Raniero Cantalamessa en su primera predicación de Cuaresma hoy, ante el Papa y la Curia Roma.

Cantalamessa afirmó que uno de los ámbitos en los que la secularización “actúa de modo particularmente difundido y nefasto”, es el ámbito del amor. “La secularización del amor consiste en separar el amor humano, en todas sus formas, de Dios, reduciéndolo a algo puramente profano, donde Dios está de más e incluso molesta”.

Pero el tema del amor, subrayó, “no es importante solo para la evangelización, es decir, en la relación con el mundo; lo es también, y ante todo, para la vida interna de la Iglesia, para la santificación de sus miembros”.

El predicador pontificio hizo un análisis sobre la distinción que ciertos teólogos han hecho entre el “eros” o amor humano y pasional, y el “agapé”, o el amor de oblación, apoyando sus reflexiones en la Deus Caritas est de Benedicto XVI.

El amor “sufre una nefasta separación, no sólo en la mentalidad del mundo secularizado, sino también en el lado opuesto, entre los creyentes y en particular entre las almas consagradas. Simplificando al máximo, podríamos formular así la situación: en el mundo encontramos un eros sin agape; entre los creyentes encontramos a menudo un agape sin eros”.

“El eros sin agape – explicó – es un amor romántico, muy a menudo pasional, hasta la violencia. Un amor de conquista que reduce fatalmente el otro a objeto del propio placer e ignora toda dimensión de sacrificio, de fidelidad y de donación de sí”.

El agape sin eros, en cambio, es como un “amor frío”, un amar “con la cabeza”, “sin participación de todo el ser, más por imposición de la voluntad que por impulso íntimo del corazón”, en el que “los actos de amor dirigidos a Dios se parecen a aquellos de ciertos enamorados inexpertos que escriben a la amada cartas copiadas de un prontuario”.

“Si el amor mundano es un cuerpo sin alma, el amor religioso practicado así es un alma sin cuerpo”, afirmó. “El ser humano no es un ángel, es decir, un puro espíritu; es alma y cuerpo sustancialmente unidos: todo lo que hace, incluyendo amar, debe reflejar esta estructura suya”.

Si la corporeidad es sistemáticamente negada o reprimida, subrayó, “el resultado será doble: o se sigue adelante de forma fatigosa, por sentido del deber, por defensa de la propia imagen, o bien se buscan compensaciones más o menos lícitas, hasta los dolorosísimos casos que están afligiendo a la Iglesia”.

“En el fondo de muchas desviaciones morales de almas consagradas, no puede ignorarse, hay una concepción distorsionada y deformada del amor”, advirtió.

Por ello, añadió, la redención del eros “ayuda antes que nada a los enamorados humanos y a los esposos cristianos, mostrando la belleza y la dignidad del amor que les une. Ayuda a los jóvenes a experimentar las fascinación del otro sexo, no como algo turbio, vivido lejos de Dios, sino como un don del Creador para su alegría si se vive en el orden que Él quiere”.

Pero también ayuda a los consagrados, hombres y mujeres, para evitar “ese amor frío, que no desciende desde la mente hasta el corazón. Un sol invernal que ilumina pero que no calienta”.

La clave, explicó, es el enamoramiento personal de Cristo.

“La belleza y la plenitud de la vida consagrada depende de la calidad de nuestro amor por Cristo. Sólo éste es capaz de defender de los bandazos del corazón. Jesús es el hombre perfecto; en él se encuentran, en un grado infinitamente superior, todas esas cualidades y atenciones que un hombre busca en una mujer y una mujer en un hombre”.

“Su amor no nos sustrae necesariamente de la llamada de las criaturas y en particular de la atracción del otro sexo (esta forma parte de nuestra naturaleza, que él ha creado y que no quiere destruir); pero nos da la fuerza de vencer estas atracciones con una atracción más fuerte. “Casto – escribe san Juan Clímaco – es aquel que expulsa al eros con el Eros”, concluyó el padre Cantalamessa.


 

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El Papa a los obispos malankares: buscad la comunión en la diversidad
Recibió a los representantes de esta Iglesia “sui iuris” en Roma
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 25 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI recibió hoy a los obispos de India que pertenecen al rito siro-malankar, y les exhortó a conjugar su amor y veneración por su rito particular, con la comunión con el resto de la Iglesia, y la adhesión al Sucesor de Pedro.

Los obispos siro-malankares se encuentran estos días en Roma para la visita ad Limina, encabezados por Baselios Cleemis, el arzobispo mayor.

La Iglesia siro-malankar existe solamente en la India, y procede de la evangelización de los siro-orientales en Asia Central, entre los siglos VII y XIII. De aquella gesta evangelizadora surgió la Iglesia siro-malabar, que siglos más tarde, con la llegada de los portugueses, pasó a depender de Roma.

Sin embargo, en 1665, aprovechando un cierto vacío de poder dejado por los portugueses, y con el deseo de preservar su propio rito, el archidiácono Tomás Parambil y muchos seguidores rompieron con Roma y pasó a la obediencia del patriarca ortodoxo siro-occidental.

Se creó así la Iglesia malankar ortodoxa. Pero en 1930, una parte de la Iglesia siro-malankar ortodoxa volvió otra vez bajo la obediencia a Roma. Esta rama católica tiene su sede en Trivandrum, en el estado indio de Kerala, y cuenta con unos 340.000 fieles.

El Papa quiso expresar a los obispos el afecto de la Santa Sede hacia ellos, recordando el gesto de Juan Pablo II en 2005 de promover la Iglesia siro-malankar a Iglesia arzobispal mayor, concediendole así mayor jurisdicción.

“Las tradiciones apostólicas que mantenéis, disfrutan de su total fecundidad espiritual cuando se viven en comunión con la Iglesia universal”, subrayó el Papa, destacando que los prelados siguen “correctamente los pasos del Siervo de Dios Mar Ivanios, que condujo a vuestros predecesores y a sus fieles a la total comunión con la Iglesia católica”.

“De la misma manera que vuestros antepasados, estáis también llamados, dentro de la única casa de Dios, a continuar con fidelidad firme lo que se os ha transmitido”.

“Es deseo de la Iglesia católica que las tradiciones de cada Iglesia particular o rito se mantengan salvas e íntegras a las diferentes necesidades de tiempo y lugar”, subrayó el Papa, citando la Orientalium Ecclesiarum.

Animó por tanto a los prelados a “fomentar un afecto entre vuestros sacerdotes y vuestra gente por la herencia litúrgica y espiritual que se os ha dado, mientras que construis firmemente la comunión con la Sede de Pedro”.

“El depósito de la fe recibido de los Apóstoles y transmitido con fidelidad hasta nuestros tiempos es un precioso regalo del Señor”, afirmó también.

“Vosotros y vuestros sacerdotes estáis llamados a promover está comunión a través de la palabra y los sacramentos, y fortalecerla con una catequesis sólida, de manera que la Palabra de Vida, Jesucristo y el regalo de su divina vida -comunión con Él- sean conocidas en todo el mundo”, añadió.

También les animó a no desanimarse por su pequeño número: “las comunidades cristianas pequeñas a menudo han dado, como sabéis, un testimonio excepcional en la historia de la Iglesia”.

“Al igual que en los tiempos apostólicos, la Iglesia de nuestro tiempo prosperará seguramente en la presencia de Cristo vivo, que ha prometido estar con nosotros siempre y sostenernos”, afirmó.

Por otro lado, el Papa quiso reconocer las “raíces antiguas y distinguida historia” del Cristianismo en la India, con las que “ha hecho una larga y adecuada contribución a la cultura y a la sociedad, y a sus expresiones religiosas y espirituales”.

“Es a través de la determinación de vivir el Evangelio, porque es el poder de Dios para la salvación de todos los que creen, que aquellos a quienes sirváis hagan una contribución más efectiva al entero Cuerpo de Cristo y a la sociedad hindú, para beneficio de todos”, concluyó. 

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Jornadas Mundiales de la Juventud


JMJ: Setecientos metros de escenas de la pascua de Jesús
Entre Cibeles y Colón, procesionarán quince de las mejores obras de Semana Santa
MADRID, viernes 25 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- La pasión, el arte y la piedad popular tendrán un hueco en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que se celebrará en Madrid entre el 16 y el 21 del próximo agosto. El escenario de este acto serán los setecientos metros que separan las plazas de Cibeles y Colón, donde se ubicarán los quince pasos de la imaginería española que conformarán el tradicional Via Crucis. Benedicto XVI presidirá el mismo el 19 de agosto.

Las quince estaciones del Via Crucis proceden de doce ciudades diferentes, e ilustrarán los capítulos en los que se relata la pasión y muerte de Cristo. Este acto será una muestra única de cómo se vive la pasión de Cristo en el país anfitrión.

Las cofradías y hermandades implicadas en la JMJ están inmersas en los preparativos de la Semana Santa para la que apenas queda un mes. Muchas de ellas han llevado a cabo iniciativas con las que preparar la JMJ. La ciudad de Jerez de la Frontera estará representada por la escena en la que la Verónica enjuga el rostro de Jesús.

En esta ciudad se ha abierto un concurso para elaborar el velo que lleva la Verónica. El ganador verá cómo su velo forma parte de la escena, mientras que el segundo clasificado tendrá el privilegio de que su paño sea entregado al papa.

Cada una de las cofradías está preparando también el viaje y la estancia de sus tallas en la capital de España. Se han habilitado varias iglesias y recintos en los que los conjuntos escultóricos podrán ser admirados, antes de su traslado al Paseo de Recoletos: colegiata de San Isidro, iglesia del Carmen y de San Luis, sede de la Comunidad de Madrid, Ayuntamiento y catedral Castrense.

La mayoría de los pasos llegarán varios días antes para que los delicados materiales de las esculturas se aclimaten. Durante esos días las iglesias y recintos en los que se recogerán serán el escenario de varios actos culturales y religiosos, abiertos a los jóvenes participantes de la JMJ.

Los pasos llegarán al entorno del paseo de Recoletos en la noche del 18 de agosto, tras la celebración del acto de bienvenida al Papa en la plaza de Cibeles. Tras finalizar el Via Crucis del día siguiente, los pasos se trasladarán solemnemente hasta la Puerta del Sol, desde donde cada uno será conducido a sus recintos de acogida.

Estaciones del Vía Crucis: Última Cena, Murcia, Francisco Salzillo; Beso de Judas, Málaga, Antonio Castillo Lastrucci; Negaciones de san Pedro, Orihuela, Federico Collaut-Valera; Jesús sentenciado a muerte, Madrid, Anónimo; Jesús cargado con la Cruz, Madrid, José R. Fernández -Andés; Jesús cae bajo el peso de la cruz; Úbeda, Mariano Benlliure; El cirineo ayuda a llevar la Cruz, León, anónimo; La verónica enjuga el rostro de Jesús, Jerez, Francisco Pinto; Jesús despojado de sus vestiduras, Granada, Manuel Ramos Corona; Jesús clavado en la cruz, Zamora, Ramón Álvarez; Jesús muere en la Cruz; Málaga, Francisco Palma Burgos; El descendimiento, Cuenca, Luis Marco Pérez; Jesús en brazos de su madre, Valladolid, Gregorio Fernández; Jesús es sepultado, Segovia, Gregorio Fernández; La Dolorosa, Sevilla, Luisa Roldán (atr.)

Por otra parte, durante la Jornada se distribuirá un cómic manga sobre Benedicto XVI. El formato permite contar la historia del Papa de una manera novedosa, diferente y atractiva. Cuenta la historia de Benedicto XVI desde que fue elegido papa, su relación con Juan Pablo II, sus viajes a las pasadas JMJ, y las propuestas que ha hecho a los jóvenes.

Jonathan Lin, director de la editorial Atiqtuq, que publica este cómic, destacó que “es una oportunidad de llegar a mucha gente en un formato atractivo para transformar nuestra cultura y despertar el interés por el papa y su mensaje a los jóvenes”. Se editarán trescientos mil ejemplares --gracias al patrocinio de la Universidad de Juan Pablo el Grande, de California, EE.UU.- en inglés y en español que se distribuirán en distintos puntos de la ciudad.

A partir de este viernes se lanza otra iniciativa de participación en los actos principales de la Jornada por la que se creará un rosario rezado por gente de todo el mundo. Los usuarios de www.rosariouniversal.org podrán enviar un video –en el idioma que quieran- en el que aparezcan rezando un avemaría, un padrenuestro o un gloria. La composición final de este rosario será, oración por oración, una vuelta al mundo a través del rosario. Japón ya se ha sumado a esta iniciativa aportando un avemaría.

Por otra parte la Fundación La Caixa ha llegado a un acuerdo por el que ofrece a los miembros del Club de los Abuelos entradas gratuitas para visitar dos de sus instalaciones en Madrid: Cosmo Caixa y Caixa Forum. Ambas entidades se dedican a la difusión de la cultura y la ciencia. Los abuelos de la JMJ podrán acudir con sus familiares para disfrutar de los eventos y exposiciones de estas dos instalaciones.

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Mundo


Nuevo primado para la Iglesia greco-católica en Ucrania
Monseñor Sviatoslav Schevchuk, de 40 años, sustituye al cardenal Husar
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 25 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha concedido la comunión eclesial al nuevo pastor de la Iglesia greco-católica en Ucrania, el obispo Sviatoslav Schevchuk, de tan sólo 40 años, quien hasta ahora ejercía su ministerio episcopal en Argentina, según ha informado este viernes la Oficina de Información de la Santa Sede.

Sustituye como arzobispo mayor de Kiev y Galicia, al cardenal Lubomyr Husar, de 78 años, quien había presentado su renuncia por motivos de salud el 10 de febrero pasado.

El nuevo primado había sido elegido canónicamente el miércoles pasado por el Sínodo de la Iglesia Greco-Católica de Ucrania, reunido en Lviv. Como establece el Código de Derecho Canónico de las Iglesias Orientales (canon 153), el nombramiento requiere después el reconocimiento de la comunión con la Iglesia universal que otorga el papa.

Su Beatitud Schevchuk (recibe a partir de ahora este apelativo típico de los patriarcas, aunque Roma no haya asignado el título de patriarcado a esta Iglesia) era el obispo más joven participando en el Sínodo y el el cuarto obispo más joven de la Iglesia católica.

Será pastor de una Iglesia de cinco millones de fieles, la más importante de las Iglesias orientales católicas, unida a Roma tras la Unión de Brest (1596), y particularmente perseguida por este motivo en el período soviética, en particular cuando Stalin obligó su disolución en 1948. La persecución y marginación legal concluyó en 1989, cuando con la caída del comunismo esta Iglesia volvió a recibir el reconocimiento jurídico.

Monseñor Schevchuk nació en Styj, cerca de Lviv, y en 1983 entró al seminario clandestino de la Iglesia greco-católica. Ordenado sacerdote a los 24 años, se doctoró en teología moral en la Universidad de Santo Tomás de Aquino, en Roma, antes de convertir, en 1999, en prefecto del seminario del Espíritu Santo, en Lviv.

Cuando el cardenal Husar fue nombrado arzobispo mayor (que en esa época tenía como sede Lviv), en 2001, Schevchuk se convirtió en su secretario particular, así como en vicedecano de la Academia de Teología de Lviv. Sucesivamente fue elegido vicerrector del seminario y rector en 2007.

En 2009, fue nombrado auxiliar del obispo ucraniano en Argentina (país en el que había estudiado filosofía a inicios de los años noventa), y el 10 de marzo de 2010 administrador apostólico de la eparquía de Santa María del Patrocinio en Buenos Aires (Argentina).

La Iglesia greco-católica de Ucrania pide a Roma desde hace tiempo que su arzobispado reciba el rango de patriarcado, algo que Roma no ha aceptado en parte por deferencia al patriarcado de Moscú, del que dependen los ortodoxos de Ucrania, la mayoría de la población.

Monseñor Schevchuk tomará posesión de la sede de Kiev el domingo 27 de marzo.



 



 

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Estados Unidos: anuncios de radio en español para promover el matrimonio
Promovidos por la Conferencia Episcopal
WASHINGTON, D.C., viernes 25 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- La Conferencia Episcopal de Estados Unidos tiene el objetivo de ayudar a las parejas hispana,s en el desafío que supone tratar de llevar adelante un matrimonio y una vida familiar saludables. Una campaña de anuncios de radio titulada “Matrimonios que inspiran”, comenzará el próximo mes.

La Conferencia Episcopal de Estados Unidos (USCCB) anunció el pasado miércoles esta iniciativa en lengua española para apoyar al matrimonio y a la familia.

La campaña titulada “Matrimonios que inspiran”, se compone de 9 anuncios de radio de una duración de 30 segundos, dirigida a diferentes grupos de edad.

“La mayoría de los latinos creen en la institución del matrimonio”, dijo el coordinador de la iniciativa.

Alejandro Aguilera-Titus, director de Asuntos Hispánicos del Secretariado de Diversidad Cultural en la Iglesia, añadió que el principal objetivo de esta campaña es “revalidar la importancia del matrimonio como la base o el fundamento sobre el cual construir familias más fuertes y estables”.

Según datos recientes del Censo de Población de Estados Unidos (U.S. Census Bureau), en 2010 menos de la mitad de los hogares en el país, el 49.7 %, estaba encabezado por una pareja casada,

Comparativamente, datos del Censo 2010 revelan que un 66 por ciento de hogares hispanos estaba compuesto por una pareja casada.

La campaña de anuncios radiofónicos fue desarrollada por la compañía OpenMedia (openmedia.tv) de Miami, Florida, y su producción fue financiada por la Campaña Católica para la Comunicación. Los anuncios se harán públicos en tres “oleadas mediáticas” diferentes  a lo largo de 2011 y está previsto que los primeros anuncios comiencen a salir al aire a finales de abril.

Prioridad

Fortalecer el matrimonio es una de las cinco prioridades de la USSCB de 2011, y reconocer la diversidad cultural, con especial énfasis en el ministerio hispánico es otra de ellas.

Los obispos tienen páginas web en lengua inglesa y en lengua española llamadas For Your Marriage y Por Tu Matrimonio.

Por Tu Matrimonio fue lanzada en 2010 y ha tenido más de 100.000 visitas en sólo un año. El promedio es de unas 1.500 visitas diarias.

“Esperamos que los anuncios de radio motiven a los oyentes a visitar portumatrimonio.org”, dijo Aguilera, “donde encontrarán información, valiosa, profunda y práctica para el que quiera fortalecer su unión conyugal y familiar”.

Los hispanos constituyen más del 35% de los católicos de Estados Unidos, contando con la población hispana la Iglesia Católica ha experimentado un crecimiento del 71% desde 1960.

En pasados años, el 15% de los nuevos sacerdotes ordenados en Estados Unidos tienen ascendencia hispana o latina.

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En la Red:

Por Tu Matrimonio: www.portumatrimonio.org/

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Australia: El cardenal Burke exhorta a afrontar la crisis cultural
Promueve la vida sacramental para reforzar el testimonio cristiano
SYDNEY, viernes 25 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- El cardenal Raymond Burke ha destacado la llamada a construir una cultura católica fuerte, hasta el punto de ser mártires de la fe.

El Prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica hizo esta declaración en el curso de su intervención en el tema “La caída del Occidente cristiano”, organizado por la Asociación de los Estudiantes Católicos Australianos en Sydney.

El purpurado ha destacado “nuestra llamada a construir nuevamente una cultura católica fuerte, en la fidelidad a nuestra vocación de testimoniar a Cristo y, por tanto, ser mártires de la fe”.

En concreto, se centró en la necesidad de “testimoniar la verdad con relación a la sexualidad humana como elemento fundamental para la santidad de vida, y la cuestión de la conciencia como guía insustituible y segura en la búsqueda de la santidad de vida”.

“La vida del mártir de la fe encuentra su centro y su fuente en el sacrificio eucarístico, en la adoración eucarística y en todas las formas de devoción eucarística, sobre todo en las visitas al Santísimo Sacramento y en la comunión espiritual durante la jornada”, afirmó.

“La Santa Eucaristía”, añadió el cardenal, “no sólo nos refuerza espiritualmente para ser verdaderos mártires, sino que es modelo de nuestro martirio, amor puro y generoso, sin condiciones, hasta el final”.

“La intimidad y la valentía necesarias para ser un mártir del testimonio en el mundo de hoy, exigen intimidad con Cristo, que puede derivar sólo del examen de conciencia y del acto de contrición cotidianos y del encuentro regular con Él en el sacramento de la penitencia”.

“Reconozcamos que es Cristo mismo el que hace posible nuestra búsqueda de la santidad, para ser verdaderos mártires”, concluyó el cardenal Burke.

“Y en siguiéndolo fielmente y sin reservas, llevamos a nuestro mundo, la luz de la verdad”.

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Espiritualidad


Evangelio del domingo: Del corazón, de sus pozos y su sed
Por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo de Oviedo
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 25 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos el comentario al Evangelio del próximo domingo, tercera de Cuaresma (Juan 4, 5-42), 27 de marzo, redactado por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo de Oviedo.

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 Dame un poco de sed, que me estoy muriendo de agua. Así podría rezar el grito de una generación que teniéndolo casi todo, parece que no logra descubrir el sentido de la vida. Dentro de nuestro camino cuaresmal hoy se nos propone una escena conocida: la samaritana. El pozo en la literatura bíblica, es un lugar de encuentro, un espacio donde descansar y compartir. Los pozos determinan el itinerario terrestre y espiritual de aquel Pueblo que atravesó un desierto para llegar a la tierra de la Promesa. Por eso el pozo, el agua, se convertirán en símbolos de la cercanía de Dios, de la vida que ese Dios ofrece a sus hijos. La ausencia del agua será siempre para el Pueblo nómada y peregrino, una dura prueba que muchas veces terminará en infidelidad, en desconfianza e incluso en apos­tasía de Dios, como nos dirá la primera lectura de la misa.

        Un pozo, una mujer y Jesús encuadran el Evangelio de este domingo. A lo largo de todo el relato, se van mezclando dos símbolos que en parte representan el centro de la persona, el corazón del hombre: el marido y el agua. La vida de aquella mujer había trans­currido entre maridos y entre viajes al pozo para sacar agua. La insuficiencia de un afecto no colmado (los seis maridos) y la insuficiente agua para calmar una sed insaciada (el pozo de Sicar), nos llevan a pensar en la otra insuficiencia: la de una tradición religiosa que aun teniendo rasgos de la que Jesús venía a culminar con su propia revelación, si faltaba Él era incompleta.

        Por eso en el evangelio de Juan, el Señor se presentará como el Agua que sacia y como el Esposo que no desilusiona. Cuando no daban más de sí nuestros esfuerzos y empeños y seguíamos arrastrando todas las insuficiencias, lo que representa también en nosotros los mari­dos y la sed, el desencanto y la fatiga, ha venido a nuestro lado como esposo, como amigo, como agua... el Mesías esperado.

        Desde todas nuestras preguntas, afanes y preocupaciones, desde nuestra aspiración a habitar un mundo más humano y fraterno que el que nos pinta la crónica diaria, Dios se nos acerca en nuestro camino, se sienta junto al brocal de nuestros pozos y cansancios, para revelársenos como nuestra fuente y nuestra sed. Ojalá que también nosotros podamos contagiar a nuestras gentes como aquella mujer lo hizo con los de su pueblo, y también nuestros contemporáneos puedan testimoniar: «Ya no creemos por lo que tú dices, nosotros mismos lo hemos oído y sa­bemos que Él es de verdad el Salvador del mundo» (Jn 4,42).



 

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Predicador del Papa: “Las dos caras del amor: eros y agape”
Primera meditación del padre Raniero Cantalamessa ante el Papa y la Curia Romana

 CIUDAD DEL VATICANO, viernes 25 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos la primera meditación de Cuaresma que predicó este viernes el padre Raniero Cantalamessa OFM cap, predicador de la Casa Pontificia, ante Benedicto XVI y la Curia Romana, sobre “Las dos caras del amor: el eros y el agapé”



 

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P. Raniero Cantalamessa

Primera predicación de Cuaresma

 

LAS DOS CARAS DEL AMOR: EL EROS Y EL ÁGAPE

1. Las dos caras del amor

Con las predicaciones de esta Cuaresma quisiera seguir en el esfuerzo, comenzado en Adviento, de llevar una pequeña contribución de cara a la reevangelización del occidente secularizado, que constituye en este momento la preocupación principal de toda la Iglesia y en particular del Santo Padre Benedicto XVI.

Hay un ámbito en el que la secularización actúa de modo particularmente difundido y nefasto, y es el ámbito del amor. La secularización del amor consiste en separar el amor humano, en todas sus formas, de Dios, reduciéndolo a algo puramente “profano”, donde Dios está “de más” e incluso molesta.

Pero el tema del amor no es importante solo para la evangelización, es decir, en la relación con el mundo; lo es también, y ante todo, para la vida interna de la Iglesia, para la santificación de sus miembros. Es la perspectiva en la que se coloca la encíclica Deus caritas est del Santo Padre Benedicto XVI y en la que nos colocamos también nosotros en estas reflexiones.

El amor sufre una nefasta separación, no sólo en la mentalidad del mundo secularizado, sino también en el lado opuesto, entre los creyentes y en particular entre las almas consagradas. Simplificando al máximo, podríamos formular así la situación: en el mundo encontramos un eros sin agape; entre los creyentes encontramos a menudo un agape sin eros.

El eros sin agape es un amor romántico, muy a menudo pasional, hasta la violencia. Un amor de conquista que reduce fatalmente el otro a objeto del propio placer e ignora toda dimensión de sacrificio, de fidelidad y de donación de sí. No es necesario insistir en la descripción de este amor porque se trata de una realidad que tenemos a diario ante los ojos, de la que se hace propaganda martilleante por parte de novelas, películas, series televisivas, internet, revistas llamadas “rosa”. Es lo que el lenguaje común entiende, actualmente, con la palabra “amor”.

Más útil para nosotros es comprender qué se entiende por agape sin eros. En música existe una distinción que nos puede ayudar a hacernos una idea: la que existe entre el jazz caliente y el jazz frío. Leí en alguna parte esta caracterización de los dos géneros, aunque no es la única posible. El jazz caliente (hot) es el jazz apasionado, ardiente, expresivo, hecho de impulsos, de sentimientos, y por tanto de cabriolas e improvisaciones originales. El jazz frío (cool) es el que se hace cuando se pasa al profesionalismo: los sentimientos se vuelven repetitivos, la inspiración se sustituye por la técnica, la espontaneidad por el virtuosismo.

Siguiendo esta distinción, el agape sin eros nos parece como un “amor frío”, un amar “con la cabeza”, sin participación de todo el ser, más por imposición de la voluntad que por impulso íntimo del corazón. Un ajustarse a un molde preconstituido, en lugar de crear uno propio e irrepetible, como irrepetible es todo ser humano ante Dios. Los actos de amor dirigidos a Dios se parecen a aquellos de ciertos enamorados inexpertos que escriben a la amada cartas copiadas de un prontuario.

Si el amor mundano es un cuerpo sin alma, el amor religioso practicado así es un alma sin cuerpo. El ser humano no es un ángel, es decir, un puro espíritu; es alma y cuerpo sustancialmente unidos: todo lo que hace, incluyendo amar, debe reflejar esta estructura suya. Si la parte ligada al tiempo y a la corporeidad es sistemáticamente negada o reprimida, el resultado será doble: o se sigue adelante de forma faticosa, por sentido del deber, por defensa de la propia imagen, o bien se buscan compensaciones más o menos lícitas, hasta los dolorosísimos casos que están afligiendo a la Iglesia. En el fondo de muchas desviaciones morales de almas consagradas, no puede ignorarse, hay una concepción distorsionada y deformada del amor.

Tenemos por tanto un motivo doble y una doble urgencia de redescubrir el amor en su unidad originaria. El amor verdadero e íntegro es una perla escondida entre dos valvas, que son el eros y el agape. No se pueden separar estas dos dimensiones del amor sin destruirlo, como no se pueden separar entre el hidrógeno y el oxígeno sin privarnos con ello mismo del agua.

2. La tesis de la incompatibilidad entre los dos amores

La reconciliación más importante entre las dos dimensiones del amor es esa práctica que tiene lugar en la vida de las personas, pero precisamente para que esta sea posible es necesario comenzar con reconciliar entre sí eros y agape también teóricamente, en la doctrina. Esto nos permitirá entre otras cosas conocer finalmente qué se entiende con estos dos términos tan a menudo usados y malentendidos.

La importancia de la cuestión nace del hecho de que existe una obra que hizo popular en todo el mundo cristiano la tesis opuesta de la inconciliabilidad de las dos formas de amor. Se trata del libro del teólogo luterano sueco Anders Nygren, titulado “Eros y agape” [1]. Podemos resumir su pensamiento en estos términos. Eros e agape designan dos movimientos opuestos: el primero indica ascensión y subida del hombre a Dios y a lo divino como al propio bien y al propio origen; la otra, el ágape, indica el descendimiento de Dios al hombre con la encarnación y la cruz de Cristo, y por tanto la salvación ofrecida al hombre sin mérito y sin respuesta por su parte, que no sea la sola fe. El Nuevo Testamento hizo una elección precisa, usando, para expresar el amor, el término agape y rechazando sistemáticamente el término eros.

San Pablo es el que con más pureza recogió y formuló esta doctrina del amor. Después de él, siempre según la tesis de Nygren, esta antítesis radical fue perdiéndose casi en seguida para dar lugar a intentos de síntesis. Apenas el cristianismo entra en contacto cultural con el mundo griego y la visión platónica, ya con Orígenes, hay una revaloración del eros, come movimiento ascensional del alma hacia el bien y hacia lo divino, como atracción universal ejercida por la belleza y por lo divino. En esta línea, el Pseudo Dionisio Areopagita escribirá que “Dios es eros[2], sustituyendo este término al de agape en la célebre frase de Juan (1 Jn 4,10).

En occidente una síntesis análoga la realiza Agustín con su doctrina de la caritas entendida como doctrina del amor descendente y gratuito de Dios por el hombre (¡nadie ha hablado de la “gracia” de manera más fuerte que él!), pero también como anhelo del hombre al bien y a Dios. Suya es la afirmación: “Nos has hecho para ti, oh Dios, y nuestro corazón está inquieto hasta que no reposa en ti”[3]; suya es también la imagen del amor como de un peso que atrae al alma, como por la fuerza de la gravedad, hacia Dios, como al lugar del propio descanso y del propio placer [4]. Todo esto, para Nygren, inserta un elemento de amor de sí, del propio bien, y por tanto de egoísmo, que destruye la pura gratuidad de la gracia; es una recaída en la ilusión pagana de hacer consistir la salvación en una ascención a Dios, en lugar de en el gratuito e inmotivado descenso de Dios hacia nosotros.

Prisioneros de esta síntesis imposible entre eros y agape, entre amor de Dios y amor propio, siguen siendo, según Nygren, san Bernardo cuando define el grado supremo del amor de Dios como un “amar a Dios por sí mismo” y un “amar a sí mismo por Dios” [5], san Buenaventura con su ascensional “Itinerario de la mente en Dios”, como también santo Tomás de Aquino que define el amor de Dios efundido en el corazón del bautizado (cf. Rm 5,5) como “el amor con el que Dios nos ama y con el que hace que nosotros le amemos” (amor quo ipse nos diligit et quo ipse nos dilectores sui facit”) [6]. Esto de hecho vendría a decir que el hombre, amado por Dios, puede a su vez amar a Dios, darle algo suyo, lo que destruiría la absoluta gratuidad del amor de Dios. En el plano existencial la misma desviación según Nygren, se tiene con la mística católica. El amor de los místicos, con su fortísima carga de eros, no es otro, para él, que un amor sensual sublimado, un intento establecer con Dios una relación de presuntuosa reciprocidad en amor.

Quien rompió la ambigüedad y devolvió a la luz la neta antítesis paulina fue, según el autor, Lutero. Fundando la justificación en la sola fe, él no excluyó la caridad del momento fundacional de la vida cristiana, como le recrimina la teología católica; más bien liberó a la caridad, el agape, del elemento espurio del eros. A la fórmula de la “sola fe”, con exclusión de las obras, correspondería, en Lutero, la fórmula del “solo agape”, con exclusión del eros.

No me corresponde aquí establecer si el autor interpretó correctamente en este punto el pensamiento de Lutero que – hay que decirlo – nunca planteó el problema en términos de confrontación entre eros y agape, como hizo en cambio entre fe y obras. Es significativo, con todo, el hecho de que también Karl Barth, en un capítulo de su “Dogmática eclesial”, llega al mismo resultado que Nygren de una confrontación incurable entre eros y agape: “Donde entra en escena el amor cristiano – escribe –, comienza inmediatamente el conflicto con el otro amor y este conflicto no tiene fin”[7]. Yo digo que si esto no es luteranismo, es sin embargo ciertamente teología dialéctica, teología del aut-aut, de la antítesis, no de la síntesis.

El resultado de esta operación es la radical mundanización y secularización del eros. Mientras de hecho una cierta teología excluía el eros del agape, la cultura secular era muy feliz, por su parte, de excluir el agape del eros, es decir, toda referencia a Dios y a la gracia del amor humano. Freud proporcionó a ello una justificación teórica, reduciendo el amor a eros y el eros a libido, a pura pulsión sexual que lucha contra toda represión e inhibición. Es el estadio al que se recude hoy el amor en muchas manifestaciones de la vida y de la cultura, sobre todo en el mundo del espectáculo.

Hace dos años me encontraba en Madrid. En los periódicos no se hacía otra cosa que hablar de una cierta exposición de arte que se celebraba en la ciudad, titulada “Las lágrimas del eros”. Era una exposición de obras artísticas con trasfondo erótico – cuadros, dibujos, esculturas – que pretendía sacar a la luz el indisoluble vínculo que existe, en la experiencia del hombre moderno, entre eros y thanatos, entre amor y muerte. A la misma constatación se llega, leyendo la recopilación de poesías “Las flores del mal” de Baudelaire o “Una temporada en el infierno” de Rimbaud. El amor que por su naturaleza debería llevar a la vida, lleva en cambio a la muerte.

3. Vuelta a la síntesis

Si no podemos cambiar de golpe la idea de amor que tiene el mundo, podemos sin embargo corregir la visión teológica que, sin quererlo, la favorece y legitima. Es lo que ha hecho de manera ejemplar el Santo Padre Benedicto XVI con la encíclica Deus caritas est. Él reafirma la síntesis católica tradicional expresándola en términos modernos. “Eros e agape, se lee – amor ascendente y amor descendente – nunca llegan a separarse completamente […]. la fe bíblica no construye un mundo paralelo o contrapuesto al fenómeno humano originario del amor, sino que asume a todo el hombre, interviniendo en su búsqueda de amor para purificarla, abriéndole al mismo tiempo nuevas dimensiones” (nr. 7-8). Eros y agape están unidos a la fuente misma del amor que es Dios: “Él ama - continua el texto de la encíclica - y este amor suyo puede ser calificado sin duda como eros que, no obstante, es también totalmente agapé. ” (nr. 9).

Se entiende la acogida insólitamente favorable que este documento pontificio encontró también en los ambientes laicos más abiertos y responsables. Ésta da una esperanza al mundo. Corrige la imagen de una fe que toca tangencialmente el mundo, sin penetrar dentro de él, con la imagen evangélica de la levadura que hace fermentar la masa; sustituye la idea de un reino de Dios venido a “juzgar” al mundo, con la de un reino de Dios venido a “salvar” al mundo, empezando por el eros que es su fuerza dominante.

A la visión tradicional, propia tanto de la teología católica como de la ortodoxa, se puede aportar, creo, una confirmación también desde el punto de vista de la exégesis. Los que sostienen la tesi de la incompatibilidad entre eros y agape se basan en el hecho de que el Nuevo Testamento evita cuidadosamente – y, al parecer, intencionalmente – el término eros, usando en su lugar siempre y sólo agape (aparte de algún uso raro del término philia, que indica el amor de amistad).

El hecho es cierto, pero no son ciertas las conclusiones que se sacan de él. Se supone que los autores del NT estaban al corriente del sentido que el término eros tenía en el lenguaje común –el eros, por así decirlo, “vulgar” – como el sentido elevado y filosófico que tenía, por ejemplo, en Platón, el llamado eros “noble”. En la acepción popular, eros indicaba más o menos lo que indica también hoy cuando se habla de erotismo o de películas eróticas, es decir, la satisfacción del instinto sexual, una degradación más que un enaltecimiento. En la acepción noble éste indicaba el amor por la belleza, la fuerza que mantiene unido el mundo y que empuja a todos los seres a la unidad, es decir, ese movimiento de ascensión hacia lo divino que los teólogos dialécticos consideran incompatible con el movimiento descendente de lo divino hacia el hombre.

Es difícil sostener que los autores del Nuevo Testamento, dirigiéndose a personas sencillas y de ninguna cultura, pretendiesen ponerles en guardia contra el eros de Platón. Estos evitaron el término eros por el mismo motivo por el que un predicador evita hoy el término erótico o, si lo usa, lo hace sólo en sentido negativo. El motivo es que, entonces como ahora, la palabra evoca el amor en su expresión más egoísta y sensual [8]. La sospecha de los primeros cristianos hacia el eros se agravaba ulteriormente por el papel que éste desempeñaba en los desenfrenados cultos dionisíacos.

Apenas el cristianismo entra en contacto y en dialogo con la cultura griega de la época, cae inmediatamente, lo hemos visto ya, toda exclusión respecto al eros. Éste era usado a menudo, en los autores griegos, como sinónimo de agape y empleado para indicar el amor de Dios por el hombre, como también el amor del hombre por Dios, el amor por las virtudes y por todo lo bello. Basta, para convencerse de ello, una simple mirada al “Léxico Patrístico Griego” de Lampe[9]. El de Nygren y de Barth es por tanto un sistema construido sobre una falsa aplicación del argumento llamado ex silentio.

4. Un eros para los consagrados

La redención del eros ayuda antes que nada a los enamorados humanos y a los esposos cristianos, mostrando la belleza y la dignidad del amor que les une. Ayuda a los jóvenes a experimentar las fascinación del otro sexo, no como algo turbio, vivido lejos de Dios, sino como un don del Creador para su alegría si se vive en el orden que Él quiere. A esta función positiva del eros se refiere también el Papa en su encíclica, cuando habla del camino de purificación de eros que lleva de la atracción momentánea al “para siempre” del matrimonio (nr. 4-5).

Pero la redención del eros nos debe ayudar también a nosotros consagrados, hombres y mujeres. He destacado al principio el peligro que corren las almas religiosas, que es aquel de un amor frío, que no desciende desde la mente hasta el corazón. Un sol invernal que ilumina pero que no calienta. Si eros significa empuje, deseo, atracción, no debemos tener miedo a los sentimientos, ni menospreciarlos o reprimirlos. Cuando se trata del amor de Dios -escribió Guillermo de St.Thierry- el sentimiento de afecto (affectio) es también gracia, no es, de hecho, la naturaleza la que puede infundir un sentimiento tal [10].

Los salmos están llenos de este anhelo del corazón de Dios: “A ti Señor, levanto mi alma ...”, “Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo”. “Por tanto, presta atención -dice el autor de la 'Nube del no saber'- a este maravillosos trabajo de la gracia en tu alma. Esto no es otra cosa que un impulso espontáneo que surgen sin avisar y que señala directamente a Dios, como una centella que se libera del fuego... Golpea esta nube densa del no saber con la flecha afilada del deseo de amor y no te muevas de allí, pase lo que pase”[11]. Es suficiente, para realizar esto, un pensamiento, un movimiento del corazón, una jaculatoria.

Pero todo esto no nos basta y Dios lo sabe mejor que nosotros. Nosotros somos criaturas, vivimos en el tiempo y en un cuerpo; necesitamos una pantalla sobre la que proyectar nuestro amor que no sea sólo “la nube del no saber”, es decir el velo de oscuridad tras el cual se esconde el Dios que nadie ha visto nunca y que habita una luz inaccesible...

La respuesta que se da a esta pregunta, la conocemos bien: ¡por esto Dios nos ha dado la posibilidad de amar! “Nadie ha visto nunca a Dios: si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y el amor de Dios ha llegado a su plenitud en nosotros...  El que dice: «Amo a Dios», y no ama a su hermano, es un mentiroso. ¿Cómo puede amar a Dios, a quien no ve, el que no ama a su hermano, a quien ve?” (1Jn 4, 12.20). Pero debemos estar atentos para no obviar un eslabón fundamental. Antes que el hermano que se ve hay otro que también se ve y se toca: es el Dios hecho carne, ¡es Jesucristo!. Entre Dios y el prójimo está el Dios hecho carne que ha reunido los dos extremos en un sola persona. Es en él donde se encuentra el fundamento del mismo amor al prójimo: “A mi me lo hicisteis”.

¿Qué significa todo esto para el amor de Dios? Que el objeto primario de nuestro eros, de nuestra búsqueda, deseo, atracción, pasión, debe ser Cristo. “Al Salvador se le ha predestinado el amor humano desde el principio, como su modelo y fin, un cofre tan grande y tan amplio que pudiese acoger a Dios […]. El deseo del alma va únicamente hacia Cristo. Aquí está el lugar de su reposo, porque sólo él el el bien , la verdad, y todo lo que inspira amor”[12]. Esto no significa restringir el horizonte del amor cristiano de Dios a Cristo; significa amar a Dios en la manera en la que Él quiere ser amado. “ya que él mismo os ama, porque vosotros me amáis” (Jn 16,27). No se trata de un amor mediado, casi por poder, porque quien ama a Jesús “es como si” amase al Padre. No, Jesús es un mediador inmediato; amándole a Él se ama, ipso facto, también al Padre. “El que me ha visto, ha visto al Padre”, quien me ama a mí, ama al Padre.

Es verdad que tampoco se ve a Cristo, pero está, está resucitado, está a nuestro lado, más de lo que un esposo enamorado está al lado de su esposa. Aquí está el punto crucial: pensar en Cristo no como en una persona del pasado, sino como el Señor resucitado y vivo, con el que puedo hablar, que puedo besar si quiero, convencido de que mi beso no termina en el papel o en la madera de un crucifijo, sino sobre un rostro o unos labios de carne viva (aunque espiritualizada), felices de recibir mi beso.

La belleza y la plenitud de la vida consagrada depende de la calidad de nuestro amor por Cristo. Sólo éste es capaz de defender de los bandazos del corazón. Jesús es el hombre perfecto; en él se encuentran, en un grado infinitamente superior, todas esas cualidades y atenciones que un hombre busca en una mujer y una mujer en un hombre. Su amor no nos sustrae necesariamente de la llamada de las criaturas y en particular de la atracción del otro sexo (esta forma parte de nuestra naturaleza, que él ha creado y que no quiere destruir); pero nos da la fuerza de vencer estas atracciones con una atracción más fuerte. “Casto – escribe san Juan Clímaco – es aquel que expulsa al eros con el Eros[13].

¿Destruye quizás, todo esto, la gratuidad del agape, pretendiendo dar a Dios algo a cambio de su corazón? ¿Anula la gracia? En absoluto, al contrario la exalta. ¿Qué damos, de hecho, de esta forma a Dios sino lo que hemos recibido de él? “Nosotros amamos porque Dios nos amó primero” (1 Jn 4, 19). El amor que damos a Cristo es su mismo amor por nosotros que le devolvemos, como hace el eco con la voz.

¿Dónde está entonces la novedad y la belleza de este amor que llamamos eros? El eco devuelve a Dios su mismo amor, pero enriquecido, colorado o perfumado por nuestra libertad. Y es todo lo que él quiere. Nuestra libertad lo resarce de todo. No solo, sino, cosa inaudita, escribe Cabasilas, “recibiendo de nosotros el don del amor a cambio de todo lo que nos ha dado, se considera deudor nuestro”[14]. La tesis que contrapone eros y agape se basa en otra bien conocida contraposición, entre gracia y libertad, es más, en la negación misma de la libertad en el hombre decaído (sobre el “siervo arbitrio”).

Yo he intentado imaginar, Venerables Padres y hermanos, qué diría Jesús resucitado si, como hacía en la vida terrena cuando entraba el sábado en una sinagoga, ahora viniese a sentarse aquí en mi lugar y nos explicase en persona cuál es el amor que él desea de nosotros. Quiero compartir con vosotros, con sencillez, lo que creo que diría; nos servirá para hacer nuestro examen de conciencia sobre el amor:

El amor ardiente:

Es ponerme siempre en el primer lugar.

Es buscar agradarme en todo momento.

Es confrontar tus deseos con mi deseo.

Es vivir ante tí como amigo, confidente, esposo y ser feliz por ello.

Es estar inquieto si piensas estar un poco lejos de mi.

Es estar lleno de felicidad cuando estoy contigo.

Es estar dispuesto a grandes sacrificios con tal de no perderme.

Es preferir vivir pobre y desconocido conmigo, más que rico y famoso sin mí.

Es hablarme como al amigo más querido en todo momento posible.

Es confiarte a mí mirando a tu futuro.

Es desear perderte en mí como meta de tu existencia

Si os parece también a vosotros, como me parece a mi, estar lejísimos de esta visión, no nos desanimemos. Tenemos a uno que puede ayudarnos a alcanzarlo si se lo pedimos. Repitamos con fe al Espíritu Santo: Veni, Sancte Spiritus, reple tuorum corda fidelium et tui amoris in eis ignem accende: Ven, Espíritu Santo, llena el corazón de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.

[1] Edición original sueca, Estocolmo 1930, trad. ital. Eros e agape. La nozione cristiana dell’amore e le sue trasformazioni, Bolonia, Il Mulino, 1971

[2] Pseudo- Dionisio Areopagita, Los nombres divinos, IV,12 (PG, 3, 709 ss.)

[3] S. Agustín, Confesiones I, 1.

[4] Comentario al evangelio de Juan, 26, 4-5.

[5] Cf. S. Bernardo, De diligendo Deo, IX,26 –X,27.

[6] S. Tomás de Aquino, Comentario a la Carta a los Romanos, cap. V, lec.1, n. 392-293; cf. S. Agustín, Comentario a la Primera Crata de Juan, 9, 9.

[7] K. Barth, Dogmática eclesial, IV, 2, 832-852; trad. ital. K. Barth, Dommatica ecclesiale,  antología dirigida por H. Gollwitzer, Bolonia, Il Mulino 1968, pp. 199-225.

[8] El sentido que los primeros cristianos dieron a la palabra eros se deduce claramente del conocido texto de S. Ignacio de Antioquía, Carta a los Romanos, 7,2: “Mi amor (eros) ha sido crucificado y ya no hay en mí fuego de pasión … no me atraen el alimento de corrupción y los placeres de esta vida”. “Mi eros” no indica aquí a Jesús crucificado, sino “el amor por mí mismo”, el apego a los placeres terrenos, en la línea del paulino “He sido crucificado con Cristo, no soy yo quien vive” (Gal 2, 19 s.).

[9] Cf. G.W.H. Lampe, A Patristic Greek Lexicon, Oxford 1961, pp.550.

[10] Guillermo de St. Thierry, Meditaciones, XII, 29 (SCh  324, p. 210).

[11] Anonimo, La nube della non conoscenza, Ed. Áncora, Milán, 1981, pp. 136.140.

[12] N. Cabasilas, Vida en Cristo,  II,9 (PG  88, 560-561)

[13] S. Juan Clímaco, La escala del paraíso, XV,98 (PG 88,880).

[14] N. Cabasilas, Vida en Cristo, VI, 4 .

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Documentación


Discurso del Papa a los obispos de la Iglesia siro-malankar (India)
Con motivo de su visita “ad limina”
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 25 de marzo de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa Benedicto XVI dirigió al grupo de obispos de la Iglesia siro-malankar, en ocasión de la Visita “ad Limina Apostolorum”.

* * * * *

Queridos hermanos obispos,

Os doy la bienvenida a todos en ocasión de vuestra peregrinación ad Limina Apostolorum. Quiero agradecer a Su Beatitud Baselios Cleemis por los devotos sentimientos que me ha dirigido en vuestro nombre. A través de vosotros quiero extender mi saludo a todos los sacerdotes, religiosos y fieles laicos de vuestras eparquías y quiero asegurarles mis oraciones por su bienestar espiritual y material. Este tiempo junto a vosotros es una ocasión privilegiada para profundizar los lazos de fraternidad y comunión entre la Sede de Pedro y la Iglesia siro-malankar, promovida felizmente a Iglesia arzobispal mayor por el Venerable Juan Pablo II en 2005.

Las tradiciones apostólicas que mantenéis, disfrutan de su total fecundidad espiritual cuando se viven en comunión con la Iglesia universal. En este sentido, seguís correctamente los pasos del Siervo de Dios Mar Ivanios, que condujo a vuestros predecesores y a sus fieles a la total comunión con la Iglesia Católica. De la misma manera que vuestros antepasados, estáis también llamados, dentro de la única casa de Dios, a continuar con fidelidad firme lo que se os ha transmitido. Todos los obispos católicos comparten un adecuado interés por ser fieles a Jesucristo y están deseosos de la unidad que Él quiso para sus discípulos (cf. Jn 17,11), a la vez que preservan su legítima diversidad. Esto es lo que “es deseo de la Iglesia católica que las tradiciones de cada Iglesia particular o rito se mantengan salvas e íntegras a las diferentes necesidades de tiempo y lugar”(Orientalium Ecclesiarum, 2). Cada generación debe enfrentar los retos de la Iglesia de acuerdo a sus capacidades y en armonía con el resto del Cuerpo Místico de Cristo. Os animo, por tanto, a fomentar un afecto entre vuestros sacerdotes y vuestra gente por la herencia litúrgica y espiritual que se os ha dado, mientras que construis firmemente la comunión con la Sede de Pedro.

El depósito de la fe recibido de los Apóstoles y transmitido con fidelidad hasta nuestros tiempos es un precioso regalo del Señor. Es este mensaje de salvación que ha sido revelado en la persona de Jesús cuyo espíritu une a los creyentes de todo tiempo y lugar, dándonos la comunión con el Padre y con su Hijo para que nuestra alegría sea completa (cf. Jn 1, 1-14). Vosotros y vuestros sacerdotes estáis llamados a promover está comunión a través de la palabra y los sacramentos, y fortalecerla con una catequesis sólida, de manera que la Palabra de Vida, Jesucristo y el regalo de su divina vida -comunión con Él- sean conocidas en todo el mundo (cf.Verbum Domini, 2). Debido a sus raíces antiguas y distinguida historia, el Cristianismo en la India ha hecho una larga y adecuada contribución a la cultura y a la sociedad, y a sus expresiones religiosas y espirituales. Es a través de la determinación de vivir el Evangelio, “ porque es el poder de Dios para la salvación de todos los que creen” (Rom 1, 16), que aquellos a quienes sirváis hagan una contribución más efectiva al entero Cuerpo de Cristo y a la sociedad hindú, para beneficio de todos. Que vuestra gente siga floreciendo por la predicación de la Palabra de Dios y por la promoción de la comunión basada en el amor de Dios.

Tomo nota de los retos concretos de algunas de vuestras parroquias en el ofrecimiento de una atención pastoral adecuada y apoyo mutuo, especialmente cuando no está el párroco de la parroquia a mano. Y también las parroquias más pequeñas, teniendo en cuenta la realidad social en la que los cristianos afrontan un contexto cultural más amplio, ofrecen sus propias oportunidades de una verdadera edificación fraterna y asistencia. Las comunidades cristianas pequeñas a menudo han dado, como sabéis, un testimonio excepcional en la historia de la Iglesia. Al igual que en los tiempos apostólicos, la Iglesia de nuestro tiempo prosperará seguramente en la presencia de Cristo vivo, que ha prometido estar con nosotros siempre (cf. Mt 28, 20) y sostenernos (cf. !Cor 1,8). Es su divina presencia la que debe permanecer en el centro de la vida de nuestra gente, en su fe y en su testimonio, y a la que vosotros, sus Pastores, estáis llamados a custodiar, de manera que si tienen que vivir lejos de sus comunidades, no vivan lejos de Cristo. Sin duda, es importante recordar que las comunidades cristianas son el “ámbito propio en el que recorrer un itinerario personal y comunitario con respecto a la Palabra de Dios, de modo que ésta sea realmente el fundamento de la vida espiritual” (Verbum Domini, 72).

Uno de las formas en las que ejercéis vuestro papel de maestros de la fe en la comunidad cristiana es a través de los programas de formación catequética y de fe que tienen lugar bajo vuestra dirección. Desde “esta instrucción que se fundamente en la Sagrada Escritura, Tradición, Liturgia, Magisterio y vida de la Iglesia” ( Christus Dominus, 14), estoy contento de destacar la variedad y el número de programas que estáis llevando a cabo actualmente. Junto a la celebración de los sacramentos, programas de este tipo ayudarán a asegurar que aquellos que están bajo vuestro cuidado sean siempre capaces de dar cuenta de la esperanza que es suya en Cristo. Sin duda, las catequesis y el desarrollo espiritual están entre los más importantes retos que los pastores de almas deben enfrentar, y por esto quiero animaros vivamente a perseverar en el camino que habéis elegido para formar a vuestra gente en un conocimiento más profundo y el amor de la fe, con la ayuda de la Gracia de Dios y vuestra humilde confianza en su providencia.

Con estos pensamientos, renuevo mis sentimientos de afecto fraternal y estima por vosotros. Invocando la intercesión de Santo Tomás Apóstol, principal Patrón de la India. Os aseguro mis oraciones y os imparto a vosotros y a los que están confiados a vuestro cuidado, mi Bendición Apostólica como prenda de gracia y de paz en Nuestro Señor Jesucristo.

[Traducción del original inglés por Carmen Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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