Emotivo adiós de Sánchez en Sigüenza

Ciudad Rodrigo despide a Atilano Rodríguez ante su marcha a Guadalajara

"Son muchos los que recordarán su figura"

Redacción, 28 de marzo de 2011 a las 10:10
 

lLa Diócesis de Ciudad Rodrigo dijo ayer adiós al que ha sido su obispo durante los últimos ocho años, Monseñor Atilano Rodríguez, que el próximo sábado iniciará una nueva etapa episcopal en Sigüenza-Guadalajara. Lo cuenta David Gutiérrez en Tribuna.

Lo hizo en una misa en acción de gracias en la catedral de Santa María, que contó con la presencia de cientos de feligreses. En primera fila, parte de la Corporación municipal, encabezada por el alcalde, Javier Iglesias, así como otras autoridades como el Capitán de la Comandancia de Ciudad Rodrigo de la Guardia Civil.

En el altar mayor, Atilano Rodríguez, todavía administrador diocesano de Ciudad Rodrigo, estuvo acompañado por Manuel Felicio de Rocha, obispo de Guarda, comunidad con la que Miróbriga ha estrechado lazos seculares en estos últimos años. La misa estuvo concelebrada por 65 sacerdotes de toda la Diócesis Civitatense, a la que se sumaron el vicario de la Diócesis de Salamanca, el presidente de la Confederación de religiosos en Salamanca, y el cuidador del Santuario de la Virgen de la Peña de Francia, el Padre Ángel.

Tras la lectura del evangelio tomó la palabra Atilano Rodríguez para ofrecer una homilía de despedida, en la que volvió a reconocer que "humanamente me está costando la partida, con muchas emociones y despedidas durante estos días". Esto es debido a que se siente profundamente unido a los feligreses "por la fe confesada y celebrada, por los lazos de la amistad, por la común fraternidad y por las alegrías y las penas compartidas durante mi estancia en esta bendita tierra". Además, agradeció "la colaboración generosa de los sacerdotes en la acción evangelizadora, la entrega incondicional de las religiosas a Dios y a la formación de los niños o la atención de los ancianos y necesitados, al igual que tantos cristianos laicos". A nivel personal, dio las gracias por "las manifestaciones de afecto sincero, la acogida cordial y las palabras de ánimo" recibidas, y pidió a los fieles que dispensaran el mismo trato al nuevo obispo, Raúl Berzosa.

Finalizada la eucaristía, intervino el vicario general de la Diócesis, Nicolás Martín Matías, para expresar a Atilano Rodríguez el "reconocimiento y gratitud por su labor pastoral" en nombre de toda la Diócesis. El vicario general expresó que durante su episcopado se ha podido ver "su cercanía, generosidad y espíritu de sacrificio", asegurando que "son muchos los que recordarán su figura". Martín Matías hizo un recorrido por los principales hitos ocurridos desde su toma de posesión en 2003, tanto en su labor apostólica como en el ámbito más amplio, siendo el más recordado el de las Edades del Hombre en 2006. Sobre este evento, Nicolás Martín expresó que "todos reconocen la misión destacada de Don Atilano como anfitrión, incluida la recepción a los Príncipes". Por último, le agradeció "el no haber sido indiferente a los problemas sociales que sufre esta tierra". Las palabras del vicario general fueron muy aplaudidas.

Posteriormente, Atilano Rodríguez y Manuel Felicio, ofrecieron una bendición conjunta "internacional", en palabras del obispo saliente. Tras ello, la coral Dámaso Ledesma, que participó en toda la ceremonia, interpretó la Salve, y comenzaron las despedidas. Primero los sacerdotes, después las autoridades, y para finalizar todos aquéllos que lo desearon, formándose una larga cola para desearle lo mejor a Atilano Rodríguez en su nuevo doble destino de Sigüenza-Guadalajara, donde tomará posesión el próximo fin de semana.

Por su parte, ayer tarde también tuvo lugar una emotiva celebración en la concatedral de Santa María que ha servido como despedida para quien durante diecinueve años y cuatro meses ha sido el obispo de Guadalajara, monseñor José Sánchez.

A falta de ceder el testigo a su sucesor, Atilano Rodríguez, el próximo sábado 2 de abril en Sigüenza, esta era la última celebración eclesiástica de José Sáchez, ya como administrador de la Diócesis, y el templo estaba abarrotado de feligreses y sacerdotes, con la presencia también del alcalde de la ciudad, Antonio Román.

José Sánchez agradeció de todo corazón la ayuda y la colaboración de todos los que le han acompañado en estos casi veinte años al frente de la Diócesis de Sigüenza Guadalajara, al tiempo que invitaba a acoger a su sucesor con los brazos abiertos.

Fueron numerosas las muestras de afecto que recibió José Sánchez al terminar la eucaristía, confirmando que este obispo sencillo, afable, campechano y de gran sensibilidad social deja una gran huella en la diócesis y muchos momentos para el recuerdo, desde que el 17 de noviembre de 1991 tomará posesión de la diócesis, tras el nombramiento realizado por Papa Juan Pablo II, el 11 de septiembre de ese mismo año, de un obispo con grandes dosis de realismo, cercanía, calidez humana, tachado y etiquetado como de la línea más aperturista y moderna de la Iglesia.

Tras la jubilación de Jesús Pla Gandía, José Sánchez llegaría a Sigüenza montado en un caballo blanco, aunque la tradición popular señalaba que fuese una mula, en un año en el que Guadalajara capital estaba gobernada por la primera y única hasta ahora, alcaldesa de la ciudad, Blanca Calvo. Llega ya con la etiqueta de ser "el obispo de los inmigrantes", precedido por sus polémicas declaraciones en contra de la xenofobia, en la Comisión Episcopal de Migraciones, que ya presidía desde 1988.

Apenas dos años después, en 1993 fue elegido secretario-general y portavoz de la Conferencia Episcopal Española, cargo en el que permanece hasta 1998 y su figura como prelado adquiere notoriedad nacional.

La primera acción que sorprende en el devenir de la actualidad de la provincia de este obispo comprometido, fue cuando ese mismo año cede durante 14 meses la parte baja de la Residencia Episcopal de Sigüenza para residencia de internos de Proyecto Hombre, del programa de recuperación de drogodependientes, una iniciativa social a la que entonces nadie quería dar acogida en la provincia.

Uno de los primeros tragos amargos en su paso por el Obispado de Sigüenza-Guadalajara, fue en 1994, cuando las monjas franciscanas concepcionistas de Pastrana tratan de sacar el patrimonio artístico del convento y el obispo es increpado por los vecinos en la trifulca.

Aún hay otro episodio más en la trayectoria de José Sánchez como obispo en Guadalajara de "revuelta monjil"que trajo al bueno de Don José de cabeza y llevó su nombre hasta las páginas del New York Times. Fue el llamado "motin" de Espinosa, en 1997, cuando cinco monjas de clausura se "atrincheraron", negándose al traslado a otra sede, tras confirmar el Vaticano el cierre del convento. Aquí el obispo se las tuvo que ver con todo un pueblo enfadado y con informaciones que hablanban de cuentas millonarias y posibles desfalcos.

Su vocación en defensa de los inmigrantes (conoció la inmigración por dentro, como capellán de emigrantes en Alemania entre 1960 y 1989), tuvo la mayor expresión en abril de 1999, tras ceder la parte no habitada del Seminario Mayor de Sigüenza, para 102 refugiados albano-kosovares de la última guerra de Yugoslavia, germen del actual centro de refugiados de Sigüenza.

Ese mismo año es cuando José Sánchez fue elegido Presidente de la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social de la Conferencia Episcopal Española. Permaneció en el cargo seis años dando muestras muy visibles de saber lidiar con los medios con talante abierto, dialogante y moderado, que no pocas críticas acarreó entre las filas más conservacionistas de la Iglesia.

Entre las acciones de José Sánchez en estos casi veinte años en Sigüenza-Guadalajara es preciso reseñar su buena relación con los poderes públicos incluidos los dos presidente socialistas de la Junta, Bono y Barreda, la potenciación de los servicios de Cáritas y Migraciones y la restauración y mejora del patrimonio artístico con las mejoras y reparaciones de la catedral de Sigüenza y la concatedral de Santa María, como elementos más visibles.

También hay que apuntarle en su hacer, la construcción del nuevo comedor social y del nuevo obispado, con el que traslada la residencia habitual del obispo de Sigüenza a Guadalajara, a unas nuevas, modernas y frandes dependenciasen un edificio de nueva obra, situado en la trasera del convento de las Carmelitas.

Ahora José Sánchez se va y vuelve a su pueblo natal en la localidad salmantina de Fuenteguinaldo, pero se marcha con el merecido reconocimiento público y privado y grandes muestras del cariño de sus feligreses, dejando el listón muy alto para un sucesor, que aseguran que es de su misma cuerda, en cuanto a talante moderado y cercanía. No en vano, era la propuesta avalada por el propio José Sánchez, para que siguiera su trabajo al frente de la diócesis de Sigüenza-Guadalajara, y gran amigo personal.