4.04.11

Unión Católica Internacional de la Prensa (UCIP)

 

El 23 de marzo, el cardenal Stanislaw Rylko, presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, solicitó formalmente a la “l’Union catholique internationale de la presse” (UCIP) que retire de su nombre el calificativo de católica. Es mucho más que un problema cosmético o de cartelería, ya que deja de ser Asociación Internacional de Fieles.

La organización está sumida en crisis desde hace años, con desobediencias continuas a las legítimas observaciones realizadas desde la Santa Sede.

En una notificación de diciembre de 2009 dirigida al presidente, Bernhard Sassmann, se pidió el cambio estatutario en la dirección y clarificar los roles del vicepresidente, tesorero, secretario general y el consejero eclesiástico. Esa carta no se distribuyó a los miembros, según informa Kipa.

La cesión de funciones del presidente al Secretario General, Chittilappilly; la dotación de personal y salarios; la limitación de mandatos y las irregularidades en las últimas asambleas que excluían arbitrariamente a miembros y asuntos de las actas, ha llevado a la autoridad eclesiástica competente a declarar que «no puede permanecer más tiempo silente e inactiva», y por tanto:

 

de acuerdo con la Secretaría de Estado del Vaticano y previa consulta del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales y el Pontificio Consejo para los Laicos, en aplicación del cánon 326 §1 de CIC resuelve revocar a la UCIP el reconocimiento de 15 de diciembre de 2004.

En la práctica toda la toma de decisiones y las finanzas están, actualmente, en las manos del Secretario General con los riesgos que eso implica y en contra del funcionamiento lógico, no sólo esta asociación, de cualquiera.

Es inevitable preguntarse si hay algo más. Dada la experiencia que tenemos en los tiempos de resoluciones de la Santa Sede, quince meses se me antojan vertiginosos.

Y también es inevitable preguntarse acerca de agravios comparativos respecto a Universidades, Hospitales, Colegios, Editoriales, …que han perdido su razón de ser y que no sólo es que vivan al margen, es que combaten activamente las enseñanzas de la Iglesia Católica.