Osoro se ganó alclero y a los fieles en poco tiempo

Un arzobispo del pueblo valenciano

En dos años como arzobispo, ha cumplido el desafío de implicar a la Iglesia en la sociedad valenciana

Redacción, 18 de abril de 2011 a las 07:27

 

Carlos Osoro Sierra (Castañeda, Cantabria, 1945) cumple hoy dos años desde que tomó posesión como arzobispo de Valencia. Un periodo en el que ha dejado marcada su impronta personal y apostólica. Tras relevar a una de los grandes referentes de la Iglesia Católica en España como el cardenal Agustín García Gasco, Osoro se ha implicado de lleno en la sociedad valenciana. Lo cuenta L. Torres en Abc.

Se ha mostrado cercano al pueblo, a la advocación de la Virgen de los Desamparados, aprendió en tiempo récord a hablar el valenciano, se implicó al máximo en los encuentros con los jóvenes feligreses y mostrado una especial cercancía con el clero.

Osoro ha logrado su objetivo de impregnar su apostolado de cercanía. Así, no ha dudado en participar de las tradiciones valencianas en cuanto se le ha requerido. Este año, visitó la noche de la «Plantà» junto a los seminaristas. Les invitó a chocolate con buñuelos en la Estación del Norte.

Integrado así de ello en Valencia, con Osoro al frente del Arzobispado se ha vivido el gran despegue de la Universidad Católica como institución académica de referencia. Ha mantenido encuentros con todas las instituciones, sin distinción de siglas, pero siempre desde una posición firme en debates como el de la defensa de la vida humana.

En el ámbito interno, Osoro reestructuró la Archidiocesis de Valencia, que quedó distribuida en treinta y cuatro arciprestazgos. En junio de 2010 se produjo el nombramiento de diez nuevos vicarios episcopales, de los que ocho son territoriale. Las otras dos vicarías fueron de nueva creación, una dedicada a la acción social y otra a la evangelización.

Sus cartas semanales han sido una de las fórmulas de exponer sus tesis al conjunto de la feligresía. Suma un total de noventa. En la primera, tras su nombramiento en enero de 2009, ya exponía su lema episcopal -«Por Cristo, con Él y en Él»-, que pretendía ser una llamada permanente a realizar esta tarea apasionante de padre y pastor en este tercer milenio que acabamos de comenzar.

Ya entonces se dirigió a «todos los fieles laicos que sois la mayoría del Pueblo de Dios» y avanzaba sus intenciones duando saludaba «a todos los grupos políticos que buscáis el bien de la sociedad». En la última carta, correspondiente al Domingo de Ramos, Osoro reflexiona sobre «La amistad de Jesús con Lázaro y sus hermanas».