Vibrante conferencia del cardenal Maradiaga en la Semana de Vida Religiosa

“Estáis llamados a ser testigos de Dios en el mundo entero”

"La vida consagrada vive la muerte de Cristo en todos los que llevan la Cruz de Cristo"

Jesús Bastante, 27 de abril de 2011 a las 17:44
 

(Jesús Bastante).-Fue una conferencia vibrante, creativa, con ritmo y con viveza. El cardenal de Tegucigalpa, el salesiano Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, trazó un discurso acerca de la vida religiosa, el martirio y la mística en el mundo de hoy durante la segunda jornada de la Semana Nacional de Vida Religiosa organizada por el ITVR. "Si me matan, voy a resucitar en el pueblo", concluyó, parafraseando al arzobispo de San Salvador, Óscar Romero, uno de los nuevos mártires, todavía no reconocidos con la gloria de los altares. "Estamos llamados a ser testigos de Dios en el mundo entero", proclamó Maradiaga.

"Pasión por Dios, pasión por el hombre", es lo que pidió el cardenal a los centenares de religiosos y religiosas que se congregaron esta tarde en el auditorio del colegio calasancio. A estos hombres y mujeres, que "entregan libre y confiadamente su vida a Dios", el arzobispo hondureño recordó que "los hombres de hoy deben sentirse amados, y nosotros tenemos que ser testigos de ese amor"".

Más aún en el mundo globalizado de hoy, donde "se necesita más misión que voluntariado", más coherencia y saber aceptar la bondad del "amor recibido y amor correspondido". "El consagrado es el que se siente llamado a amar hasta el extremo, a todos, hasta la entrega total de sí", proclamó Maradiaga. "No puede ser de otro modo. No nos basta celebrar la muerte de Cristo. La vida consagrada vive la muerte de Cristo en todos los que llevan la Cruz de Cristo". "El amor es lo esencial", proclamó.

"Hasta el martirio de sangre, si fuera necesario, para anunciar la Buena Noticia", insistió, para ofrecer el "don del amor que se nos ha sido dado. El consagrado tiene plena conciencia de haber sido elegido. Él no es el sujeto principal de la misión que realiza, sino Aquél que lo ha elegido y lo ha enviado".

"Ser coherente y ser testigo pertenece a la vida consagrada", como los mártires y los místicos, de los primeros siglos y los más recientes. "Místico y mártir significa originalmente testimonio. El mártir y el mistico no están lejos el uno del otro. Ambos son testigos: el martirio y la mística son como una forma de testimoniar la verdad del cristianismo. Son como un control de calidad de nuestro bautismo", afirmó el cardenal.

Para Maradiaga, "el amor verdadero se autentifica con la entrega verdadera, con la fuerza del amor". Por ello, reivindicó que el consagrado está "dispuesto a cargar con la persecución y la cruz, en la medida en que es totalmente de Dios. La fe del consagrado y la consagrada es la aceptación de Dios, por la mente, el corazón y la fidelidad. El consagrado cree en la vida eterna: el místico y el mártir se apoyan, también, en la promesa de Dios".

Ayer, hoy y siempre, "la sangre de los mártires implora perdón para los asesinos. Esta sangre es semilla de vida nueva, y precepto de esperanza. Con el perdón al morir, se rompe el círculo del odio y del dolor. El mártir cristiano, el místico cristiano, no se retuerce en el suplicio gritando venganza: su memoria no es llamar al odio contra los perseguidores y sus herederos, sino oferta de reconciliación y de paz".

Por ello, recordó que "los consagrados no podemos ser indiferentes a los valores más profundos, ni ocultar nuestra identidad. Hemos de ser testigos de un diálogo paciente, de la verdad que no se defiende con la violencia. Una falta de coherencia hace a veces vivir la persecución como debilidad ante la fuerza de la verdad.
No hemos de confundir tolerancia con una convalidación ética".

"Si ellos fueron fieles en situaciones límite, nosotros también. Dios nos quiere todo, no a medias. No nos podemos limitar a reconocer a Jesús en el santuario de nuestra conciencia", apuntó Maradiaga, quien insistió en que "n"o estamos atraídos por mesianismos ideológicos, sino por la persona de Jesús en la Pasión. El mártir no ofrece resistencia, porque viviendo con la promesa de Jesús Resucitado sabe que se establecerá una vida nueva. Dar testimonio del Señor entregando la vida".