27.04.11

Huesos, paños, delantales...

A las 11:44 PM, por Luis Fernando
Categorías : Actualidad, Apologética católica

 

El próximo domingo la Iglesia entera -salvo amargados de uno y otro extremo- celebrará con júbilo la beatificación de Juan Pablo II. Y la Santa Sede ha informado de que la reliquia que será expuesta a la veneración de los fieles con motivo de dicha beatificación es una pequeña ampolla que contiene la sangre del Papa polaco. En los comentarios a la noticia en InfoCatólica ha asomado la típica acusación de idolatría a los católicos porque veneramos reliquias de santos. Uno de los comentaristas, probablemente protestante evangélico, dice:

Esto es pura idolatria y va en contra de lo que dice la Biblia. Nada de adoracion de hombres. El apostol Pedro no acepto el intento de adoracion de Cornelio. La adoracion exclusivamente para DIOS.Asi lo espreso el mismo Jesucristo en Mateo 4:10.

Otro, tras asegurar que aprecia mucho al nuevo beato, dice sentirse más protestante que católico en este asunto:

Pero lo que sí afirmo es que me parece, no sé cómo decirlo, muy ‘fuerte’, o surrealista, quizá absurdo, incluso idolátrico, exponer la sangre de un Papa a la veneración de los fieles. Me parece incluso algo fuera de lugar y sin duda de muy mal gusto. En esto, y en otras pocas cosas, sí que reconozco que me siento bastante más protestante que católico.

Y un último comentarista añade:

Yo el peligro que le veo es que la gente confundan la sangre de un Papa al que van a beatificar, y se le de culto de latria.

Pues bien, como este domingo no escribí post sobre mis debates de años pasados con protestantes, creo que merece la pena que lo haga ahora.

La aparición de las reliquias nace prácticamente con el cristianismo y la llegada de los primeros mártires. Por ejemplo, he aquí este texto del siglo II (negritas mías):

 

Pero el Maligno, celoso y envidioso, el adversario de la familia de los justos, habiendo visto la grandeza de su martirio y lo intachable de su vida desde el principio, y cómo fue coronado con la corona de la inmortalidad, y hubo ganado un premio que nadie puede desmentir, se las arregló para que ni aun su pobre cuerpo fuera sacado y llevado por nosotros, aunque muchos deseaban hacerlo y tocar su carne santa. Así que hizo salir a Nicetes, el padre de Herodes y hermano de Alce, para rogar al magistrado que no entregara su cuerpo, según se dijo: «para que no abandonen al crucificado y empiecen a adorar a este hombre»; lo cual fue hecho por instigación y ruego apremiante de los judíos, que también vigilaban cuando iban a sacarle del fuego, no sabiendo que será imposible que nosotros abandonemos en este tiempo al Cristo que sufrió por la salvación de todo el mundo de los que son salvos —sufriendo por los pecadores siendo El inocente—, ni adorar a otro. Porque a Él, siendo el Hijo de Dios, le adoramos, pero a los mártires, como discípulos e imitadores del Señor, los respetamos y queremos como merecen, por su afecto incomparable hacia su propio Rey y Maestro. Que nuestra suerte sea también ser hallados copartícipes y condiscípulos de ellos. El centurión, pues, viendo la oposición levantada por parte de los judíos, le puso en medio y lo quemó según su costumbre. Y así nosotros, después, recogimos sus huesos, que son mucho más valiosos que piedras preciosas y que oro refinado, y los pusimos en un lugar apropiado; donde el Señor nos permitirá congregarnos, según podamos, en gozo y alegría, y celebrar el aniversario de su martirio para la conmemoración de todos los que ya han luchado en la contienda y para la enseñanza y preparación de los que han de hacerlo más adelante.

(Epístola de la Iglesia de Esmirna a la de Filomelio -Martirio de Policarpo-, XVII-XVIII, siglo II d. de C )

No creo que sea necesario que explique que lo mismo que aunque el santo no haya sido mártir, el argumento es el mismo. Las reliquias de los santos acompañan a la Iglesia de Cristo desde el principio, y así será hasta el fin de los tiempos. Y, de hecho, en ocasiones son “milagrosas". El protestantismo, en su camino de regreso a un gnosticismo en el que la materia es desechable e incapaz de ser medio de gracia divina, suele considerar superstición todo lo relacionado con reliquias, relicarios, aguas benditas, etc, etc.

Es por ello que en noviembre del 2006, tuve a bien citarles la Escritura para que se dieran cuenta de su error:

2ª Reyes 13,21
Y aconteció que al sepultar unos a un hombre, súbitamente vieron una banda armada, y arrojaron el cadáver en el sepulcro de Eliseo; y cuando llegó a tocar el muerto los huesos de Eliseo, revivió, y se levantó sobre sus pies.

Hch 19,11-12
Y hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo, de tal manera que aun se llevaban a los enfermos los paños o delantales de su cuerpo, y las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos salían.

…… y hasta la sombra de Pedro:

Hechos 5,14-15
Y los que creían en el Señor aumentaban más, gran número así de hombres como de mujeres; tanto que sacaban los enfermos a las calles, y los ponían en camas y lechos, para que al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese sobre alguno de ellos.

Cuánto paganismo, cuánta superstición… Y EN PLENA BIBLIA (sonrisa irónica).

Lo cierto es que no hubo mucha reacción de los protestantes de dicho foro. Una de ellos dijo:

Solo falta que los catolicos digan que tienen la sombra de Pedro en una cajita y los trapos de Pablo en un altar -como acostumbran apropiarse de reliquias- y de ahi hacer un santo negocio!!

A lo cual respondí:

Yo no estoy hablando de hacer un negocio de esto. Cada vez que se ha hecho negocio se ha profanado algo sagrado. No hace falta que me diga usted que en la historia se han producido abusos porque ya lo sé. Pero el mal uso de algo no impide su buen uso.

Otro protestante se animó a hacerme unas preguntas:

¿Por qué será que los judíos no conservaron los huesos resucitadores de Eliseo?
¿Por qué será que Pablo le aconseja a Timoteo beber vino en vez de mandarle uno de sus delantaler curalotodo?
¿Por qué pide Pablo a Timoteo que le traiga el capote que dejó en Troas cuando podía decirle ‘mira frotate bien con el capote pa’ que te sanes’?
¿Por qué Pedro tomó al mendigo a la puerta del templo diciéndole que ande en el nombre de Jesús en vez de darle una baño de sombra?
¿Será por que ni los huesos, ni los trapitos, ni la sombra tenían poderes mágicos snio que era Dios quien obraba según su soberana voluntad?

Menudo negocio que se haría hoy con los huesos de Eliseo ¿eh?

Esta fue mi respuesta:

Unos huesos, por sí mismos, no tienen ningún poder para hacer nada. La sombra de una persona, por sí misma, no tiene tampoco ningún poder. Tampoco lo tiene los trapos de un santo. Y tampoco lo tiene el agua de una piscina. Sin embargo, un hombre cayó muerto sobre los huesos de un profeta y resucitó. La sombra de Pedro sanaba enfermos y los trapos de Pablo tenían la unción de sanidad. Y los enfermos eran sanados cuando un ángel removía el agua de determinada piscina. ¿Qué quiere decir todo esto?….

Sabemos que algunos apóstoles tuvieron que salir zumbando porque unos paganos querían idolatrarlos. Sabemos que aquellos pobres que no podían llegar al agua por sus minusvalías físicas, se tenían que aguantar (menos uno al que el Señor mismo sanó). Sabemos que a Pedro le ofrecieron dinero para “comprarle” su “poder". Sabemos que un uso abusivo de las reliquias ha sido fuente de escándalo en determinados momentos de la historia de la Iglesia.

Pero los ejemplos bíblicos que acabo de citar con anterioridad muestran que Dios quiso valerse de elementos materiales que por sí mismo no tienen valor, para realizar milagros. Muy sacramental, dicho sea de paso. Y la variedad es tal, que no creo que nadie pueda decir, con cierta lógica, que si Dios utilizó unos trapos de Pablo para sanar personas, hoy no pueda hacer lo mismo con “otros trapos” (otra cosa es que uno saque provecho económico de este tema), con otras aguas o con otros huesos. ¿O acaso limitaremos el poder de Dios?

¿Tiene esto que ver con, por ejemplo, el asunto de las imágenes? Todo y nada. Todo, porque si por la misma regla de tres aceptamos que Dios utilizó una imagen para algo provechoso (la serpiente de bronce), hoy puede volver a hacerlo. Nada, porque si alguien piensa que Dios “NECESITA” de una imagen para hacer algo provechoso, está engañado y no sabe nada.
Dios prohibe a los israelitas el que se hagan imágenes, pero luego les manda que hagan varias para ciertos fines que Él, en su voluntad, dispuso. Dios no quiere que el hombre idolatre lo material, pero se vale en determinadas ocasiones de materia muerta para transmitir la unción de su Espíritu.

Llega entonces el tiempo de la Iglesia de Cristo. Un tiempo en el que la Iglesia no está sujeta a la Ley de Moisés pero está sujeta a la Ley de Cristo, que es la ley del amor. Un tiempo en el que lo material es redimido por lo espiritual, gracias a la muerte y resurrección de Cristo, aunque este mundo material todavía está sujeto a la ley del pecado. Surge la pregunta ¿qué autoridad tiene la Iglesia para disponer de cosas materiales para darles un uso espiritual? ¿ninguna? ¿alguna? ¿toda?

¿Necesitamos de la letra de la Ley que nos prohibía hacer cualquier tipo de imágenes, que nos prohibía matar y robar, o necesitamos del Espíritu de la Ley que nos habla de los pecados del corazón, que son los que realmente importan? El mandamiento de no hacernos imágenes apuntaba directamente hacia la idolatría del corazón, de la falta de fe que necesita de algo “palpable” a lo que asirse para creer en Dios. El mandamiento del Espíritu nos enseña que para aquel que ama a Dios sobre todas las cosas no pecará aunque esté rodeado de ochocientas imágenes, las cuales pueden llegar incluso a ser utilizadas por él para transmitir aspectos de la revelación divina a través de ese arte -recordemos que los cielos hablan de la gloria de Dios. Un cuadro de la cruz nos puede hablar de su amor por nosotros-. El que necesita (distíngase necesidad de uso voluntario) de una imagen para llegar a Dios puede ser un bebé en la fe. El que cree que un uso cristiano de una imagen es idolatría, vive en los tiempos de la Ley.

Yo no suelo utilizar las imágenes para orar aunque cada vez aprecio más su presencia en los templos católicos. Y al mismo tiempo he podido comprobar lo MUCHO que un icono me puede ayudar para transmitir a mis hijos pequeños una enseñanza que quizás no lograría entender con mis palabras. He podido comprobar que las más grandes almas del cristianismo católico y ortodoxo eran iconodulos convencidos. Y he podido comprobar que tan malo puede llegar a ser el pecado de la idolatría como el del imponer una esclavitud hacia una ley de la cual Cristo nos liberó. Libres, no para pecar en la carne, sino para vencer la carne con el Espíritu, de forma que esa carne (materia) pueda llegar a ser utilizada para transmitir parte de la esencia del espíritu.

Este es el gran misterio de la piedad:
Dios fue manifestado en carne.

(1ª Tim 3,16)

En Cristo y en su bendita Iglesia

Hoy matizaría algunas frases de esa respuesta, pero creo que sirve para ayudar a aquellos católicos que no tienen del todo claro la oportunidad del uso y veneración de la ampolla con la sangre licuada de Juan Pablo II.

En Cristo resucitado,
Luis Fernando Pérez Bustamante