29.04.11

Dedicado a los deseamos la llegada de Juan Pablo II a los altares

A las 6:19 AM, por Tomás de la Torre Lendínez
Categorías : General
 

En las horas inmediatas a la beatificación de Juan Pablo II surgen las voces de quienes debieron hablar cuando pudieron y debieron, pero no lo hicieron por cobardía, o por lo que fuera. Son gente resentida, recocida, quemada, envidiosa. Son los que nunca serán nada más de lo que son: unos enanos, al lado de la gigantesca figura de Juan Pablo II, el Grande, el Papa que revolucionó el modo de regir la barca de Pedro.

Siempre habrá un antes y un después de Juan Pablo II. Los Papas anteriores eran pastores, alguno de ellos están en el catálogo de los santos, que llevaron la barca petrina al modo tradicional: siempre encerrados en el Vaticano, recibiendo visitas de embajadores y jefes de Estado, gobernando por medio de cartas, siendo representado por los nuncios en las diversas naciones, celebrando la sagrada liturgia en la basílica vaticana, y dando respuesta a las necesidades de la Iglesia.

Cuando irrumpe el huracán polaco toda la tranquila vida vaticana se fue al garete. Los medios de comunicación se meten de compañeros y notarios de la vida papal. Las salidas oficiales son viajes pastorales a casi el centenar y medio de naciones. La información sobre el atentado contra Juan Pablo II, ingresado en la Policlínica Gemelli, se transmite al minuto. No se escatiman esfuerzos en la información. El portavoz vaticano alcanza una altura profesional de primera categoría.

A la vez, el Papa tiene una doble vida centrada en el deporte, algo impensable en sus antecesores. Sus escapadas para esquiar, para caminar por la montaña, son moneda de curso corriente. Un Papa tirándose a una piscina es una fotografía que nadie olvidará.

Juan Pablo II tenía una facilidad tremenda para “retirarse”, dentro de las multitudes que le acompañaban en sus viajes. Era un místico vivo, activo, público y visible. En la intimidad era un hombre de Dios pleno, sobre todo celebrando la Eucaristía, en su capilla privada, a la que invitaba a quien quería. Bastantes de estos privilegiados han contado la mística impactante de la fuerte personalidad papal.

Su magisterio pontificio derramado en más de una docena de encíclicas y numerosas cartas y documentos, sigue siendo una fuente inagotable de estudio, de reflexión y de consulta inevitablemente buscando las soluciones pastorales que se presentan hoy.

A pesar del estereotipo que desearon crearle los medios de comunicación, nunca fue un Papa conservador. Todo lo contrario. Fue el hombre elegido por Dios para recoger los frutos del Concilio Vaticano II: el Código de Derecho Canónico y el Catecismo de la Iglesia Católica, son dos piezas maestras de la síntesis doctrinal conciliar, que tanto bien están realizando a la Iglesia Universal.

Todo esto lo escribo en un día muy importante para mi vida sacerdotal. Del magisterio de Juan Pablo II he aprendido a ser un pastor que mire a Dios y a las personas, para hablar, en el lenguaje de los medios de comunicación social, a los hombres de Dios.

Tomás de la Torre Lendínez

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Vean, por favor, el siguiente vídeo:

¿Cómo comprueba los milagros el Vaticano?

Blog del padre Tomás

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