8.05.11

 

El Tribunal Constitucional de España ha decidido que los representantes políticos de la banda terrorista ETA pueden volver a ocupar todas las concejalías y alcaldías que les correspondan por el apoyo electoral que reciban de la parte más inmunda de la sociedad vasca. La votación en el TC fue muy ajustada. Un solo voto de diferencia permite la legalización plena de Bildu, que había sido denegada por el Tribunal Supremo.

Las reacciones no se han hecho esperar. Los terroristas y filo-terrorista están exultantes de alegría. Sus víctimas, desoladas. Sólo con ese dato podemos llegar a una conclusión que, en mi opinión, no admite discusión alguna. El máximo órgano de la justicia española, que se supone que garantiza la aplicación de la Carta Magna, está al servicio de ETA y hace sufrir a las víctimas de esa banda terrorista. Alguien podrá decir que se limitan a aplicar la ley. Pero es evidente que si el Supremo ha interpretado la ley en sentido contrario al TC y si un sector importantísimo del propio TC está en contra del voto mayoritario, nadie podrá decir que la aplicación de dicha ley no podría haber sido a favor de las víctimas y en contra de ETA y sus lacayos. Por tanto, los magistrados del TC que han votado a favor de ETA, lo han hecho a sabiendas de que podrían haberlo hecho en contra, sin por ello quebrantar lo más mínimo el principio de legalidad. Pero en su conciencia ha pesado más la necesidad de hacerle un favor al partido que les ha puesto ahí, el PSOE, que la necesidad de defender a España de ETA.

No olvidemos que el PSOE quería a Bildu en las elecciones. La hipocresía del gobierno, con Rubalcaba como maestro de operaciones, sólo engaña a los que quieren dejarse engañar. Eso de poner una vela a Dios y otra al diablo, para disimular su verdadera intención de ceder ante la serpiente etarra, no cuela. Patxi López, lehendakari socialista vasco con el apoyo del PP -si no se lo retiran, serán cómplices-, abogó claramente por la legalización de la coalición que lleva en su seno a la banda etarra. Y como quiera que el Constitucional ha demostrado en repetidas ocasiones ser la voz de su amo político, pues ha pasado lo que todos sabíamos que iba a pasar.

Lo cierto es que después de las elecciones de este mes de mayo, la franquicia política de ETA tendrá otra vez en sus manos el control del presupuesto de muchos pueblos y ciudades del País Vasco. El dinero de los impuestos de todos los españoles servirá de nuevo para financiar a quienes apoyan a la banda terrorista. Para los que no son españoles les pido que se imaginen por un momento lo que pensaría un ciudadano de EE.UU si su dinero sirviera para financiar un partido que apoyara a Al Qaeda. Pues eso es lo que pasa en España con ETA y el partido que apoya a ETA.

No sólo eso. Los político-terroristas también tendrán acceso a la información precisa para facilitar el trabajo a la banda etarra cuando ésta decida reemprender su campaña de asesinatos, secuestros y extorsiones. Todos los datos que un ayuntamiento posee sobre sus ciudadanos serán de nuevo accesibles a los que dan cobertura política a los asesinos. Y dado que ETA seguirá existiendo hasta que logre todos sus objetivos -el que piense lo contrario es un iluso-, lo que el TC ha dictaminado servirá para facilitarles las cosas.

Cuando el Tribunal Constitucional de este país se pone al servicio de quienes quieren su desaparición, sea legalizando el estatuto de una autonomía que consideran como nación a una región, sea facilitando la estrategia de una banda terrorista, cabe preguntarse si no estamos asistiendo a la muerte de una gran nación. Una muerte que llega por mano de traidores que en vez de defenderla, se convierten en ejecutores o cómplices de los que la ejecutan.

Con todo, lo que más me preocupa es la desesperación de aquellos que han visto como sus familiares han volado por los aires o han visto desparramados sus sesos por el suelo por parte de aquellos que hoy celebran que la “Justicia” española se ponga a sus pies. Me viene a la memoria la parábola de Cristo sobre el juez injusto:

“Había en una ciudad un juez que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. Había en aquella misma ciudad una viuda que, acudiendo a él, le dijo: “¡Hazme justicia contra mi adversario!”
Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo: “Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que deje de una vez de importunarme".
Dijo, pues, el Señor: “Oíd lo que dice el juez injusto; pues, ¿no hará Dios justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche? ¿Les hará esperar?

Luc 18,2-7

A día de hoy, de la Justicia Española no cabe esperar siquiera la actitud del juez injusto que hace el bien por motivos espúreos. Los señores del Tribunal Constitucional miran para otro lado cuando las viudas víctimas de ETA piden justicia. Y el partido que los ha elegido es el que todavía gobierna y el que presumiblemente seguirá obteniendo el apoyo de millones de españoles, que parece ser que ponen sus preferencias políticas por delante de la dignidad. Así es hoy España. Que nadie se extrañe de que deje de ser España.

Luis Fernando Pérez Bustamante