Patadas en las espinillas

 

Está claro que el PSOE se ha pasado toda la legislatura procurando dar todas las patadas posibles en la espinilla a la Iglesia Católica en general y a los católicos y a las personas decentes en particular, especialmente a las víctimas del terrorismo.

08/05/11 11:23 AM


 

Ya antes de la desgraciada noche del cinco al seis, las preguntas que muchos nos estábamos haciendo eran: ¿cómo orientar mi voto para que repercuta en el bien de mi país?, y ¿al emitir mi voto mi fe cristiana desempeña algún papel? Está claro que no son dos preguntas independientes sino en estrecha relación.

El primer texto evangélico que viene a la cabeza es desde luego “dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mt 22,21; Mc 12,17 y Lc 29,25). En estos textos y con esta frase Jesús proclama la autonomía de las cosas temporales, pero no su total independencia, pues la autonomía de lo temporal no quiere decir que la realidad creada sea independiente de Dios y que los hombres pueden usarla sin referencia al Creador, porque la criatura sin el Creador queda oscurecida. Esto lo hemos visto claramente estos años en España, donde se ha intentado en nombre del progreso eliminar los valores cristianos y en realidad los grandes perjudicados han sido también los valores humanos, en concreto el derecho a la vida, la familia, el derecho de los padres a la educación de sus hijos y el respeto a la libertad de conciencia y de religión, con las graves cortapisas a la objeción de conciencia, especialmente en los campos sanitario y educativo.

Está claro que el PSOE se ha pasado toda la legislatura procurando dar todas las patadas posibles en la espinilla a la Iglesia Católica en general y a los católicos y a las personas decentes en particular, especialmente a las víctimas del terrorismo. Sus leyes han intentado destruir a la familia, con estupideces  como la ideología de género, el divorcio exprés, el matrimonio homosexual (cuando bastaba como en Francia un Pacto civil de Solidaridad), el no a la vida desde su concepción, (el aborto es un derecho), hasta su fin natural, (la eutanasia va a empezar a discutirse en breve), sin olvidar la protección a los terroristas (caso Faisán. Hoy ya no puede caber duda que Mayor Oreja tenía razón) No puedo por menos de pensar cómo se deben sentir las víctimas del terrorismo, traicionadas por su Gobierno, aunque ya eran conscientes desde hace mucho que las simpatías del señor Rodríguez Zapatero, ese jefe del Gobierno de España que se avergüenza de ser español (“mi patria es la libertad”, dijo), iban hacia los terroristas, a quienes calificaba de hombres de paz,  mientras decía que la víctima del terrorismo Pilar Elías (la que tiene que aguantar que el asesino de su marido tenga su negocio en la planta baja de su casa) es el pasado, siendo en cambio el futuro la abogada batasuna Goricozelaia.

Conviene recordar algunas verdades elementales: si a alguien le dan un tiro en la nuca, o sufre la explosión de una bomba, no hay que romperse mucho la cabeza para saber que el culpable es el terrorista y que incluso la neutralidad es una actitud profundamente inmoral. Los terroristas son delincuentes de motivación política, pero ello no significa que estén o deban ir a la cárcel por sus ideas, sino por haber cometido delitos comunes, (estragos, chantaje, secuestros, asesinatos), en general incluso más graves que los de los delincuentes comunes ordinarios. Que alguien pueda obtener ventajas políticas o económicas de su actuación terrorista, significa en este caso concretamente que son sus víctimas y la sociedad en general, la que tiene con sus impuestos que subvencionar a ETA, en vez de cómo sucedería en cualquier país normal, ahogarla económicamente. En el socialismo zapateril, el bien común, el interés general, lo bueno, es únicamente lo legal y como quien decide lo que está bien o mal, en función de la disciplina de Partido es el propio Zapatero y sus adláteres, pues lo tenemos claro, tanto más cuanto que los dirigentes socialistas, salvo curiosamente uno de los jueces del Constitucional, no están por la labor de hacer caso a lo que cualquier persona normal llamaría voz de la conciencia o sentido común. Ni un solo diputado o senador socialista, cuando han tenido que escoger entre la fidelidad al Partido o a la Iglesia, ha optado por ésta, incluso cuando la elección por el Partido suponía un pecado mortal objetivo (votar a favor del aborto como derecho).

Hay muchos motivos para no estar de acuerdo con el PSOE, también porque tenemos cinco millones de parados cuando nos habían prometido el pleno empleo y vemos su ausencia en todo lo que significa ayuda a los necesitados, e incluso el dinero del Estado para ellos es motivo de corrupción (ERE y fondo de reptiles). Es indudable que no voy a votar a quien desea darme patadas en la espinilla.

P. Pedro Trevijano, sacerdote