"Crisis. ¿un final por escribir?", de Benjamín Bastida, en Cristianisme i Justicia

"Mientras unos se sientan a la mesa, otros han de fregar los platos... o pagar los platos rotos."

"La salida a la crisis pasa necesariamente por una transformación global del sistema"

Redacción, 11 de mayo de 2011 a las 17:31
 

"Crisis, ¿un final por escribir? Causas, consecuencias y salida a una crisis de sistema" es el título del último cuaderno del centro de estudios "Cristianisme i Justícia". Su autor es Benjamín Bastida, Catedrático de Política Económica de la UB y miembro de "Cristianisme i Justícia", que, en esta publicación analiza, más allá de los relatos que han ido surgiendo, las causas latentes y estructurales de la crisis económica actual. Bastida no se queda en el diagnóstico de la situación que vivimos si no que sugiere estrategias para salir de ella.

Cuando llevamos 3 ó 4 años instalados en la "crisis más grave desde la recesión de 1929" y se nos impone como urgente y inevitable un recorte drástico del Estado del Bienestar, no tenemos aún respuesta a cómo se ha originado esta crisis y menos aún a si hay salida. Las explicaciones que hemos oído hasta ahora (una crisis de confianza, hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, la falta de regulación financiera, etc.) son, según el autor, insuficientes, porque describen lo que ha pasado pero no explican las causas de fondo.

Las raíces profundas de la crisis hay que buscarlas en la dinámica del sistema capitalista, que conduce al dominio del sector financiero por encima del productivo y a un predominio de la economía especulativa que acaba convirtiendo la gran economía en una especie de casino universal: beneficio fácil, a corto plazo y arriesgado. Hasta que los beneficios de la actividad productiva dejan de ser suficientes para la insaciable voracidad de los agentes que juegan en este casino: es la muerte de la gallina de los huevos de oro.

¿Qué pasa entonces? Se recurre al ahorro social en sus diversas formas: privatización de las pensiones, de los servicios públicos, de la educación la sanidad... y a intentar recuperar beneficios en la actividad productiva con un aumento de la explotación y la precariedad laboral.

Es importante señalar, insiste el autor, que esto no es consecuencia del comportamiento de unos cuantos desaprensivos, si no que tiene un carácter sistémico.

Esta no es sólo una crisis financiera, por mucho que se nos repita, explica el autor. Millones de parados en la Unión Europea -más de 4 millones de parados en España desde 2008/9- demuestran que los efectos de la crisis los sufre principalmente el sector productivo, es decir, los trabajadores y trabajadoras. Aunque parezca obvio, a menudo se olvida fácilmente - y quizás intencionadamente, apunta Bastida- que no todo el mundo sufre de la misma forma las consecuencias de la crisis: "Mientras unos se sientan a la mesa, otros han de fregar los platos... o pagar los platos rotos."

Y es que se ha traspasado a toda la sociedad el coste de la recuperación de la crisis que provocaron las instituciones financieras. Si analizamos las reformas y recortes impuestos por los gobiernos, hasta finales de 2009 consistieron sobretodo en el rescate de las entidades financieras con fondos del erario público, medidas que han acabado generando déficits superiores al establecido y que nos han llevado, en 2010, a los recortes del Estado del Bienestar.

¿Cómo ha reaccionado la sociedad? Más allá de una sensación generalizada de malestar y disgusto, predomina la resignación y la aceptación de la imposibilidad de cambiar las cosas.

De acuerdo con el diagnóstico que presenta el cuaderno, la salida a la crisis pasa necesariamente por una transformación global del sistema. El autor señala algunos criterios que deberían guiarla. Las propuestas que se hagan deberán tener un carácter de oposición al sistema y resistirse a ser asimiladas por él. También han de aportar elementos de transformación, no pueden ser sólo medidas paliativas y han de tener una dimensión colectiva y participada. Y aún más, deben abordar aspectos sociales, políticos y culturales: la solidaridad, la creatividad, la gratuidad... son valores necesarios para el progreso de estrategias transformadoras.

Como propuestas concretas, el autor cita, entre otras, la necesidad de someter a crítica los mensajes de los medios de difusión y propaganda, la defensa acérrima de los derechos conquistados y del Estado del Bienestar, la oposición a la privatización de los servicios públicos y a los mecanismos de evasión de impuestos o una reforma fiscal progresiva.