17.05.11

El castigo de Dios según algunos

A las 1:06 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Sujetos activos contra la fe
 

Cuando sucede una tragedia como la que aconteció recientemente en Lorca (Murcia, España) es más que probable que algunas personas quieran aprovechar los acontecimientos para medrar a su favor. Así, por ejemplo, se ha detectado que algunas personas han acudido a los campamentos situados para atender a las personas afectadas para aprovecharse de los bienes (materiales como, por ejemplo, comida) y pescar en río revuelto.

Eso es cosa, seguramente, de la picaresca que aprovecha la más mínima ocasión para hacer de las suyas.

Pero hay otro tipo de actuaciones que no son admisibles porque están tratando de hacer daño al concepto que se tiene de Dios (con mayúscula porque se trata del Creador) y hay que desenmascararlas pronto.

Así, por ejemplo, están las personas que quieren hacer uso de su particular visión de lo religioso para decir cosas que no tienen que ver con la realidad y, también, están los medios de comunicación que aprovechan que el Pisuerga pasa por Valladolid para sembrar doctrina acerca de lo religioso.

Entre los primeros, por ejemplo, están los que han aparecido (al menos una persona) diciendo que el terremoto es un “castigo de Dios” y que algo se habrá hecho para que eso sea así.

Entre los segundos, están los que (Véase, por ejemplo, el diario de izquierdas “Público”) aprovechan el lío para decir que “Las confesiones intentan capitalizar la tragedia en beneficio propio”. Ahí es nada.

El primero, al parecer, es un individuo de Bélgica que aprovechó la celebración de una primera comunión para vociferar micrófono en mano que lo que había pasado era algo así como “un aviso de Dios” y que, al fin y al cabo, Dios castiga a los que no se comportan de acuerdo a su voluntad.

Sin embargo, el castigo de Dios no puede serlo en el sentido de enviar males a la humanidad sino, en cuanto justicia divina, cuando la misma se lleve a cabo. Y, aunque eso pueda chirriar un poco porque pueda dar la impresión de que me manifiesto, por ejemplo, contrario a la doctrina de existencia del cielo y del infierno, esto no es así porque, en realidad, lo que pretendo decir es que Jesús vino a corregir el pensamiento judío según el cual una persona estaba enferma porque había cometido un pecado ella o su familia. Eso lo corrigió el Hijo de Dios porque era Dios hecho hombre.

A este respecto, el predicador de la Casa Pontificia, el P. Raniero Cantalamessa, ofmcap, en la homilía que pronunció durante la celebración de la Pasión del Señor en Viernes Santo estando presente Benedicto XVI, hace unas semanas, dijo que

Debemos sin embargo recoger también la enseñanza que hay en acontecimientos como este. Terremotos, huracanes y otras desgracias que afectan a la vez a culpables e inocentes nunca son un castigo de Dios. Decir lo contrario supone ofender a Dios y a los hombres. Pero son una advertencia: en este caso, la advertencia a no engañarnos con que la técnica y la ciencia bastarán para salvarnos. Si no sabemos imponernos límites, pueden convertirse, precisamente ellas, lo estamos viendo, en la amenaza más grave de todas.

A lo mejor así se entiende mejor lo que quiero decir.

Pero con ser esto mala cosa aún hay algo que es peor.

Como he dicho arriba, diarios como “Público” aprovechan para poner a todos en el mismo nivel de vivencia de lo religioso. Por ejemplo, escriben, sin solución de continuidad, del citado señor belga que achaca a la maldad del hombre el castigo de Dios, a los católicos que celebraban el Sacramento de la Eucaristía en las celebraciones de primera comunión y, ya por acabar de liarla, de los mormones que, al parecer, son legión en aquella zona de España.

Pues bien, si es que, acaso, alguien ha tratado de aprovecharse de los terremotos acaecidos en Lorca no puede decirse que sea el catolicismo, del que se dice que el sacerdote “pedía resignación” ignorando aquello dicho por San Josemaría y que no es otra cosa que “No te resignes con la Cruz. Resignación es palabra poco generosa” (Santo Rosario, Cuarto misterio doloroso, la Cruz a cuestas) y porque resignación es palabra poco cristiana o, al menos, debería ser poco católica porque supone una falta de acción y de entrega muy peligrosa para el hijo de Dios. Por eso digo que no se puede decir que todos son lo mismo porque no todos son lo mismo y, en este caso, no todas las “confesiones” hacen uso del mal causado para beneficiarse.

Abundando en lo de arriba, cuando el sacerdote dice que En medio de todos los problemas, el Señor está ahí, abrirá camino, aún no sabemos cuál” no se puede estar refiriendo al hecho de hacer como si nada o resignarse sin más sino a tener confianza en la Providencia de Dios. Eso sí se entiende mejor.

Por esto está mal que quien ignora lo profundo que hay en lo religioso trate de escarbar en la superficie de lo que ignora para hacer ver (eso quieren) que, al fin y al cabo, que “Los creyentes tienen una ventaja, pueden acudir a la versión que más les conforte” (la de un “dios” justiciero o la del “dios” de la resignación). Así lo dicen y escriben y, claro, siempre lo hacen de Dios en minúscula (dios) porque ni les interesa para nada la fe y para nada buscan la verdad sino, en todo caso, hacer daño con sus insinuaciones malsanas y alejadas de la realidad espiritual.

Al fin y al cabo, y de todas formas, es difícil sacar de donde no hay.

Eleuterio Fernández Guzmán