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Servicio diario - 18 de mayo de 2011

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Santa Sede

El Papa pide a todos los católicos que recen por la Iglesia en China

Benedicto XVI: “que no falte entre nosotros un germen de bien”

Colombia: el Papa nombra arzobispo de Cali a monseñor Monsalve

Mundo

Cardenal Turkson: hay que crear una red mundial de doctrina social

Abusos a menores: ni celibato ni homosexualidad, según informe

El amigo de Juan Pablo II, el cardenal Stanislaw Nagy

La visita del cardenal Sarah a Japón, fuente de “gran aliento”

Análisis

Zurich vota a favor del suicidio asistido

Reportaje

España: ¿Está disminuyendo el respeto a la libertad religiosa?

Entrevistas

Cardenal Sarah: “Cáritas realiza un trabajo admirable”

Audiencia del miércoles

Benedicto XVI: La oración según el Patriarca Abraham

Invitación del Papa a rezar por China


Santa Sede


El Papa pide a todos los católicos que recen por la Iglesia en China
Para que “supere la tentación de un camino independiente de Pedro”
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 18 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI invitó hoy a toda la Iglesia a rezar por los católicos chinos, por la unidad y la reconciliación entre las comunidades oficial y clandestina.

Tras la catequesis hoy durante la Audiencia General, el Papa quiso hacer un llamamiento ante el día de oración por la Iglesia en China, que se celebrará el próximo martes 24 de mayo, fiesta de Nuestra Señora de Sheshan, cuyo santuario se venera en Shanghai.

“La Iglesia en China, sobre todo en este momento, necesita de la oración de la Iglesia universal”, afirmó el Papa, invitando “en primer lugar, a todos los católicos chinos a seguir y a intensificar su propia oración, sobre todo a María, Virgen fuerte”.

Pero también extendió su llamamiento “a todos los católicos del mundo”, para quienes rezar por la Iglesia que está en China “debe ser un compromiso: esos fieles tienen derecho a nuestra oración, tienen necesidad de nuestra oración”.

Recordando la eficacia de la oración de la primera comunidad cristiana por Pedro encarcelado, afirmó que “con la oración podemos obtener para la Iglesia en China que sea una, santa y católica, fiel y firme en la doctrina y en la disciplina eclesial”.

Comunión con Pedro

El Papa puso el acento en la cuestión de la falta de libertad de la Iglesia en China, y sobre todo aludió a la “tentación” de separarse del resto de la Iglesia universal.

“Los católicos chinos, como han dicho muchas veces, quieren la unidad con la Iglesia universal, con el Pastor supremo, con el Sucesor de Pedro”, afirmó el Pontífice.

Sin embargo, añadió, “sabemos que entre nuestros hermanos obispos hay algunos que sufren y están bajo presión en el ejercicio de su ministerio episcopal”.

“A ellos, a los sacerdotes y a todos los católicos que encuentran dificultades en la libre profesión de fe expresamos nuestra cercanía. Con nuestra oración podemos ayudarles a encontrar el camino para mantener viva la fe, fuerte la esperanza, ardiente la caridad hacia todos e íntegra la eclesiología que hemos heredado del Señor y de los Apóstoles y que se nos ha transmitido con fidelidad hasta nuestros días”.

Con la oración “podemos obtener que su deseo de estar en la Iglesia una y universal supere la tentación de un camino independiente de Pedro”, añadió el Papa.

Por último, invocó la intercesión de la Virgen María para que “ilumine a cuantos están en la duda, llame a los extraviados, consuele a los afligidos, refuerce a cuantos son atrapados por los cantos de sirena del oportunismo”.


 

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Benedicto XVI: “que no falte entre nosotros un germen de bien”
El Papa explica qué es la oración de intercesión
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 18 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- La oración de intercesión supone “sumergirse” en el abismo de la misericordia de Dios, que solo espera un germen de bien para perdonar y salvar al hombre.

El Papa Benedicto XVI comenzó hoy, en su catequesis de la Audiencia General, un recorrido por las grandes figuras bíblicas, para profundizar en el significado de la oración cristiana.

Comenzó hoy con la oración de intercesión, a través del conocido pasaje de la destrucción de Sodoma y Gomorra, en el capítulo 18 del Génesis, y la oración de Abraham tratando de salvar la ciudad.

Este pasaje bíblico, explicó el Papa, “narra que la maldad de los habitantes de Sodoma y Gomorra estaba llegando a su cima, tanto que era necesaria una intervención de Dios para realizar un gran acto de justicia y frenar el mal destruyendo aquellas ciudades”.

“Aquí interviene Abraham con su oración de intercesión. Dios decide revelarle lo que le va a suceder y le hace conocer la gravedad del mal y sus terribles consecuencias”.

Abraham afronta “enseguida el problema en toda su gravedad”, explicó el Papa, recordando el diálogo entre el Patriarca y Dios, en el que aquel pide que si encuentra cincuenta justos, no castigue a la ciudad.

Pero la petición de Abraham va mucho más allá de la justicia retributiva (no castigar a los justos igual que a los culpables), sino que es “mucho más seria y profunda”.

Abismo de misericordia

Abraham, subrayó el Papa, “no se limita a pedir la salvación para los inocentes. Abraham pide el perdón para toda la ciudad”.

Así, “pone en juego una nueva idea de justicia: no la que se limita a castigar a los culpables, como hacen los hombres, sino una justicia distinta, divina, que busca el bien y lo crea a través del perdón que transforma al pecador, lo convierte y lo salva”.

El Patriarca pedía a Dios “un acto de justicia 'superior', ofreciendo a los culpables una posibilidad de salvación”, una petición “que se basa en la certeza de que el Señor es misericordioso”.

“Abraham no pide a Dios una cosa contraria a su esencia, llama a la puerta del corazón de Dios conociendo su verdadera voluntad”, subrayó el Papa. “Es el perdón el que interrumpe la espiral de pecado, y Abraham, en su diálogo con Dios, apela exactamente a esto”.

Cuando el Señor acepta perdonar a la ciudad si encuentra cincuenta justos, “su oración de intercesión comienza a descender hacia los abismos de la misericordia divina. Abraham -como recordamos- hace disminuir progresivamente el número de los inocentes necesarios para la salvación: si no son cincuenta, podrían ser cuarenta y cinco, y así hacia abajo, hasta llegar a diez”.

“Cuanto más pequeño el número, más grande se revela y se manifiesta la misericordia de Dios, que escucha con paciencia la oración, la acoge y repite después de cada súplica: perdonaré... no la destruiré... no lo haré”.

A través de la intercesión, la oración a Dios por la salvación de los demás, “se manifiesta y se expresa el deseo de salvación que Dios tiene siempre hacia el hombre pecador”.

El mal “no puede ser aceptado, debe ser señalado y destruido a través del castigo: la destrucción de Sodoma tenía esta intención. Pero el Señor no quiere la muerte del malvado, sino que se convierta y que viva”, subrayó el Papa. “Su deseo es perdonar siempre, salvar, dar la vida, transformar el mal en bien”.

Un Justo

Posteriormente, explicó el Papa, “la misericordia de Dios en la historia de su pueblo se amplía más tarde. Si para salvar Sodoma eran necesarios diez justos, el profeta Jeremías dirá, en nombre del Omnipotente, que basta sólo un justo para salvar Jerusalén”.

“El número ha bajado aún más, la bondad de Dios se muestra aún más grande. -y ni siquiera esto basta, la sobreabundante misericordia de Dios no encuentra la respuesta del bien que busca, y Jerusalén cae bajo asedio de los enemigos”.

Por ello, explicó. “será necesario que Dios se convierta en ese justo. Y este es el misterio de la Encarnación: para garantizar un justo, Él mismo se hace hombre. El justo estará siempre porque es Él: es necesario que Dios mismo se convierta en ese justo”.

“El infinito y sorprendente amor divino será manifestado en su plenitud cuando el Hijo de Dios se hace hombre, el Justo definitivo, el perfecto Inocente, que llevará la salvación al mundo entero muriendo en la cruz, perdonando e intercediendo por quienes no saben lo que hacen”.

Intercesión hoy

Por qué motivo Abraham se detuvo en diez, no lo dice el texto, añadió el Papa, aunque “se trata de un número exiguo, una pequeña parcela del bien para salvar a un gran mal. Pero ni siquiera diez justos se encontraban en Sodoma y Gomorra, y las ciudades fueron destruidas”.

El Señor “estaba dispuesto a perdonar, deseaba hacerlo, pero las ciudades estaban encerradas en un mal total y paralizante, sin tener unos pocos inocentes desde donde comenzar a transformar el mal en bien”.

Dios “quiere salvar al hombre liberándolo del pecado”, explicó, “pero es necesaria una transformación desde el interior, una pizca de bien, un comienzo desde donde partir para cambiar el mal en bien, el odio en amor, la venganza en perdón”.

Esta, añadió, es “una palabra dirigida también a nosotros: que en nuestras ciudades haya un germen de bien, que hagamos lo necesario para que no sean sólo diez justos, para conseguir realmente, hacer vivir y sobrevivir a nuestras ciudades y para salvarlas de esta amargura interior que es la ausencia de Dios”.

Estas palabras del Papa recuerdan su mensaje, justo hace un año (17 de mayo de 2010), al segundo Kirchentag ecuménico de Munich (ver www.zenit.org/article-35386?l=spanish).

“Abraham, en su apasionada disputa con Dios para salvar a la ciudad de Sodoma obtuvo del Señor del Universo la seguridad de que si hay diez justos no destruirá la ciudad. ¡Gracias a Dios, en nuestras ciudades hay mucho más de diez justos!”, afirmaba en esa ocasión.

“Si hoy estamos un poco atentos, si no percibimos sólo la oscuridad, sino también lo que es claro y bueno en nuestro tiempo, vemos como la fe hace a los hombres puros y generosos y les educa en el amor. De nuevo: La cizaña existe también dentro de la Iglesia y entre aquellos que Dios ha acogido a su servicio de modo particular. Pero la luz de Dios no ha declinado, el grano bueno no ha sido sofocado por la siembra del mal”.

También habló de ello en su discurso en el Santuario de Fátima, el 13 de mayo del año pasado (ver www.zenit.org/article-35342?l=spanish), en referencia a la misión de la Iglesia de ser “esos justos” que consiguen la misericordia de Dios para el mundo”.

“El hombre pudo desencadenar un ciclo de muerte y de terror, pero no consigue interrumpirlo... En la Sagrada Escritura aparece con frecuencia que Dios está a la búsqueda de justos para salvar la ciudad de los hombres, y lo mismo hace aquí, en Fátima”,decía el Papa ante medio millón de peregrinos.

[Por Inma Álvarez]

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Colombia: el Papa nombra arzobispo de Cali a monseñor Monsalve
Sustituye al arzobispo Sarasti Jaramillo
CIUDAD DEL VATICANO/SANTIAGO DE CALI, miércoles 18 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- Benedicto XVI aceptó la renuncia al gobierno pastoral de la arquidiócesis colombiana de Cali presentada por monseñor Juan Francisco Sarasti Jaramillo, por razones de salud.

Le sucede monseñor Darío de Jesús Monsalve Mejía, desde hace casi un año arzobispo coadjutor de esa misma arquidiócesis metropolitana, informó este miércoles la Oficina de Información de la Santa Sede.

La “grandeza de alma”, “sencillez de corazón”, “agudeza intelectual”, “envidiable fortaleza”, “asiduidad ministerial” y “alegría y buen humor” de monseñor Sarasti han sido destacadas por el arzobispo que le sucede en un escrito que aparece en la web de la arquidiócesis.

“Solo un espíritu superior, místicamente fortalecido por la gracia divina, transforma las limitaciones físicas, impuestas por la enfermedad, en capacidades para escribir, trabajar intelectualmente y acompañar con afán y paciencia de pastor,  de confesor y consejero, a sacerdotes, religiosos y feligresía”, considera monseñor Monsalve Mejía.

Y añade: “Nuestro arzobispo emérito de Cali nos deja el signo claro y evidente de la madurez cristiana y sacerdotal, que integra profundamente el sufrimiento del ministerio pastoral, sin agresividades ni resentimientos”.

Monseñor Sarasti Jaramillo, octavo prelado de la centenaria arquidiócesis colombiana, sucedió a monseñor Isaías Duarte Cancino, el arzobispo que criticó duramente a los grupos armados ilegales y a los narcotraficantes y fue asesinado por guerrilleros en marzo de 2002 en Cali.

El nuevo arzobispo de Cali, monseñor Monsalve Mejía,. nació en la población de Valparaíso, en Antioquía el 15 de marzo de 1948.

Estudió en los seminarios de Jericó y Bogotá y fue ordenado sacerdote en 1976. Entre 1986 y 1989 se especializó en Teología Bíblica en la Universidad Pontificia Gregoriana.

En Colombia, ha sido profesor del seminario menor, delegado diocesano para la pastoral juvenil y vocacional, párroco en diversas parroquias, responsable de la oficina para la pastoral de los laicos de la Conferencia Episcopal, profesor y rector del seminario mayor de Jericó.

Antes del nombramiento para esta diócesis situada al suroeste de Colombia, fue nombrado obispo auxiliar de Medellín en 1998 y obispo de Málaga - Soatá en 2001.

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Mundo


Cardenal Turkson: hay que crear una red mundial de doctrina social
Concluyó hoy el congreso sobre la “Mater et Magistra”
ROMA, miércoles 18 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- Concluyó hoy la conferencia de tres días titulada “Justicia y globalización, de la Mater et Magistra a la Caritas in Veritate” que se realizó del 16 al 18 de mayo, con un llamamiento del cardenal Peter K.A. Turkson presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz para que se forme una red en los diversos continentes para trabajar en favor de la doctrina social de la Iglesia.

El congreso, organizado por el Pontificio Consejo Justicia y Paz en ocasión de los 50 años de la encíclica Mater et Magistra, reunió a casi 250 participantes provenientes de los más diversos países.

“Hay conciencia sobre estos temas --indicó su eminencia-- y fueron creados otras comisiones en la misma línea de Justicia y Paz”. Por ello invitó a los representantes de asociaciones, ong, institutos y a los presentes a intercambiarse su correo electrónico, a conectarse y a intercambiar experiencias. 

“Todos vosotros aportáis vuestra experiencia a la doctrina social, enviad vuestros documentos de manera que seáis operadores. Os incito a rezar. Vosotros encontrareis retos. Vosotros sois instrumentos de evangelización social”.

El cardenal explico a ZENIT como un evento de este tipo “sobre todo nos refuerza los unos a los otros sabiendo que no se trabaja estando solos y que hay muchos más que están operando”.

Y precisó que se trata de “pequeñas iniciativas particulares que quizás no cambiarán al mundo en un día, pero son como pequeñas estrellas en el universo”. Y recodó el proverbio inglés que dice “en vez de maldecir las oscuridad es mejor encender una vela”.

Entonces prosiguió, “estas son tantas velas, iniciativas hechas en diversos lugares pero que de todos modos logran poco a poco a mejorar la vida de la gente”.

“Lo que nadie había pensado --añadió su eminencia—es que viendo que cada uno traía su “cesta de pan”, esto nos refuerza, nos da coraje y hace que uno aprenda del otro”.

Además “se demuestra que estas enseñanzas de la doctrina social son factibles, como la misma fe cristiana. Existen dificultades pero es factible”.

¿Es suficiente por lo tanto la doctrina social de la Iglesia? Para el purpurado las encíclicas traen más de un mensaje: “Hay tantos aspectos y problemáticas sociales. Por ejemplo nosotros hemos hecho de reciente un estudio sobre el nuevo orden económico mundial. Ésto no le interesará a la gente en un pueblo, pero hace parte también del mensaje de la doctrina social de la Iglesia. Hay por lo tanto quien piensa a asuntos políticos; quien a la economía; otro a la seguridad alimentaria. Uno piensa cómo darle trabajo a esta gente, por ejemplo en Zambia; otro a los cambios climáticos, y quien al sistema monetario”.

Además de la variedad de aplicaciones que nacen de la doctrina social de la Iglesia, el cardenal Turkson indicó: “Queremos que tantas cosas cambien y aquí en el congreso algunos aprendieron algo de los otros. Y el mayor cambio es que se parte desde aquí sabiendo que no estamos solos al hacer camino. Este es el gran mensaje que hemos podido dar a estos operadores de la doctrina social de la Iglesia: no soy solamente yo aquí quien enciende una vela, aunque no logre ver aquellas que están del otro lado del mundo”.

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Abusos a menores: ni celibato ni homosexualidad, según informe
Arzobispo de Nueva York publica el resultado de una investigación
NUEVA YORK, miércoles 18 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- Monseñor Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York y presidente la Conferencia Episcopal de Obispos Católicos de Estados Unidos, ha hecho público hoy el resultado de una investigación sobre los casos de abusos sexuales por parte de miembros del clero entre 1950 y 2010.

Se trata de una investigación, precisó monseñor Dolan en un comunicado, que fue encargada al John Jay College of Criminal Justice, una agencia profesional de investigación externa a la Iglesia.

El estudio Causas y Contexto del Abuso Sexual de Menores por sacerdotes Católicos, 1950-2010, realizado por un equipo de investigadores de John Jay College fue presentado hoy en Washington a Diane Knight, CMSW, presidenta del Comité Nacional de Revisión (National Review Board), un grupo compuesto por de católicos laicos que supervisó el proyecto, y al monseñor Blase Cupich, obispo de Spokane ypresidente del Comité de Obispos para la Protección de Niños y Jóvenes de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos.

Este informe pone de manifiesto, explicó el prelado, que la gran mayoría de abusos sexuales perpetrados por miembros del clero tuvieron lugar entre los años 60 y 80, y que la incidencia de los abusos en la Iglesia se ha reducido significativamente desde 1985.

“Esto – aclaró – no minimiza el daño hecho a las víctimas de los abusos, y de nuevo ofrezco una disculpa a quien haya sido herido por un sacerdote o cualquier persona actuando en nombre de la Iglesia, fuera cuando fuera”.

Además, otra de las conclusiones del estudio es que no hay una única causa que haya llevado a estos casos: “Ni el celibato, como unos sugerían, ni la homosexualidad, como decían otros, han sido hallados como razón por la que una persona abusara sexualmente de un menor”.

Al contrario, las causas estarían relacionadas más bien con vulnerabilidades concretas de los sacerdotes, junto con situaciones y oportunidades”.

Monseñor Dolan reiteró que en la archidiócesis de Nueva York “se han dado muchos pasos para combatir este mal”, sobre todo “proveyendo de ambientes seguros para los niños”.

74.000 adultos han sido preparados para este tipo de ambientes y otros 82.000 han sido examinados, con 170.000 niños entrenados cada año. “Además, nuestro programa de formación en el seminario provee exámenes rigurosos, y un desarrollo humano y emocional más intenso y comprehensivo, para preparar mejor a los futuros sacerdotes”.

También se han establecido códigos de conducta, tanto para sacerdotes como para laicos, para aclarar qué conducta es apropiada y cual no en el trabajo con niños.

Monseñor Dolan explicó también el procedimiento seguido por la archidiócesis ante una denuncia de abuso: el primer paso, explicó, es “animar al demandante a que informe inmediatamente a las autoridades civiles”.

“Si la archidiócesis tiene razones para creer que ha habido un abuso, contacta inmediatamente con las autoridades civiles”, cooperando con ellas para esclarecer los hechos.

Además, existe un Comité laico independiente, formado por jueces, abogados, psiquiatras, trabajadores sociales, padres, profesores y expertos en trato a víctimas de abuso, que revisa las alegaciones tras el proceso civil.

Si un sacerdote es hallado culpable de un solo caso de abusos a menores, nunca se le permite volver a ejercer el ministerio.

Ante la publicación de la carta circular a las Conferencias Episcopales de todo el mundo, monseñor Dolan mostró su esperanza de que “la experiencia de Estados Unidos, como ilustra este estudio, sirva como modelo, no sólo para la Iglesia en otros países, sino para toda la sociedad, que está aprendiendo aún cómo afrontar el horrible problema del abuso”.

Formación humana

El estudio del John Jay College revela un dato importante, y es que la formación humana en la educación de los sacerdotes en el seminario, tiene relación directa con la continuación de un bajo nivel de abuso sexual de niños por parte de sacerdotes católicos.

Así lo afirmó hoy una de las autoras del informe John Jay, la doctora Karen Terry, quien aseguró que “incremento en la frecuencia de las incidencias de abuso en las décadas de los ‘60 y ‘70 es consistente con los patrones de conducta desviada en la sociedad del momento.”

También afirmó que “las influencias sociales se cruzaron con vulnerabilidades de sacerdotes individuales cuya preparación a una vida de celibato era inadecuada en aquel tiempo”.

El estudio destaca también que ni el celibato ni la homosexualidad son causas del abuso y que los datos recogidos en el historial de pruebas psicológicas, psicosexuales, de desarrollo, inteligencia y experiencia en el sacerdocio “no permitían distinguir a candidatos al sacerdocio que más tarde cometieron abusos de otros que no lo hicieron”.

Revela también que la respuesta inicial de los obispos a mediados de los años 80 a las denuncias de abuso estuvo concentrada en buscar ayuda para el sacerdote-abusador, y que sólo a mediados de los 90 comenzó a ponerse en marcha un plan de respuesta a las víctimas y a los daños causados por el abuso sexual.

Sin embargo, la disminución de la incidencia de casos de abuso sexual por parte de miembros del clero fue más rápida que en la sociedad en general.

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El amigo de Juan Pablo II, el cardenal Stanislaw Nagy
 
Por Chiara Santomiero

ROMA, miércoles 18 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- La primera vez, siendo profesores jóvenes, que compartían el compartimiento de una vagón del tren que va desde Lublín a Cracovia; la última cena en el apartamento del Papa, el 21 de enero de 2005; el día antes de que fuese ingresado por última vez en el “Vaticano III” como él llamaba al Policlínico Gemelli. Son treinta años de amistad y de apasionadas discusiones teológicas y sobre la Iglesia, a menudo con los esquís en los pies, durante excursiones en la naturaleza y en la nieve. Los recuerdos se amontonan en la memoria del cardenal Stanislaw Nagy, nacido en 1921, al que Juan Pablo II nombró cardenal sin antes ser obispo, como reconocimiento de sus estudios sobre eclesiología.

No estaba en la plaza de San Pedro el día de la beatificación de su amigo Karol, el pasado 1 de mayo, sino en Zakopane, la Cortina d’Ampezzo de los polacos, donde tantas veces esquiaron juntos. El cardenal Nagy celebró, en el Santuario de la Virgen de Fátima, casi en el mismo momento en el que se celebraba la misa de Benedicto XVI en Roma, una liturgia de acción de gracias en la que consagró el primer altar de Polonia dedicado a Juan Pablo II.

Tampoco estaba en Roma, cuando Wojtyla inició su pontificado el 22 de octubre de 1978. El Papa le llamó la atención por esto, con la leve ironía que lo caracterizaba: “me maravillé mucho -cuenta Nagy- cuando uno de los sacerdotes polacos que había estado presente en la inauguración del pontificado me entregó una carta del nuevo electo. Estaba escrito: '¿Qué tipo de teólogo es uno que estudia al Papa y su papel en la Iglesia y no viene a verlo?'”.

No obstante el contacto como compañeros de universidad y más tarde cuando Wojtyla era arzobispo de Cracovia y lo llamaba para que le aconsejara en cuestiones de naturaleza teológica y para preparar los Sínodos diocesanos, “no me consideraba su amigo -afirma Nagy- tanta era la distancia que me parecía que nos separase”.

“Lo consideraba un hombre muy inteligente -prosigue Nagy-, de capacidades excepcionales, marcado por una alto sentido de moralidad. No me creía capaz de alcanzarlo, porque estaba más alto que yo”.

En el Vaticano, Wojtyla ya era conocido y estimado: “Pablo VI -cuenta Nagy- lo conocía y lo quería, lo llamó para predicar los ejercicios espirituales de la Cuaresma de 1976 para el Pontífice y la Curia Romana”. “La muerte de Juan Pablo I -recuerda Nagy, rememorando los sucesos que llevaron a la elección de Wojtyla- fue un golpe para él: se podía percibir que una inquietud lo atravesó. Los polacos eran conscientes de su valor, incluso a los ojos de los demás cardenales pero nadie, ni siquiera el cardenal Stefan Wyszyński, primado de Polonia, pensaba que Wojtyla podría convertirse en Papa, afirmando su posición sobre un candidato italiano”.

“Yo -recuerda el anciano cardenal- me enteré de su elección por Europa Libre, la radio clandestina, que estaba más sorprendida que yo. Estaba en Lublín y hubo, entre los estudiantes, una gran explosión de alegría: en ese momento me di cuenta de que el Wojtyla que yo conocía se convertía en otra persona”.

Pero el futuro cardenal Nagy estaba destinado a equivocarse, Wojtyla lo invitó a Roma para la consagración del nuevo arzobispo de Cracovia, el cardenal Franciszek Macharski. “mientras bajaba de la escalera del avión -relata Nagy- se me acercó un hombre y me dijo que estaba invitado a cenar con el Papa y después me acompañó hasta él. Vi por primera vez a Wojtyla vestido de blanco”.

“Era igual que antes -cuenta Nagy- sencillo, abierto, cordial, como el hermano que había pasado tantas horas conmigo en la montaña hablando de cualquier tema, y al mismo tiempo, estaba lleno de una majestad: emanaba de él una aura de seriedad y santidad”.

“Es una de las preguntas que me planteo continuamente -afirma Nagy-: ¿en qué momento me di cuenta de que estaba tratando con un candidato a los altares?”. “Creo -continúa- que el primer indicio fue la intensidad de su oración”.

En la montaña, “había conocido su naturaleza sencilla y abierta pero al mismo tiempo veía como trataba siempre de retirarse para rezar: ya entonces era un místico. Esta impresión se fortaleció en los sucesivos 26 años de pontificado”. “Cuando se acercaba al altar -afirma Nagy que pudo concelebrar con el Papa muchas veces en el Vaticano y en la residencia estiva de Castel Gandolfo- parecía que pertenecía a otro mundo y cuando ya era anciano y sufría, esta transfiguración era todavía más evidente”.

Otro signo que enseñaba su santidad era, también, “el modo de soportar el sufrimiento con infinita paciencia, de manera que no interrumpiese su trabajo”.

“No estuve presente en su muerte -prosigue Nagy- pero algunos días después, pude hablar con testigos directos que me contaron como fueron los últimos momentos y cuales fueron sus últimas palabras 'Dejadme irme al Padre'”. “Representa el sello de una vida -concluye convencido el cardenal- porque toda su vida la vivió en el encuentro con Dios”.

[Traducción del italiano por Carmen Álvarez]

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La visita del cardenal Sarah a Japón, fuente de “gran aliento”
 
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 18 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- La visita del cardenal Robert Sarah, Presidente del Consejo Pontificio “Cor Unum”, a las zonas de Japón más golpeadas por el terremoto y el tsunami del pasado marzo, ha sido “fuente de “gran aliento para la Iglesia y para el país”.

Así lo ha declarado a la agencia vaticana Fides, el Nuncio Apostólico en el país asiático, el arzobispo Alberto Bottari de Castello, destacando que su presencia ha sido “una presencia amiga y fraterna, capaz de infundir gran aliento y de ofrecer una preciosa ayuda espiritual, además de material, a la Iglesia y a toda la nación”.

La opinión pública japonesa, indicó, “ha agradecido mucho este gesto de solidaridad y de cercanía, expresión de un deseo concreto del Santo Padre”.

“Es exactamente lo que los japoneses necesitan hoy, en esta fase de reconstrucción y de difícil recuperación, después del terremoto y el tsunami”, añadió.

En una nota vaticana difundida el pasado jueves, se afirmaba que el Papa “quería de este modo hacer sentir su cercanía, su oración y su ayuda”, y que el cardenal Sarah habría llevado “el abrazo de Benedicto XVI a todos los familiares de las víctimas, a los desplazados y a todos los voluntarios que sin descanso están trabajando en la reconstrucción”.

En la visita que duró desde el 13 al 16 de mayo, el purpurado, natural de Guinea, ha afirmado muchas veces que su visita era “expresión de la paternidad y del amor del Santo Padre”.

La visita

La primera etapa del viaje fue, el 14 de mayo, la diócesis de Saitama. “Significativa” “la celebración en el barco en el golfo de Matsushima, con la presencia de líderes religiosos budistas y de las autoridades civiles, para hacer un homenaje a las víctimas, lanzando flores al mar”, recuerda Fides.

Al alcalde de Matsushima, cuenta la “Radio Vaticana”, el cardenal Sarah le entregó una ayuda económica enviada por el Papa y fruto de regalos recibidos en la Nunciatura apostólica después de la catástrofe que golpeó Japón.

El domingo 15 de mayo, celebró la Santa Misa en la diócesis de Sendai, la más golpeada por la tragedia. En la celebración han participado algunos supervivientes que han perdido a sus familiares, a los que el cardenal expresó su cercanía y consuelo.

Al alcalde de Sendai el purpurado le entregó otro regalo del Papa.

Visitó, después, los lugares más afectados, caminando entre las ruinas y visitando un centro de acogida gestionado por la Cáritas japonesa, donde se acogen a 380 desplazados.

La visita, destaca Fides, ha representado “un momento de unidad y de participación solidaria y afectiva para toda la Iglesia japonesa”, ya que el cardenal participó en Tokyo en un encuentro con los obispos nipones, que “le agradecieron su presencia y la atención mostrada por el Santo Padre”.


 

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Análisis


Zurich vota a favor del suicidio asistido
Rechaza dos iniciativas populares para prohibir o limitar el suicidio asistido
ROMA, miércoles 18 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- No habrá, por tanto, ningún cambio respecto al suicidio asistido en el cantón suizo de Zurich, que acoge en la localidad de Forch, a la sede legal de la controvertida asociación Dignitas. En un referéndum local, que se celebró el pasado domingo 15 de abril, los “Stimmbürger” o “ciudadanos-electores” de la provincia germanófona, que cuenta con 1'2 millones de habitantes, es decir una sexta parte de la población total de la Confederación Helvética (más de 7'8 millones de habitantes, subdivididos en 26 cantones o semi-cantones), han decidido, de hecho, dejar las cosas como estaban y no realizar ninguna modificación.

El “pueblo soberano”, debía expresarse sobre dos iniciativas populares presentadas por otras tantas formación políticas, el Partido Evangélico Popular y la Unión Democrática Federal (un partido de inspiración católica). La primera consulta popular, que se titula significativamente “Stopp der Suizidhilfe” (Detener la ayuda al suicidio), pedía lanzar una iniciativa cantonal ante el parlamento federal de Berna para hacer punible ya el suicidio asistido como la instigación a esta praxis. Según la agencia ATS (Agencia Telegráfica Suiza), apenas el 15'52 de los votantes -es decir 43.165 ciudadanos- ha dicho “sí”. Ha sido muy contundente el porcentaje de los que han rechazado la propuesta: el 84'48% o 234.956 habitantes del cantón.

Un poco menos amplia, pero también muy elocuente, ha sido la proporción de ciudadanos que ha rechazado de nuevo la segunda iniciativa bautizada Nein zum Sterbetourismus im Kanton Zürich (No al turismo de la muerte en el cantón de Zurich), que pretendía frenar el suicidio asistido a los no residentes en Zurich, ya sea habitantes de otros cantones suizos como extranjeros. El 78'41 de los votantes ha dicho “no” a la propuesta, es decir 218.602 ciudadanos. Sin embargo poco más de un 5% del electorado del cantón (es decir el 21'59%) la ha aprobado, es decir 60.186 habitantes. Según las intenciones de los promotores de la segunda iniciativa, sólo las personas que han vivido al menos un año en el cantón, podrían acceder a los servicios de asociaciones como Dignitas.

El resultado ha sido acogido con satisfacción por parte de los partidarios del suicidio asistido, entre los que destacar a Bernhard Sutter. Según el vicepresidente de Exit -otra conocida asociación que ofrece “ayuda” al suicidio-, el resultado de este domingo representa una derrota para los “fundamentalistas religiosos y es una victoria para la autodeterminación. “ni el Estado ni la Iglesia tienen nada que decir en la hora de la muerte. El pueblo no quiere dejarse robar la posibilidad de decidir autónomamente sobre la muerte”, dijo Sutter a la ATS. Clara, y despreciativa, ha sido la reacción del fundador de Dignitas, Ludwig Minelli, que habló de la derrota de los Sektenbrüder und Betschwestern, es decir de “los hermanos sectarios e intolerantes” (Tagesanzeiger, 15 de mayo).

Mientras que la participación en la consulta popular -el electorado debía opinar sobre un total de diez cuestiones- ha sido de un 33'6%, el rechazo de la doble iniciativa popular relacionada con la eutanasia activa indirecta confirma por tanto, la orientación liberal o “tolerante” aprobado por los mismos habitantes de Zurich hace ya 34 años. Y esta vez -observan los medios de comunicación suizos- no ha existido ni siquiera la tradicional diferencia urbana-rural o Stadt-Land-Gefälle: de hecho en ningún pueblo del cantón se han aprobado las dos propuestas sobre el suicidio asistido.

Desilusionado se mostraba, sin embargo, Hans Peter Häring, consejero cantonal de la Unión Democrática Federal, sobre todo por el hecho de que ni siquiera en las zonas tradicionalmente más creyentes, los “valores de la Biblia y de la Palabra de Dios”, han producido una mayoría” (Tagesanzeiger, idem).

Todos los analistas están de acuerdo en que el voto del domingo es un mensaje claro y contundente para las autoridades federales y en particular para la ministra o “consejera” federal Simonetta Sommaruga. En la dirección del Departamento Federal de Justicia y Policía desde el pasado 1 de noviembre, la consejera socialista del Ticino, prometió, de hecho, presentar, antes del verano, una nueva propuesta legislativa para regular dicha práctica y combatir los abusos.

Suiza admite el suicidio asistido con la condición -como establece el artículo 115 del Código Penal de la Confederación- de que la práctica no esté vinculada a “motivos egoístas”. Según los opositores al suicidio asistido, este es, quizás, el caso de la asociación Dignitas, cuyo fundador y director -Ludwig Minelli- se ha hecho “millonario” en una década. Como cuenta el Telegraph (24 de junio de 2010), su patrimonio personal supera los 1'2 millones de libras e incluye, por ejemplo, una lujosa villa. Mientras Minelli se defiende diciendo que se trata de una herencia recibida de su madre, permanece, sin embargo, el hecho de que el precio de un suicidio asistido “sencillo” en una “clínica” de Dignitas ha aumentado muchísimo estos últimos años: de 1.800 libras en 2005 a 4.500 libras en 2010. Un suicidio “todo incluido” (por ejemplo se incluyen los gastos funerarios y médicos) costaba el año pasado al menos 7.000 libras.

Otro punto problemático es la eliminación de las urnas funerarias de las personas difuntas en el establecimiento de Dignitas. Causó gran indignación el años pasado, el descubrimiento de una gran cantidad de urnas en el lago de Zurich, cerca de Küssnacht, con el logotipo del crematorio de Nordheim, es decir el que usa la asociación de Ludwig Minelli. Aunque la fiscalía de Zurich decidió, el pasado julio, archivar la causa por falta de pruebas, hay una fuerte sospecha de que haya sido la misma Dignitas quien haya tirado las urnas en el lago, que es una reserva de agua. Antes del descubrimiento, una ex-colaboradora de Dignitas, Soraya Wernli, había acusado de hecho, a la asociación de haber lanzado los restos de casi 300 “clientes” en el lago de Zurich (Times Online, 25 de octubre de 2008).

Otro episodio desconcertante lanzó sombras oscuras sobre el “modus operandi” de Dignitas. En noviembre de 2007 la asociación ayudó a morir a dos ciudadanos alemanes en un coche parado en una parking de la localidad de Maur, sobre el Greifensee, al sureste de Zurich.

El resultado del referéndum de este domingo significa, por tanto, que los extranjeros podrán continuar llamando a la puerta de Dignitas (Exit no acepta candidatos suicidas extranjeros). De los datos provistas por la asociación emerge que hasta finales de 2010 han acompañado a la muerte hasta 1.138 personas, en su mayoría extranjeros, sobre todo alemanes, británicos y franceses.

En la cuestión sobre el suicidio asistido se tiende a olvidar un elemento: como en el caso de la pena de muerte, también en el suicidio asistido el riesgo de un “error” está siempre detrás de la esquina. Basta muchas veces un buen médico de familia para reconducir a un paciente considerado “terminal” en el camino de la mejoría. Lo demuestra al menos el ejemplo de Andrew Barnes, de Topsham, un suburbio de Exeter en Cornualles. Como cuenta el Exmouth Journal (13 de mayo), el que detuvo “in extremis” el viaje de sólo ida a Suiza de Barnes, de cincuenta y cinco años de edad, al que el especialista le había dado sólo tres meses de vida, fue el médico de cabecera, que le sugirió que dejase de beber y siguiera una cura para la falta de potasio. Barnes siguió estos consejos y hoy está mucho mejor, aunque no reniega del suicidio asistido.

Por Paul De Maeyer, traducción del italiano por Carmen Álvarez

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Reportaje


España: ¿Está disminuyendo el respeto a la libertad religiosa?
153 violaciones de la libertad religiosa en España, ante la ONU
MADRID, miércoles 18 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- Diversas personalidades y entidades están llevando a cabo actuaciones para mostrar las vulneraciones a la libertad religiosa que se están produciendo últimamente en España y garantizar este derecho reconocido en el artículo 16 de la Constitución.

En el ámbito jurídico, varias entidades están presentando querellas y combatiendo la impunidad de los delitos contra el sentimiento religioso.

Una de ellas, la Asociación Estatal de Abogados Cristianos (AEAC), ha denunciado ante la ONU 153 violaciones de la libertad religiosa registradas en España desde el año 2004.

La presidenta de esta asociación, Polonia Castellanos, presentó un informe con datos sobre ataques a la libertad religiosa, este lunes 16 de mayo en la División de procedimientos especiales de la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Ginebra.

La AEAC se ha lanzado a denunciar nada más y nada menos que al Gobierno liderado por José Luis Rodríguez Zapatero por las “violaciones reiteradas, persistentes y manifiestas de los derechos humanos relacionados con la libertad de religión o de creencias en España”.

Violaciones

Entre ellas, muchas de las cuales están extraídas del Observatorio Antidifamación Religiosa, figuran diversos ataques a sacerdotes, como los del 28 de febrero de 2007 en Toledo, y a imágenes e iglesias católicas, como los de iglesia de Santa Catalina Mártir de Majadahonda.

Se hace eco de acciones como el cierre al culto de la basílica del Valle de los Caídos por parte del Gobierno el 6 de abril de 2010, las agresiones laicistas en varias capillas universitarias, la llamada “procesión atea” prohibida el pasado Jueves Santo en Madrid, y el apedreamiento del escaparate de una librería de la capital española donde se exhibían varios libros de Juan Pablo II el pasado 9 de mayo.

El informe recoge numerosas exposiciones y espectáculos como Me cago en D..., Cómo cocinar un Cristo y un ciclo de cine sobre la homosexualidad organizado por la Diputación de Granada en noviembre de 2007.

Incluye insultos y amenazas a obispos proferidas públicamente por algunos colectivos y entidades, como la invitación a quemar la Conferencia Episcopal coreada en una manifestación a favor del aborto el 28 de septiembre de 2009, en una marcha del orgullo gay el 5 de julio de 2008 y en una concentración ante juzgados de Madrid en febrero de 2008.

Y cita también declaraciones ofensivas de representantes del Gobierno, políticos y altos cargos, como la del excomisionado para el apoyo a las víctimas del terrorismo Gregorio Peces-Barba al afirmar que los católicos “sólo entienden del palo” y, unos años antes, que “la Iglesia católica es manipuladora y dañina”.

Sanciones

La asociación ha pedido a la ONU que investigue los hechos y sancione al Gobierno español en caso de responsabilidad probada.

Según la AEAC, si España no toma medidas contra la “creciente oleada de ataques laicistas o antireligiosos”, podría ver comprometido su voto en la Comisión de Derechos Humanos, medida que los denunciantes han solicitado.

Castellanos explicó hoy a ZENIT que la denuncia se interpuso según el procedimiento especial de conformidad con el relator especial sobre la libertad de religión o de creencias establecido por la Comisión de Derechos Humanos.

La Asociación de Abogados Cristianos es una asociación civil española de ámbito estatal con sede en Valladolid nacida en el año 2008 que promueve en el ámbito jurídico los valores inspirados en el cristianismo.

Entre sus fines se encuentra la defensa de la libertad religiosa y de todos lo ciudadanos que ven lesionados sus derechos y libertades por razón de su Fe.

Para ello, entre otras medidas, ofrece en su web (www.abogadoscristianos.es) un cuestionario a través del que cualquier persona puede denunciar delitos contra la libertad religiosa.

Preguntas en el Congreso

En el ámbito político, el Congreso de los Diputados admitió el pasado mes de abril una pregunta al Gobierno sobre la libertad religiosa en España en la actualidad, por parte del diputado Carlos Salvador Armendáriaz.

El parlamentario, de Unión del Pueblo Navarro y perteneciente al Grupo Mixto, solicitó que el ejecutivo español responda por escrito cuáles han sido las actuaciones del Gobierno para esclarecer los recientes actos ofensivos a la Iglesia católica y quienes profesan su fe.

Como ejemplo, Salvador citó “la profanación de varias capillas, daños provocados en determinadas iglesias o concentraciones beligerantes y ofensivas de creencias y sentimientos”.

También preguntó si el ejecutivo tiene conocimiento de que actos de este tipo se hayan producido o se puedan estar gestando contra otras confesiones religiosas con presencia en España.

Finalmente, el diputado pidió información sobre las actuaciones que el Gobierno ha llevado a cabo para esclarecer esos actos ofensivos y prevenir otros, a fin de “garantizar el respeto a la libertad religiosa reconocida por la Constitución española y que está siendo vulnerado con mayor virulencia cada día en nuestro país”.

Salvador todavía no ha recibido la respuesta del Gobierno. También formuló otras preguntas, no admitidas por la Mesa del Congreso por razones jurídicas, con las que pedía al ejecutivo una valoración de esos actos y preguntaba también “qué tipo de actos considera el Gobierno constituyen una ofensa al derecho de libertad religiosa”.

Para el diputado navarro, “lo grave es que un gobierno se muestre indiferente, que no deslegitime e incluso apoye como algo normal esas manifestaciones que se producen en contra de las convicciones de los demás”.

Nivel educativo y civismo

Sobre las posibles causas de los actos contrarios a los católicos, Salvador declaró a ZENIT que “es una realidad que la exigencia y el nivel educativo en España ha bajado mucho y yo me temo que esa disminución del nivel educativo afecta también al civismo”.

“Si no entendemos que la libertad de expresión de cada uno termina donde empieza la libertad de conciencia, de opinión y los valores de los demás, estaremos abonando un campo para que se produzcan estas expresiones en las que gentes malinterpretan el ejercicio de la libertad de expresión”, añadió.

Para el político, “también hay un componente de cobardía evidente porque saben quienes hacen esas manifestaciones que la respuesta de la gente de convicciones católicas va a ser pacífica”.

Hostilidad”

El mismo Benedicto XVI se refirió a la cuestión de la libertad religiosa en el discurso que entregó el pasado 16 de abril a la nueva embajadora de España ante la Santa Sede, María Jesús Figa.

Con motivo de la presentación de las cartas credenciales de la diplomática, el Papa señaló que en estos momentos “no faltan formas, a menudo sofisticadas, de hostilidad contra la fe, que se expresan a veces renegando de la historia y de los símbolos religiosos, en los que se reflejan la identidad y la cultura de la mayoría de los ciudadanos”.

Y destacó que la libertad religiosa no sólo se viola con la discriminación o la profanación, sino también con la denigración o la burla.

Benedicto XVI propuso una visión diferente de la religión, que considera una dimensión “inherente a la dignidad de la persona humana” y “un arma auténtica de la paz, porque puede cambiar y mejorar el mundo”.

Por Patricia Navas

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Entrevistas


Cardenal Sarah: “Cáritas realiza un trabajo admirable”
Entrevista con el enviado papal tras su viaje a Japón
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 18 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- El cardenal Robert Sarah, presidente del Consejo Pontificio “Cor Unum”, acaba de regresar de un viaje a Japón, donde ha visitado los lugares más afectados por el terremoto del 11 de marzo y ha llevado a las víctimas el consuelo y el cariño del Papa.

Oficialmente, en abril se hablaba de 13.802 muertos, 14.129 desaparecidos y 4.928 heridos. Son cifras que siguen pesando dos meses después del seísmo y del maremoto sucesivo que arrasaron zonas enteras del país y dañaron una central nuclear.

En esta visita a los lugares más devastados participaron también el nuncio apostólico el arzobispo Alberto Bottari de Castello, el presidente de la Conferencia Episcopal del Japón monseñor Leo Jun Ikenaga, S.J., y los obispos de las diócesis afectadas, además de los representantes de Caritas Japón y del subsecretario de Cor Unum, monseñor Segundo Tejado. Todos ellos intervinieron en una emocionante oferta floral en Shichigahama, uno de los lugares más dañados por el tsunami. Hemos entrevistado al cardenal para conocer sus impresiones y le hemos pedido que realice una primera valoración de los efectos de las ayudas.

- ¿Qué ha visto en Japón?

Cardenal Robert Sarah: Una devastación material sin precedentes unida a un gran espíritu de recuperación, de solidaridad, y a la búsqueda de una respuesta a esta catástrofe, que los cristianos sabemos que se encuentra en la Cruz de Nuestro Señor Jesús.

- ¿Cuál ha sido la razón de su visita?

Cardenal Robert Sarah: Llevar a las personas más afectadas, cristianos o no, el calor de la oración y del consuelo del Papa, y estudiar en primera persona qué más se puede hacer para aliviar las situaciones de emergencia.

- ¿Cuáles son los proyectos de solidaridad que se han desarrollado en estas semanas?

Cardenal Robert Sarah: El terremoto y el tsunami sucesivo han generado muerte, dolor y destrucción pero han provocado también otro tsunami de solidaridad entre los fieles, a través de las caritas diocesanas de todo el mundo. La Caritas Internationalis ha realizado un trabajo estupendo de coordinación de todos esos recursos. Eso ha permitido que Caritas Japón haya podido ofrecer en estas semanas alimentos, mantas y bienes de primera necesidad a más de 10.000 personas afectadas.

- ¿Qué es lo que más le ha impresionado en estos días?

Cardenal Robert Sarah: Es difícil de decir. Todo el viaje ha sido una experiencia impactante. En Sendai, por ejemplo, desde la ventanilla del coche veíamos una llanura gigantesca (antes zona de cultivo) con objetos muy variados desplazados varios kilómetros por el agua: motocicletas destrozadas, muebles rotos, trozos de columnas de alguna construcción, un frigorífico, un barco en mitad de un campo de arroz, casas derruidas…

- ¿La recuperación será lenta?

Cardenal Robert Sarah: Si. No será fácil. En la región cercana a la central nuclear de Fukujima, unos 800 pescadores han perdido su trabajo porque el agua se llevó las barcas y porque, aunque reciban ayudas estatales para conseguir otras, las radiaciones impiden que se pueda pescar durante todo un año. No es fácil para una región que vive de la pesca. Lo mismo sucede a los campesinos de esta zona: no podrán cultivar la tierra en los próximos 12 meses. Pablo, un pescador católico de Saitama, nos llevó a ver el lugar donde antes estaba su casa y donde solía fondear su barca: ahora no hay nada.

- ¿Cómo ha reaccionado la gente?

Cardenal Robert Sarah: Con una entereza y dignidad admirables, a pesar del dolor. Visitamos una parroquia muy dañada en la diócesis de Saitama, con el techo y las imágenes sagradas destrozados por el seísmo. Tuvimos un encuentro muy emocionante con los fieles, que ahora asisten a la Misa al aire libre con una fe extraordinaria. En Sendai, tras la celebración de la Eucaristía, otro emotivo encuentro con gente que había perdido todos sus bienes personales y les hice entrega de un rosario del Papa.

- ¿Tiene razón de ser el trabajo de Caritas en una sociedad donde los cristianos son menos del uno por ciento?

Cardenal Robert Sarah: Sin duda. En cada mujer que ha perdido seres queridos bajo esa ola, en cada hombre que ha visto caer su casa, en cada enfermo, seguiremos viendo a Cristo. Cristo nos animaba a verle en cada persona hambrienta, en cada persona que sufre. No sólo en algunos de ellos sino en todos, porque todos son hijos de Dios, aunque no lo sepan.

- ¿Bajo esa actitud no se esconde un tipo de proselitismo?

Cardenal Robert Sarah: El Papa explicó en su encíclica Deus Caritas est que “El amor es gratuito; no se practica para obtener otros objetivos. Pero esto no significa que la acción caritativa deba, por decirlo así, dejar de lado a Dios y a Cristo. Siempre está en juego todo el hombre. Con frecuencia, la raíz más profunda del sufrimiento es precisamente la ausencia de Dios” (n.31)”. Por tanto, el ejercicio de la caridad no tiene como finalidad inmediata la conversión de los no cristianos, pero que a la vez los cristianos no deben esconder la fe, los valores profundos que alimentan su caridad. Cada hombre es libre de practicar o no una religión determinada y de exponer las razones de ello; también los cristianos.

- En algunos contextos laicistas u hostiles al cristianismo, ¿no facilitaría el diálogo la separación entre el ejercicio de la caridad y la fe cristiana?

Cardenal Robert Sarah: Es lógico que si consuelo a un anciano budista en un hospital, u ofrezco curas medicas a una mujer musulmana durante una guerra ellos se pregunten por qué estoy allí. Obrar el bien con esperanza propaga los valores sobre los que se fundamenta esa acción generosa. A la vez, el voluntario se sorprenderá por la entereza humana y las virtudes de esas personas y eso le ayudará a apreciar sus creencias religiosas. Ayudar al prójimo es un bien profundamente humano que trasciende la diversidad religiosa y ayuda al diálogo.

- ¿Será éste uno de los temas de debate en la asamblea de Caritas Internationalis que tendrá lugar dentro de unos días en Roma?

Cardenal Robert Sarah: Parece que sí. Caritas Internationalis realiza un trabajo admirable de coordinación de ayudas en todo el mundo y es lógico que se interrogue sobre su identidad en contextos internacionales culturalmente tan diversos.

- ¿Se olvidará el terremoto de Japón como se ha olvidado el de Haití?

Cardenal Robert Sarah: Estamos haciendo lo posible para que no se olvide. Detrás de cada calamidad, de cada terremoto, hay cientos de miles de dramas personales. He prometido a las comunidades que hemos encontrado que no les abandonaremos. Ahora las llevamos en el corazón.

- ¿Qué papel juega el voluntariado en este tipo de catástrofes?

Cardenal Robert Sarah: Es maravilloso ver el trabajo heroico de muchos voluntarios porque su dedicación desinteresada al acompañar en el dolor o atender en las necesidades, es una muestra de la esperanza cristiana en el futuro. Para impulsar su formación Cor Unum organizará en Roma un congreso el 11 de noviembre, aprovechando que el 2011 es el año europeo del Voluntariado. Queremos que Haití y Japón sean los primeros lugares en beneficiarse de esta iniciativa.

- ¿No es mejor contar con personal especializado o dejar más espacio a los organismos estatales?

Cardenal Robert Sarah: No son aspectos incompatibles sino complementarios. Sin duda, la profesionalidad en el ejercicio de la caridad ayuda a afrontar los problemas materiales con mayor eficacia y a organizar de un modo adecuado la distribución de las ayudas. Pero no podemos olvidar que esos problemas tienen dimensiones personales y trascendentes que requieren también una medicina espiritual: la propuesta regeneradora de unos valores encarnados en personas que donan desinteresadamente su tiempo a los demás.

- ¿Por ejemplo?

Cardenal Robert Sarah: Caritas Japón gestiona en la zona de Sendai cuatro centros de acogida, gracias también a la generosidad de otras Caritas del mundo. En el centro de la parroquia de Ishinomaki, viven ahora unas 400 personas que cada mañana van a lo que queda de sus casas para arreglarlas, si es posible, o para recuperar poco a poco sus pertenencias. Regresan al centro para comer, dormir y tener un mínimo de vida familiar. Si no fuera por los centenares de voluntarios jóvenes que ayudan a los profesionales, sería imposible asistir material y espiritualmente a estas personas. Son voluntarios que provienen de todo el Japón, cristianos y no cristianos, muchos de ellos universitarios, que hacen turnos de 10 días.



 

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Audiencia del miércoles


Benedicto XVI: La oración según el Patriarca Abraham
Hoy en la Audiencia General
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 18 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- A continuación ofrecemos la catequesis que el Papa Benedicto XVI ha dirigido a los peregrinos y fieles provenientes de Italia y de todo el mundo, recibiéndolos en audiencia en la Plaza de San Pedro. Dicha catequesis forma parte del ya iniciado ciclo sobre la oración.

* * * * *

Queridos hermanos y hermanas,

en las dos últimas catequesis hemos reflexionado sobre la oración como fenómeno universal, que -incluso de distintas formas- está presente en las culturas de todas las épocas. Hoy, sin embargo, querría comenzar un recorrido bíblico sobre este tema, que nos conducirá a profundizar en el diálogo de alianza entre Dios y el hombre, que anima la historia de salvación, hasta su culmen, la palabra definitiva que es Jesucristo. Este camino nos hará detenernos en algunos textos importantes y figuras paradigmáticas del Antiguo y Nuevo Testamento. Será Abraham, el gran Patriarca, padre de todos los creyentes (cfr Rm 4,11-12.16-17), el que nos ofrece el primer ejemplo de oración, en el episodio de intercesión por la ciudad de Sodoma y Gomorra. Y quisiera invitaros a aprovechar el recorrido que haremos en las próximas catequesis para aprender a conocer mejor la Biblia, que espero que tengáis en vuestras casas, y, durante la semana, deteneros a leerla y meditarla en la oración, para conocer la maravillosa historia de la relación entre Dios y el hombre, entre el Dios que se comunica con nosotros y el hombre que responde, que reza.

El primer texto sobre el que vamos a reflexionar, se encuentra en el capítulo 18 del Libro del Génesis; se cuenta que la maldad de los habitantes de Sodoma y Gomorra estaba llegando a su cima, tanto que era necesaria una intervención de Dios para realizar un gran acto de justicia y frenar el mal destruyendo aquellas ciudades. Aquí interviene Abraham con su oración de intercesión. Dios decide revelarle lo que le va a suceder y le hace conocer la gravedad del mal y sus terribles consecuencias, porque Abraham es su elegido, elegido para construir un gran pueblo y hacer que todo el mundo alcance la bendición divina. La suya es una misión de salvación, que debe responder al pecado que ha invadido la realidad del hombre; a través de él, el Señor quiere llevar a la humanidad a la fe, a la obediencia, a la justicia. Y entonces, este amigo de Dios se abre a la realidad y a las necesidades del mundo, reza por los que están a punto de ser castigados y pide que sean salvados.

Abraham afronta enseguida el problema en toda su gravedad, y dice al Señor: “Entonces Abraham se le acercó y le dijo: «¿Así que vas a exterminar al justo junto con el culpable? Tal vez haya en la ciudad cincuenta justos. ¿Y tú vas a arrasar ese lugar, en vez de perdonarlo por amor a los cincuenta justos que hay en él? ¡Lejos de ti hacer semejante cosa! ¡Matar al justo juntamente con el culpable, haciendo que los dos corran la misma suerte! ¡Lejos de ti! ¿Acaso el Juez de toda la tierra no va a hacer justicia?” (vv. 23-25). Con estas palabras, con gran valentía, Abraham plantea a Dios la necesidad de evitar la justicia sumaria: si la ciudad es culpable, es justo condenar el crimen e infligir la pena, pero -afirma el gran Patriarca- sería injusto castigar de modo indiscriminado a todos los habitantes. Si en la ciudad hay inocentes, estos no pueden ser tratados como culpables. Dios, que es un juez justo, no puede actuar así, dice Abraham, justamente, a Dios.

Si leemos, más atentamente el texto, nos damos cuenta de que la petición de Abraham es todavía más seria y profunda, porque no se limita a pedir la salvación para los inocentes. Abraham pide el perdón para toda la ciudad y lo hace apelando a la justicia de Dios; dice, de hecho, al Señor: “Y tú vas a arrasar ese lugar, en vez de perdonarlo por amor a los cincuenta justos que hay en él?” (v. 24b). De esta manera pone en juego una nueva idea de justicia: no la que se limita a castigar a los culpables, como hacen los hombres, sino una justicia distinta, divina, que busca el bien y lo crea a través del perdón que transforma al pecador, lo convierte y lo salva. Con su oración, por tanto, Abraham no invoca una justicia meramente retributiva, sino una intervención de salvación que, teniendo en cuenta a los inocentes, libera de la culpa también a los impíos, perdonándoles. El pensamiento de Abraham, que parece casi paradójico, se podría resumir así: obviamente no se pueden tratar a los inocentes como a los culpables, esto sería injusto, es necesario, sin embargo, tratar a los culpables como a los inocentes, realizando un acto de justicia “superior”, ofreciéndoles una posibilidad de salvación, por que si los malhechores aceptan el perdón de Dios y confiesan su culpa, dejándose salvar, no continuarán haciendo el mal, se convertirán estos, también, en justos, sin necesitar nunca más ser castigados.

Es esta la petición de justicia que Abraham expresa en su intercesión, una petición que se basa en la certeza de que el Señor es misericordioso. Abraham no pide a Dios una cosa contraria a su esencia, llama a la puerta del corazón de Dios conociendo su verdadera voluntad. Ya que Sodoma es una gran ciudad, cincuenta justos parecen poca cosa, pero la justicia de Dios y su perdón ¿no son quizás la manifestación de la fuerza del bien, aunque si parece más pequeño y más débil que el mal? La destrucción de Sodoma debía frenar el mal presente en la ciudad, pero Abraham sabe que Dios tiene otro modos y medios para poner freno a la difusión del mal. Es el perdón el que interrumpe la espiral de pecado, y Abraham, en su diálogo con Dios, apela exactamente a esto. Y cuando el Señor acepta perdonar a la ciudad si encuentra cincuenta justos, su oración de intercesión comienza a descender hacia los abismos de la misericordia divina. Abraham -como recordamos- hace disminuir progresivamente el número de los inocentes necesarios para la salvación: si no son cincuenta, podrían ser cuarenta y cinco, y así hacia abajo, hasta llegar a diez, continuando con su súplica, que se hace audaz en las insistencia: “Quizá no sean más de cuarenta..treinta... veinte... diez” (cfr vv. 29, 30, 31, 32), y según es más pequeño el número, más grande se revela y se manifiesta la misericordia de Dios, que escucha con paciencia la oración, la acoge y repite después de cada súplica: “perdonaré... no la destruiré... no lo haré” (cfr vv. 26.28.29.30.31.32).

Así, por la intercesión de Abraham, Sodoma podrá ser salvada, si en ella se encuentran tan sólo diez inocentes. Esta es la potencia de la oración. Porque a través de la intercesión, la oración a Dios por la salvación de los demás, se manifiesta y se expresa el deseo de salvación que Dios tiene siempre hacia el hombre pecador. El mal, de hecho, no puede ser aceptado, debe ser señalado y destruido a través del castigo: la destrucción de Sodoma tenía esta intención. Pero el Señor no quiere la muerte del malvado, sino que se convierta y que viva (cfr Ez 18,23; 33,11); su deseo es perdonar siempre, salvar, dar la vida, transformar el mal en bien. Si bien, precisamente es este deseo divino el que, en la oración se convierte en el deseo del hombre y se expresa a través de las palabras de intercesión. Con su súplica, Abraham está prestando su propia voz, pero también su propio corazón, a la voluntad divina: el deseo de Dios es misericordia, amor y voluntad de salvación, y este deseo de Dios ha encontrado en Abraham y en su oración la posibilidad de manifestarse en modo concreto en en la historia de los hombres, para estar presente donde hay necesidad de gracia. Con la voz de su oración, Abraham está dando voz al deseo de Dios, que no es el de destruir, sino el de salvar a Sodoma, dar vida al pecador convertido.

Y esto es lo que el Señor quiere, y su diálogo con Abraham es una prolongada e inequívoca manifestación de su amor misericordioso. La necesidad de encontrar hombres justos en la ciudad se vuelve cada vez más, en menos exigente y al final sólo bastan diez para salvar a la totalidad de la población. Por qué motivo Abraham se detuvo en diez, no lo dice el texto. Quizás es un número que indica un núcleo comunitario mínimo (todavía hoy, diez personas, constituyen el quorum necesario para la oración pública hebrea). De todas maneras, se trata de un número exiguo, una pequeña parcela del bien para salvar a un gran mal. Pero ni siquiera diez justos se encontraban en Sodoma y Gomorra, y las ciudades fueron destruidas. Una destrucción paradójicamente necesaria por la oración de intercesión de Abraham. Porque precisamente esa oración ha revelado la voluntad salvífica de Dios: el Señor estaba dispuesto a perdonar, deseaba hacerlo, pero las ciudades estaban encerradas en un mal total y paralizante, sin tener unos pocos inocentes desde donde comenzar a transformar el mal en bien.

Porque es este el camino de salvación que también Abraham pedía: ser salvados no quiere decir simplemente escapar del castigo, sino ser liberados del mal que nos habita. No es el castigo el que debe ser eliminado, sino el pecado, ese rechazo a Dios y del amor que lleva en sí el castigo. Dirá el profeta Jeremías al pueblo rebelde: “¡Que tu propia maldad te corrija y tus apostasías te sirvan de escarmiento! Reconoce, entonces, y mira qué cosa tan mala y amarga es abandonar al Señor, tu Dios” (Jer 2,19). Es de esta tristeza y amargura de donde el Señor quiere salvar al hombre liberándolo del pecado. Pero es necesaria una transformación desde el interior, una pizca de bien, un comienzo desde donde partir para cambiar el mal en bien, el odio en amor, la venganza en perdón. Por esto los justos tenían que estar dentro de la ciudad, y Abraham continuamente repite: “Quizás allí se encuentren...” “allí”: es dentro de la realidad enferma donde tiene que estar ese germen de bien que puede resanar y devolver la vida. Y una palabra dirigida también a nosotros: que en nuestras ciudades haya un germen de bien, que hagamos lo necesario para que no sean sólo diez justos, para conseguir realmente, hacer vivir y sobrevivir a nuestras ciudades y para salvarlas de esta amargura interior que es la ausencia de Dios. Y en la realidad enferma de Sodoma y Gomorra aquel germen de bien no estaba.

Pero la misericordia de Dios en la historia de su pueblo se amplía más tarde. Si para salvar Sodoma eran necesarios diez justos, el profeta Jeremías dirá, en nombre del Omnipotente, que basta sólo un justo para salvar Jerusalén: “Recorred las calles de Jerusalén, mirad e informaos bien; buscad por sus plazas a ver si encontráis un hombre, si hay alguien que practique el derecho, que busque la verdad y yo perdonaré a la ciudad” (Jer 5,1). El número ha bajado aún más, la bondad de Dios se muestra aún más grande. -y ni siquiera esto basta, la sobreabundante misericordia de Dios no encuentra la respuesta del bien que busca, y Jerusalén cae bajo asedio de los enemigos. Será necesario que Dios se convierta en ese justo. Y este es el misterio de la Encarnación: para garantizar un justo, Él mismo se hace hombre. El justo estará siempre porque es Él: es necesario que Dios mismo se convierta en ese justo. El infinito y sorprendente amor divino será manifestado en su plenitud cuando el Hijo de Dios se hace hombre, el Justo definitivo, el perfecto Inocente, que llevará la salvación al mundo entero muriendo en la cruz, perdonando e intercediendo por quienes “no saben lo que hacen” (Lc 23,34). Entonces la oración de todo hombre encontrará su respuesta , entonces todas nuestras intercesiones serán plenamente escuchadas.

Queridos hermanos y hermanas, la súplica de Abraham, nuestro padre en la fe, nos enseñe a abrir cada vez más, el corazón a la misericordia sobreabundante de Dios, para que en la oración cotidiana sepamos desear la salvación de la humanidad y pedirla con perseverancia y con confianza al Señor que es grande en el amor. Gracias.

[En español dijo:]

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Colombia, Venezuela, Chile, Argentina, México y otros países latinoamericanos. Invito a todos a conocer cada vez más la Biblia, a leerla y meditarla en la oración para profundizar así en la maravillosa historia de Dios con el hombre, y abrir el corazón a la sobreabundante misericordia divina. Muchas gracias.

[En italiano dijo]

Saludo finalmente a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. Queridos jóvenes, espero que sepáis reconocer en medio de tantas otras voces del este mundo, la de Cristo, que continua invitando al corazón de quien sabe escuchar. Sed generosos en seguirlo, no tengáis en poner todas vuestras energías y vuestro entusiasmo al servicio del Evangelio. Y vosotros, queridos enfermos, abrid el corazón con confianza; Él no os dejará sin la luz consoladora de su presencia. Finalmente a vosotros, queridos recién casados, espero que vuestras familias respondan a la vocación de ser transparentes al amor de Dios. Gracias.

[Traducción del original italiano por Carmen Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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Invitación del Papa a rezar por China
Hoy en la Audiencia General
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 18 de mayo de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la invitación realizada hoy a toda la Iglesia católica por el Papa Benedicto XVI, a rezar por los católicos de China, durante la Audiencia General.

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Durante el tiempo pascual, la liturgia canta a Cristo resucitado de entre los muertos, vencedor de la muerte y del pecado, vivo y presente en la vida de la Iglesia y en las vicisitudes del mundo. La buena noticia del Amor de Dios manifestado en Cristo, Cordero Inmolado, Buen Pastor que da la vida por los suyos, se expande incesantemente hasta los confines de la tierra y, al mismo tiempo, encuentra rechazo y obstáculo en todas partes del mundo. Como entonces, aún hoy, desde la Cruz a la Resurrección.

El martes 24 de mayo es el día dedicado a la memoria litúrgica de la Beata Virgen María, Auxilio de los Cristianos, venerada con gran devoción en el Santuario de Sheshan en Shanghai: toda la Iglesia se une en oración con la Iglesia que está en China. Allí, como en otros lugares, Cristo vive su pasión. Mientras aumenta el número de cuantos Le acogen como su Señor, por otros Cristo es rechazado, ignorado o perseguido. “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" (Hch 9, 4). La Iglesia en China, sobre todo en este momento, necesita de la oración de la Iglesia universal. Invito, en primer lugar, a todos los católicos chinos a seguir y a intensificar su propia oración, sobre todo a María, Virgen fuerte. Pero también para todos los católicos del mundo rezar por la Iglesia que está en China debe ser un compromiso: esos fieles tienen derecho a nuestra oración, tienen necesidad de nuestra oración.

Sabemos por los Hechos de los Apóstoles que, cuando Pedro estaba en la cárcel, todos rezaron con fuerza y obtuvieron que un ángel lo liberase. También nosotros hacemos lo mismo: rezamos intensamente, todos juntos, por esta Iglesia, confiando en que, con la oración, podemos hacer algo muy real por ella.

Los católicos chinos, como han dicho muchas veces, quieren la unidad con la Iglesia universal, con el Pastor supremo, con el Sucesor de Pedro. Con la oración podemos obtener para la Iglesia en China que sea una, santa y católica, fiel y firme en la doctrina y en la disciplina eclesial. Esta merece todo nuestro afecto.

Sabemos que entre nuestros hermanos obispos hay algunos que sufren y están bajo presión en el ejercicio de su ministerio episcopal. A ellos, a los sacerdotes y a todos los católicos que encuentran dificultades en la libre profesión de fe expresamos nuestra cercanía. Con nuestra oración podemos ayudarles a encontrar el camino para mantener viva la fe, fuerte la esperanza, ardiente la caridad hacia todos e íntegra la eclesiología que hemos heredado del Señor y de los Apóstoles y que se nos ha transmitido con fidelidad hasta nuestros días. Con la oración podemos obtener que su deseo de estar en la Iglesia una y universal supere la tentación de un camino independiente de Pedro. La oración puede obtener, para ellos y para nosotros, la alegría y la fuerza de anunciar y de dar testimonio, con toda franqueza y sin impedimento, a Jesucristo crucificado y resucitado, el Hombre nuevo, vencedor del pecado y de la muerte.

Con todos vosotros pido a María que interceda para que cada uno de nosotros se conforme cada vez más estrechamente a Cristo y se done con generosidad siempre nueva a los hermanos. A María pido que ilumine a cuantos están en la duda, que llame a los extraviados, que consuele a los afligidos, que refuerce a cuantos son atrapados por los cantos de sirena del oportunismo. Virgen María, auxilio de los cristianos, Nuestra Señora de Sheshan, ¡ruega por nosotros!

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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