20.05.11

 

A nadie le cabe en la cabeza que el P. Custodio Ballester, Párroco de Inmaculada Concepción en Hospitalet del Llobregat se invente que Mons. Monteiro, secretario de la Congregación para los Obispos y hasta hace no mucho Nuncio de Su Santidad en España, le asegurara que desde su dicasterio se ha ordenado a tres obispos catalanes -Cardenal Sistach (Barcelona), Mons. Saiz Meneses (Tarrasa) y Mons. Cortés Soriano (San Feliú)- que saquen a la Iglesia de los patronatos de hospitales de sus diócesis donde se practican abortos. No está del todo claro si tres se resisten realmente al mandato de Roma o están tramitando a ver cómo lo hacen, pero quieren obedecer, pero de momento el deseo de la Santa Sede no se ha cumplido.

De hecho, el sentido común dictamina que una diócesis católica no puede estar implicada en nada que tenga que ver con la práctica de abortos y administración de píldoras abortivas. Que Roma tenga que ordenar a unos obispos que salgan de los patronatos de hospitales donde se mata a seres humanos no nacidos es un síntoma altamente desconcertante.

La presunta resistencia o retraso en cumplir el mandato de Roma no nos extraña demasiado en el caso del Cardenal y Arzobispo de Barcelona, S.E.R Lluís Martínez Sistach, visto cómo ha llevado, por ejemplo, el caso del sacerdote financiador de abortos.

Ahora bien, de los obispos de Tarrasa y San Feliú sí puede esperarse una actitud diferente. Sobre todo del primero, Mons. Saiz Meneses. Cuando uno de sus sacerdotes, el P. Ignacio Fuster, renunció a la vicepresidencia de la junta del Patronato del Hospital Sant Celoni, alegando “razones morales", Mons. Saiz Meneses le aconsejó que no lo hiciera, que dilatara la dimisión porque era problemático, por las elecciones. Sin comentarios…

Según el P. Ballester habría una preocupación por los fondos públicos, pues “estos hospitales de patronato eclesiástico están todos pagados por el gobierno. Es decir, ellos han dejado entrar el dinero del gobierno y ahora se excusan alegando que ‘esto es un servicio general, no tengo más remedio que aguantar, también hay muchos enfermos y les hacemos un bien’: todo ese tipo de justificaciones“.

Desgraciadamente, la Iglesia suele ser muy lenta a la hora de abordar escándalos de este calibre. Sólo una intervención directa del Papa podría poner fin a este sinsentido. Es decir, ya que esos tres obispos catalanes, al parecer, no acaban de atender a una petición de la curia romana, lo ideal es que se informara al Santo Padre de lo que está ocurriendo. Algo semejante hizo la Santa Sede respecto a los obispos de Alemania y de ciertos centros católicos asistenciales que participaban en los procesos previos a la práctica de abortos en el país germano.

Si Benedicto XVI llama a los prelados a Roma y les ordena directamente a estos señores obispos que saquen a sus diócesis del patronato de esos hospitales, seguro que le obedecerán.

Mientras tanto, en esos hospitales presididos por patronatos donde está presente la Iglesia, se siguen practicando abortos y distribuyendo píldoras abortivas. Si la Iglesia sigue presente en sus patronatos, la condena del aborto por parte de los obispos responsables de tal hecho será un mero brindis al sol.

Luis Fernando Pérez Bustamante