5.06.11

Diálogo sobre la Santísima Trinidad (1)

A las 1:32 PM, por Daniel Iglesias
Categorías : Teología dogmática
 

Este capítulo tiene la forma de un diálogo ficticio entre un testigo de Jehová (Felipe) y un católico (Pablo) acerca del dogma de la Santísima Trinidad. Está basado en un debate real sostenido en un foro de Internet, del cual participé. Si bien soy responsable de la forma definitiva del escrito, dejo constancia de que las opiniones de los participantes de ese debate (principalmente Felix y Palermo) inspiraron buena parte de este diálogo. Agradezco a esos participantes. También agradezco los valiosos aportes del Lic. Néstor Martínez y del Pbro. Dr. Miguel Antonio Barriola, que enriquecieron notablemente este escrito.

1. El dogma trinitario no es irracional

Felipe: Tengo tres grandes objeciones contra el dogma católico de la Trinidad.

La primera es que es irracional, porque es absurdo pensar que tres seres son un solo ser. Es obvio que tres es distinto de uno.

La segunda es que hay muchos textos bíblicos que lo contradicen, como veremos luego.

La tercera es que es una doctrina meramente humana, sin fundamento bíblico. Ningún texto de la Biblia dice que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son un solo Dios.

Pablo: Consideraré tus tres objeciones una a una, comenzando por la primera. Tu acusación de irracionalidad contra el dogma de la Santísima Trinidad se basa en una grave incomprensión. El dogma trinitario sería efectivamente irracional si dijera que tres seres distintos son un mismo ser, o que tres es igual a uno; pero no dice eso, sino que hay una única substancia, esencia o naturaleza divina (un solo Dios) y tres subsistencias, hipóstasis o personas divinas (el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo). Si “esencia divina” fuera sinónimo de “persona divina", tendrías razón; pero, como no lo es, estás equivocado.

Felipe: ¿Cuál es entonces, según la doctrina católica, la diferencia entre “esencia divina” y “persona divina"?

Pablo: El concepto de “esencia divina” responde a la pregunta “¿Qué es Dios?” Dios es el Ser absoluto, necesario, infinito, perfectísimo, simplicísimo… Estos atributos y otros semejantes pertenecen a la única esencia divina.

En cambio, el concepto de “persona divina” responde a la pregunta “¿Quién es Dios?” El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son Dios, pero no son tres dioses, sino un solo Dios. Las tres personas divinas son lo mismo (Dios), pero lo son de tal modo que no son el mismo: el Padre no es el Hijo ni el Espíritu Santo; el Hijo no es el Padre ni el Espíritu Santo; el Espíritu Santo no es el Hijo ni el Padre.

La única sustancia divina subsiste en tres distintas “subsistencias". Con una expresión un poco audaz, pero en el fondo justificable, se podría decir que subsiste “de tres maneras distintas", como Padre, como Hijo y como Espíritu Santo. Las tres personas divinas tienen todo en común, salvo sus relaciones de origen (o de oposición):

• Paternidad: el Padre engendra eternamente al Hijo.
• Filiación: el Hijo es engendrado eternamente por el Padre.
• Espiración activa: el Padre y el Hijo espiran eternamente el Espíritu Santo.
• Espiración pasiva: el Espíritu Santo es espirado eternamente por el Padre y el Hijo.

Estas relaciones de origen (salvo la espiración activa, que corresponde a dos personas) constituyen las tres personas divinas. De acuerdo con esto, el Padre se caracteriza también por ser el origen sin origen de las otras dos personas divinas.

La vida íntima de la Trinidad es una incesante danza de amor infinito. El Padre entrega eternamente al Hijo toda su sustancia divina. El Hijo le responde entregándole a su vez todo su ser divino (igual al del Padre). El amor del Padre y del Hijo es fecundo; es la persona-don, el Espíritu Santo.

Es importante notar que el concepto de “persona", aplicado a las personas divinas y a las personas humanas, tiene un sentido analógico, no unívoco. Si alguien diera a la palabra “persona” en el dogma trinitario exactamente el mismo sentido que tiene en el lenguaje moderno, estaría afirmando la existencia de tres individuos divinos, cada uno con su conciencia, su inteligencia y su voluntad separadas, y así caería en el absurdo del triteísmo. Por eso hoy es más necesario que nunca que los cristianos no nos limitemos a repetir las formulaciones tradicionales del dogma trinitario, sino que intentemos explicarlas, manteniendo su sentido.

Felipe: Entonces reformularé mi primera objeción. La doctrina que has expuesto contradice el “principio de identidad comparada”: Si A es C y B es C, entonces A es B. Si el Padre es Dios y el Hijo es Dios, entonces el Padre es el Hijo y el dogma trinitario es falso.

Pablo: Esta nueva versión de tu primera objeción es más sutil que la anterior, pero también es errónea. Hay tres clases de identidad:
• Identidad real y conceptual, como entre “hombre” y “animal racional".
• Identidad conceptual pero no real, como entre “triángulo” y “polígono de tres lados".
• Identidad real pero no conceptual, como entre “un hombre” y “mi padre".

El principio de identidad comparada tiene validez general cuando las tres identidades consideradas son identidades reales y conceptuales y también cuando las tres son sólo conceptuales. En particular, el primer caso se presenta cuando A, B y C son tres realidades absolutas. Tu refutación sería correcta si las frases “el Padre es Dios", “el Hijo es Dios” y “el Espíritu Santo es Dios” plantearan identidades entre dos realidades absolutas; pero no es así, porque en Dios hay una única realidad absoluta (la sustancia divina) y tres realidades relativas (las personas divinas, constituidas por sus relaciones opuestas). Si se considerara a las personas divinas como otras tres realidades absolutas, se afirmaría la existencia, no de la Trinidad, sino de una herética “cuaternidad” en Dios.

Por la Divina Revelación sabemos que entre cada una de las personas divinas y la sustancia divina existe identidad real y distinción conceptual y que entre las personas divinas existe distinción real y conceptual (más aún, oposición conceptual).

Ahora bien, no está demostrado y no es cierto que el principio de identidad comparada tenga validez general para las identidades reales pero no conceptuales. Podemos dar el siguiente contraejemplo, tomado de la filosofía aristotélica: sea A la acción, B la pasión y C el movimiento. Entre A y C y entre B y C hay identidad real pero no conceptual; pero entre A y B hay distinción real y oposición conceptual. Por consiguiente el principio de identidad comparada no es válido en el caso en cuestión.

Felipe: Todo lo que has dicho es muy interesante, pero incomprensible.

Pablo: Es que estamos hablando nada menos que del sublime misterio de Dios; y Dios es el misterio absoluto, en última instancia incomprensible. Pero después de lo dicho, debes reconocer que tu objeción no es válida. El dogma trinitario (al igual que todos los demás dogmas cristianos) no contiene ni implica ninguna irracionalidad, ninguna contradicción. No obstante, este dogma es suprarracional, porque no puede ser comprendido plenamente por nuestras inteligencias finitas. Si no fuera así, no se trataría del misterio de Dios.

Felipe: Todavía debes responder mis otras dos objeciones. Cualquiera de ellas es letal para el dogma trinitario.

Pablo: Antes de pasar a responder tu segunda objeción, quisiera explicar un poco más qué dice la doctrina cristiana sobre la Trinidad, comparándola con los tres principales errores teológicos en esta materia.

Un error muy burdo consiste en considerar que las tres personas divinas son tres sustancias divinas diferentes, o sea tres dioses. Este triteísmo es evidentemente contrario a la razón filosófica (que demuestra la unicidad de Dios) y al monoteísmo bíblico. El cristianismo es una religión tan monoteísta como el judaísmo y el islamismo, pero con una noción de Dios mucho más rica. Actualmente el error triteísta se da en la religión de los mormones.

Otro error consiste en considerar que sólo el Padre es Dios, mientras que el Hijo y el Espíritu Santo son criaturas excelsas, pero no divinas en sentido propio. Este subordinacionismo fue sostenido en el siglo IV por herejes como Arrio y Macedonio y se da actualmente en cierto modo en la religión de los testigos de Jehová.

Un error más sutil consiste en considerar que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son tres modos de manifestación de Dios en la historia de salvación, pero que al interior de Dios existe una sola persona, el Padre. Este modalismo fue sostenido en el siglo III por Sabelio y otros herejes.

Estos tres grandes errores tienen un origen común: el intento de dominar racionalmente el misterio de Dios lleva a aceptar algunos de sus aspectos y a rechazar otros. Así la teología se vuelve más comprensible, pero se traiciona el misterio de Dios revelado por Cristo. (Continuará).

Daniel Iglesias Grèzes