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Servicio diario - 9 de junio de 2011

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Santa Sede

Oriente Medio necesita una “solución global”, afirma el Papa

El Papa, contento por los progresos de la Iglesia católica en Moldavia

Benedicto XVI: la familia, primera escuela de virtudes humanas y sociales

El Papa pide apoyar las energías limpias no peligrosas para el hombre

Nueva Religiosidad

El anuncio del “Kerygma”: vacuna anti sectas

Jornadas Mundiales de la Juventud

La Jornada Mundial de la Juventud se autofinancia

Mundo

Nigeria: atentados causan once muertos y dañan la catedral

Flash

Videoconferencia: “Verdad, anuncio y autenticidad de vida en la era digital”

Entrevistas

El amor divino inscrito en la relación hombre-mujer la hace perdurar

Informe Especial

El futuro Pío XII y la segunda República española

Documentación

Discurso del Papa a seis nuevos embajadores

Discurso del Papa al nuevo embajador de Siria

Discurso del Papa al nuevo embajador de Belice

Discurso del Papa al nuevo embajador de Moldavia


Santa Sede


Oriente Medio necesita una “solución global”, afirma el Papa
Pide una “evolución en el respeto a la verdad y la reconciliación” en Siria
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 9 de junio de 2011 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI subrayó hoy, al recibir al nuevo embajador de Siria ante la Santa Sede, Hussan Edin Aala, la necesidad de una solución “global” para Oriente Medio que no excluya a nadie.

En su discurso al aceptar sus cartas credenciales como representante de este país, el Pontífice aludió también a la particular situación de tensión que vive el país, a raíz de las revueltas civiles que se han producido en varios países del Mediterráneo.

El Papa insistió en que, para que haya paz en Oriente Medio “debe encontrarse una solución global”, que “no debe lesionar los intereses de las partes en causa, y debe ser fruto de un compromiso y no de una decisión unilateral impuesta por la fuerza”.

La fuerza, insistió Benedicto XVI, “no resuelve nada, y tampoco las soluciones parciales o unilaterales, que son insuficientes”.

Es necesario “proceder desde una aproximación deliberadamente global que no excluya a nadie de la búsqueda de una solución negociada, y que tenga en cuenta las aspiraciones y los intereses legítimos de los diversos pueblos implicados”, subrayó.

En referencia a la situación de tensión que actualmente se vive en Siria, por la oposición ciudadana al régimen del Presidente Al-Assad, el Papa afirmó quela unidad y la estabilidad de cada nación “pasa por el reconocimiento de la dignidad inalienable de cada persona humana”.

“Ésta debe estar por tanto en el centro de las instituciones, de las leyes y de la acción de las sociedades”, subrayó el Papa, proponiendo el camino “de la escucha, del diálogo y de la colaboración”.

Los acontecimientos que han tenido lugar durante los últimos meses en ciertos países alrededor del Mediterráneo, entre ellos Siria, “manifiestan el deseo de un futuro mejor en los ámbitos de la economía, de la justicia, de la libertad y de la participación en la vida pública”, explicó.

“Estos acontecimientos muestran también la urgente necesidad de verdaderas reformas en la vida política, económica y social”.

Sin embargo, estas evoluciones no deben realizarse “en términos de intolerancia, de discriminación o de conflicto, y aún menos de violencia, sino en términos de respeto absoluto de la verdad, de la coexistencia, de los derechos legítimos de las personas y de las colectividades, así como de la reconciliación”.

Por ello pidió a las autoridades que tengan en cuenta “las aspiraciones de la sociedad civil así como las insistencias internacionales”.

Antigua cristiandad

El Papa quiso también llamar la atención sobre la minoría cristiana en este país árabe, destacando “el papel positivo de los cristianos en su país, que como ciudadanos están comprometidos en la construcción de una sociedad donde todos encuentren su lugar”.

Siria, explicó, es un lugar “muy significativo para los cristianos, desde los orígenes de la Iglesia”, pues fue el lugar del encuentro de Cristo resucitado, en el camino de Damasco, con el Apóstol Pablo.

“Son numerosos los testimonios arqueológicos de iglesias, de monasterios, de mosaicos de los primeros siglos de la era cristiana, que nos remiten a los orígenes de la Iglesia”.

Siria, subrayó el Papa, “ha sido tradicionalmente un ejemplo de tolerancia, de convivencia y de relaciones armoniosas entre cristianos y musulmanes, y a día de hoy las relaciones ecuménicas e interreligiosas son buenas”.

Concluyó deseando que “el impulso dado por la reciente Asamblea especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos traiga un fruto abundante” a este país “en beneficio de toda la población y de una auténtica reconciliación entre los pueblos”.

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El Papa, contento por los progresos de la Iglesia católica en Moldavia
Augura la resolución de los litigios sobre el patrimonio eclesiástico confiscado
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 9 de junio de 2011 (ZENIT.org).- Al recibir este jueves por la mañana en audiencia a Stefan Gorda, nuevo embajador de Moldavia ante la Santa Sede, el Papa Benedicto XVI expresó su personal satisfacción por los progresos que la Iglesia está realizando en este país de Europa oriental.

El Pontífice se dirigió a Gorda con ocasión de la presentación de las cartas credenciales del diplomático, dando las gracias al país que representa “por el reconocimiento jurídico de que goza la Iglesia católica en Moldavia, por su progresiva organización y por la construcción de nuevas iglesias como la catedral”, hechos que “demuestran la excelencia del diálogo y de la colaboración entre las Instituciones civiles y la Iglesia católica”.

En todo caso, hay “ciertos problemas heredados de un pasado reciente” que esperan una solución, indicó subrayando que “intentar curar y cerrar las heridas es otra manera de contribuir positivamente a la unidad del país y a su desarrollo”.

“Ojalá que las Autoridades civiles tengan el valor de encontrar soluciones satisfactorias, justas y equitativas para el patrimonio eclesiástico confiscado, para permitir que la Iglesia católica disponga de los medios para realizar su misión, no solamente en el ámbito religioso, sino también en el ámbito educativo, sanitario y caritativo”, auguró.

Iglesia, puntualizó el Papa, “no pide la concesión de privilegios particulares”, sino que “desea ser fiel a su propia finalidad y servir a cada persona sin distinción, según la misión confiada por Cristo”.

En particular, el Papa dirigió un pensamiento a los jóvenes de Moldavia. “Rezo por ellos y deseo animarles”, afirmó, confesando su “alegría” por el hecho de queun centenar de ellos podrán participar por primera vez en la Jornada Mundial de la Juventud, el próximo agosto en Madrid(España).

Además, recordó, “el próximo octubre, la Iglesia católica organizará su primera Semana Social”, subrayando que la perspectiva de ambos eventos le da “gran satisfacción”.

Los fieles católicos en Moldavia representan una exigua minoría en una población de 4,3 millones de habitantes, el 98% ortodoxos.

Trayectoria europea

Benedicto XVI recordó también que este año se celebra el 20º aniversario de la independencia de Moldavia.

Recordando la “intensa esperanza que prevalece entre la población a la hora de resolver los problemas económicos y los de la unidad nacional”, subrayó que “la unidad en la paz y en la serenidad es un factor que favorece el desarrollo económico y social, y que este desarrollo tiene también un efecto positivo para la realización de la unidad”.

“Rezo para que se encuentren soluciones duraderas por el bien de todos a través de una justa mediación política y de la salvaguarda de las diferentes identidades”.

Para el Pontífice, “es bueno que Moldavia tenga el deseo de volver a la casa común europea, pero esta búsqueda legítima no puede hacerse sino en el respeto de los valores positivos de su país” y “no debe estar determinada únicamente por la economía y el bienestar material”.

“La ideologización de estos dos elementos en el pasado indica los escollos a evitar”, afirmó, añadiendo que “pueden dar lugar a la abdicación unilateral de los valores seculares de su cultura”.

En este contexto, recordó que la Iglesia ortodoxa “ha compartido siempre con la Iglesia católica la necesidad de defender los valores religiosos y culturales contra el materialismo y el relativismo que ponen en discusión la contribución cristiana a la vida y a la sociedad.”.

“¡Ojalá se profundicen las relaciones fraternales entre los fieles ortodoxos y católicos!, exclamó. “Estas relaciones de respeto y amistad recíprocas son un testimonio de amor que indica que más allá de las divisiones y sus consecuencias, los corazones pueden abrirse a la reconciliación, a la solidaridad y a la fraternidad”.

“A causa de su tradición y de su fe cristiana, Moldavia puede ayudar valientemente a la Unión Europea a redescubrir lo que ella ya no quiere ver e incluso niega”, concluyó.

Valores cristianos

También el embajador, en su saludo al Papa, recogido en L'Osservatore Romano, recordó el recorrido realizado por Moldavia desde la independencia, alcanzada el 27 de agosto de 1991.

“Esta experiencia única nos ha dado la posibilidad de construir nuevas fábricas, edificios, catedrales, pero ha sido mucho más difícil para nosotros devolver a las personas su dignidad, su esperanza y su fe, tras décadas de humillaciones y de dificultades”, confesó.

Explicó también que “una de las tareas más importantes de la República de Moldavia y de sus ciudadanos es la de reencontrar las orientaciones fundamentales, y definir con precisión nuestros objetivos”, “para volver, lo antes posible, de modo completo y sin interrupciones, a la familia europea”.

“Esperamos ver realizado nuestro ideal de pertenencia a la Europa unida y al espacio de los valores cristianos – añadió –. Reforzaremos nuestra creencia para recibir este don divino de la perspectiva europea”.

Moldavia “se ha beneficiado en su recorrido europeo, en el curso de los últimos años, de un apoyo inestimable por parte de la Santa Sede”, confesó Gorda, expresando al Papa “el profundo reconocimiento del pueblo moldavo”.

“Deseamos garantizar todas las condiciones necesarias para el buen funcionamiento de la comunidad católica de Moldavia, y esa paridad de condiciones que permitirá a este segmento importante contribuir a la purificación moral y a la ampliación de los esfuerzos para la integración europea de nuestro país”.

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Benedicto XVI: la familia, primera escuela de virtudes humanas y sociales
Destaca el compromiso de la Iglesia en la educación en Belice
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 9 de junio de 2011 (ZENIT.org).- En el discurso que dirigió el jueves por la mañana a Henry Llewellyn Lawrence, nuevo embajador de Belice ante la Santa Sede, el Papa Benedicto XVI subrayó que la familia está en la base de todo tipo de educación, y que representa el primer lugar en el que la persona aprende las virtudes humanas y sociales.

Recibiendo al diplomático con ocasión de la presentación de sus cartas credenciales, el Pontífice recordó el compromiso de la Iglesia en varios frentes del país caribeño, citando sobre todo el sector educativo, “en cooperación con el Estado”.

“La educación prepara a los individuos y obtiene lo mejor de ellos para que ellos contribuyan voluntariamente en el ámbito social, cultural y económico a la sociedad en su conjunto”, observó.

La educación, añadió, “da sus frutos cuando se basa en la virtud enraizada en la familia, célula primaria de la sociedad humana y primer campo de entrenamiento para las relaciones armoniosas a todos los niveles de la coexistencia, humana, nacional e internacional”.

La educación religiosa, la educación católica en particular, “da su propia contribución al bienestar de vuestra gente”, preparando a las nuevas generaciones “a considerar a los demás como sus hermanos y hermanas, con los que están llamados a caminar y a trabajar juntos, y así se sientan miembros vivos de una gran familia humana”, prosiguió el Papa.

El papel de la Iglesia en el sector educativo fue reconocido también por el embajador en su saludo al Pontífice, en el que citó en particular el caso de la Escuela Superior “Nuestra Señora de Guadalupe”, en la capital de Belice, Belmopan, cuyos estudiantes se han beneficiado de un nuevo edificio escolar.

“Auguramos otras colaboraciones similares en el futuro”, añadió el diplomático, según informa L'Osservatore Romano.

Libertad religiosa

Benedicto XVI recordó también las “cordiales relaciones” que la Iglesia católica mantiene con las autoridades civiles de Belice, “en una atmósfera propicia para llevar a cabo la misión confiada a ella por el Señor”.

“Este ambiente se debe en gran parte, a los fundamentos que Belice estableció, una base que se apoya en los valores tradicionales cristianos y reconoce el valor perenne de los derechos humanos auténticos y de las libertades fundamentales políticas y civiles que promueven el respeto por la persona humana, la armonía social y el progreso de la sociedad en su conjunto”, reconoció.

Entre las leyes aprobadas en el país, citó en particular las relativas al derecho a la libertad religiosa y a la libertad de culto.

El derecho a la libertad religiosa, subrayó el Pontífice, “se basa en la misma dignidad de la persona humana, cuya naturaleza trascendental no puede ser ignorada o pasada por alto”.

“La libertad religiosa y la libertad de culto permite a los creyentes prosperar como individuos y contribuir positivamente y completamente a la vida del país en todos los ámbitos de actividad humana”, concluyó, augurando que Belice “sea un ejemplo a este respecto para sus vecinos y a aquellos que busquen disminuir las consecuencias de tales derechos y sus correspondientes valores”.

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El Papa pide apoyar las energías limpias no peligrosas para el hombre
Al recibir a seis nuevos embajadores en el Vaticano
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 9 de junio de 2011 (ZENIT.org).- Apoyar la investigación y utilización de energías limpias que no entrañen peligro para el hombre deben ser prioridades políticas y económicas, advirtió el Papa este jueves en el Vaticano ante seis nuevos embajadores que le fueron a presentar sus Cartas credenciales.

En su discurso a los representantes, ante la Santa Sede, de Moldavia, Guinea Ecuatorial, Belice, la República árabe de Siria, Ghana y Nueva Zelanda, el Pontífice afirmó que “es necesario revisar totalmente nuestro enfoque de la naturaleza”.

“Adoptar en todo una manera de vivir respetuosa con el entorno y apoyar la investigación y la explotación de energías limpias que preserven el patrimonio de la creación y no sean peligrosas para el hombre, deben ser prioridades políticas y económicas”, destacó.

Se refirió a la ecología humana como a “una necesidad imperativa” y advirtió que la humanidad podría desaparecer si no se respeta su alianza con la naturaleza.

“El cambio de mentalidad en este ámbito, aun con las contradicciones que conlleva, debe permitir llegar rápidamente al arte de vivir juntos que respete la alianza entre el hombre y la naturaleza, sin la cual la familia humana corre el riesgo de desaparecer”, indicó.

Sin refererirse explícitamente al drama vivido en Japón, el Papa destacó que “el primer semestre de este año ha estado marcado por innumerables tragedias que han afectado a la naturaleza, la técnica y la gente”.

“La magnitud de esas catástrofes nos interroga”, afirmó y señaló que el hombre, a quien Dios ha confiado la buena gestión de la naturaleza, es lo primero y no puede ser dominado por la tecnología.

Reflexionar y proponer soluciones

Benedicto XVI señaló el deber de reflexionar seriamente sobre la naturaleza y el futuro a corto plazo del planeta y proponer soluciones precisas y viables.

La naturaleza “no es únicamente un espacio por explotar o lúdico; es el lugar de nacimiento del hombre, su “casa” por así decirlo -subrayó-. Es esencial para nosotros”.

“El conjunto de los gobernantes debe comprometerse a proteger la naturaleza y a ayudar a que desempeñe su función esencial en la supervivencia de la humanidad”, indicó.

En su opinión, esa reflexión debe realizarse en el marco de Naciones Unidas y debe dar prioridad a la solidaridad sobre el interés particular.

También destacó la conveniencia de preguntarse por el justo lugar que debe ocupar la técnica. “Las proezas de las que es capaz van a la par con desastres sociales y ecológicos”, constató.

El Papa observó que “la técnica imprime a la globalización un ritmo especialmente acelerado” y advirtió que “apostarlo todo a ella o creer que es el único agente de progreso, o de felicidad, entraña una cosificación del hombre que conduce a la ceguera y a la miseria cuando él mismo le atribuye y delega en ella poderes que no tiene”.

Como muestra de ello, se refirió a “los “estragos” del progreso y los peligros que plantea a la humanidad una técnica todopoderosa y finalmente no controlada”.

“La técnica que domina al hombre le priva de su humanidad -sentenció-. El orgullo que engendra hace nacer en nuestras sociedades un economicismo intratable y un cierto hedonismo que determina de manera subjetiva y egoísta los comportamientos”.

Y añadió: “El debilitamiento de la primacía de lo humano entraña una confusión existencial y una pérdida del sentido de la vida”.

“La visión del hombre y de las cosas sin referencia a la trascendencia desarraiga al hombre de la tierra y, más fundamentalmente, empobrece la identidad misma”, continuó.

“Es por tanto urgente llegar a conjugar la técnica con una fuerte dimensión ética, ya que la capacidad que tiene el hombre de transformar y, en cierto sentido, de crear el mundo a través de su trabajo se basa siempre en el primer don original de las cosas realizado por Dios”, resolvió, citando la encíclica de Juan Pablo II Centesimus annus.

“La técnica debe ayudar a la naturaleza a prosperar en la línea querida por el Creador -dijo-. Trabajando así, el investigador y el científico se adhieren al designio de Dios que ha querido que el hombre sea la cumbre y el gestor de la creación”.

El Papa aseguró que “las soluciones basadas en este fundamento protegerán la vida del hombre y su vulnerabilidad, así como los derechos de las generaciones presentes y las venideras; y la humanidad podrá continuar beneficiándose del progreso que el hombre, por su inteligencia, logra realizar”.

Dimensión espiritual

Respecto a los gobernantes, destacó que deben promover un humanismo respetuoso con la dimensión espiritual y religiosa del hombre “conscientes del riesgo que corre la humanidad frente a una técnica vista como una “respuesta” más eficiente que la voluntad política o el paciente esfuerzo educativo por civilizar las costumbres”.

“La dignidad de la persona humana no varía con la fluctuación de las opiniones -recordó-. Respetar su aspiración a la justicia y a la paz permite la construcción de una sociedad que se promueve a sí misma, cuando apoya a la familia o rechaza, por ejemplo, la primacía exclusiva de las finanzas”.

“Un país vive de la plenitud de la vida de los ciudadanos que lo componen, cada uno siendo consciente de sus propias responsabilidades y pudiendo hacer valer sus propias convicciones”, afirmó.

Al mismo tiempo, reconoció que “la tensión natural hacia lo verdadero y hacia el bien es fuente de un dinamismo que engendra la voluntad de colaborar para realizar el bien común”.

Según Benedicto XVI, “la vida en sociedad debe considerarse ante todo como una realidad de orden espiritual, los responsables políticos tienen la misión de guiar a los pueblos hacia la armonía humana y hacia la sabiduría tan deseadas, que deben culminar en la libertad religiosa, auténtico rostro de la paz”.

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Nueva Religiosidad


El anuncio del “Kerygma”: vacuna anti sectas
Es un error “presuponer la fe” en los católicos
Por Miguel Pastorino

MADRID, jueves 9 de junio de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos esta nueva aportación de la columna sobre jóvenes y nuevas religiosidades, dirigida por Luis Santamaría del Río, sacerdote experto en nuevas religiosidades y miembro fundador de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES).

El autor de este artículo,Miguel Pastorino,es sacerdote uruguayo, y actualmente es el director del Departamento de Comunicación Social de la arquidiócesis de Montevideo (Uruguay). Experto en sectas y participante en algunos congresos internacionales y de la Santa Sede, es miembro de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES).

* * * * *

Desde el documento de la IV Conferencia del CELAM en Santo Domingo (1992), hasta Aparecida (2007), somos conscientes de que muchos son los católicos que se sienten atraídos por experiencias espirituales fuera de la Iglesia, en la cual no encuentran siempre una atención propiamente espiritual, sino un discurso moral que presupone la fe. Y la Iglesia en América Latina ha tomado real conciencia de la prioridad de la nueva evangelización, especialmente del primer anuncio o kerygma. Tenemos mucha gente “sacramentalizada”, mas no necesariamente convertida a Jesucristo.

Antes de todo compromiso cristiano, antes de recibir los sacramentos, antes de entrar en la comunidad cristiana, antes de toda acción de pastoreo, está el kerygma o primer anuncio del Evangelio que busca la conversión del que no cree, o del que se ha alejado, o ha debilitado su fe.

La falta de una primera evangelización ardiente, llena de pasión por el Señor y el Evangelio, llenos de la fuerza del Espíritu, felices de haberse encontrado con Jesucristo, junto a una débil conversión, nos dejan sin cimientos para una verdadera iniciación cristiana.

El kerygma no es una moda, o un nuevo descubrimiento de la Iglesia: son los fundamentos de todo verdadero proceso evangelizador desde Pentecostés hasta nuestros días.

El kergyma no es catequesis, no es un discurso doctrinal, tampoco es un signo atractivo, ni solo el testimonio de vida, ni proselitismo, ni tampoco una estrategia pedagógica previa a la catequesis, ni una conversación sobre cualquier tema. Todas estas iniciativas pueden ser el ámbito para el anuncio del kergyma, pero no son en sí mismas primer anuncio. El objetivo del primer anuncio no es despertar la simpatía por Jesucristo, sino la conversión del corazón. Es algo que sin la experiencia de fe del evangelizador es imposible de realizar.

Anunciar el kerygma sin fe, es como hablar en lenguaje de enamorado, pero sin estar enamorado. Quedaría como una cursilería o una palabra vacía, sin efecto. Sólo una palabra llena de la gracia, cargada de la experiencia del amor de Dios puede ser un verdadero "kerygma", de lo contrario siempre serán palabras vacías. No se puede testimoniar una fe, una pasión por el Evangelio que no se vive.

Muchos son los católicos alejados que confunden la fe con valores y principios, pero no como una relación real con Dios. Por eso la solución para aprender a realizar el primer anuncio en nuestras comunidades no se conseguirá a partir de un manual misionero –aunque sea útil–, sino por una auténtica renovación espiritual, mental y estructural de nuestra vida eclesial.

Sólo una vida transformada por la presencia de Jesucristo, se vuelve una proclamación constante del Evangelio. Quien se ha encontrado con Él realmente, quiere que todo el mundo le abra su corazón y se deje abrazar por su amor, por su palabra y que forme parte de la comunidad de la Iglesia. Esto no se alcanza sólo con una nueva metodología, sino por conversión. Dedicar más tiempo a la escucha de la Palabra de Dios y a la oración, es lo que renueva el corazón de los creyentes. Un testimonio evidente de ello es cómo la Lectio Divina está transformando la pastoral juvenil en muchos países de América Latina.

La imagen que muchas veces tienen los pentecostales de la fe católica es que seguimos a un modelo del pasado, que no leemos la Biblia y que no rezamos con el corazón. Esto lo notamos cuando los católicos alejados que se pasan a otros grupos religiosos llegan a decir sinceramente: "ahora sí leo la Biblia, me hablaron de Jesucristo y no como un personaje histórico, sino que está vivo y ha cambiado mi vida... aprendí que puedo hablar a Dios con mis propias palabras, desde mi corazón".

Lo que encuentran en muchas iglesias y sectas, no lo encuentran en nuestras comunidades, y esto ha de obligarnos a replantearnos nuestras prioridades parroquiales, que no siempre brotan de las reales necesidades de quienes buscan al Señor, sino de nuestras abstractas planificaciones.

Muchos han regresado a la Iglesia gracias a las iniciativas de sacerdotes, religiosos y laicos que se han lanzado apasionadamente en el anuncio de Jesucristo, desde el trabajo local en las comunidades, hasta en el uso de los medios de comunicación. Y eso se percibe como una verdadera vacuna contra el proselitismo sectario y contra el abandono de la vida eclesial.

Al respecto, quiero concluir esta breve reflexión con las palabras de S.S. Benedicto XVI en su visita a Portugal el año pasado:

"A menudo nos preocupamos afanosamente por las consecuencias sociales, culturales y políticas de la fe, dando por descontado que esta fe exista, lo que por desgracia es cada vez menos realista. Se ha puesto una confianza excesiva en las estructuras y en los programas eclesiales, en la distribución de poderes y funciones; pero ¿qué sucederá si la sal se vuelve sosa?

Para que esto no suceda, es necesario anunciar de nuevo con vigor y alegría el acontecimiento de la muerte y resurrección de Cristo, corazón del cristianismo, fundamento y apoyo de nuestra fe, palanca poderosa de nuestras certezas, viento impetuoso que barre todo miedo e indecisión, toda duda y cálculo humano.

La resurrección de Cristo nos asegura que ningún poder adverso podrá nunca destruir a la Iglesia. Por tanto nuestra fe tiene fundamento, pero es necesario que esta fe se convierta en vida en cada uno de nosotros. Hay por tanto un vasto esfuerzo capilar que llevar a cabo para que cada cristiano se transforme en un testigo en grado de dar cuentas a todos y siempre de la esperanza que le anima (cfr 1Pe 3,15): sólo Cristo puede satisfacer plenamente los profundos anhelos de todo corazón humano y dar respuestas a sus interrogantes más inquietantes sobre el sufrimiento, la injusticia y el mal, sobre la muerte y la vida del Más Allá".

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Jornadas Mundiales de la Juventud


La Jornada Mundial de la Juventud se autofinancia
El 90% de los contratos se adjudicaron en concurso público
MADRID, jueves 9 de junio de 2011 (ZENIT.org).- La actividad generada por la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Madrid supondrá “coste cero para el contribuyente y una inyección de más de cien millones de euros para la economía española”, afirmó Fernando Giménez Barriocanal, director financiero de la Jornada juvenil que llenará Madrid el próximo mes de agosto.

De la cantidad mencionada de cien millones de beneficios para la economía, Barriocanal estimó en rueda de prensa que “cerca de cincuenta millones procederán del extranjero y se van a quedar en España”.

A este beneficio añadió el impacto internacional que para la marca España supondrá la imagen de un país capaz de organizar y atraer a más de un millón de jóvenes de todo el mundo.

Tras recordar que la JMJ se autofinancia con las aportaciones de los peregrinos (70%) y de empresas y particulares (30%), Giménez Barriocanal agradeció el apoyo de las administraciones públicas y del centenar de empresas patrocinadoras.

Como se sabe, el gobierno español ha calificado la JMJ como ‘acontecimiento de excepcional interés público’, lo cual implica beneficios fiscales para los patrocinadores.

Estas facilidades para las empresas revierten en un beneficio para el Estado: sólo en concepto de IVA, en el caso de la JMJ, ingresará más de 25 millones de euros frente a los 18 que se prevé dejar de percibir en incentivos fiscales.

Otro dato destacable es el sistema de concurso público, que finalmente adjudicó el 90% de los contratos a empresas españolas.

La información sobre los concursos abiertos está disponible en www.madrid11.com/concursos-proveedores.

El director financiero de la JMJ resaltó los criterios de austeridad y transparencia en la gestión económica, con “el objetivo de gastar lo menos posible e ingresar lo necesario, además de conseguir un ahorro máximo en todos los costes”.

En este sentido, explicó que se trata de “un presupuesto particularmente flexible, ya que todavía faltan por adjudicar varios concursos en los que pretendemos rebajar las estimaciones iniciales”. Con esas cautelas, reiteró el cálculo aproximado presentado meses atrás, alrededor de cincuenta millones de euros para las principales partidas.

Precisamente, este apartado supondrá un sistema innovador respecto a JMJ anteriores. Más de 1.600 restaurantes de la comunidad de Madrid participarán en el programa que permitirá alimentar a 400.000 jóvenes durante la semana de la JMJ.

Juan Carlos Jaureguízar, director de Manutención de la JMJ, afirmó que “esto permitirá que muchos pequeños negocios de toda la ciudad participen en los beneficios que se generarán”.

Casi cien empresas se han sumado ya al programa de patrocinios de la Jornada. “Estas empresas apoyan a la JMJ aportando en especie sus servicios o participando en el programa de mecenazgos previsto por la ley”, aseguró Giménez Barriocanal.

Esta participación de todo tipo de empresas, así como el trabajo de cientos de voluntarios refleja “la aspiración de que la JMJ sea un proyecto en el que participa toda la sociedad”, concluyó el director financiero de la Jornada.

Varios medios de comunicación ayudan ofreciendo sus espacios para la difusión de la publicidad de la JMJ. Esto ha permitido a la JMJ ahorrar en este capítulo más de dos millones de euros.

Las aportaciones no dinerarias a la JMJ provienen del trabajo de los voluntarios de la organización, de la red de parroquias y colegios, o las familias que ofrecen sus casas a los peregrinos venidos de todo el mundo.

El esfuerzo de la organización se centra ahora en conseguir más inscripciones especialmente por parte de los jóvenes españoles.

Uno de los motivos por los que se pide la inscripción es para colaborar con el Fondo de Solidaridad, que permite que jóvenes sin recursos puedan acudir a la Jornada Mundial de la Juventud. Hasta el momento se ha logrado compartir en solidaridad 780.000€, y se espera alcanzar la cifra de los dos millones de euros.

Por este motivo se ha lanzado una campaña de dos cuñas publicitarias (de 25” y 45”) cuyo lema es “Hay trenes que pasan una sola vez en la vida”.

En el rodaje han participado más de cincuenta personas. La campaña cuenta con un tema musical original (Get on!), compuesta ad hoc por el propio equipo de Marketing y Campañas de la JMJ y sus voluntarios.

Gabriel González-Andrío, director de Marketing de la JMJ Madrid 2011, explicó que “con esta campaña queremos transmitir metafóricamente el contraste entre lo que supone viajar en solitario en esta vida frente a la posibilidad de compartir y disfrutar de este viaje con otras personas”.

“Este spot ha tenido la peculiaridad de ser rodado de 12 a 5 de la madrugada, con más de 25 voluntarios, en la estación Pinar de las Rozas”, comentó.

Se puede descargar la nueva cuña publicitaria de la JMJ en: http://www.madrid11.com/downloads

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Mundo


Nigeria: atentados causan once muertos y dañan la catedral
Ataques terroristas en el norte del país
MAIDUGURI, jueves 9 de junio de 2011 (ZENIT.org).- Atentados terroristas en el norte de Nigeria han dejado esta semana once personas fallecidas y han dañado la catedral de Maiduguri.

“La Catedral de San Patricio se ha visto seriamente dañada, con ventanas y puertas destruidas, el edificio entero ha sido sacudido desde sus cimientos por la violencia de la explosión" declaró a la agencia vaticana Fides el obispo de Maiduguri, monseñor Oliver Dashe Doeme.

Un grupo armado hizo explotar una bomba en el entorno de la catedral este martes 7 de junio por la tarde.

El atentado se enmarca en una serie de ataques coordinados atribuidos por las autoridades locales a la secta Boko Haram (que en lengua hausa significa “la educación occidental es un pecado”).

También han quedado afectadas dos comisarías de policía. El balance de los atentados es de once muertos.

“La situación en Maiduguri es muy tensa”, explica monseñor Doeme, quien recuerda que "hace dos semanas, otra iglesia católica fue blanco de un ataque con explosivos, así como una escuela secundaria”.

Boko Haram ha provocado diferentes atentados en la zona. El 6 de junio, un líder religioso islámico que se oponía a la secta fue asesinado en un atentado en Biu, una ciudad situada al sur de Maiduguri.

Los desórdenes registrados en el norte de Nigeria tras las elecciones presidenciales del pasado mes de abril se deben a diferencias étnico-políticas no resueltas, según monseñor Callistus Onaga, obispo de Enugu, en la zona oriental del país.

Este prelado considera fundamental para el futuro del país garantizar a todos el acceso a la instrucción, especialmente a una serie de tribus que no conocen mucho más que el Corán.

Además, para monseñor Onaga, la convivencia puede ser pacífica solamente cuando no se margina al otro, sino más bien se le reconoce.

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Flash


Videoconferencia: “Verdad, anuncio y autenticidad de vida en la era digital”
Ecos de la XLV Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales
ROMA, jueves 9 de junio de 2011 (ZENIT.org).-  Con el objetivo de reflexionar acerca del mensaje de Benedicto XVI para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales 2011, el próximo jueves 16 de junio a las 16.00 (hora de Roma), tendrá lugar una videoconferencia organizada por el Centro Interdisciplinario de Comunicación Social (CICS) de la Pontificia Universidad Gregoriana (PUG).

El encuentro virtual, que se llevará a cabo desde la Sala del Senado Académico de la PUG, tomará como punto de referencia el Mensaje del Santo Padre para reflexionar acerca de la comunicación en Internet, las posibilidades de los nuevos medios y la formación de comunicadores católicos que promuevan la autenticidad en la era digital y que aporten al desarrollo de políticas de participación y desarrollo local utilizando la red.

La videoconferencia contará con la participación de Monseñor Claudio María Celli, Presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales del Vaticano, del Rector Magnífico de la PUG, el Padre François Xavier Dumontier, SJ, del Director del CICS, el Padre Agustín Savarimuthu, SJ, de Monseñor Oscar Aparicio Céspedes, Obispo Auxiliar de La Paz y Secretario General de la Conferencia Episcopal de Bolivia, y de Monseñor Álvaro Ramazzini, Presidente de la Comisión de Comunicación Social de la Conferencia Episcopal de Guatemala.

El encuentro, que será moderado por Ary Waldir Ramos Díaz, Coordinador del CICS-Online de la PUG, contará además con las intervenciones de los docentes del programa de formación a distancia, quienes reflexionarán sobre diversos temas relacionados con la comunicación en la era digital.

La videoconferencia concluirá con un acto de cierre de la última versión del Programa de Formación a Distancia on line del CICS-PUG, en el que participaron 95 estudiantes pertenecientes a las Conferencias Episcopales de Bolivia y Guatemala, entre otros, quienes fueron favorecidos con becas concedidas por la Conferencia Episcopal Italiana.

Para seguir la Videoconferencia a través de Internet en modalidad streaminghttp://streaming.unigre.it y para más información: http://www.seminariovirtual.org/webconferences/

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Entrevistas


El amor divino inscrito en la relación hombre-mujer la hace perdurar
Entrevista con Roberto Esteban, autor de “La verdad del amor”
MADRID, jueves, 9 de junio de 2011 (ZENIT.org).- Roberto Esteban Duque es sacerdote, téologo especializado en matrimonio y familia, y doctor en teología moral. Acaba de escribir un ensayo titulado La verdad del amor. En esta entrevista analiza la ideología dominante en el terreno de la manipulación de la vida y de los pilares fundantes de la identidad del ser humano.

Roberto Esteban Duque nació en Mira, España, en 1963. Fue ordenado por el obispo José Guerra Campos en 1991. Cursó el bachiller en teología en la universidad San Vicente Ferrer de Valencia y la licenciatura en teología, especialidad en matrimonio y familia, en la universidad pontificia lateranense de Roma. Es doctor en teología moral por la facultad de San Dámaso de Madrid.

--Usted habla en su libro de “bioideologías”. ¿Puede explicar en qué consisten y sus consecuencias para la persona humana?

--Roberto Esteban Duque: Las bioideologías son moralismos que persiguen el poder para hacer con otros hombres lo que les place. El adversario es la religión tradicional, que presupone la existencia de una naturaleza humana común, fija y universal; de ahí la necesidad de sustituir dicha religión por la educación. A eso apunta la ley de 2007 de Educación para la Ciudadanía, aprobada en España. Les interesa más la modificación de la conciencia a través de la cultura que el cambio de las estructuras. Son aparentemente residuos de las ideologías, pero se diferencian de ellas en que sostienen la inexistencia de una naturaleza humana o, por lo menos, su completa moldeabilidad, tanto en lo humano como en lo natural. Aquí ya puede advertirse una contradicción: mientras la naturaleza humana no es algo evidente para la opinión pública, se reclaman multitud de derechos apoyándose en los derechos humanos.

Lo que plantean las bioideologías es la construcción a la carta de la identidad humana. Aquí reside su éxito. El hombre es producto de la evolución, cambia según las circunstancias y es posible hacerle evolucionar en el sentido deseado. Sus medios preferidos son la reivindicación de derechos, la ingeniería educativa y la propaganda, apoyados por la ingeniería médica y genética. Las bioideologías adoptan el papel del victimismo, la “cultura de la queja”, muy útil para la propaganda, siendo la discriminación uno de sus conceptos clave. El odio y el resentimiento son sus sentimientos básicos, aunque cuentan también con mucho ánimo de lucro.

Otro denominador común es la eugenesia, que asimila la naturaleza humana a la naturaleza animal. Desde aquí se llega a solicitar la muerte por motivos humanitarios: aborto, eutanasia, contracepción artificial. Asimismo, se reivindica el “derecho” a la autodeterminación de quien se considera diferente, acentuando el igualitarismo hasta límites insospechados, como negar las diferencias naturales y biológicas (heterosexuales y homosexuales, edades naturales), exaltando la desviación natural y lo patológico, como la homosexualidad y la pedofilia. Su último fundamento es el emocional: los deseos y los caprichos, producto de la moral hedonista. Se niega la vida natural (deconstrucción de la naturaleza humana histórica) y se pretende, desde un notable sectarismo, que se acepten sus prejuicios como verdades irrefutables, asumiendo un carácter individualista en su pretensión de liberar al hombre de sus ataduras naturales y físicas.

Las consecuencias para la persona, como puede notarse, son múltiples. Socavan el consenso social y el êthos llevando a la dictadura del relativismo y a la indiferencia, exaltando el igualitarismo, aunque discriminando a los que nos son del grupo. Creen que se puede alterar no sólo las leyes humanas positivas, como las que rigen el matrimonio y la familia, sino las mismas leyes de la naturaleza, como la diferencia de sexos, así como las leyes que rigen el cambio climático. Son formas de la contracultura, reacciones intelectuales asténicas contra las normas culturales. Deben su fuerza a la persistencia del modo de pensamiento ideológico que impregna la cultura de los medios de comunicación, intelectuales y políticos. Apelan a la ciencia para justificar sus deseos. Son meros grupos de presión que actúan en los medios de comunicación y en la cultura, siendo parte del suculento negocio de la contracultura. Si no existe una naturaleza humana, todo depende finalmente de la voluntad de poder.

El ecologismo, la homosexualidad y el feminismo son algunas conocidas bioideologías. Pero sería bueno notar que las bioideologías de la salud tienen atemorizadas a las gentes, extendiendo el concepto de enfermedad a lo que impide la satisfacción del deseo. Consideran el embarazo como un mal --de ahí la distribución gratuita de anticonceptivos y la defensa del aborto--, pero consideran la imposibilidad de satisfacer el deseo de tener hijos como equivalente a enfermedad y, por tanto, debe ser satisfecho como un problema público, como el caso de la “reproducción asistida” artificial. La demagogia compasiva de los gobiernos intervencionistas, apoyándose en el humanitarismo, hace suya esta bioideología, justificando el genocidio del aborto o la eutanasia.

--¿Qué puede decir del actual anteproyecto de ley que irá en junio a consejo de ministros sobre los derechos del paciente al final de la vida? La ley excluye el derecho a la objeción de conciencia de los profesionales de la salud.

--Roberto Esteban Duque: La ley de “muerte digna” es una mala ley. ¿Por qué no se impidió la desconexión de la sonda que mantenía con vida a Eluana Englaro el 9 de febrero de 2009, muriendo por inanición tres días después de que dejasen de alimentarla a petición del padre y con el consentimiento posterior de la Justicia? Esa falta absoluta de amor, que es siempre la asignatura pendiente, será legal en España. Está demostrado que en los pocos países donde se ha aprobado una ley semejante, la eutanasia se ha incrementado de modo alarmante.

El cardenal Rouco, que reconoce no haber leído el texto aprobado por el gobierno, considera que “no es una ley de eutanasia”. El cardenal tiene razón: no es abiertamente una ley de eutanasia. Sin embargo, posee una clara vocación eutanásica, si tenemos en cuenta que considera cuidados extraordinarios la alimentación y la hidratación, lo que supondría dejar morir a un paciente de hambre y de sed. El caso de Terri Schiavo, privada de hidratación y alimentación por orden judicial, en contra de sus padres, que deseaban cuidarla hasta el final, es un caso paradigmático de esa mala ley. Por otro lado, la ley permite al paciente y a la familia obligar al médico a proporcionar tratamientos contraindicados, como es el caso de una sedación.

La única muerte digna es aquella que sucede envuelta en el amor.No hay secretos ni terapias extrañas, no existe mejor analgésico ni mayor excelencia en el ser humano que amar a los desahuciados, una vida entregada, la compasión y la presencia silenciosa pero habitada por el milagro del amor con el fin de permitir vivir el tiempo que queda de la mejor manera posible, respetando la autonomía y dignidad del enfermo. Los instantes últimos de la vida pueden convertirse en el momento de la realización personal, en el de la transformación del entorno, otorgando así sentido humano a la vida. Un sufrimiento de cruz debería constituir una experiencia de gracia, un camino de luz y de esperanza.

Asimismo, dudo mucho que una ley que pretende impedir al personal sanitario ejercer la objeción de conciencia sea una mejora de cuidados paliativos. No sabemos todavía porqué en esta declaración se excluye este derecho de los profesionales sanitarios, a no ser porque, en efecto, se trate de una ley mala que introduce malas prácticas.

--Usted acusa duramente a todos los feminismos. ¿No hay matices? De hecho, en los años veinte y treinta en España hubo feminismos católicos. ¿No es verdad que gracias a la acción en pro de sus derechos de muchas mujeres, hoy la familia es más una comunidad en la que todos cuentan que una institución patriarcal en la que la mujer casada era considerada menor de edad y necesitaba la autorización del marido para una serie de decisiones de tipo legal o profesional?

--Roberto Esteban Duque:¿Usted cree que soy duro? Sólo me limito a constatar que España está a la cabeza de políticas feministas radicales. ¿Qué otra cosa es la “ideología de género”? Las políticas del actual gobierno de España resultan paradigmáticas en cuanto al reivindicacionismo feminista en la relativización de roles sexuales, como el matrimonio homosexual, la impregnación “generista” de la educación, como Educación para la Ciudadanía, y el favorecimiento de la promiscuidad sexual, con la distribución de la píldora abortiva.

Naturalmente existió un feminismo compatible con el catolicismo, un feminismo clásico que se limita a extender el principio de la igualdad ante la ley del sexo femenino. Pero muy pronto, en los años sesenta, se politiza el ámbito familiar: las fuentes de opresión sexual ya no son las leyes discriminatorias, sino la función de madre y esposa. La deriva del feminismo hacia la libertad sexual y la cultura de la muerte, la anticoncepción y el aborto libre, serán sus señas más distintivas.

¿Qué es lo que ocurre desde los años noventa? Sencillo, se sustituye el concepto de sexo (determinación biológica) por el de género (construcción cultural), acudiendo a la demagogia de la profundización de la democracia y la extensión o ampliación de derechos con el fin de politizar el ámbito familiar. ¿Son estas las propuestas progresistas que necesita una nación? ¿Realmente se pueden los católicos permitir el lujo de quedarse cruzados de brazos y no oponer resistencia a lo que podríamos denominar “hegemonía cultural progresista”?

--Es ingenioso presentar las distintas manifestaciones de amor a través de los clásicos de la literatura. Parece que usted se queda con Rilke. ¿Por qué? Se echa de menos al poeta Karol Wojtyla y la presentación del amor a través de sus personajes de teatro. Me refiero a él como escritor, no a su magisterio como papa.

--Roberto Esteban Duque: Desconozco absolutamente --y bien que lo siento- al poeta Wojtyla. Sin embargo, estudié con intensidad el magisterio de Juan Pablo II, especialmente en el tema de la concupiscencia. En mi libro subrayo su norma personalista del amor, su idea de la persona como “un ser para quien la única dimensión adecuada es el amor”. Siempre me fascinó más su propuesta de santidad a los jóvenes, su liderazgo frente a una sociedad secularizada, materialista y hedonista, su invitación constante a una vida de oración, autoexigencia y servicio a los demás, rechazando el poder o la promiscuidad sexual.

Por otro lado, considero necesario el recorrido que hago sobre el conocimiento del amor a través de las obras literarias de Goethe, Stendhal, Dostoievski o Proust, entre otros, porque la literatura es un reflejo de la realidad, una verdadera prolongación de nuestra experiencia, estimulándonos a comprender y desarrollar nuestras respuestas cognitivas y pasionales.

Rainer María Rilke me parece un poeta intimista y de hondura. Comencé a leerlo cuando ingresé, después del servicio militar obligatorio, en el seminario mayor de Cuenca. Desde entonces, no he podido separarme de él. La propuesta de Rilke es insustituible: sólo el Amor, que es Dios, logrará que la finitud del amor de los infinitos enamorados llegue a su plenitud y se convierta en infinitud en un tercer término amoroso. Dicho de otro modo, hay un “amor mayor”, que es Dios, que constituye la verdad de la relación amorosa. Sólo cuando se le permite entrar es posible la relación más bella y eterna. Sólo cuando el Amor queda inserido en la relación entre un hombre y una mujer, el amor permanece.

--¿Piensa usted que un cambio de signo político en España facilitará un cambio moral de la sociedad – con este panorama de corrupción – o nuestros políticos se han situado en una burbuja que se retroalimenta de frases hechas, insultos y chascarrillos, al margen de la ciudadanía?. ¿Qué le parecen los “indignados” del 15-M? ¿Qué quedará de este movimiento transversal, intergeneracional y apartidista?

--Roberto Esteban Duque: Si el cambio moral al que usted se refiere es un cambio cultural, es decir, una mutación que afecte al ámbito de la sexualidad y de la familia, a la tradición y a las raíces de un pueblo, a la fidelidad y el amor, al respeto a la vida y a la importancia pública de la religión, creo que los conservadores en España se perciben a sí mismos con un notable complejo de inferioridad ante la cultura dominante, que es una cultura progresista. Mucho peor, hace tiempo que dimitieron, entregando la visión del mundo y los paradigmas culturales al progresismo. ¿Cuál es la razón? Quizá no me equivoco si pienso en la utilización de una visión puramente pragmática de la vida pública; el conservador piensa que no interesa comprometerse en determinados asuntos que podrían restarle apoyos electorales. Mal asunto aceptar incondicionalmente esa rendición cultural. En ese sentido, creo que la política, como usted sugiere, actúa de un modo burocrático, prescindiendo y desentendiéndose de los ciudadanos, viendo en ellos meros recursos humanos administrados por el poder. Se llega así a creer que todo se reduce a la condición de intereses negociables.

Ahora bien, el proceso de deconstrucción moral realizado desde la legislación en los últimos siete años en el ámbito matrimonial y familiar, la inequívoca asunción progresista de un voraz relativismo moral y cultural, así como la crispación y el hastío social a que nos ha sometido el actual gobierno de España era difícilmente imaginable y capaz de mejorarse todavía. En este sentido, el actual laicismo invasor no sería tan beligerante ni tan radical con un gobierno de otro signo.

Por lo que respecta al movimiento (o, mejor dicho, a la movilización) conocido como “indignados del 15-M”, quiero decir algo definitivo: una nación se construye con la donación de sí mismo y con una autoridad responsable. Por un lado, no basta la rebelión y la queja, sino la entrega en la construcción de un mundo mejor. Por otro lado, la rebelión contra el sistema democrático o las estructuras prevalentes es sólo una consecuencia del relativismo preponderante, pero éste sólo es posible cuando la corrupción está en el mismo imperio que alberga a los hombres. Habrá pues que ser exigentes con “los de arriba” para que hasta las mismas rebeliones y pasiones de “los de abajo” los engrandezcan, exigiendo responsabilidad a cada uno de sus propios actos. Más allá del “apartidismo”, que usted señala, creo yo que sobra demasiada ideología como parece prevalecer en la movilización de los “indignados”. Y con el tiempo, sólo intuyo que quedarán en un mero movimiento ideológico. La sociedad “de derechos” no puede subsistir si no se apoya en una sociedad “de deberes”.

Por Nieves San Martín

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Informe Especial


El futuro Pío XII y la segunda República española
Vicente Cárcel Ortí en "L'Osservatore Romano"
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 9 de junio de 2011 (ZENIT.org).- Presentamos el artículo publicado por el historiador y sacerdote  Vicente Cárcel Ortí, el 9 de junio en L'Osservatore Romano, en el que presenta textos inéditos de las relaciones entre el cardenal Eugenio Pacelli, futuro Pío XII, entonces secretario de Estado del Papa Pío XI, y la República española.

* * *

Los cardenales miembros de la  Congregación de Asuntos Eclesiásticos Extraordinarios se reunieron cinco veces en 1931 para examinar a  fondo la compleja situación de la Iglesia en España, tras la proclamación de República. La primera plenaria se celebró el 23 de abril, para debatir sobre el reconocimiento del Gobierno provisional de la  República proclamada pocos días antes. El cardenal Pacelli  se mostró favorable, aunque la consideraba ilegítima en su origen. Los cardenales que se oponían al reconocimiento de la república decían que se trataba de un golpe de Estado. La Iglesia acató inmediatamente el nuevo régimen y se mostró dispuesta a colaborar con él por el bien común.

En la Plenaria del 1º de junio Pacelli informó sobre las noticias personales que le había dado el día anterior el obispo de Vitoria, Mateo Múgica, expulsado de España por el Gobierno el 17 de mayo. Según él, la “España católica” era, por desgracia, un mito, ya que la religiosidad del pueblo, a excepción de las  tres provincias vascas y Navarra, era muy escasa. Al obispo le parecía imposible de momento la restauración de la monarquía y muy difícil de cara al futuro. Nada bueno podía esperarse del Gobierno provisional, aunque había tres ministros católicos, que serían muy pronto alejados del gabinete. Todos los demás eran ateos y enemigos de la Iglesia. Nada bueno podía esperarse de las próximas elecciones para las Cortes Constituyentes, previstas para finales de junio, porque serían hechas con amenazas y violencias, sin permitir todos los ciudadanos  se manifestaran libremente. El Gobierno preparaba la expulsión de las órdenes religiosas e incitaba a los ayuntamientos que la pidieron diciendo que la exigía el pueblo.

La situación político-religiosa se fue complicando a lo largo del verano a causa de las inoportunas actuaciones del cardenal Segura y de las pretensiones del Gobierno, que exigía su dimisión. Por ello, el 3 y el 15 de septiembre volvieron a reunirse los cardenales para estudiar la propuesta gubernativa y tomar nuevas decisiones.  En la Plenaria se pusieron de relieve las fuertes tensiones existentes entre Segura y el nuncio Tedeschini, cuya actuación fue de nuevo censurada por algunos cardenales, a la vez que Gasparri y Pacelli  le defendieron. El “caso Segura” pudo resolverse cuando el mismo purpurado presentó la dimisión, aceptada inmediatamente por el Papa.

La quinta Plenaria de 1931 se celebró el 12 de noviembre para examinar las relaciones diplomáticas con la propuesta de nombrar embajador ante el Vaticano a Luis de Zulueta, rechazado en el mes de mayo. Los cardenales se opusieron a su aceptación porque hubiera sido humillante para la Santa Sede admitir un embajador al que se le había negado formalmente el placet, y cuya situación personal se había agravado ulteriormente a raíz del discurso pronunciado en las Cortes a finales de agosto, en el que criticó abiertamente a la Iglesia, cerrándose él mismo la puerta que le hubiera permitido acceder a la embajada. Pacelli pedirle al Gobierno que no insistiera ulteriormente sobre un candidato que ya había sido declarado no grato y que propusiera otro más aceptable. Solo tras la respuesta del Gobierno se podría ver la forma de actuar en el futuro y  si era conveniente o no que el Nuncio continuara o quedara en Madrid un simple encargado de negocios.

Algunos purpurados eran partidarios de una línea más dura y enérgica frente a las pretensiones cada vez más intolerables del Gobierno, mientras que otros preferían que se negociara hasta donde fuera posible. Los primeros pedían la retirada del Nuncio, como gesto fuerte que impactaría a la opinión pública; los segundos eran favorables a mantener las relaciones diplomáticas, aunque no se hacían grandes ilusiones sobre eventuales resultados favorables a las exigencias de la Santa Sede dado el radicalismo impuesto en las Cortes por los grupos políticos más extremistas y violentos.

Pacelli defendió a Tedeschini, que permaneció en Madrid hasta junio de 1936, cuando regresó a Roma tras haber sido creado cardenal. Por esta razón, la Santa Sede mantuvo las relaciones diplomáticas con la República, a pesar de su enfrentamiento con la Iglesia manifestada desde los primeros días. Solamente a mediados de 1938, cuando la guerra de España se aproximaba a su fin y diversos estados habían reconocido al gobierno llamado “nacional”, quedaron cortadas dichas relaciones.

Los votos del cardenal Pacelli en estas congregaciones constituyen una síntesis de la problemática político-religiosa española con la que tuvo que enfrentarse la Santa Sede en pocos meses, ya que la rapidez e intensidad con que se sucedieron los acontecimientos políticos obligaron a tomar decisiones inmediatas, no siempre fáciles de aplicar.

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Documentación


Discurso del Papa a seis nuevos embajadores
“La técnica que domina al hombre le priva de su humanidad”, advierte
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 9 de junio de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que Benedicto XVI dirigió este jueves a los nuevos embajadores de Moldavia, Guinea Ecuatorial, Belice, la República árabe de Siria, Ghana y Nueva Zelanda, al recibirles en audiencia en el Vaticano con motivo de la presentación de sus Cartas credenciales.

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Señora y Señores Embajadores,

Con alegría os recibo esta mañana en el Palacio apostólico para la presentación de las Cartas que os acreditan como Embajadores extraordinarios y plenipotenciarios de vuestros respectivos países ante la Santa Sede: Moldavia, Guinea Ecuatorial, Belice, la República árabe de Siria, Ghana y Nueva Zelanda. Os doy las gracias por las amables palabras que me habéis dirigido de parte de vuestros Jefes de Estado respectivos. Tened la amabilidad, por favor, de transmitirles de vuelta mis deferentes saludos y mis deseos respetuosos por sus personas y por la alta misión que cumplen al servicio de sus países y de su pueblo. También deseo saludar a través vuestro a todas las autoridades civiles y religiosas de vuestras naciones, así como al conjunto de vuestros compatriotas. Mis oraciones y mis pensamientos se vuelven también naturalmente hacia las comunidades católicas presentes en vuestros países.

Como he tenido la oportunidad de encontrarme con cada uno de vosotros de manera particular, deseo ahora hablaros de una manera más amplia. El primer semestre de este año ha estado marcado por innumerables tragedias que han afectado a la naturaleza, la técnica y la gente. La magnitud de esas catástrofes nos interroga. El hombre es lo primero, es bueno recordarlo. El hombre, a quien Dios ha confiado la buena gestión de la naturaleza, no puede ser dominado por la tecnología y convertirse en su súbdito. Esta conciencia debe llevar a los Estados a reflexionar juntos sobre el futuro a corto plazo del planeta, frente a sus responsabilidades sobre nuestra vida y la tecnología. La ecología humana es una necesidad imperativa. Adoptar en todo una manera de vivir respetuosa con el entorno y apoyar la investigación y la explotación de energías limpias que preserven el patrimonio de la creación y no sean peligrosas para el hombre, deben ser prioridades políticas y económicas. En este sentido, es necesario revisar totalmente nuestro enfoque de la naturaleza. Ésta no es únicamente un espacio por explotar o lúdico. Es el lugar de nacimiento del hombre, su “casa” por así decirlo. Es esencial para nosotros. El cambio de mentalidad en este ámbito, aun con las contradicciones que conlleva, debe permitir llegar rápidamente al arte de vivir juntos que respete la alianza entre el hombre y la naturaleza, sin la cual la familia humana corre el riesgo de desaparecer. Debe llevarse a cabo por tanto una reflexión seria y se deben proponer soluciones precisas y viables. El conjunto de los gobernantes debe comprometerse a proteger la naturaleza y a ayudar a que desempeñe su función esencial en la supervivencia de la humanidad. Las Naciones Unidas me parece que son el marco adecuado de esa reflexión que no se deberá obstaculizar por intereses políticos y económicos ciegamente partidistas, para dar prioridad a la solidaridad sobre el interés particular.

Conviene también preguntarse sobre el justo lugar de la técnica. Las proezas de las que es capaz van a la par con desastres sociales y ecológicos. Al ampliarse el aspecto relacional del trabajo en el planeta, la técnica imprime a la globalización un ritmo especialmente acelerado. Sin embargo, la base del dinamismo del progreso corresponde al hombre que trabaja y no a la tecnología que no es más que una creación humana. Apostarlo todo a ella o creer que es el único agente de progreso, o de felicidad, entraña una cosificación del hombre que conduce a la ceguera y a la miseria cuando él mismo le atribuye y delega en ella poderes que no tiene. Sólo hay que constatar los “estragos” del progreso y los peligros que plantea a la humanidad una técnica todopoderosa y finalmente no controlada. La técnica que domina al hombre le priva de su humanidad. El orgullo que engendra hace nacer en nuestras sociedades un economicismo intratable y un cierto hedonismo que determina de manera subjetiva y egoísta los comportamientos. El debilitamiento de la primacía de lo humano entraña una confusión existencial y una pérdida del sentido de la vida. Porque la visión del hombre y de las cosas sin referencia a la trascendencia desarraiga al hombre de la tierra y, más fundamentalmente, empobrece la identidad misma. Es por tanto urgente llegar a conjugar la técnica con una fuerte dimensión ética, ya que la capacidad que tiene el hombre de transformar y, en cierto sentido, de crear el mundo a través de su trabajo se basa siempre en el primer don original de las cosas realizado por Dios (Juan Pablo II Centesimus annus, 37). La técnica debe ayudar a la naturaleza a prosperar en la línea querida por el Creador. Trabajando así, el investigador y el científico se adhieren al designio de Dios que ha querido que el hombre sea la cumbre y el gestor de la creación. Las soluciones basadas en este fundamento protegerán la vida del hombre y su vulnerabilidad, así como los derechos de las generaciones presentes y las venideras. Y la humanidad podrá continuar beneficiándose del progreso que el hombre, por su inteligencia, logra realizar.

Conscientes del riesgo que corre la humanidad frente a una técnica vista como una “respuesta” más eficiente que la voluntad política o el paciente esfuerzo educativo por civilizar las costumbres, los gobernantes deben promover un humanismo respetuoso con la dimensión espiritual y religiosa del hombre. Porque la dignidad de la persona humana no varía con la fluctuación de las opiniones. Respetar su aspiración a la justicia y a la paz permite la construcción de una sociedad que se promueve a sí misma, cuando apoya a la familia o rechaza, por ejemplo, la primacía exclusiva de las finanzas. Un país vive de la plenitud de la vida de los ciudadanos que lo componen, cada uno siendo consciente de sus propias responsabilidades y pudiendo hacer valer sus propias convicciones. Por otra parte, la tensión natural hacia lo verdadero y hacia el bien es fuente de un dinamismo que engendra la voluntad de colaborar para realizar el bien común. Así la vida social puede enriquecerse constantemente integrando la diversidad cultural y religiosa a través de la puesta en común de valores, fuente de fraternidad y de comunión. La vida en sociedad debe considerarse ante todo como una realidad de orden espiritual, los responsables políticos tienen la misión de guiar a los pueblos hacia la armonía humana y hacia la sabiduría tan deseadas, que deben culminar en la libertad religiosa, auténtico rostro de la paz.

Al empezar vuestra misión ante la Santa Sede, os aseguro, Excelencias, que encontraréis siempre en mis colaboradores la escucha atenta y la ayuda que podáis necesitar. Sobre vosotros mismos, vuestras familias, los miembros de vuestras Misiones diplomáticas y sobre todas la naciones que representáis, invoco la abundancia de Bendiciones divinas.

[Traducción del original francés por Patricia Navas

©Libreria Editrice Vaticana ]

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Discurso del Papa al nuevo embajador de Siria
Al aceptar sus Cartas Credenciales
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 9 de junio de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa dirigió hoy al nuevo embajador de Siria, Hussan Edin Aala, al aceptar sus cartas credenciales como representante de este país ante la Santa Sede.

* * * * *

Señor Embajador

Me es grato acogerle esta mañana en el momento de su presentación de las Cartas que le acreditan como Embajador extraordinario y plenipotenciario de la República Árabe de Siria ante la Santa Sede. Usted me ha querido transmitir los saludos de Su Excelencia el señor Presidente de la República, y yo le agradecería que le diera las gracias. A través de usted, quisiera saludar igualmente a todo el pueblo sirio, deseando que pueda vivir en paz y fraternidad.

Como usted ha subrayado, señor Embajador, Siria es un lugar muy significativo para los cristianos, desde los orígenes de la Iglesia. Tras el encuentro de Cristo resucitado, en el camino de Damasco, con Pablo, que se convertiría en el Apóstol de las naciones, son numerosos los grandes santos que han jalonado la historia religiosa de su país. Son numerosos los testimonios arqueológicos de iglesias, de monasterios, de mosaicos de los primeros siglos de la era cristiana, que nos remiten a los orígenes de la Iglesia. Siria ha sido tradicionalmente un ejemplo de tolerancia, de convivencia y de relaciones armoniosas entre cristianos y musulmanes, y a día de hoy las relaciones ecuménicas e interreligiosas son buenas. Deseo vivamente que esta convivencia entre todos los componentes culturales y religiosos de la nación continúe y se desarrolle para el mayor bien de todos, reforzando así una unidad fundada en la justicia y la solidaridad.

Sin embargo, semejante unidad sólo puede edificarse de forma duradera mediante el reconocimiento de la centralidad y de la dignidad de la persona humana. En efecto, “Por haber sido hecho a imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de persona; no es solamente algo, sino alguien, capaz de conocerse, de poseerse, de entregarse libremente y de entrar en comunión con otras personas” (Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, 2007, n. 2). El camino de la unidad y de la estabilidad de cada nación pasa por tanto por el reconocimiento de la dignidad inalienable de cada persona humana. Ésta debe estar por tanto en el centro de las instituciones, de las leyes y de la acción de las sociedades. En consecuencia, es también de una importancia esencial privilegiar el bien común, dejando de lado los intereses personales o de partido. Por otro lado, el camino de la escucha, del diálogo y de la colaboración debe ser reconocido como medio por el que los diferentes componentes de la sociedad pueden confrontar sus puntos de vista y realizar un consenso sobre la verdad relativa a los valores o los fines particulares. Esto proporcionará grandes beneficios para los individuos y las comunidades (cf. Discurso a la ONU, 18 de abril de 2008).

En esta perspectiva, los acontecimientos que han tenido lugar durante los últimos meses en ciertos países alrededor del Mediterráneo, entre ellos Siria, manifiestan el deseo de un futuro mejor en los ámbitos de la economía, de la justicia, de la libertad y de la participación en la vida pública. Estos acontecimientos muestran también la urgente necesidad de verdaderas reformas en la vida política, económica y social. Sin embargo, es altamente deseable que estas evoluciones no se realicen ya en términos de intolerancia, de discriminación o de conflicto, y aún menos de violencia, sino en términos de respeto absoluto de la verdad, de la coexistencia, de los derechos legítimos de las personas y de las colectividades, así como de la reconciliación. De tales principios deben guiarse las Autoridades, teniendo en cuenta las aspiraciones de la sociedad civil así como las insistencias internacionales.

Señor Embajador, quiero subrayar aquí el papel positivo de los cristianos en su país, que como ciudadanos están comprometidos en la construcción de una sociedad donde todos encuentren su lugar. No puedo dejar de mencionar el servicio llevado a cabo por la Iglesia católica en el ámbito social y educativo, que es apreciado por todos. Permítame saludar muy particularmente a los fieles de las comunidades católicos, con sus obispos, y animarles a desarrollar lazos de fraternidad con todos. Las relaciones vividas cotidianamente con sus compatriotas musulmanes, ponen en luz la importancia del diálogo interreligioso y la posibilidad de trabajar juntos, de muchas maneras, de cara al bien común. ¡Que el impulso dado por la reciente Asamblea especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos traiga un fruto abundante a su país, en beneficio de toda la población y de una auténtica reconciliación entre los pueblos!

Para hacer progresar la paz en la región, debe encontrarse una solución global. Ésta no debe lesionar los intereses de las partes en causa, y debe ser fruto de un compromiso y no de una decisión unilateral impuesta por la fuerza. Ésta no resuelve nada, y tampoco las soluciones parciales o unilaterales, que son insuficientes. Conscientes de los sufrimientos de todas las poblaciones, hay que proceder desde una aproximación deliberadamente global que no excluya a nadie de la búsqueda de una solución negociada, y que tenga en cuenta las aspiraciones y los intereses legítimos de los diversos pueblos implicados. Además, la situación que atraviesa Oriente Medio después de tantos años os ha llevado a acoger un gran número de refugiados, procedentes sobre todo de Iraq, y entre ellos a muchos cristianos. Doy vivamente las gracias al pueblo sirio por su generosidad.

En el momento en que usted inaugura su noble misión de representación ante la Santa Sede, le dirijo, señor Embajador, mis mejores votos por el éxito de su misión. Esté seguro de que encontrará siempre entre mis colaboradores la acogida y la comprensión que pueda necesitar. Sobre Su Excelencia, sobre su familia y sobre sus colaboradores, así como sobre todos los habitantes de Siria, invoco de corazón la abundancia de las Bendiciones divinas.

[Traducción del original francés por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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Discurso del Papa al nuevo embajador de Belice
Al aceptar sus Cartas Credenciales
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 9 de junio de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa dirigió hoy al nuevo embajador de Belice, Henry Llewellyn Lawrence, al aceptar sus cartas credenciales como representante de este país ante la Santa Sede.

* * * * *

Señor embajador,

Estoy encantado de darle la bienvenida al Vaticano y recibir las Cartas Credenciales por las que ha sido elegido como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de Belice en la Santa Sede. Le agradezco los corteses saludos que me ha transmitido del gobernador general, Sir Colville Young, y le pido que, amablemente, transmita mis mejores deseos a él y a toda la gente de su nación.

La Santa Sede considera sus relaciones diplomáticas con Belice como un medio importante de conseguir una cooperación mutua para el bienestar moral y material de sus ciudadanos. Con la cooperación de los hombres y las mujeres de buena voluntad de toda América Central, la Iglesia trabaja para promover la paz y la prosperidad entre las personas de la región, incluso en medio de circunstancias difíciles, basada en los inmutables valores del Evangelio, que siempre han servido a las personas de la región. Con un especial cuidado por los pobres y los débiles, la Iglesia llama la atención sobre la dignidad del hombre y trabaja para fomentar y promover esta dignidad a través de sus muchas iniciativas sociales, caritativas y de desarrollo. El compromiso con esta actividad encuentra su fuerza no sólo desde el amor por la persona humana, sino que antes que nada en el profundo amor por Dios, “en cuya luz, la identidad, el sentido y el propósito de la persona se entienden completamente” (Mensaje del Día Mundial de la Paz 2011, nº1)

Históricamente, la Iglesia Católica ha mantenido relaciones cordiales con las autoridades civiles, en una atmósfera propicia para llevar a cabo la misión confiada a ella por el Señor. Este ambiente se debe en gran parte, a los fundamentos que Belice estableció, una base que se apoya en los valores tradicionales cristianos y reconoce el valor perenne de los derechos humanos auténticos y de las libertades fundamentales políticas y civiles que promueven el respeto por la persona humana, la armonía social y el progreso de la sociedad en su conjunto. Entre las leyes establecidas en su país están los derechos de libertad religiosa y libertad de culto. Como ya tuve la ocasión de destacar recientemente, “el derecho a la libertad religiosa se basa en la misma dignidad de la persona humana, cuya naturaleza trascendental no puede ser ignorada o pasada por alto” (ibid., 2). La libertad religiosa y la libertad de culto permite a los creyentes prosperar como individuos y contribuir positivamente y completamente a la vida del país en todos los ámbitos de actividad humana. Que su país, señor embajador, sea un ejemplo a este respecto para sus vecinos y a aquellos que busquen disminuir las consecuencias de tales derechos y sus correspondientes valores.

La Iglesia católica en Belice se implica en la sociedad de distintas maneras, incluyendo la educación de los jóvenes en cooperación con el Estado. En principio, la educación prepara a los individuos y obtiene lo mejor de ellos para que ellos contribuyan voluntariamente en el ámbito social, cultural y económico a la sociedad en su conjunto. La educación religiosa y la educación católica en particular, hace su propia contribución al bienestar de vuestra gente, ya que “lleva a las nuevas generaciones a considerar a los demás como sus hermanos y hermanas, con los que están llamados a caminar y a trabajar juntos, y así se sientan miembros vivos de una gran familia humana” (ibid., 4). La educación da sus frutos cuando se basa en la virtud enraizada en la familia, “célula primaria de la sociedad humana” y “primer campo de entrenamiento para las relaciones armoniosas a todos los niveles de la coexistencia, humana, nacional e internacional” (ibid.). Teniendo una sólida base en la fe y en la virtud, la inteligencia y la buena voluntad, la gente joven de Belice estará muy bien preparada para asumir las tareas del liderazgo social y cívico, y proveer un futuro estable, justo y pacífico para la nación.

Con estos sentimientos, señor embajador, le ofrezco mis mejores deseos en su nueva misión y le aseguro la disposición de la curia romana para asistirle en su desempeño. Sobre usted y sobre la gente de Belice, invoco las abundantes bendiciones de Dios Todopoderoso.

[Traducción del original inglés por Carmen Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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Discurso del Papa al nuevo embajador de Moldavia
Al aceptar sus Cartas Credenciales
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 9 de junio de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa entregó hoy al nuevo embajador de Moldavia, Stefan Gorda, al aceptar sus cartas credenciales como representante de este país ante la Santa Sede.

* * * * *

Señor Embajador,

Estoy contento de acogerle esta mañana, con ocasión de su presentación de las Cartas que le acreditan en calidad de Embajador extraordinario y plenipotenciario de la República de Moldavia ante la Santa Sede. Le doy las gracias por las amables palabras que me ha dirigido. A cambio, le quedaré agradecido de que transmita al señor Marian Lupu, Presidente en funciones de la República de Moldavia, los votos cordiales que hago por su persona, así como por todo el pueblo moldavo.

El año 2011 marca el vigésimo aniversario de la independencia de su país. Es posible ver lo que ya ha sido logrado y lo que queda aún por construir. En su discurso, usted ha subrayado fuertemente las pruebas que su país ha enfrentado, así como la intensa esperanza que prevalece entre la población a la hora de resolver los problemas económicos y los de la unidad nacional. Es evidente que la unidad en la paz y en la serenidad es un factor que favorece el desarrollo económico y social, y que este desarrollo tiene también un efecto positivo para la realización de la unidad. Rezo para que se encuentren soluciones duraderas por el bien de todos a través de una justa mediación política y de la salvaguarda de las diferentes identidades. Vuestro pueblo ha escrito páginas gloriosas en la historia del continente europeo. ¡Que este pasado inspire vuestro presente!

Su país desea seguir avanzando. Se ha fijado prioridades económicas muy comprensibles y necesarias, pero éstas deben respetar también los intereses de la soberanía nacional, y contribuir al bienestar de todos los componentes de su sociedad, intentando evitar las derivaciones que favorezcan a unos en detrimento de otros. Para contribuir a lograr este objetivo, su país desea establecer relaciones estrechas con la Unión Europea. Es bueno que Moldavia tenga el deseo de volver a la casa común europea, pero esta búsqueda legítima no puede hacerse sino en el respeto de los valores positivos de su país. No debe estar determinada únicamente por la economía y el bienestar material. La ideologización de estos dos elementos en el pasado indica los escollos a evitar. Debido a que pueden dar lugar a la abdicación unilateral de los valores seculares de su cultura. Esta adhesión, que es un elementoimportante, sólo será auténtica si la Unión Europea reconoce la aportación específica que Moldavia puede dar para poder avanzar unidos hacia un futuro rico por la identidad de cada nación. A causa de su tradición y de su fe cristiana, Moldavia puede ayudar valientemente a la Unión Europea a redescubrir lo que ella ya no quiere ver e incluso niega. Por otro lado, la paz, la justicia y la prosperidad de Moldavia, las cuales resultarán ciertamente de la realización de sus aspiraciones europeas, sólo serán efectivas si son experimentadas por cada uno de vuestros conciudadanos en la búsqueda del bien común y en una preocupación ética permanente. Entre los valores esenciales, se encuentran los valores religiosos.

Las relaciones diplomáticas entre Moldavia y la Santa Sede, establecidas hace ya 18 años, son armoniosas, y yo me felicito por ello. Lo son a causa de la fe cristiana que mora en vuestra nación y sus habitantes, y yo rindo homenaje al conjunto de la Iglesia ortodoxa. Ésta ha compartido siempre con la Iglesia católica la necesidad de defender los valores religiosos y culturales contra el materialismo y el relativismo que ponen en discusión la contribución cristiana a la vida y a la sociedad. Ojalá se profundicen las relaciones fraternales entre los fieles ortodoxos y católicos. Estas relaciones de respeto y amistad recíprocas son un testimonio de amor que indica que más allá de las divisiones y sus consecuencias, los corazones pueden abrirse a la reconciliación, a la solidaridad y a la fraternidad.

Los fieles de la Iglesia católica en Moldavia son poco numerosos. Les saludo, a través de usted, y muy particularmente al obispo de Chisinau. Doy las gracias por el reconocimiento jurídico de que goza la Iglesia católica en Moldavia, por su progresiva organización y por la construcción de nuevas iglesias como la catedral. Estos hechos demuestran la excelencia del diálogo y de la colaboración entre las Instituciones civiles y la Iglesia católica. Todos nosotros sabemos que ciertos problemas heredados de un pasado reciente deben aún resolverse. Intentar curar y cerrar las heridas es otra manera de contribuir positivamente a la unidad del país y a su desarrollo. Ojalá que las Autoridades civiles tengan el valor de encontrar soluciones satisfactorias, justas y equitativas para el patrimonio eclesiástico confiscado, para permitir que la Iglesia católica disponga de los medios para realizar su misión, no solamente en el ámbito religioso, sino también en el ámbito educativo, sanitario y caritativo.

La Iglesia no pide la concesión de privilegios particulares. Ella desea ser fiel a su propia finalidad y servir a cada persona sin distinción, según la misión confiada por Cristo. La feliz integración de los católicos en su país y las excelentes relaciones con la Iglesia ortodoxa demuestran su buena voluntad. Por otro lado, muchos moldavos se han establecido en países europeos de tradición católica. Ciertamente buscan una estabilidad económica, pero también establecen lazos con los católicos, profundizando más así las buenas relaciones entre ambas Iglesias. Estos dos factores son alentadores para encontrar soluciones ulteriores que refuercen aún más la armonía entre el Estado moldavo y la Iglesia católica. Pero pienso particularmente en los jóvenes moldavos. Rezo por ellos y deseo animarles. Quiero expresarle mi alegría al saber que un centenar de ellos podrán participar por primera vez en la Jornada Mundial de la Juventud, el próximo agosto en Madrid. Y, el próximo octubre, la Iglesia católica organizará su primera Semana Social. La perspectiva de estos dos acontecimientos me da gran satisfacción. Deberían suscitar el orgullo de su país.

En este momento que Su Excelencia inaugura oficialmente sus funciones ante la Santa Sede, le expreso mis mejores deseos por su éxito en la realización de su misión. Esté seguro, señor Embajador, de que encontrará entre mis colaboradores la atención y la comprensión cordiales que merece su alto cargo, así como el afecto del Sucesor de Pedro hacia su país. Invocando la intercesión de la Virgen María, rezo al Señor para que derrame abundantes bendiciones sobre usted, sobre su familia y sobre sus colaboradores, así como sobre el pueblo moldavo y sus dirigentes.

[Traducción del original francés por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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