"Lo que fastidia es la presencia de la cruz"

¡Cielos, una cruz en las Cortes! ¡Vade retro!

Podemos permitir una camiseta con la enseña republicana o con la bandera del movimiento gay

Carmen Bellver, 10 de junio de 2011 a las 17:58

 

(Carmen Bellver).- La idiocia aumenta en proporción desorbitada en los medios. Se podría pensar que habiendo tantos temas conflictivos las tonterías pasarían desapercibidas. Pero no es así. Todo el mundo destaca que Juan Cotino recién nombrado Presidente de las Cortes Valencianas haga uso de posición para llevar un crucifijo a su mesa. Y tal y como están las cosas una casi se sorprende que estemos hablando de estos temas y olvidando todas las causas pendientes de corrupción. Pero es así.

Da igual que todos seamos testigos cada legislatura de cómo juran o prometen sus cargos los Ministros, ante el mismo crucifijo que preside estos actos desde el inicio de la democracia.

Lo de menos es la libertad de jurar o prometer. Lo que fastidia es la presencia de la cruz y eso les mueve a azuzar el espolón anticlerical. Porque aunque no lo crean con ello venden muchos votos, especialmente a la izquierda del mismo PSOE. Y es ganas de marear al personal, con un tema que les viene al pelo. Que subleva a la gente y le hace olvidar los verdaderos problemas. En eso los españoles somos una especie definida. Podemos permitir una camiseta con la enseña republicana en las mismas Cortes. Otra con la bandera del movimiento gay. Pero si alguien saca la cruz, ¡cielos, es cosa digna de ver!, toda la prensa se hace eco. Y así en esas dosis de mala baba que nos caracteriza vamos caldeando el ambiente para seguir jugando con las cartas marcadas. Las mismas cartas que nos llevaron a un enfrentamiento fratricida.

El Sr. Cotino ha querido poner una pica en Flandes y la izquierda más salvaje babea horrorizada. Y digo yo, si hay libertad religiosa y este señor quiere hacer pública y manifiesta su creencia con un símbolo religioso en su mesa de trabajo, a qué viene rasgarse las vestiduras. Tal vez sea la deriva sectaria y totalitaria de esos radicales que a ser posible volverían a desamortizar a la Iglesia. Expulsarían todas las órdenes religiosas y cerrarían las iglesias, con especial preferencia las católicas. Seguro
que a continuación abrían mezquitas porque viste mucho ir de líderes de la alianza de civilizaciones.

Estas cosas producen hilaridad y una especie de increíble estupor. El mismo que surge ante la imagen del movimiento gay solicitando a la Iglesia que se adapte a sus exigencias. Y lo hacen con toda la mala idea, de manera que si hay algún atisbo de radical encono contra la fe, proviene de los gay y lesbianas. No pueden sufrir que se cuestione su opción. Ellos quieren relucir como el sol, poder seducir en la vía pública a cualquier mancebo o manceba que les apetezca. Y eso lo tiene que admitir la Iglesia católica faltaría más. O mucho me temo que la persigan por no defender su derecho a la diferencia.

Aquí no cabe ningún razonamiento. No vale decir que las relaciones sexuales fuera del matrimonio no se admiten y punto pelota. Ellos seguirán insistiendo que lo suyo es un don de Dios y hay que bendecirles. Con ese descaro que les proporciona salir del armario. Y esa misma posición de jaque mate, la siguen los virtuales seguidores del movimiento 15M. Camuflados entre la tropa de los idealistas en acción sacan su pancarta contra la Iglesia católica y todo lo que representa. No falla, siempre encontrarán una en sus asambleas. Es la propaganda soviética de los peores tiempos de la guerra fría. Pues vean ustedes que quienes proclaman tolerancia, democracia, libertad, se convierten allí donde van en unos sectarios, estalinistas, que abominan del uso de esa misma libertad con los hechos. Los encontramos en el desfile del orgullo gay, que se convierte en toda una pose para abducir en el relativismo al pensamiento social. Los vemos en las manifestaciones, da lo mismo que se vaya contra la guerra, alguna pancarta saldrá denunciando al Papa.

El Sr. Juan Cotino es una especie en peligro de extinción, pocos se muestran orgullosos de su fe, la mayoría la oculta, incluso la considera incompatible con la gestión pública. De manera que su linchamiento mediático le llegará incluso desde su mismo partido. La fe no desean que salga a la luz, la quieren arrinconar en el ámbito de lo privado. Por eso siguen empeñados en borrar del mapa cualquier símbolo religioso. Sin pensar que no hay mayor imagen de amor y entrega a los demás que la de un Dios hecho hombre y elevado en la cruz.