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Santa Sede

El Papa enseña que la oración pone al hombre ante el Dios verdadero

Benedicto XVI nombra dos eparcas para Líbano y Australia

El Papa nombra tres obispos para Filipinas y dos para Brasil

Los alumnos del profesor Ratzinger hablarán sobre nueva evangelización

Mundo

“Progresos muy significativos” en la Comisión bilateral Santa Sede-Israel

Encuentro en Lituania sobre la nueva evangelización en Europa

Actualidad

Santa Sede plantea objeciones ante la Declaración de la ONU sobre el Sida

Foro

Lo que el Papa tiene que decir sobre los hombres y mujeres con VIH/SIDA

Audiencia del miércoles

Benedicto XVI: La oración de Elías y el fuego de Dios

Documentación

Intervención de la Santa Sede en el encuentro de alto nivel sobre HIV/Sida

Declaración de la Santa Sede ante la Declaración de la ONU sobre el Sida

Intervención de monseñor Tomasi en el Vaticano sobre el Sida


Santa Sede


El Papa enseña que la oración pone al hombre ante el Dios verdadero
Reflexiona sobre el profeta Elías y el episodio del Monte Carmelo
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 15 de junio de 2011 (ZENIT.org).- La idolatría es un engaño en el que el hombre no puede salir del círculo de sí mismo para encontrarse con Dios, es decir, para rezar realmente. Lo explicó hoy el Papa Benedicto XVI durante la Audiencia General.

Siguiendo con su ciclo de catequesis sobre la oración, el Papa quiso presentar hoy el episodio bíblico del profeta Elías y su enfrentamiento con los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal en el Monte Carmelo, para demostrar quien era el Dios verdadero.

“Donde Dios desaparece, el hombre cae en la esclavitud de idolatrías”, afirmó el Papa, “como han mostrado, en nuestro tiempo, los regímenes totalitarios, y como muestran también diversas formas de nihilismo, que hacen al hombre dependiente de ídolos, de idolatrías; le esclavizan”.

Sin embargo, añadió, “la verdadera adoración de Dios, entonces, es darse a sí mismo a Dios y a los hombres, la verdadera adoración es el amor. Y la verdadera adoración de Dios no destruye, sino que renueva, transforma”.

El ídolo es una “realidad engañosa”, explicó el Pontífice, pues “está pensado por el hombre como algo de lo que se puede disponer, que se puede gestionar con las propias fuerzas, al que se puede acceder a partir de sí mismos y de la propia fuerza vital”.

“La adoración del ídolo, en lugar de abrir el corazón humano a la Alteridad, a una relación liberadora que permita salir del espacio estrecho del propio egoísmo para acceder a dimensiones de amor y de don mutuo, encierra a la persona en el círculo exclusivo y desesperante de la búsqueda de sí misma”.

Este engaño, añadió, “es tal que, adorando al ídolo, el hombre se ve obligado a acciones extremas, en el tentativo ilusorio de someterlo a su propia voluntad”.

Elías y el fuego de Dios

En este conocido pasaje del primer libro de los Reyes, el profeta reta a los adoradores de Baal ante el pueblo de Israel a ofrecer un sacrificio a su dios, para que éste enviase fuego del cielo y lo consumiese, demostrando así su existencia.

Este episodio tiene lugar tras la división de Israel en dos, una vez el pueblo, después del reinado de Salomón, se apartara de la fe.

Concretamente, sucedió en el reino del Norte, en el siglo IX antes de Cristo, en tiempos del rey Ajab, “en un momento en el que Israel se había creado una situación de abierto sincretismo”, en el que el pueblo de Israel adoraba al mismo tiempo a Dios y a Baal, explicó el Papa.

“Aún pretendiendo seguir al Señor, Dios invisible y misterioso, el pueblo buscaba seguridad también en un dios comprensible y previsible, del que creía poder obtener fecundidad y prosperidad a cambio de sacrificios”.

Para desenmascarar esta doblez, el profeta Elías reúne al pueblo en el monte Carmelo, junto a la actual Haifa, y le pone ante la necesidad de hacer una elección: “Si el Señor es Dios, seguidle; si es Baal, seguidle a él”.

El reto de Elías a los profetas de Baal pone de manifiesto “dos formas completamente distintas de dirigirse a Dios y de rezar”, explicó el Papa.

“Los profetas de Baal, de hecho, gritan, se agitan, bailan, saltan, entran en un estado de exaltación llegando a hacerse incisiones en el cuerpo”, hasta “chorrear sangre”.

“Los profetas de Baal llegan hasta hacerse daño, a infligirse heridas en el cuerpo, en un gesto dramáticamente irónico: para obtener una respuesta, un signo de vida de su dios, se cubren de sangre, recubriéndose simbólicamente de muerte”, pero no sucede nada.

La actitud de Elías, explicó Benedicto XVI, es “muy distinta”: pide al pueblo que “se una a él, convirtiéndose en partícipe y protagonista de su oración”, y erige un altar, en el que coloca doce piedras por cada una de las tribus.

Elías “se dirige al Señor llamándole Dios de los Padres, haciendo así memoria implícita de las promesas divinas y de la historia de elección y de alianza que unió indisolublemente al Señor y a su pueblo”.

Así, pone al pueblo “ante su propia verdad” de elegido por Dios, y “pide que también la verdad del Señor se manifieste y que Él intervenga para convertir a Israel, apartándolo del engaño de la idolatría y llevándolo así a la salvación”.

Y esto es lo que sucedió: “cayó el fuego del Señor: Abrasó el holocausto, la leña, las piedras y la tierra, y secó el agua de la zanja. Al ver esto, todo el pueblo cayó con el rostro en tierra y dijo: '¡El Señor es Dios! ¡El Señor es Dios!'”.

Por ello, concluyó el Papa, “el objetivo primario de la oración es la conversión: el fuego de Dios que transforma nuestro corazón y nos hace capaces de ver a Dios, y así, de vivir según Dios y de vivir para el otro”.

“Ciertamente, el fuego de Dios, el fuego del amor quema, transforma, purifica, pero precisamente así no destruye, sino que crea la verdad de nuestro ser, recrea nuestro corazón. Y así realmente vivos por la gracia del fuego del Espíritu Santo, del amor de Dios, somos adoradores en espíritu y en verdad”.

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Benedicto XVI nombra dos eparcas para Líbano y Australia
Monseñor Nicolas James Samra y el archimandrita Robert Rabbat
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 15 de junio de 2011 (ZENIT.org).- El Papa nombró dos eparcas, uno para Líbano y otro para Australia, comunicó este miércoles la Oficina de Información de la Santa Sede.

Benedicto XVI nombró obispo de la eparquía de Newton de los Greco-Melkitas (Líbano) a monseñorNicolas James Samra, transfiriéndolo de la sede titular episcopal de Gerasa de los Greco-Melkitas (Estados Unidos).

Monseñor Samra nació el 15 de agosto de 1944 en Paterson, Nueva Jersey (Estados Unidos).

Después de estudiar Filosofía en el St. Anselm’s College de Manchester y Teología en el St. Basil’s Seminary de Methuen y el St. John’s Seminary de Bringhton, fue ordenado sacerdote en 1970 y obispo auxiliar de la eparquía de Newton de los Greco-Melkitas en 1989.

El 11 de enero de 2005 renunció al encargo de auxiliar y desarrolló un “apreciado servicio pastoral”, según la Santa Sede.

Al mismo tiempo, Benedicto XVI acogió la dimisión al gobierno pastoral de la eparquía de Newton de los Greco-Melkitas (Estados Unidos), presentada por monseñor Cyrille Bustros.

Y se adhirió a la elección, canónicamente realizada por el Sínodo de los Obispos de la Iglesia Greco-Melkita, de monseñor Cyrille S. Bustros, MSP, como arzobispo metropolitano de Beirut y Jbeil de los greco-melkitas (Líbano), en sustitución de monseñor Joseph Kallas.

Por otra parte, el Papa nombró obispo de la eparquía de Saint Michael’s de Sydney de los Greco-Melkitas (Australia) al archimandrita Robert Rabbat, rector de la catedral de la Anunciación en Newton (Estados Unidos).

El archimandrita nació en Beirut el 14 de febrero de 1960. En 1979 fue transferido a los Estados Unidos y estudió Ingeniería y Matemática en la Ohio State University.

En 1989 entró en el seminario libanés de la Iglesia Greco-Melkita y realizó sus estudios de Filosofía y Teología en el Instituto San Pablo de Harissa. Fue ordenado sacerdote en 1994.

Al año siguiente, empezó a servir como párroco en los Estados Unidos, en Indiana. En 1997 obtuvo un máster en Comunicacíon Social. Desde 1999 es responsable de la revista de la eparquía de Newton Sophia.

En 2005 fue nombrado rector de la catedral de la Anunciación en Newton y fue elevado a la dignidad de archimandrita.

El Pontífice acogió la renuncia de monseñor Darwish al gobierno pastoral de la eparquía de St. Michael’s de Sydney de los Greco-Melkiti (Australia).

Y también se adhirió a la elección de monseñor Issam Darwish, BS, como arzobispo de Zahleh y Furzol de los Greco-Melkitas (Líbano), en sustitución de monseñor André Haddad, BS.

Ucrania

Benedicto XVI también aceptó hoy la renuncia al gobierno pastoral de la diócesis de Kyiv-Zhyrtomyr de los Latinos, presentada por monseñor Jan Purwiński por razones de edad, y nombró para sustituirle en el cargo a monseñor Petro Herculan Malchuk, OFM, hasta ahora obispo auxiliar de Odessa-Simferopol, confiriéndole la dignidad de arzobispo ad personam.

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El Papa nombra tres obispos para Filipinas y dos para Brasil
Y un consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 15 de junio de 2011 (ZENIT.org).- El Papa nombró tres obispos para Filipinas: un nuevo arzobispo de Tuguegarao, el obispo de Masbate y un obispo auxiliar de Nueva Segovia, comunicó este miércoles la Oficina de Información de la Santa Sede.

Benedicto XVI aceptó la renuncia al gobierno pastoral de la arquidiócesis de Tuguegarao presentada por monseñor Diosdado A. Talamayan por razones de edad, y nombró para sustituirle en el cargo a monseñor Sergio Lasam Utleg, hasta ahora obispo de Laoag.

Monseñor Sergio Lasam Utleg nació en Solana, en la arquidiócesis de Tuguegarao en 1943. Estudió en el Seminario San Jacinto de Cagayan, realizó los estudios filosóficos y teológicos en la Universidad Santo Tomás de Aquino de Manila, yse licenció en Teología en la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma.

Fue ordenado sacerdote para Tuguegarao en 1968. Tras servir en varias parroquias y trabajar en la oficina para la pastoral social de la arquidiócesis, fue nombrado obispo coadjutor de Ilagan en 1997. En 1999 sucedió a su predecesor en Ilagan y en 2006 fue transferido a la sede de Laoag.

En la Conferencia Episcopal de las Filipinas es presidente de la Comisión Episcopal de los Pueblos Indígenas.

Benedicto XVI nombró también obispo de Masbate a monseñor José B. Bantolo, hasta ahora vicario general de la diócesis de San Jose de Antique.

Nacido en 1960 en Guisijan, en Antique, estudió en Filipinas, en Roma y en los Estados Unidos y fue ordenado sacerdote en 1986 para la diócesis de San Jose de Antique.

También para Filipinas, el Pontífice nombró obispo auxiliar de Nueva Segovia a monseñor David William Valencia Antonio, hasta ahora vicario general de la misma arquidiócesis.

Monseñor Valencia nació en Nagtupacan, en Santo Domingo, en la provincia de Ilocos Sur, en 1963. Estudió en las Filipinas y en Estados Unidos. Fue ordenado sacerdote en 1988 para Nueva Segovia.

Tras algunos años como profesor, jefe de estudios y rector del seminario de Vigan Immacolate Conception School of Theology, fue párroco y después vicario general de Nueva Segovia.

Brasil

Para Brasil, el Papa nombró hoy arzobispo metropolitano de Brasilia a monseñor Sérgio da Rocha, hasta ahora arzobispo de Teresina, presidente del Departamento Vocaciones y Ministerios del CELAM.

Monseñor Da Rocha nació en Dobrada, en el estado de São Paulo, en 1959. Estudió en el seminario diocesano de São Carlos y en el Instituto Teológico de Campinas.

Se licenció en Teología Moral en la Facultad Teológica Nossa Senhora da Assunção de São Paulo, y se doctoró en la misma disciplina en la Academia Alfonsiana de Roma.

Fue ordenado sacerdote en 1984 en Matão, en la diócesis de São Carlos. En 2001 fue elegido obispo auxiliar de Fortaleza y en 2007, obispo coadjutor de Teresina. En 2008 se convirtió en arzobispo de esa arquidiócesis.

Ha sido párroco, coordinador de la pastoral de juventud de São Carlos, profesor de Filosofía y de Teología, director espiritual de la Casa de Teología en Campinas y rector del seminario de Filosofía de São Carlos.

También coordinador diocesano de la pastoral vocacional, rector del seminario diocesano, miembro del equipo de formación de los diáconos permanentes y miembro del consejo presbiteral y del colegio de consultores.

Como obispo ha sido miembro de la Comisión Episcopal de Doctrina y de la Comisión Episcopal del Mutirão de Superação da Miséria e da Fome de la conferencia episcopal brasileña.

El Papa nombró también obispo prelado de Coari (Brasil) al misionero redentorista Marek Marian Piatek, CSSR, profesor de Teología Moral en la arquidiócesis de São Salvador da Bahia.

Nacido en 1954 en la ciudad polaca de Tuchów, el padre Marek Marian Piatek estudió Filosofía y Teología en el seminario de los redentoristas de su ciudad y se doctoró en Teología Moral en la Academia Alfonsiana de Roma. Fue ordenado sacerdote en 1980.

Seis años después fue enviado como misionero a Brasil, a la diócesis de São Salvador da Bahia, donde ha sido formador de los estudiantes de Teología y profesor de Teología Moral de la Universidad Católica de São Salvador da Bahia, de la de São Bento y del Instituto Superior de Estudios para el Matrimonio y la Familia.

Doctrina de la Fe

Entre otros nombramientos, el Obispo de Roma también nombró hoy consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe a monseñor Giovanni Angelo Becciu, sustituto de la Secretaría de Estado para los Asuntos Generales y arzobispo titular de Roselle.

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Los alumnos del profesor Ratzinger hablarán sobre nueva evangelización
El encuentro anual se celebrará en Castel Gandolfo del 26 al 28 de agosto
ROMA, miércoles 15 de junio de 2011(ZENIT.org).– Los antiguos alumnos de Joseph Ratzinger reflexionarán sobre la nueva evangelización en su próximo encuentro anual, que se celebrará del 26 al 28 de agosto en Castel Gandolfo.

El organizador de estos encuentros anuales, el padre Stephen Horn, explicó a ZENIT que el tema del próximo encuentro del Círculo de Estudiantes de Ratzinger será la nueva evangelización. El Papa presidirá la misa del domingo 28.

La teóloga laica Hanna-Barbara Gerl-Falkowitz y el miembro austriaco de la Comunidad del Emmanuel Otto Neubauer, también laico, han sido invitados a dar testimonio en el encuentro de este verano.

Hanna-Barbara Gerl-Falkowitz, especialista en Romano Guardini y en las relaciones entre filosofía y cultura, es profesora en Dresde -en la antigua Alemania del Este- y asidua en los medios de comunicación.

Al primer círculo de la Ratzingerschülerkreis -de Bonn, Munich, Tubinga, Ratisbona-, se ha añadido hace unos años un nuevo círculo constituido por estudiantes no directos del profesor Ratzinger (como uno de los premiados del Premio Ratzinger, el Padre Heim), pero que se han formado con el estudio de su teología.

El primer encuentro de Ratzinger con sus antiguos alumnos tuvo lugar en marzo de 1977, cuando fue nombrado por Pablo VI arzobispo de Munich y Frisinga. Desde aquel día, la cita se repite todos los años sobre un tema específico.

Sus antiguos alumnos recibieron con sorpresa una carta en 2005 del nuevo Papa, Benedicto XVI, pocos meses después de su elección, para citarles en Castel Gandolfo y mantener la costumbre.

En 2005, analizaron la cuestión del Islam; en 2006 y 2007, la evolución y las teorías evolucionistas; en 2008, el tema fue el Jesús histórico y su Pasión; en 2009, la misión y el diálogo con las religiones y culturas, y en 2010, la interpretación adecuada del Concilio Vaticano II.

Del Círculo de Estudiantes de Ratzinger forman parte el cardenal Christoph Schönborn, arzobispo de Viena; el obispo auxiliar de Hamburg, monseñor Hans-Jochen Jaschke; y varias decenas de profesores universitarios, párrocos, religiosos, religiosas y laicos.

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Mundo


“Progresos muy significativos” en la Comisión bilateral Santa Sede-Israel
Según un comunicado tras la reunión plenaria celebrada el martes
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 15 de junio de 2011 (ZENIT.org).- La reunión de la Comisión Bilateral Permanente de Trabajo entre la Santa Sede y el Estado de Israel celebrada ayer martes ha registrado ·progresos muy significativos”.

Así lo afirma una nota difundida al término del encuentro de este organismo, que tuvo lugar en sesión plenaria en el Palacio Apostólico Vaticano para continuas las negociaciones en base al artículo 10 §2 del Fundamental Agreement entre ambos Estados, sobre asuntos económicos y fiscales.

El encuentro fue presidido, por la parte católica, por monseñor Ettore Balestrero, subsecretario para las Relaciones con los Estados, y por la parte israelí, por Danny Ayalon, M.K, viceministro de Asuntos Exteriores de Israel.

“Las negociaciones tuvieron lugar en una atmósfera abierta, amistosa y constructiva, registrando progresos muy significativos”, subraya el comunicado vaticano.

“Las Partes han concordado los pasos futuros hacia la conclusión del Acuerdo. La próxima reunión plenaria se celebrará el 1 de diciembre de 2011 en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel”.

La delegación de la Santa Sede la formaban monseñores Antonio Franco (nuncio apostólico en Israel); Giacinto-Boulos Marcuzzo (vicario del Patriarcado Latino para Israel); Maurizio Malvestiti, (subsecretario de la Congregación para las Iglesias orientales) Alberto Ortega Martín (de la Secretaría de Estado).

También la integraban el laico Henry Amoroso (consultor jurídico), y los sacerdotes Elias Daw (presidente del Tribunal de la Iglesia greco-melquita en Israel), Pietro Felet (secretario de la Asamblea de Ordinarios Católicos de Tierra Santa AOCTS) y Giovanni Caputa, (secretario de la delegación de la Santa Sede).

La delegación israelí la formaban Mordechay Lewy (embajador de Israel ante la Santa Sede), y los siguientes miembros del Ministerio de Asuntos Exteriores: Shmuel Ben-Shmuel (jefe de la Oficina de Asuntos Judíos e Interreligiosos en el mundo), Ehud Keinan (consultor jurídico), Michal Gur-Aryeh (Departamento de Asuntos Jurídicos), Bahij Mansour (Departamento de Asuntos Religiosos), Ashley Perry (consultor del viceministro), Klarina Shpitz (jefe de personal), y Chen Ivri Apter (consultor jefe del viceministro).

Estuvieron también presentes, por el Ministerio de Justicia, Moshe Golan (Oficina del Procurador del Estado) e Itai Apter (consultor); y por el Ministerio de Finanzas, Oded Brook (jefe del Departamento de Asuntos Internacionales) y David Sharan (jefe de personal).

El Fundamental Agreement, que permitió en el año 2000 el establecimiento de relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y el Estado de Israel, concierne cuestiones de propiedad, económicas y fiscales que interesan en general a la Iglesia católica o a comunidades o instituciones católicas específicas en Israel, teniendo en cuenta la “casi bimilenaria presencia de la Iglesia en Tierra Santa”.

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Encuentro en Lituania sobre la nueva evangelización en Europa
Del 16 al 21 de junio, con secretarios generales y portavoces de los episcopados
VILNA, miércoles 15 de junio de 2011 (ZENIT.org).– Por primera vez, los secretarios generales y portavoces de las conferencias episcopales de Europa han sido convocados para debatir sobre la comunicación en la Iglesia y sobre la nueva evangelización en Europa.

En concreto están previstos dos encuentros consecutivos del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa (CCEE) en Vilna: un encuentro de secretarios generales, del 16 al 19 de junio, y otro de los responsables de prensa y comunicación de las conferencias episcopales, del 18 al 21 de junio.

El CCEE precisa en un comunicado que los secretarios centrarán su atención en aspectos específicos de la nueva evangelización, como la relación entre la cultura y la calidad de la fe para una Iglesia que se mueve; la vida espiritual y la pertenencia eclesial en la actualidad frente a ritmos acelerados y al estrés, y finalmente las estructuras y carismas de la Iglesia.

También habrá una presentación de las actividades del CCEE y de la Comisión de los Episcopados de la Comunidad Europea (COMECE), así como de las próximas iniciativas en las que participarán las conferencias episcopales: la Jornada Mundial de la Juventud (en Madrid del 16 al 21 de agosto de 2011); el Encuentro Mundial de las Familias (en Milán del 29 de mayo al 3 de junio de 2012) y el Congreso Eucarístico Internacional (en Dublín del 10 al 17 de junio de 2012).

Este sábado 18 de junio, los responsables de comunicación y portavoces de las conferencias episcopales se añadirán a los secretarios para compartir una tarde de trabajo sobre “la organización de la comunicación en las conferencias episcopales de la mejor forma posible para cumplir su misión consistente en anunciar el Evangelio, incluso en las situaciones difíciles”, precisa el comunicado.

El mismo día se presentará una primera versión del EuroCathInfo -el portal de la información institucional de las conferencias episcopales en Europa- y del intranet europeo cuya puesta en línea está prevista para este mismo año.

Del domingo al martes por la mañana, los portavoces reflexionarán sobre el tema de la nueva evangelización basándose en la experiencia actual en el continente europeo.

La reflexión de Vilnius, precisa el CCEE, se enmarca en la perspectiva de los trabajos de la próxima asamblea del CCEE, que se celebrará el 29 de septiembre en Tirana (Albania).

En ese encuentro, los presidentes de las conferencias episcopales abordarán el tema de la nueva evangelización junto al prefecto del nuevo dicasterio vaticano dedicado a la nueva evangelización, monseñor Salvatore Fisichella.

Los trabajos se desarrollarán a puerta cerrada y se difundirá un comunicado final despuésde los dos encuentros.

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Actualidad


Santa Sede plantea objeciones ante la Declaración de la ONU sobre el Sida
La gente tiene más dignidad de la que la ONU reconoce
NUEVA YORK, miércoles 15 de junio de 2011 (ZENIT.org) .- Siendo la organización responsable de más de una cuarta parte de la atención mundial a los enfermos de Sida y a los afectados por la enfermedad, la Iglesia habla sobre el Sida con mucha experiencia.

Y lo que dice, y ha dicho otra vez en la sede de las Naciones Unidas la semana pasada, es que la persona humana es mejor, más fuerte y más capaz de lo que ordinariamente se piensa - la persona humana tiene una dignidad que a las Naciones Unidas le cuesta reconocer.

Por eso, cuando el pasado viernes, en la sede de Nueva York, se aceptó por unanimidad una declaración política de la ONU sobre el VIH/Sida, la delegación del Vaticano planteó puntos en los que no estaba de acuerdo.

También lo había hecho monseñor Silvano Tomasi, observador permanente ante la oficina de la ONU en Ginebra, unos días antes en una reunión en Europa, recordando el papel de la Iglesia católica en la lucha contra el Sida.

Para luchar contra esta infección – desde que apareciera por primera vez hace 30 años, y 30 millones de muertos más tarde - Jane Adolphe, profesora asociada de Derecho Ave Maria School of Law, habló en la reunión de alto nivel de Nueva York, en nombre del arzobispo Francis Chullikatt y propuso un punto de partida: "el reconocimiento de que la persona humana puede y debe cambiar un comportamiento irresponsable y peligroso, en lugar de simplemente aceptar ese comportamiento como si fuera inevitable e inmutable".

La Delegación de la Santa Sede en las Naciones Unidas quiso recordar que el Sida es algo más que estadísticas, o que planes imbuidos ideológicamente para luchar contra él.

"Las políticas, programas y declaraciones políticas no tienen sentido si no reconocemos la dimensión humana de esta enfermedad en los hombres, mujeres y niños que viven con o están afectadas por el VIH/Sida", afirmó.

La Santa Sede volvió a proponer de nuevo “el único medio universalmente efectivo, seguro y asequible para detener la propagación de este mal: abstinencia antes del matrimonio y fidelidad mutua durante el matrimonio, evitando correr riesgos y conductas irresponsables y promoviendo el acceso universal a los medicamentos que previenen el contagio del HIV de madre a hijo”.

Y criticó a aquellos que ignoran los resultados positivos de los programas basados en la abstinencia y la fidelidad “guiados por la ideología y el propio interés económico que ha crecido como resultado de la enfermedad del HIV”.

En el mismo sentido, declaró que el acceso a la financiación no debe limitarse a "nociones preconcebidas ideológicamente", sino que debe basarse en "la capacidad de las organizaciones para proporcionar una atención segura, asequible y eficaz a aquellos que la necesitan".

Pleno respeto

Por ello, tras aceptarse la Declaración, la delegación de la Santa Sede pidió que se incluyese una "declaración interpretativa", en el que mostraba sus reservas y precisiones hacia varios puntos del documento.

La declaración vaticana reiteró la posición de la Iglesia sobre los términos "salud sexual y reproductiva" y "servicios", así como "de género".

Afirmó una comprensión del término "jóvenes" que significa que los Estados deben respetar los derechos de los padres de familia, y que reconoce que la familia tradicional es indispensable en la lucha contra el Sida.

La Santa Sede rechazó las referencias a términos como "población de alto riesgo", diciendo que supone "tratar a las personas como objetos, lo que puede dar la falsa impresión de que ciertos tipos de comportamiento irresponsable de alguna manera sean moralmente aceptables".

Recordó que no respalda el uso de preservativos para los programas de prevención o clases de educación sexual.

Que no acepta los esfuerzos de "reducción del daño" relacionados con el consumo de drogas, ya que estos "no respetan la dignidad de las personas que sufren de adicción a las drogas, pues no tratan o curan al enfermo, sino que sugieren falsamente que no pueden liberarse del ciclo de la adicción".

Y rechazó la caracterización de las personas que ejercen la prostitución como "trabajadoras sexuales", "ya que esto puede dar la falsa impresión de que la prostitución de alguna manera podría ser una forma legítima de trabajo".

"Lo que se necesita", concluyó el comunicado, "es un enfoque basado en los valores para luchar contra la enfermedad del HIV/Sida, un enfoque que proporcione los cuidados necesarios y el apoyo moral a las personas infectadas y que promueva una vida en conformidad con las normas del orden moral natural, un enfoque que respete plenamente la dignidad inherente al ser humano".

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Dado el interés del tema, ZENIT ha publicado una traducción propia de los siguientes documentos:

-intervención de monseñor Silvano Tomasi (ver www.zenit.org/article-39610?l=spanish)

-intervención de Jane Adolphe en nombre de monseñor Chullikatt en la sede de la ONU (ver www.zenit.org/article-39619?l=spanish)

-Declaración interpretativa de la Santa Sede a la Declaración de la ONU (ver www.zenit.org/article-39613?l=spanish)

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Foro


Lo que el Papa tiene que decir sobre los hombres y mujeres con VIH/SIDA
La clave para evitar la enfermedad es evitar los comportamientos de riesgo
Por Jane Adolphe 

NUEVA YORK, miércoles 15 de junio de 2011 (ZENIT.org).- Este artículo de opinión es en respuesta a Nancy Goldstein en el debate realizado en las Naciones Unidas sobre la redacción de la Declaración Política sobre el VIH y SIDA (ver "Why Won't the Pope Let Women Protect Themselves From HIV?" (“¿Por qué el Papa no quiere que las mujeres se protejan del VIH?”) 8 de junio, Guardian).

Ella critica a Benedicto XVI (conocido como la Santa Sede en derecho internacional) por tener una delegación compuesta sólo por varones, pero de hecho, la delegación consta también de tres mujeres, dos de las cuales son profesoras de derecho. También deja caer que el Papa es anti-mujer, cuando de hecho, él promueve con fuerza el respeto inherente de las mujeres y las niñas en documentos fundamentales, así como en sus catequesis, discursos, mensajes, homilías, conferencias y otras actividades. Además, uno de los dicasterios del Vaticano, el Consejo Pontificio para los Laicos, tiene una sección dedicada al Estadio de la Dignidad y Vocación de las Mujeres, donde se implementan enseñanzas con particular atención a la igual dignidad de hombres y mujeres.

El Papa afirma que hay “profundas verdades antropológicas sobre el hombre y la mujer, la igualdad de sus dignidades y la unidad de ambos, la diversidad bien arraigada y profunda entre la masculinidad y la femineidad y su vocación a la reciprocidad y complementariedad, a la colaboración y a la comunión” (discurso de Benedicto XVI en la conferencia “Mujer y hombre, el Humanum en su totalidad”, 2008; cf. Papa Juan Pablo II, “Mulieris Dignitatem”, 1988, nº6). De esta manera el Papa rechaza una uniformidad indistinta entre las mujeres y los hombres, que constituye una aburrida y pobre igualdad y un escaparate de la comprensión de las relaciones entre mujeres y hombres que se enfrentan unos a otros en una lucha interminable por el poder.

Él destaca que las mujeres llevan en sí el peso de las consecuencias negativas asociadas con la negación de la complementariedad del hombre y de la mujer, que a menudo se adaptan a una visión desordenada de la masculinidad, y autonomía. Reconoce los “descorazonadores” resultados que vienen del simple hecho de ser una mujer, y la posibilidad reducida de: nacer, sobrevivir la infancia, evitar la violencia, recibir una alimentación adecuada, obtener una educación, acceder a los cuidados de salud básicos así como evitar el VIH y SIDA (cf. Papa Juan Pablo II, Discurso a los Miembros de la Delegación de la Santa Sede en la 4ª Conferencia Mundial sobre la Mujer, Pekín 1995; ver también el Discurso del Papa Benedicto XVI a los Participantes a la 5ª Conferencia General de las Conferencias Episcopales de América Latina y Caribe, Brasil, 2007).

El Papa promueve una respuesta al VIH y SIDA basada en los valores, que se centra en la eliminación del riesgo a través de: la abstinencia antes del matrimonio y la fidelidad mutua en el matrimonio, evitando los comportamientos de riesgo, y promoviendo el acceso universal a los medicamentos que previenen la difusión del VIH de madre a hijo. Con respecto a la prevención, Benedicto XVI no trata de convencer a las mujeres de que una conducta sexual irresponsable o de riesgo o los encuentros peligrosos forman parte de un aceptable estilo de vida. Sino que anima a cada persona humana a vivir conforme a las normas del orden moral natural, un enfoque que respeta totalmente la dignidad inherente de la persona humana que por naturaleza esta dotada de razón y de la conciencia de tener derechos y responsabilidades con respecto a sí mismo, a otros y con la comunidad. Siendo esta postura, por cierto, totalmente conforme a la ley internacional de derechos humanos (por ejemplo véase la Declaración Universal de Derechos Humanos, preámbulo, párrafo 1, art. 1,29).

En resumen, el Santo Padre, ante todo, apoya la formación del carácter y la educación que lleve a una conducta apropiada, como clave para evitar la enfermedad. El punto de partida es que las mujeres y los hombres pueden y deben cambiar su conducta irresponsable. La posición contraria aceptaría estos tipos de comportamiento, a toda costa, para luego, simplemente, poner de relieve la reducción de los riesgos (por ejemplo el uso del condón o de las agujas limpias), como si las personas fueran, de alguna manera, incapaces de liberarse de un comportamiento autodestructivo.

[Traducción del inglés por Carmen Álvarez]

* * *

Jane Adolphe en profesora asociada de Derecho en la Ave Maria School of Law, Naples, Florida. Fue miembro de la delegación de la Santa Sede en la reunión del 10 de junio de las Naciones Unidas sobre VIH/SIDA.

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En la web de ZENIT:

Intervención de la Santa Sede en una reunión de alto nivel sobre el VIH/SIDA:www.zenit.org/article-39610?l=spanish

Declaración de interpretación sobre la adopción de la Declaración Política sobre VIH/SIDA:www.zenit.org/article-39613?l=spanish

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Audiencia del miércoles


Benedicto XVI: La oración de Elías y el fuego de Dios
Hoy en la Audiencia General
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 15 de junio de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la catequesis que el Papa Benedicto XVI pronunció hoy durante la audiencia general celebrada en la Plaza de San Pedro.

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Queridos hermanos y hermanas,

en la historia religiosa del antiguo Israel, tuvieron gran relevancia los profetas con sus enseñanzas y su predicación. Entre ellos surge la figura de Elías, suscitado por Dios para llevar al pueblo a la conversión. Su nombre significa “el Señor es mi Dios” y de acuerdo con este nombre se desarrolla toda su vida, consagrada totalmente a provocar en el pueblo el reconocimiento del Señor como único Dios. De Elías el Eclesiástico dice”Después surgió como un fuego el profeta Elías, su palabra quemaba como una antorcha” (Eclo 48,1). Con esta llama Israel vuelve a encontrar su camino hacia Dios. En su ministerio, Elías reza: invoca al Señor para que devuelva a la vida al hijo de una viuda que le había hospedado (cfr 1Re 17,17-24), grita a Dios su cansancio y su angustia mientras huye por el desierto, buscado a muerte por la reina Jezabel (cfr 1Re 19,1-4), pero se sobre todo en el monte Carmelo donde se muestra todo su poder de intercesor, cuando ante todo Israel, reza al Señor para que se manifieste y convierta el corazón del pueblo. Es el episodio narrado en el capítulo 18 del Primer Libro de los Reyes, en el que hoy nos detendremos.

Nos encontramos en el reino del Norte, en el siglo IX antes de Cristo, en tiempos del rey Ajab, en un momento en el que Israel se había creado una situación de abierto sincretismo. Junto al Señor, el pueblo adoraba a Baal, el ídolo tranquilizador del que se creía que venía el don de la lluvia, y al que por ello se atribuía el poder de dar fertilidad a los campos y vida a los hombres y a las bestias. Aún pretendiendo seguir al Señor, Dios invisible y misterioso, el pueblo buscaba seguridad también en un dios comprensible y previsible, del que creía poder obtener fecundidad y prosperidad a cambio de sacrificios. Israel estaba cediendo a la seducción de la idolatría, la continua tentación del creyente, figurándose poder “servir a dos señores” (cfr Mt 6,24; Lc 16,13), y de facilitar los caminos inescrutables de la fe en el Omnipotente poniendo su confianza también en un dios impotente hecho por hombres.

Precisamente para desenmascarar la necedad engañosa de esta actitud, Elías hace reunir al pueblo de Israel en el monte Carmelo y le pone ante la necesidad de hacer una elección: “Si el Señor es Dios, seguidle; si es Baal, seguidle a él”(1Re 18, 21). Y el profeta, portador del amor de Dios, no deja sola a su gente ante esta elección, sino que la ayuda indicando el signo que revelará la verdad: tanto él como los profetas de Baal prepararán un sacrificio y rezarán, y el verdadero Dios se manifestará respondiendo con el fuego que consumirá la ofrenda. Comienza así la confrontación entre el profeta Elías y los seguidores de Baal, que en realidad es entre el Señor de Israel, Dios de salvación y de vida, y el ídolo mudo y sin consistencia, que no puede hacer nada, ni para bien ni para mal (cfr Jr 10,5). Y comienza también la confrontación entre dos formas completamente distintas de dirigirse a Dios y de rezar.

Los profetas de Baal, de hecho, gritan, se agitan, bailan, saltan, entran en un estado de exaltación llegando a hacerse incisiones en el cuerpo, “con espadas y lanzas, hasta estar cubiertos de sangre”(1Re 18,28). Hacen recurso a sí mismos para interpelar a su dios, confiando en sus propias capacidades para provocar su respuesta. Se revela así la realidad engañosa del ídolo: éste está pensado por el hombre como algo de lo que se puede disponer, que se puede gestionar con las propias fuerzas, al que se puede acceder a partir de sí mismos y de la propia fuerza vital. La adoración del ídolo, en lugar de abrir el corazón humano a la Alteridad, a una relación liberadora que permita salir del espacio estrecho del propio egoísmo para acceder a dimensiones de amor y de don mutuo, encierra a la persona en el círculo exclusivo y desesperante de la búsqueda de sí misma. Y el engaño es tal que, adorando al ídolo, el hombre se ve obligado a acciones extremas, en el tentativo ilusorio de someterlo a su propia voluntad. Por ello los profetas de Baal llegan hasta hacerse daño, a infligirse heridas en el cuerpo, en un gesto dramáticamente irónico: para obtener una respuesta, un signo de vida de su dios, se cubren de sangre, recubriéndose simbólicamente de muerte.

Muy distinta es la actitud de oración de Elías. Él pide al pueblo que se acerque, implicándolo así en su acción y en su súplica. El objetivo del desafío dirigido por él a los profetas de Baal era el de volver a llevar a Dios al pueblo que se había extraviado siguiendo a los ídolos; por eso quiere que Israel se una a él, convirtiéndose en partícipe y protagonista de su oración y de cuanto está sucediendo. Después el profeta erige un altar, utilizando, como recita el texto, “doce piedras, conforme al número de los hijos de Jacob, a quien el Señor había dirigido su palabra, diciéndole: Te llamarás Israel” (v. 31). Esas piedras representan a todo Israel y son la memoria tangible de la historia de elección, de predilección y de salvación de que el pueblo ha sido objeto. El gesto litúrgico de Elías tiene una repercusión decisiva; el altar es el lugar sagrado que indica la presencia del Señor, pero esas piedras que lo componen representan al pueblo, que ahora, por mediación del profeta, está puesto simbólicamente ante Dios, se convierte en "altar", lugar de ofrenda y de sacrificio.

Pero es necesario que el símbolo se convierta en realidad, que Israel reconozca al verdadero Dios y vuelva a encontrar su propia identidad de pueblo del Señor. Por ello Elías pide a Dios que se manifieste, y esas doce piedras que debían recordar a Israel su verdad sirven también para recordar al Señor su fidelidad, a la que el profeta apela en la oración. Las palabras de su invocación son densas en significado y en fe: “¡Señor, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel! Que hoy se sepa que tú eres Dios en Israel, que yo soy tu servidor y que por orden tuya hice todas estas cosas. Respóndeme, Señor, respóndeme, para que este pueblo reconozca que tú, Señor, eres Dios, y que eres tú el que les ha cambiado el corazón” (vv. 36-37; cfr Gen 32, 36-37). Elías se dirige al Señor llamándole Dios de los Padres, haciendo así memoria implícita de las promesas divinas y de la historia de elección y de alianza que unió indisolublemente al Señor y a su pueblo. La implicación de Dios en la historia de los hombres es tal, que su Nombre está ya inseparablemente unido al de los Patriarcas, y el profeta pronuncia ese Nombre santo para que Dios recuerde y se muestre fiel, pero también para que Israel se sienta llamado por su nombre y vuelva a encontrar su fidelidad. El título divino pronunciado por Elías parece de hecho un poco sorprendente. En lugar de usar la fórmula habitual, “Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”, utiliza un apelativo menos común: “Dios de Abraham, de Isaac y de Israel”. La sustitución del nombre “Jacob” con “Israel” evoca la lucha de Jacob en el vado del Yaboq, con el cambio de nombre al que el narrador hace una referencia explícita (cfr Gen 32,31) y del que hablé en una de las catequesis pasadas. Esta sustitución adquiere un significado más dentro de la invocación de Elías. El profeta está rezando por el pueblo del reino del Norte, que se llamaba precisamente Israel, distinto de Judá, que indicaba el reino del Sur. Y ahora, este pueblo, que parece haber olvidado su propio origen y su propia relación privilegiada con el Señor, se siente llamar por su nombre mientras se pronuncia el Nombre de Dios, Dios del Patriarca y Dios del pueblo: “Señor, Dios […] de Israel, que se sepa hoy que tu eres Dios en Israel”.

El pueblo por el que reza Elías es puesto ante su propia verdad, y el profeta pide que también la verdad del Señor se manifieste y que Él intervenga para convertir a Israel, apartándolo del engaño de la idolatría y llevándolo así a la salvación. Su petición es que el pueblo finalmente sepa, conozca en plenitud quien es verdaderamente su Dios, y haga la elección decisiva de seguirle sólo a Él, el verdadero Dios. Porque sólo así Dios es reconocido por lo que es, Absoluto y Trascendente, sin la posibilidad de ponerle junto a otros dioses, que Le negarían como absoluto, relativizándole. Esta es la fe que hace de Israel el pueblo de Dios; es la fe proclamada en el bien conocido texto del Shema‘ Israel: “ Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor. Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas (Dt6,4-5). Al absoluto de Dios, el creyente debe responder con un amor absoluto, total, que comprometa toda su vida, sus fuerzas, su corazón. Y es precisamente para el corazón de su pueblo que el profeta con su oración está implorando conversión: “que este pueblo reconozca que tú, Señor, eres Dios, y que eres tú el que les ha cambiado el corazón” (1Re 18,37). Elías, con su intercesión, pide a Dios lo que Dios mismo desea hacer, manifestarse en toda su misericordia, fiel a su propia realidad de Señor de la vida que perdona, convierte, transforma.

Y esto es lo que sucede: “cayó el fuego del Señor: Abrasó el holocausto, la leña, las piedras y la tierra, y secó el agua de la zanja. Al ver esto, todo el pueblo cayó con el rostro en tierra y dijo: '¡El Señor es Dios! ¡El Señor es Dios!'” (vv. 38-39). El fuego este elemento a la vez necesario y terrible, ligado a las manifestaciones divinas de la zarza ardiente y del Sinaí, ahora sirve para mostrar el amor de Dios que responde a la oración y se revela a su pueblo. Baal, el dios mudo e impotente, no había respondido a las invocaciones de sus profetas; el Señor en cambio responde, y de forma irrevocable, no sólo quemando el holocausto, sino incluso secando toda el agua que había sido derramada en torno al altar. Israel ya no puede tener dudas; la misericordia divina ha salido al encuentro de su debilidad, de sus dudas, de su falta de fe. Ahora, Baal, el ídolo vano, está vencido, y el pueblo, que parecía perdido, ha encontrado el camino de la verdad y se ha reencontrado a sí mismo.

Queridos hermanos y hermanas, ¿qué nos dice a nosotros esta historia del pasado? ¿Cuál es el presente de esta historia? Ante todo está en cuestión la prioridad del primer mandamiento; adorar sólo a Dios. Donde Dios desaparece, el hombre cae en la esclavitud de idolatrías, como han mostrado, en nuestro tiempo, los regímenes totalitarios, y como muestran también diversas formas de nihilismo, que hacen al hombre dependiente de ídolos, de idolatrías; le esclavizan. Segundo, el objetivo primario de la oración es la conversión: el fuego de Dios que transforma nuestro corazón y nos hace capaces de ver a Dios, y así, de vivir según Dios y de vivir para el otro. Y el tercer punto. Los Padres nos dicen que también esta historia de un profeta es profética, si – dicen – es sombra del futuro, del futuro Cristo; es un paso en el camino hacia Cristo. Y nos dicen que aquí vemos el verdadero fuego de Dios: el amor que guía al Señor hasta la cruz, hasta el don total de sí. La verdadera adoración de Dios, entonces, es darse a sí mismo a Dios y a los hombres, la verdadera adoración es el amor. Y la verdadera adoración de Dios no destruye, sino que renueva, transforma. Ciertamente, el fuego de Dios, el fuego del amor quema, transforma, purifica, pero precisamente así no destruye, sino que crea la verdad de nuestro ser, recrea nuestro corazón. Y así realmente vivos por la gracia del fuego del Espíritu Santo, del amor de Dios, somos adoradores en espíritu y en verdad. Gracias.

[En español dijo]

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Argentina, México y otros países Latinoamericanos. Invito a todos a pedir al Señor que nos haga capaces de ser auténticos mediadores ante nuestros hermanos, y así indicar el camino de la fe del único Dios, que quiere revelarse a todos los hombres para convertirlos y llevarlos a la salvación.

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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Documentación


Intervención de la Santa Sede en el encuentro de alto nivel sobre HIV/Sida
La mejor prevención contra el Sida es promover una conducta digna de la persona
NUEVA YORK, miércoles 15 de junio de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos la intervención pronunciada el pasado viernes 10 de junio por Jane Adolphe, profesora asociada de Derecho de la Ave Maria School of Law y miembro de la Delegación de la Santa Sede en la ONU, en el último día de la reunión de alto nivel sobre HIV/Sida. Adolphe habló en nombre de monseñor Francis Chullikatt, observador permanente de la Santa Sede en la ONU.

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Señor Presidente,

Al reunirnos aquí hoy en este encuentro de alto nivel de dignatarios de todo el mundo, lo hacemos reconociendo que estamos al lado, como una familia, con quienes viven con el HIV y el Sida, y recordamos en nuestros pensamientos y oraciones a todos aquellos a quienes esta enfermedad se ha llevado de este mundo. Las políticas, los programas y las declaraciones políticas no tienen sentido si no reconocemos la dimensión humana de esta enfermedad en los hombres, mujeres y niños que viven con el HIV/Sida. Por supuesto, toda política, programa o declaración política de esta noble organización tiene poco sentido si no son implementadas por las acciones virtuosas que ayuden a todos esos necesitados.

Tras treinta años de la enfermedad HIV/Sida, la comunidad internacional sigue buscando respuestas y soluciones para detener la propagación del HIV y para proporcionar tratamiento, cuidado y apoyo a las cerca de 33 millones de personas que viven con el HIV/Sida. Desde el principio, organizaciones católicas, congregaciones religiosas y asociaciones laicales han estado en primera línea en proporcionar prevención, cuidado y apoyo a millones en todo el mundo, y al mismo tiempo, en promover la necesidad de una respuesta, basada en los valores, a esta enfermedad. A través de sus aproximadamente 117.000 centros de salud de todo el mundo, la Iglesia católica, por sí sola, proporciona alrededor del 25% de todas las atenciones a quienes viven con el HIV/Sida, especialmente a niños. Estas instituciones afiliadas con la Iglesia están en primera línea en proporcionar una respuesta que vea a las personas no como estadísticas, sino más bien en su dignidad y valor como hermanos, hermanas y vecinos de la misma familia humana.

Mi delegación sigue estando comprometida en lograr el objetivo de detener y minorar la extensión del HIV promoviendo el único medio universalmente efectivo, seguro y asequible para detener la propagación de este mal: abstinencia antes del matrimonio y fidelidad mutua durante el matrimonio, evitando correr riesgos y conductas irresponsables y promoviendo el acceso universal a los medicamentos que previenen el contagio del HIV de madre a hijo. De hecho, hay un reconocimiento cada vez mayor de que los programas basados en la abstinencia y la fidelidad en lugares de África han tenido éxito en reducir él contagio del HIV, en los que la transmisión había tenido lugar durante mucho tiempo entre la población general. Con todo, a pesar de este reconocimiento, algunos siguen negando estos resultados y en cambio están mayormente guiados por la ideología y el propio interés económico que ha crecido como resultado de la enfermedad del HIV.

Combatir la expansión del HIV no requiere medicamentos y productos caros, que buscan disminuir las consecuencias de una conducta peligrosa e irresponsable, sino que requiere más bien una respuesta basada en valores que reconozca la necesidad de promover la dignidad inherente de la persona humana, y por tanto, una conducta sexual responsable y el reconocimiento de la responsabilidad de cada uno y de la propia comunidad. Prevenir el contagio del HIV requiere no sólo identificar a esas personas que corren el riesgo de infectarse, sino también identificar las formas y los medios para ayudar a las personas en evitar toda actividad que les ponga en riesgo de contraer la infección. La mejor cura es la prevención que despierta la conciencia de las personas que podrían ser arrastradas a prácticas peligrosas que les amenazan a ellos y a quienes viven con ellos o con quienes se encuentran.

Señor Presidente.

Nuevos estudios han demostrado que el acceso a medicamentos anti-retrovirales proporcionan no sólo un medio para tratar la enfermedad, sino también para reducir los riesgos de contagio. Sin embargo, el acceso a la terapia anti-retroviral sigue estando fuera del alcance de muchos de los más pobres y vulnerables. En países de ingresos bajos o medios, aproximadamente 15 millones de personas viven con el HIV, pero sólo 5,2 millones tienen acceso al tratamiento para salvar su vida que necesitan. Además, a estas mismas poblaciones sigue faltando el acceso a tecnologías de diagnóstico y equipos de test que les permitan medios más efectivos y seguros de atender a quienes padecen HIV/Sida.

Con estimaciones que muestran que los fondos para combatir del HIV/Sida descendieron en 2010 – por primera vez en la historia del combate contra la enfermedad – debemos recordar que las declaraciones políticas y la buena voluntad necesitan ser acompañadas de acciones concretas sobre el terreno y a nivel internacional. El primer paso para llevar a cabo esta acción es asegurar que a los 10 millones de personas que no tienen acceso a medicamentos para salvar la vida se les proporciona el tratamiento, cuidado y apoyo seguro y asequible que necesitan. Los aproximadamente 7.000 millones de dólares que se necesitarían para proporcionar este tratamiento es una suma considerable,pero palidece en comparación con el dinero y los recursos invertidos por los países en buscar la guerra, y otras actividades destructivas, como el negocio global que rodea el comercio de armas de drogas.Además de cerrar el frente de la financiación, los países y el sector privado deben seguir reevaluando los derechos de propiedad intelectual farmacéutica para asegurar que estas protecciones sirven como medio para una mayor investigación y progreso, en lugar de convertirse en otro obstáculo para acceder a los medicamentos y el equipo médico necesarios.

A la vez que una mayor financiación y acceso a medicamentos necesarios es un requisito para afrontar la falta de acceso al tratamiento, el cuidado y el apoyo, también debe darse mayor importancia a asegurar que estos recursos sean usados de una forma que sea efectiva y responsable. Además, debería asegurarse que el acceso a la financiación no esté restringida a nociones ideológicamente preconcebidas, sino que se base más bien en la capacidad de las organizaciones de proveer cuidado seguro, asequible y efectivo a los necesitados.

El acceso a quienes viven con el HIV/Sida no termina en proporcionar acceso a medicamentos, sino que requiere apoyar a las familias afectadas. Los aproximadamente 16 millones de niños en todo el mundo que han quedado huérfanos por el Sida requieren un cuidado compasivo y un ambiente estructurado para que puedan recibir el apoyo psico-social adecuado y lleguen a ser miembros activos de la comunidad. Igualmente, las familias que están cuidando de miembros que viven con el HIV/Sida deben recibir el apoyo económico, social, médico y espiritual necesario. Esto también requiere adoptar políticas que eliminen las discriminaciones contra quienes viven con el HIV/Sida y los miembros de su familia.

Señor presidente,

El HIV/Sida ha sido y sigue siendo una de las mayores tragedias de nuestro tiempo. No sólo es un problema sanitario de enorme magnitud, sino también una preocupación social, económica y política. Es también una cuestión moral, pues las causas de la enfermedad reflejan claramente una seria crisis de valores. La prevención, primero y sobre todo, debe dirigirse hacia la formación y la educación en una conducta humana responsable o, en otras palabras, una dignidad humana adquirida. Esta es la clave para evitar la infección. El punto de partida debe ser el reconocimiento de que la persona humana puede y debe cambiar las conductas peligrosas e irresponsables, más que sencillamente la aceptación de esta conducta como si fuese inmutable. Más aún, en el campo de la formación y la educación, especialmente en lo que concierne a los niños, sus padres tienen el derecho, responsabilidad y deber primordiales, y sus contribuciones son muy útiles y eficaces.

La lucha para eliminar la extensión del HIV y el trabajo de proveer un acceso universal al tratamiento, el cuidado y el apoyo, requiere también un desarrollo social y personal más amplio. En áreas con falta de acceso a agua potable limpia, instalaciones sanitarias, nutrición suficiente, vivienda adecuada y cuidado sanitario básico, la capacidad de individuos y organizaciones de proporcionar tratamientos a quienes viven con el HIV/Sida y y prevenir las infecciones seguirá siendo difícil de alcanzar. Igualmente, el desarrollo personal requiere que las personas reciban la educación, el asesoramiento y el apoyo espiritual necesario para tomar decisiones responsables y para lograr su máximo potencial.

La Santa Sede y las diversas organizaciones de la Iglesia católica siguen estando comprometidas de vivir y trabajar en solidaridad con quienes viven con el HIV/Sida y continuará defendiendo con firmeza las exigencias del bien común, y proveyendo apoyo y cuidados a los más necesitados.

Gracias, señor presidente.

[Traducción del inglés por Inma Álvarez]

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Declaración de la Santa Sede ante la Declaración de la ONU sobre el Sida
“Lo que se necesita es un enfoque basado en valores para enfrentar la enfermedad”
NUEVA YORK, miércoles 15 de junio de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el “Declaración de Interpretación” hecho público el pasado Viernes por la Misión de la Santa Sede en las Naciones Unidas sobre la Declaración Política sobre el HIV y el Sida, que se ha pedido que se incluya en el informe de la plenaria de alto nivel de la Asamblea General.

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Señor presidente

Respecto a la adopción de la declaración, la Santa Sede ofrece la siguiente declaración de interpretación. Pido que el texto de este comunicado, que explica la posición oficial de la Santa Sede, sea incluido en el informe de esta plenaria de alto nivel de la Asamblea General.

Al proporcionar más de una cuarta parte de toda la atención hacia quienes padecen VIH y el SIDA,las instituciones sanitarias católicas conocen bien la importancia del acceso a los tratamientos, atención y apoyo para los millones de personas que viven con el HIV y el Sida y están afectados por él.

La posición de la Santa Sede acerca de las expresiones “salud sexual y reproductiva” y “servicios”, la Recomendación ILO nº200, y la estrategia global de la Secretaría General sobre la salud de las mujeres y de las niñas debe ser interpretadaen términos de su reserva en el Informe de la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo (ICPD) de 1994. La posición de la Santa Sede sobre el término “género” y sus varios usos debe interpretarse en términos de sus reservas en el Informe de la 4ª Conferencia Mundial sobre la Mujer.

La Santa Sede entiende que, al referirse a los “jóvenes”, la definición no disfruta del consenso internacional, los estados deben respetar siempre las responsabilidades, derechos, y deberes de los padres de proveer de una dirección y guía adecuadas a sus hijos, que incluyen la responsabilidad primaria de criar, desarrollar y educar a sus hijos (cf. Convención sobre los Derechos de los Niños, art. 5, 18 y 27,2). Los estados deben admitir que la familia, basada en la relación de igualdad entre un hombre y una mujer, y elemento fundamental y natural de la sociedad, es indispensable en la lucha contra el VIH y SIDA, la familia es donde los niños aprenden los valores morales que les ayudarán a vivir de manera responsable y donde se provee gran parte del cuidado y del apoyo (cf. Declaración Universal de Derechos Humanos, art. 16,3).

La Santa Sede rechaza referencias a términos como “poblaciones de alto riesgo” debido a que trata a las personas como objetos y puede dar la falsa impresión de que ciertos tipos de comportamientos irresponsables son, de alguna manera, moralmente aceptables. La Santa Sede no apoya el uso de preservativos u otro tipo de productos como parte integrante de los programas de prevención o clases/programas de educación en el sexo/sexualidad. Los programas de prevención o clases/programas de educación en sexualidad humana no debería centrarse en tratar de convencer al mundo de que un comportamiento de riesgo o peligros forma parte de un estilo de vida aceptable, sino que debe centrarse en evitar el riesgo, lo que es ética y empíricamente sólido. El único método seguro y fiable de prevenir la transmisión sexual del VIH es la abstinencia antes del matrimonio y el respeto y mutua fidelidad dentro del matrimonio, que es y debe ser siempre la base de toda discusión sobre la prevención y el apoyo.

La Santa Sede no acepta la llamada “reducción del daño” en los esfuerzos relacionados con el uso de las drogas. Este tipo de esfuerzos no respetan la dignidad de aquellos que sufren de adicción a las drogas ya que no tratan o curan a la persona enferma, sino sugerir falsamente que no pueden liberarse del ciclo de adicción. Estas personas deben recibir el apoyo espiritual, psicológico y familiar necesario para liberarse de la conducta adictiva y restaurar su dignidad y alentar su inclusión social.

La Santa Sede rechaza la caracterización de las personas que se dedican a la prostitución como “trabajadoras del sexo”, ya que dan la falsa impresión de que la prostitución puede ser una forma legítima de trabajo. La prostitución no se puede separar de la cuestión de la dignidad de las personas; los gobiernos y las sociedades no pueden aceptar tal deshumanización y cosificación de las personas.

Lo que se necesita es un enfoque basado en los valores para hacer frente a la enfermedad del VIH y SIDA, un enfoque que proporciona los cuidados necesarios y el apoyo moral a aquellos infectados y que promueve una vida conforme a las normas del orden moral natural, un enfoque que respete totalmente la dignidad inherente de la persona humana.

Gracias, señor Presidente.

[Traducción del inglés realizada por Carmen Álvarez]

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Intervención de monseñor Tomasi en el Vaticano sobre el Sida
“La Iglesia, única institución que asiste a la gente desde cerca y de forma concreta”
NUEVA YORK, miércoles 15 de junio de 2011 (ZENIT.org).- A continuación ofrecemos el discurso que realizó monseñor Silvano Tomasi, el observador de la Santa Sede en las Naciones Unidas en Ginebra, en una reunión en el Vaticano, del 27 al 28 de mayo, sobre “La centralidad del cuidado para la Persona en la Prevención y Tratamiento de enfermedades causadas por el VIH/SIDA”.

El discurso de monseñor Tomasi se titula “El papel internacional de la Iglesia Católica en la Prevención y Tratamiento del VIH/SIDA”.

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Con mucha gratitud a monseñor Zygmunt Zimowski, Presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de Salud, y en solidaridad fraterna con él, comparto estas reflexiones sobre el papel importante de la Iglesia en el ámbito del amplio abanico de instituciones intergubernamentales y globales involucradas en la respuesta a una pandemia como el VIH y el SIDA. Antes de iniciar este debate, también quiero saludar con especial respeto y reconocimiento, al señor Michel Sidibé, que es responsable de dirigir el Programa sobre el SIDA co-patrocinada por el conjunto de las Naciones Unidas y quien aprovecha a su vez todas las oportunidades de reconocer y agradecer a la Iglesia Católica y a otras organizaciones religiosas por sus contribuciones únicas e inflexibles en la lucha contra esta urgente crisis de salud.

Desde los tiempos en que la pandemia del SIDA fue identificada por primera vez, en el principio de los años '80, el compromiso inmediato de varias órdenes religiosas, las organizaciones de Cáritas diocesanas y nacionales, y otras instituciones de la Iglesia Católica que nacieron para dar una respuesta a la salud, el entorno social, y las necesidades pastorales de la gente que vivía y moría con enfermedades relacionadas con el SIDA, ha sido ampliamente conocida y documentada. Por tanto no fue una sorpresa que la Santa Sede, y las organizaciones internacionales vinculadas con la Iglesia Católica se mostrasen interesadas en compartir sus experiencias y puntos de vista con la coordinación global emergente de salud pública para responder a los retos planteados por el VIH y el SIDA. La representación de la Santa Sede en Ginebra supervisó el establecimiento del Programa Global del SIDA (GPA) en la Organización Mundial de la Salud. Priorizando la pandemia, en 1987, como un foco importante de reflexión y de acción, Cáritas Internacional acudió regularmente a las reuniones del Comité de Gestión de la GPA, y en ocasiones, fue consultada por el director primero, el doctor Jonathan Mann y su equipo de expertos, con respecto a a “las lecciones aprendidas” de forma práctica por las organizaciones católicas que servían a los enfermos y moribundos, así como también a las personas queridas que sobrevivían a aquellos que se habían visto tan trágicamente afectados por esta epidemia mortal y compleja. Es muy probable que la sensibilidad del Dr. Mann hacia los derechos humanos y determinantes sociales de la difusión cada vez mayor del VIH estuviese influenciada por las consultas a programas relacionados con la Iglesia Católica que vieron la situación de una forma integral, incluyendo las dimensiones sociales, económicas, emocionales y espirituales de la persona que vivía con o afectada por el VIH, en lugar de hacerlo desde una perspectiva meramente médica o científica.

Desde el establecimiento del ONUSIDA, en 1995, como un Programa Conjunto, que incluía el co-patrocinio de diez diferentes agencias de Naciones Unidas, la Santa Sede, así como distintas organizaciones inspiradas por la Iglesia Católica, como Cáritas Internacional, Catholic Relief Services, la Asociación Juan Pablo II han participado, como observadores, en las reuniones semestrales de la Junta Coordinadora del Programa del ONUSIDA. De forma similar, se pide a estas estructuras católicas que contribuyan en distintos grupos de trabajo, planeando estrategias, y desarrollo de políticas y directrices prácticas, no sólo por la ONUSIDA, también por varias agencias asociadas.

En 2006, Cáritas Internacional, con el apoyo de la Misión del Observador Permanente de la Santa Sede en las Naciones Unidas y de Agencias Especializadas en Ginebra, cooperaron con ONUSIDA y la Organización Mundial de la Salud para convocar a unos 70 representantes de las organizaciones inspiradas por la Iglesia Católica de mayor compromiso en la respuesta mundial al VIH y el SIDA. En esa ocasión, y de forma transparente, se mantuvo un diálogo abierto entre los trabajadores “de la viña” en algunas de las zonas rurales más aisladas de la prevención del VIH, tratamiento y programas de atención de los países con bajos ingresos y los funcionarios de las mencionadas agencias de Naciones Unidas. Esta convocatoria permitió un gran avance en la comprensión de los expertos de salud pública con respecto a la amplitud y la profundidad de la respuesta de la Iglesia a esta pandemia y abrieron las puertas a la colaboración entre la Iglesia, gobiernos y organizaciones internacionales en los niveles, regionales, nacionales y locales.

Otro gran paso adelante en una mayor comprensión de la actividad internacional de la Iglesia en respuesta al SIDA ha sido facilitado por los informes de asignación de tales actividades en el sur de África (publicadas como los mejores informes de la práctica por la ONUSIDA), del trabajo del Dream Project para prevenir la transmisión del VIH de madre a hijo (publicado como mejor práctica por WHO), en la encuesta realizada por la Joint Commission on Health of Unions of Superiors General on the HIV/AIDS de las congregaciones religiosas de todo el mundo (diseñado con el apoyo de expertos investigadores técnicos de la ONUSIDA), y de la asignación nacional de varios ejercicios realizados a nivel regional por el Simposio de las Conferencias Episcopales de África y Madagascar, y, a nivel nacional, por las Conferencias Episcopales de países como India, Kenya, Tailandia y Myanmar. Estos estudios demuestran claramente la contribución significativa de la Iglesia a este campo en áreas como: Prevención, Atención, Tratamiento, Servicios para Niños Huérfanos y Vulnerables, Promoción, Capacitación, Reflexión Teológica, Cuidado Pastoral, y Participación Interreligiosa. La información básica y estrategias para promover la implementación de acciones en estos campos de acción eclesial se presentan claramente en la publicación titulada Formación Pastoral para afrontar el VIH/SIDA, desarrollado por la Cáritas Internacional. El libro, publicado originalmente por Publicaciones Paulinas de África está disponible en varios idiomas.

La Santa Sede ha tratado de controlar el establecimiento, así como la política y el funcionamiento, de Global Fund to Fight AIDS, TB, and Malaria. A pesar de la muy significativa e impresionante carga que supone la atención asumida por la Iglesia Católica en respuesta a estas tres pandemias que amenazan la familia humana en la era moderna[1], sólo una pequeña parte de los fondos distribuidos por esta estructura innovadora han sido, de hecho, destinadas a las organizaciones religiosas. De acuerdo con un estudio sobre este tema, realizado en 2008, sólo el 5'4% de los fondos de Global Funds fueron recibidos por las organizaciones religiosas.[2] Entendemos que hay un progreso lento pero constante en hacer disponibles estos fondos a programas patrocinados por la Iglesia Católica. Creo que el dr. Chritoph Benn, que es muy conocido por nosotros en Ginebra y quien participará como orador experto en esta Conferencia, será capaz de aportar datos actualizados a este respecto. Lamentablemente, sin embargo, todavía perece haber mucha resistencia entre algunas fundaciones internacionales en el ofrecimiento de fondos para apoyar respuestas basadas en la fe al VIH y SIDA.

Ahora vamos a examinar áreas en las que la Santa Sede y las organizaciones inspiradas por la Iglesia Católica han influido con éxito en la política global y en las prácticas relacionadas con esta pandemia. En todos estos casos, dicha actividad se ha desarrollado en conformidad con con la misión magisterial, diaconal y pastoral.

Mucha energía educacional y experiencia se ha centrado en el área de prevención de la propagación de la infección del VIH. Muchos gobiernos, autoridades sanitarias públicas, e incluso algunas agencias de las Naciones Unidas han preferido promover una incompleta “solución rápida” como el enfoque basado exclusivamente de la promoción y distribución de preservativos. La Iglesia Católica, por otro lado, insistió en estrategias de prevención conforme a su enseñanza sobre la dignidad de la persona humana, la santidad del matrimonio, y la necesidad de ejercer la responsabilidad en las relaciones íntimas humanas mediante la observación de la abstinencia sexual fuera del matrimonio y la mutua y permanente fidelidad dentro del matrimonio. Esto dio lugar a falsas afirmaciones de que la jerarquía católica era un obstáculo a la prevención efectiva del VIH y que era “culpable” de las muertes relacionadas con el SIDA de millones de personas. Podemos estar agradecidos por la valentía y la sabiduría de expertos como el dr. Edward C. Green que fue capaz de demostrar la evidencia basada en que la promoción de un cambio de un comportamiento hacia unas relaciones sexuales más responsables ha sido mucho más efectiva que la promoción del preservativo en la disminución de nuevas infecciones del VIH.[3]

A este respecto, la Misión de Observación Permanente de la Santa Sede en Ginebra y en Nueva York han puesto de relieve en repetidas ocasiones el tema de la responsabilidad en las relaciones interpersonales en los encuentros de la ONUSIDA, La Organización Mundial de la Salud, y en las sesiones más amplias basadas en las Sesiones Especiales sobre el SIDA que fueron convocadas por las Asambleas Generales de las Naciones Unidas de 2001, 2006, 2008 y que pronto se convocará en junio de 2011. El Beato Juan Pablo II, de venerada memoria, ilustró este duradero e inalterable valor durante su discurso en la Conferencia del SIDA, convocada por el Consejo Pontificio para los Agentes Sanitarios en noviembre de 1989: “...la Iglesia, intérprete segura de la Ley de Dios y 'experta en humanidad', se ocupa no sólo de afirmar una serie de 'no' a los patrones de comportamiento particulares, pero sobre todo para proponer un estilo de vida totalmente significativo para la persona.”[4] Esta misma enseñanza ha sido reafirmada recientemente por nuestro actual Santo Padre el Papa Benedicto XVI, durante su entrevista con el periodista alemán, Peter Seewald, en su última publicación “Luz del mundo: el Papa, la Iglesia y los Signos de los Tiempos: “...no podemos solucionar los problemas repartiendo preservativos. Aún queda mucho por hacer. Debemos estar cerca de la gente, debemos guiarles y ayudarles; y lo debemos hacer antes y después de que contraigan la enfermedad”.

4. La Iglesia no ha limitado su atención a la enseñanza de la prevención del VIH; sino que también se ha comprometido en la eliminación de la discriminación contra los que viven con o afectados por el VIH, especialmente en el rechazo de toda marginalización basada en la falsa premisa de que el SIDA es un “castigo” enviado por Dios. Así las palabras de la Conferencia Episcopal del Sur de África, escritas en 2001, han resonado en las instrucciones del magisterio de los obispo de muchos otros países: “el SIDA no debe ser nunca considerado como un castigo de Dios. Él quiere que tengamos salud y no que muramos de SIDA. Es para nosotros un signo de los tiempos que desafían a todas las personas a una transformación interior y a seguir a Cristo en su ministerio de curación, misericordia y amor”.[5]

5. Inspirado en el mandato del Evangelio de priorizar las necesidades de los pobres y de los débiles, la Iglesia ha elevado siempre su voz para señalar e insistir en una justa solución que consista en una justa distribución de los recursos en la respuesta mundial a la pandemia del VIH. El Beato Juan Pablo II expresó su urgente preocupación sobre este tema en su carta al secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan en ocasión de la primera Sesión Especial de las Naciones Unidas sobre el SIDA en 2001. En ella recordaba las palabras del Concilio Vaticano II con respecto a la destinación común de los bienes [6], haciendo el siguiente llamamiento urgente: “A causa de esta hipoteca social, incluida en la ley internacional por la afirmación, entre otras, del derecho de cada individuo a la salud, pido a los países ricos que respondan a las necesidades de los pacientes de VIH/SIDA de los países pobres con todos los medios disponibles, de manera que estos hombres y mujeres afligidos en el cuerpo y en el alma sean capaces de tener acceso a las medicinas que necesitan para tratarse”.[7]

De nuevo el Papa Benedicto XVI reafirmó las mismas preocupaciones cuando puso de relieve, en 2006, durante su discurso a los participantes de la 21º Conferencia Internacional promovida por el Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud, al destacar, con mucha preocupación “... la importancia de la colaboración con varios organismos públicos para que la justicia social pueda ser implantada en esta sensible área de tratamiento” y cuidado de las enfermedades infecciosas como el VIH o la tuberculosis y la urgente necesidad de una “distribución justa de los recursos para la investigación y el tratamiento, así como la promoción de unos estándares de vida que ayuden a prevenir la aparición y limiten la difusión” de dichas enfermedades.[8]

Con el fin de asegurar que estas palabras de ponen en práctica, la Santa Sede, así como las distintas organizaciones internacionales de inspiración católica, incluidas Cáritas Internacional, la Asociación Juan XXIII, la International Catholic Child Bureau,y las congregaciones religiosas que tienen representación en las Naciones Unidas, han supervisado cuidadosamente y han realizado aportaciones a los procesos de las Naciones Unidas para promover flexibilidad en la aplicación de los derechos de propiedad intelectual, la promoción de un Acceso Universal al tratamiento preventivo, cuidado y apoyo a las personas que viven con o afectadas por la pandemia del VIH, y una especial atención a los derechos de los niños afectados por el VIH y otras enfermedades, asegurando el acceso a un diagnóstico precoz y un tratamiento adaptado a los niños para estas enfermedades.

6. La Iglesia no podía ignorar su misión esencial como Pastor del Pueblo de Dios. Por esto la Santa Sede pone de relieve las necesidades espirituales de la gente en sus intervenciones en las Naciones Unidas y en otros foros inter-gubernamentales. En la Constitución de la Organización Mundial de la Salud, la definición de salud se extiende más allá de las intervenciones médicas y de los determinantes sociales para incluir “un estado de bienestar completo físico, mental y social y no simplemente la ausencia de enfermedades o afecciones [9]. En su comentario sobre la “Promoción y protección de los derechos humanos, civiles, políticos, económicos, sociales y culturales, incluido el derecho al desarrollo” durante la 7ª Sesión del Concilio sobre Derechos Humanos, la delegación de la Santa Sede reconoció “así mismo, la necesidad de asegurar el acceso a una asistencia espiritual entre las condiciones que garanticen el pleno disfrute del derecho a la salud”[10]. También aprovecho la ocasión para discrepar de las reclamaciones en el informe del Special Rapporteur on the Right of Everyone to the Enjoyment of the Highest Attainable Standard of Physical and Mental Healthde que algunos derechos humanos son absolutos” [11] y para insistir en que “no puede hacerse ningún compromiso con el derecho de la vida de una persona, desde su concepción hasta su muerte natural, ni con la capacidad de la persona de gozar de la dignidad que fluye de este derecho”. [12]

7.Mi conclusión será breve, porque creo que ya nuestro Santo Padre ha resumido el tema de esta presentación, de un modo claro e incuestionable, y así voy a terminar citando de nuevo los comentarios que le hizo al periodista, Peter Seewald: “... La Iglesia hace más que cualquier otro. Porque es la única institución que ayuda a las personas de cerca y de forma concreta, con prevención, educación, ayuda, consejo y acompañamiento. Y porque no tiene rival en el tratamiento … (a las personas que viven con o afectadas por el VIH o el SIDA), especialmente con los niños con SIDA”. [13]

La acción efectiva realizada por la Iglesia Católica en respuesta a la pandemia global del VIH ha sentado precedente. Otra buena noticia ha sido el anuncio hecho hoy en relación a la efectividad del tratamiento anti-retroviral en la prolongación de la vida y en la mejora de la calidad de vida entre aquellos que ya viven con el virus y la eficiencia de este tipo de tratamiento en la prevención de la difusión del VIH. Sin embargo, el hecho es que todavía queda un largo camino por recorrer: 33 millones de personas en todo el mundo viven con el VIH; por cada persona que consigue el acceso a la medicación de anti-retrovirales que salvan la vida, dos se contagian con el virus, 7.100 cada día; actualmente 10 millones de personas que necesitan estas medicinas no tienen acceso a ellas y en un reciente estudio realizado por las agencias de financiación y asistencia técnica inspiradas por la Iglesia Católica, dan informes de las organizaciones asociadas de los países de bajos y medios ingresos sobre que los recortes en la financiación internacional han dado lugar a importantes retrasos en la recepción de los fondos prometidos, la insistencia en el cumplimiento de resultados previamente establecidos con menos fondos, restricciones en la aceptación de nuevos pacientes en el total de casos a tratar, y de una gran incertidumbre con respecto a la sostenibilidad futura de programas anti-retrovirales que salvan la vida.[14]

La Iglesia como comunidad de fe, esperanza y amor no puede descansar en su misión de servicio dirigida a poner a cada una de las personas humanas en el centro de la respuesta global al VIH y a realizar una promoción más firme y los esfuerzos conjuntos para segurar que este tipo de personas “tengan vida y la tengan en abundancia”.[15]

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[1] Un estudio de 2007 realizado por la Organización Mundial de la Salud y otras indican que entre el 40 y el 70% de la atención sanitaria en África Sub-sahariana se lleva a cabo por organizaciones religiosas.

[2] Informe del Dr. Christoph Benn, Director de Relaciones Exteriores, Global Fund to Fight AIDS, TB and Malaria, durante una Conferencia sobre “La ampliación de la participación de las organizaciones religiosas en los procesos del Fondo Mundial, realizada en Dar-Es-Salaam, Abril 2008.

[3] Edward C. Green y Allison Herling Ruark, “AIDS and the Churches: Getting the Story Right”, First Things, http://www.firstthings.com/article.php3?id_article=6172 ; Edward C. Green, Promesas rotas: Cómo el SIDA ha traicionado al mundo desarrollado, ISBN 978-1-93-6227-00-6, Sausalito, California, USA: Poli-Point Press, LLC, 2011.

[4] Papa Juan Pablo II, Discurso a la IV Conferencia Internacional del Consejo Pontificio para la Asistencia Pastoral a los Agentes de la Salud, “LA Iglesia ante el desafío del SIDA: Prevención digna de la Persona Humana y Asistencia en completa solidaridad”15 de noviembre de 1989. 

[5] Un Mensaje de esperanza de los obispos católicos a la gente de Dios de Sudáfrica, Botswana y Swazilandia, 30 de julio de 2001.

[6] Gaudium et Spes, 7,1, con lo mencionado por el Papa Juan Pablo II en Centesimus Annus, 30.

[7] Mensaje de Juan Pablo II al secretario general de las Naciones Unidas, en ocasión de la Sesión Especial sobre el SIDA de la Asamblea General de Naciones Unidas, 25-27 de junio de 2001.

[8]http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/speeches/2006/november/documents/hf_ben-xvi_spe_20061124_pc-health_en.html

[9] Preámbulo a la Constitución de la Organización Mundial de la Salud adoptada por la Conferencia Internacional de la Salud, Nueva York 19 de junio al 22 de julio de 1946; firmada en 22 de julio de 1946 por los representantes de 61 estados (Documentos Oficiales de la Organización Mundial de la Salud, nº 2, p. 100) y que entró en vigor el 7 de abril de 1948.

[10] Carta para los Agentes Sanitarios, #40, Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud, Ciudad del Vaticano, 1995. http://www.healthpastoral.org/pdffiles/Charter_06_Chapter2.pdf

[11] Documento A/HRC/7/11, 31 de enero de 2008, #63.

[12] Intervención de monseñor Silvano M. Tomasi, Nuncio Apostólico, Observador Permanente de la Santa Sede en Ginebra en la 7º Sesión del Consejo de los Derechos Humanos, Item 3: Promoción y protección de los derechos humanos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales, incluido el derecho al desarrollo, 11 de marzo de 2008.

[13] Benedicto XVI, “Luz del mundo: el Papa, la Iglesia y los Signos de los tiempos – Una conversación con Peter Seewald”, Ignatius Press 2010,  ISBN # 9781586176068, pp. 117-119.

[14] “Mantener los compromisos para el VIH y el SIDA: Acceso para todos al tratamiento, prevención, cuidado y apoyo” A Position Paper from the Catholic HIV and AIDS Network (CHAN), Abril 2011.

[15] Juan 10, 10

[Traducción del original en inglés por Carmen Álvarez]

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