17.06.11

Premio Ratzinger, una absurda polémica

A las 7:22 PM, por Andrés Beltramo
Categorías : Iglesia en Europa
 

La decisión del Vaticano de entregar al teólogo español Olegario González de Cardedal el “Premio Ratzinger”, que pretende ser el Nobel a lo mejor de la teología mundial, desató una absurda polémica en los últimos días. Absurda porque construida sobre la falta de información, al menos de ciertos hechos periodísticos. Y como la cosa involucra a quien esto escribe, mejor hacer las necesarias precisiones.

Todo comenzó el pasado martes 14 de junio. En la sala de prensa de la Sede Apostólica tuvo lugar una conferencia para periodistas en la cual se anunciaron los acreedores de la primera edición del mencionado reconocimiento. Un encuentro con los medios informativos para ofrecer todos los detalles (y del cual ofrecimos un reporte aquí).

Tras los discursos de cajón se pasó a los cuestionamientos de la prensa. El autor de estas líneas preguntó al cardenal Camillo Ruini (presidente del comité científico de la Fundación Joseph Ratzinger-Benedicto XVI) sobre los criterios de selección de los premiados, haciendo referencia a que el pensamiento cristológico de González de Cardedal “ha sido debatido y criticado en su país”. En la interrogante no se mencionaron nombres propios ni se hizo alusión a la supuesta “heterodoxia” del teólogo. Nada de eso.

La respuesta de Ruini fue simple: “el debate es la sal de toda disciplina, incluso los grandes teólogos de la historia eran criticados; si la cristología de Olegario es debatida es una buena señal, quiere decir que su pensamiento es relevante”. Y nada más. Cero polémica, cero controversia. Hasta aquí los hechos.

Este día, en una entrevista con nuestro colega José Manuel Vidal (se puede leer completa aquí), el mismo González de Cardedal acusó ser víctima de una “campaña de desprestigio” orquestada tanto por el Opus Dei como por los teólogos José María Iraburu y José Antonio Sayés. Y claro, el detonante parece haber sido la bendita pregunta.

En pocas palabras dijo sentirse entristecido porque “en la misma presentación del premio” salieron a relucir las críticas sobre su cristología. Empero la presentación no fue ni al mundo teológico ni a la curia romana sino a periodistas, responsables de hacer las preguntas de rigor (muchas veces incómodas). Por eso era inevitable que surgiera el asunto, sin intereses ocultos o afanes por enfangar una meritoria carrera teológica. Es parte del derecho a la crónica (de los comunicadores).

Potestad de la prensa que se parece (un poco) al derecho a la crítica que detentan los intelectuales. Derecho de criticar y ser criticado. Es parte del juego, como dijo el mismo cardenal Ruini: “la sal de toda disciplina”. Por eso sorprendió otro pasaje de la entrevista a González según la cual “algunos órganos de opinión en la cúspide hispánica elogian esas críticas desde una real ignorancia respecto a ese campo y a todo lo que en él está en juego. Por un mal entendido empeño apologético están prestando un servicio negativo”.

No soy un teólogo (obviamente) y tampoco he tenido el gusto de leer las obras del multipremiado estudioso español que, indudablemente, goza de gran fama. Una cosa sí la puedo asegurar: no existe campaña de desprestigio alguna contra González de Cardedal.

Desconozco si Iraburu o Sayés urdieron un complot -en tiempos diversos y a marchas distintas- para afectar la honorabilidad del “Premio Ratzinger”. Sólo la hipótesis suena ridícula. Una aclaración certera la ha dado el mismo padre Iraburu (aquí). Como profesional sólo quise saber por qué El Vaticano concedió un reconocimiento con el nombre de pila del actual Papa a un teólogo cuyo pensamiento es debatido, cuestionado y hasta señalado como “heterodoxo”. Mera curiosidad periodística. Así las cosas la polémica parece absurda, nada más.