15.07.11

Un poco sobre fra Jozo

A las 11:32 AM, por Milenko
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Los fenómenos de las apariciones no son muy sencillos, lo peor que se puede hacer es tratarlo a la ligera. Para conocerlo, es necesario invertir tiempo, comprobar fuentes, contrastar opiniones, informarse mucho… Debido a la noticia que salió ayer respecto a Medjugorje, solamente tocaré un puntito, y ese de pasada, para mostrar la complejidad que tiene. Respecto a fra Jozo, ese sacerdote franciscano que para algunos es tan discutido. No me extiendo mucho. Daré breves notas biográficas.

Fra Jozo vino como párroco de Medjugorje unos meses antes del inicio de las apariciones. Era un fraile muy aplicado, de buena formación religiosa. Procuraba por todos los medios defender la fe de los católicos en aquella Yugoslavia comunista. Como una muestra de ello, indico por ejemplo que, mientras estaba en otras parroquias, organizaba “olimpiadas catequéticas” en el territorio de toda ex Yugoslavia. Sus catecúmenos quedaban siempre de los primeros, por no decir primeros. Era muy estricto al dar las catequesis. Cuanta una mujer que literalmente no podían ni mover una silla en sus clases, les exigía mucho. Eclesiásticamente hablando, era correcto y no tenía ningún problema con sus superiores.

Empieza a tener dificultades debido a una homilía que pronunció el 11 de julio de 1981 (un par de semanas después del inicio de las apariciones). Los comunistas los acusaron de que se trataba de una hostigación clero nacionalista, por lo que lo tienen en la cárcel un par de años (aplicada la reducción de pena). Luego, ya fue destinado a otra parroquia fuera de Medjugorje.

No puede celebrar misa en público en la diócesis de Mostar, lo cual cumple, eso tengo entendido, nunca he visto ni oído ningún acto público en el que estaría fra Jozo. Sin embargo, para muchas personas se trata de una persona muy espiritual, por lo que muchos lo visitaban en busca de algún consejo espiritual, dentro y fuera de su país.

Reproduzco aquí su homilía del día 11 de julio, grabada en una cinta, con el fin de evitar falsas acusaciones. No lo libró de la cárcel, y con ella empieza su itinerario de las últimas tres décadas.

“Si me pongo a gritar demasiado, hacedme una señal, hagan el favor, para bajar la voz. Antes que nada, ¡bienvenidos a este templo! He visto por las matrículas que venís de todos los lados. Muchos os habéis dirigido a mí para preguntar qué es lo que ocurre aquí. Hoy y ayer había muchos periodistas que me preguntaban que cómo es posible que haya tanta gente aquí siendo el hecho de que vuestra central telefónica se había quemado una semana antes de que todo empiece. ¿Cómo es eso que todo el país, incluso Europa, se enteró de este suceso en tan solo un día? ¡La gente no entiende cómo puede ocurrir algo así! Decía que si hubiésemos dispuesto de un anuncio colgando de algún helicóptero, no conseguiríamos este efecto. Pero cuando el Señor actúa, no necesita nuestra propaganda. Sin decir palabra, Dios solamente se sirve de un hombre cualquiera, y precisamente no de un hombre “grande”, porque él derriba del trono a los “grandes”, y enaltece a los “pequeños”. Él se sirve de un hombre sencillo, del que tiene fe y confianza que por medio de él Dios puede revelar las profundidades insondables y sus mayores misterios… Así fue pequeña, insignificante sierva María, tal y cómo se llamaba a sí misma. Y nosotros aquí reunidos esta noche, para no volver tal y cómo vinimos, tenemos que dejarnos a Dios que nos guía, tal y como guiaba a los pastores en Belén se servía de ellos para difundir la Buena Nueva.

De la misma forma nuestra venida aquí esta noche no es un encuentro de unos curiosos, sino aquellos que desde el fondo de su alma buscan a Dios. Desde Adán cada hombre busca a Dios. Nadie de nosotros puede decir: “He terminado con Dios, con la búsqueda y anhelo del sentido de la vida”, porque eso está en contra de la naturaleza humana. Por eso un periodista de Zagreb me dijo ayer: “¿No nota que este pueblo ya no busca pan, que lo que busca son los valores, aquellos que vienen del Cielo, de Dios? No entiendo nada aquí, yo soy un ateo, y vosotros casi que me habéis llevado hasta una tal fe.”

No lo hemos traído nosotros hasta la fe, el hombre no puede dar la fe a otro hombre. Ella es un don de Dios y solamente Él la puede dar. Pero para recibirla, el hombre tiene que hacer el primer paso: pedirla a Dios. En su búsqueda a través de la historia, los hombres a veces solían parar ante un Dios falso y decir: pues mira, lo he encontrado. Y al conocerlo, decía: ¡me he equivocado! La raza humana divaga y tropieza mientras busca. Y las mayores mentes, al encontrar a Dios, pueden solamente decir: he encontrado un camino. Pero únicamente Jesucristo pudo decir de sí mismo: “Yo soy el Camino”. Los grandes de la historia humana descubrían cada uno solamente una migaja de la verdad: Platón sobre el alma, Aristóteles sobre Dios. Pero solamente Dios y Hombre, Jesucristo, vino entre nosotros para revelarnos que él es el Camino, la Verdad y la Vida.

Jesucristo vino entre los hijos perdidos y dijo: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena nueva a los pobres, para curar los corazones desgarrado, y anunciar la liberación a los cautivos (Is; 61, 1).” ¡Nosotros lo entendemos esta noche! Pero es que no vino a liberar a mí que soy un preso, a ti preso, el que estuviste preso durante cuarenta años, para que esta noche o mañana puedas postrarte ante él y decir ‘Abre esas cadenas, abre esos nudos, abre esos candados que atan mi vida, porque estaba encadenado por el pecado malvado. Tú eres el único que lo puedes hacer.’

¿Es que él no está dispuesto hacer lo mismo contigo cuando dice: te quito las vendas de tu falta de fe; aquí me ves; aquí me descubres; aquí no están solamente dos o tres en mi nombre: sois muchos los que me imploráis aquí? Yo estoy con vosotros, aquí en el altar, en el lugar del sacrificio donde me ofrezco al Padre y tú conmigo. ¡No tengas miedo, no estás sólo en esta vida! Eso es un don inmenso de la gracia. Por eso reconocemos a Dios precisamente nosotros, la Iglesia caminante, que continuamente busca a Dios en sí. Y cada uno de nosotros es responsable respecto a la imagen de Cristo en si mismo. Cada uno es responsable para la dignidad de su persona. Por eso entre nosotros, los que creemos que Él ha venido, no puede haber nadie que esté ciego, que no vea: nadie debe ser sordo, para que no oiga su mensaje; nadie puede ser malo para que no sea capaz entregarse con amor a sus prójimos.

Nadie debe ser preso; a nadie le debe faltar tierra, aquellos salvados por Jesucristo, aquellos que tienen herencia de la tierra prometida. Dice: en esta vida vais a recibir cien veces más y en la eternidad, la vida eterna.

Por eso el hoy y el futuro pertenecen a aquellos que creen, que se alimentan de la Cruz del Señor, que reciben aliento del altar, que se alimentan con la verdad del Evangelio. El futuro y la verdad pertenecen a aquellos que escuchan la Palabra de Dios y cambian su vida. No a aquellos que indignamente usan el don de la palabra y blasfeman. No a aquellos que utilizan su intelecto para destruir este mundo. Y el futuro pertenece a aquellos que creen en Jesucristo, los que cambian este mundo. Y como la luz está en las tinieblas, así es el cristiano en este mundo. Sin nosotros el mundo no se puede ni imaginar. Sin Jesús este mundo da bandazos. Sin Jesús este mundo es peor que un Zoo. Sin Jesucristo y cristianos en este mundo, el mundo no valdría, no podría sobrevivir ni se podría vivir en él. De la misma forma tenemos que tener conciencia de la mucha responsabilidad que tenemos respecto a este mundo y su futuro. Las Naciones Unidas no preguntan a nosotros los cristianos qué hacer, ni los científicos nos piden opinión sobre el armamento nuclear. ¿Cómo entonces los cristianos pueden influir en el futuro del mundo? Nuestra fuerza está cuando estamos de rodillas; nuestra fuerza está en las manos plegadas para la oración; nuestra fuerza está en la cruz que tenemos que llevar; nuestra fuerza nos viene de Dios Señor Nuestro. Y no existe otra fuerza, otra sabiduría, no existe otra victoria excepto la victoria sobre la locura de este mundo – mediante la humildad, amor y sacrificio. Esa es esa dulzura que hace que este mundo sea menos amargo. Nosotros damos el sabor a este mundo. Por eso es trágico cuando los cristianos fallan…

¡Rechacemos el pecado! ¡Empecemos a vivir como testigos de Dios en este mundo! Amen.”
 

Los problemas aparecen respecto a las autoridades eclesiásticas, en concreto por lo que decía respecto al obispo anterior de Mostar: “pastor, vestido de piel de lobo”, con la que, siempre al parecer (se ha dicho, se había oído, etc.), criticaba la forma del gobierno del obispo. Puede haber más razones y desde luego no las puedo conocer todas. Es el obispo que dirige la diócesis encomendada y debe poder hacerlo. Lo cierto es que fue mandado por su obispo a “un convento alejado de Medjugorje”. Él se fue a un convento a 25 km de distancia, considerando que es “suficiente” (deduzco yo así). Pero el pleito ha seguido. Desde Roma se ha apoyado al obispo, fra Jozo seguía en el mismo convento. Luego toma posesión el actual obispo, el cual le quita la licencia también de confesar. “Dicen” que seguía confesando. Una vez, hace pocos años, pregunté a un fraile del mismo convento (el que tiene todas las licencias): ¿tú te aclaras con esto?, ¿cuál es realmente la situación? Este me contestó: no lo sé. Finalmente, hace un par de años, abandonó Herzegovina y se fue a un convento solitario en una isla en el Adriático, “decían” por enfermedad o para no interferir en el trabajo de la Comisión.

¿Por qué he escrito todo esto? Para que se vea que no se trata de un asunto fácil ni tan sencillo. Y también que se vea que el trabajo de la Comisión debe ser largo y tedioso. En todo eso muchos son de la opinión que se mezcló el dichoso “caso de Herzegovina”, por el asunto del gobierno de las parroquias, por si faltaran ingredientes. Lo mejor, a mi modo de ver, no adelantarse al juicio de la Iglesia, ser prudente. Posiblemente habrá que separar el trigo de la cizaña. Pero la cizaña puede ser de la más distinta clase. Como cuando hablas de problemas de matrimonio, te vas por las ramas, ta, ta, tiin, ta, ta, taaan, razones sublimes por aquí, razones sublimes por allá, y resulta un lío de faldas por el medio. O que a ella no le gusta su madre, o él no traga a la suya, pero no quieren reconocerlo. En todo eso se mezclan muchas pasiones, y hay que abstenerse de emitir juicios fortuitos. Debe prevalecer solamente la fe de la Iglesia.

El que escribe estas líneas no adelanta el juicio de la Iglesia (al cual acatará siempre y en todo lugar), sobre este fenómeno, bajo ningún concepto. Cuando pueda hablaré algo más sobre este tema.