Cañizares: "La esperanza no es posibel sin la verdad en la libertad"

Amigo: "Lo importante no es que la niña lleve velo o cruz, sino que se respeten con el símbolo que quieran portar"

Ambos cardenales abrieron sendos cursos de verano en Aranjuez

Jesús Bastante, 18 de julio de 2011 a las 12:44

 

(Jesús Bastante).- Dos cardenales españoles. Uno, Carlos Amigo, emérito de Sevilla y en "misión" de recorrer el mundo dando conferencias y explicitando la fe que ha pastoreado durante décadas. El otro, Antonio Cañizares, recién llegado de Roma, donde preside la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Los dos, hoy, en Aranjuez, abriendo sendos cursos de verano de la Universidad Rey Juan Carlos. Amigo, sobre "Las relaciones de España con el mundo islámico", organizado por Octavio Uña. El otro, coordinando "Los jóvenes y la Iglesia católica: apuntes para una pastoral juvenil hoy (JMJ)".

Amigo abrió el fuego de un interesante curso que aborda los 13 siglos desde la invasión islámica de la Península Ibérica, y que esta tarde tendrá continuidad con una mesa redonda moderada por el director de RD, José Manuel Vidal. Durante su intervención, en la que hizo un repaso de sus años al frente del arzobispado de Tánger, el cardenal arrancó advirtiendo de que "más del 55% de la población mundial está formada por hombres y mujeres cristianos y musulmanes". Una realidad que nos impele al diálogo y al entendimiento mutuos. Porque, como concluyó Amigo, "cuando se trata de lograr que la justicia, la paz, la dignidad de las personas y el mejor bien para todos, lo posible siempre es obligatorio".

"Más allá de los prejuicios- incidió el purpurado-, existen muchas realidades que van a depender de las buenas o discrepantes relaciones" entre los seguidores de Alá y los de Cristo. Amigo se mostró perplejo ante la "extendida preocupación por el Islam, y no tanto por el día a día". Así, tras hacer un repaso a los temas que preocupan, desde el discurso del Papa en Ratisbona a los atentados terroristas de grupos islámicos, los movimientos sociales en el Norte de África, pasando por cuestiones más "terranales" como la integración en las escuelas, la alimentación o la construcción de mezquitas o iglesias en países de minoría islámica o cristiana.

"Podemos y debemos disentir: pero no no estar dispuestos a hablar con quien piense distinto", añadió Amigo, quien dejó claro que, más allá de los condicionamientos culturales o los prejuicios motivados por el desconocimiento, lo más importante es el respeto mutuo y la voluntad de convivencia. Y lo explicitó con un ejemplo palpable: "Lo importante no es que la niña lleve el velo o el niño porte su cruz, sino que se respeten con el símbolo que cada uno quiera llevar".

El cardenal emérito de Sevilla insistió en que el diálogo no puede dejar de lado el aspecto religioso, pero tampoco esos prejuicios que hacen daño a la convivencia. Y es que "hay opiniones equivocadas respecto al Islam y al Cristianismo", que se producen, en buena medida, porque "la mayor parte de los cristianos nunca ha hablado con un musulmán, y la mayoría de los musulmanes jamás han hablado con un cristiano".

No sólo los prejuicios enturbian la convivencia. También los procesos históricos, desde las Cruzadas a la pérdida de territorios cristianos, desde Al Andalus a Jerusalén. "Olvidémonos de eso. Recojamos lo mejor de nuestra historia y emprendamos juntos las tareas para las que el mundo nos necesita: el trabajo por la paz, la educación, la erradicación del hambre...".

Un diálogo en el que, como señaló con anterioridad, no puede estar exenta la fe. "La religión es vida, es un ofrecimiento, más allá de cualquier otro prejuicio proselitista. Si no doy razón de mi felicidad sería egoísta, pero eso no es coartar la libertad del otro para que mantenga su fe viva, sino al contrario", advirtió Amigo, quien reivindicó una verdadera integración que no se confunda con absorción o desdoro de la propia identidad. "Los desafíos para una auténtica libertad religiosa son tres: identidad: aceptar que somos distintos y que podemos hablar y convivir juntos; alteridad: nuestras diferencias no nos tienen que dividir, sino darnos a conocer; y sinceridad, para acercarnos a las personas y colaborar con el bien común". Eso sí, sabiendo que "las actitudes no se cambian de la noche a la mañana".

Por su parte, durante la presentación del otro curso, el cardenal Antonio Cañizares -que esta tarde pronunciará su ponencia- puso el énfasis en la JMJ que se celebrará en Madrid dentro de un mes. "Los jóvenes son objeto de este curso, y la JMJ, un acontcimiento de grandísimo alcance en unos momentos muy importantes para la juventud en España". Y es que, en opinión de Cañizares, "la juventud española atraviesa una situación muy complicada, que se canaliza no sólo a través de manifestaciones, sino también con realidades".

Para el prefecto vaticano, "las JMJ, como encuentro con otros jóvenes del mundo, son primavera de la Iglesia, y constituyen un momento de gran alcance, significación y esperanza". Una esperanza que, como recalcó, "no es posible sin la verdad en la libertad".