Es simplista dividir a las personas en buenas y malas

El Cardenal Rivera recuerda que no basta con evitar el mal sino que es necesario combatirlo con el bien

 

A los que presumen de ser «buenos» en oposición a los «malos», el cardenal Norberto Rivera Carrera les recordó que no basta con evitar el mal, sino que es necesario trabajar activamente a favor del bien. «Es la indiferencia, el cansancio y la pereza de los que nos decimos buenos lo que deja el campo abierto a la acción de los que quieren sembrar cizaña», advirtió el arzobispo primado de México.

18/07/11 9:28 AM


 

(Notimex) En su homilía dominical en la Catedral Metropolitana, el cardenal explicó que dividir a las personas en buenas y malas es simple e inexacto, y un dualismo que no sirve para explicar la existencia humana ni lo que ocurre en el interior de las sociedades.

La presencia del mal no es una fatalidad ciega e inevitable, subrayó, sino que tiene causas, decisiones y opciones que pueden explicar muchos de los males que se abaten sobre la humanidad. No hay que echar la culpa a Dios o a las fuerzas oscuras, ni buscar demonios o chivos expiatorios a quiénes atribuir los males propios o ajenos, ya que ésa es una explicación fácil y cómoda que no corresponde a la realidad ni a las enseñanzas de el Salvador.

En la homilía correspondiente al 16 Domingo Ordinario del Calendario Litúrgico, el primado mexicano expuso que nadie, y mucho menos los que se autocalifican de buenos, debe quedarse con los brazos cruzados ante el progreso del mal en el mundo, sino que es necesario “vencer el mal a fuerza de bien”. En ese sentido, llamó a cada persona a asumir la parte de responsabilidad que le corresponda para encontrar remedios precisos contra la maldad, sin asumir precipitadamente en papel de jueces, ya que en última instancia el juicio definitivo le corresponde a Dios.

Para los que esperan un reino de Dios espectacular, llamativo, triunfalista donde por obra y gracia exclusiva del Creador no exista la maldad, el cardenal Rivera recalcó que se necesita del trabajo y la acción de hombres y mujeres. “Dios obra desde dentro de la tierra, en las raíces, en el núcleo de la masa, en el corazón de la historia, no al margen de las realidades humanas y sociales”, puntualizó.