20.07.11

Dos mormones en el camino a la Casa Blanca

A las 11:20 AM, por Luis Santamaría
Categorías : Mormones

 

“Los mormones vuelven a la carga”. Así se titula una información de la agencia Efe, firmada por Lucía Leal, que reproducimos a continuación, seguida de otros artículos de prensa.

Creen en un triple cielo, llevan ropa interior especial y rehuyen el café. Y ahora, dos de ellos luchan por llegar a la Casa Blanca, mientras una campaña nacional se empeña en llevar a los mormones al centro de la sociedad que les vio nacer. “Soy mormón”, reza el lema de un enorme cartel instalado el pasado mes de junio en uno de los cotizados luminosos de la neoyorquina Times Square.

La posición de los mormones en la sociedad norteamericana

Sobre la frase, una decena de fotografías de gente montando en motocicleta, escalando una montaña, o simplemente presumiendo de sonrisa envía el mensaje de que los mormones, lejos de ser personajes extravagantes y cerrados, son como el vecino de enfrente. Ocupan posiciones de poder, como el senador demócrata Harry Reid, enamoran desde la gran pantalla, como la actriz Katherine Heighl, y despiertan los suspiros de millones de adolescentes, como la escritora Stephanie Meyers a través de los libros de la saga Twilight.

Pero los más de 6 millones de mormones que viven en Estados Unidos no logran sacudirse la imagen de sectarios, controladores e incluso polígamos, pese a que esa práctica quedó prohibida en sus filas a finales del siglo XIX. La idea de votar a un mormón, como los aspirantes republicanos a la presidencia Mitt Romney y Jon Huntsman, repele a uno de cada cinco estadounidenses, según una encuesta reciente de Gallup, y el segundo de esos candidatos no se atreve siquiera a confesar si hoy por hoy es practicante de la fe.

Casi doscientos años después de su creación en comunidades del oeste de Nueva York, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (IJSUD) está decidida a conquistar de una vez por todas el corazón de Estados Unidos, donde apenas vive la mitad de sus feligreses. Para ello, la campaña lanzada en Times Square paseará el orgullo de 30.000 mormones por vallas publicitarias, laterales de autobuses y pantallas de televisión de 24 estados, con el fin de definir mejor su fe y contrarrestar imágenes de poligamia y hermetismo como las creadas por la serie de HBO Big Love.

No será tarea fácil, a juzgar por la respuesta que provocan en el país los capítulos más estrambóticos de su doctrina, reflejada en el Libro de Mormón y satirizada en un musical homónimo que triunfa en Broadway. Tienen prohibido fumar y beber alcohol o café, deben ayunar el primer domingo de cada mes y muchos llevan una ropa interior de dimensiones colosales, diseñada para “proteger de la tentación y el mal”.

A través de una devota práctica de la fe, aspiran a llegar al tercer cielo, el que supera a los reservados para malhechores y para todos los no mormones, y en el que cada uno de ellos se convertirá en dios y creará billones de espíritus que llegarán a la Tierra como nuevos profetas de la fe. La poligamia, que aún practican en vida más de 40.000 mormones fundamentalistas, sí está aceptada en el cielo, en el caso de que el mormón, unido para la eternidad con su esposa, vuelva a casarse al quedar viudo y selle un nuevo vínculo inquebrantable.

La fe mormona supone, además, sacrificios económicos: alrededor del 10 por ciento del sueldo anual debe destinarse a la causa, en una suerte de “diezmo” que ha elevado el patrimonio de la iglesia por encima de los 30.000 millones de dólares. Pero se trata de una simple propina para la mayoría de sus miembros, encaramados a puestos de poder en las grandes corporaciones del país y buscados por la CIA o la Oficina Federal de Investigaciones (FBI).

Obligados a emprender misiones de evangelización en su juventud, los mormones han logrado, a base de perseverancia, convertirse en la cuarta religión de EE.UU., y una de las que más crece, con un millón de miembros nuevos cada tres años, según datos de la secta. Y en el espinoso camino a la Casa Blanca, los mormones tienen de su parte la profecía más puramente americana que pueda imaginarse: la de que Jesús volverá a la Tierra, y su primera parada será, por supuesto, Estados Unidos.

La presidencia nacional en el punto de mira

El poder político que está ganando la IJSUD se hace más evidente con el anuncio de dos republicanos de votos de esa religión, Mitt Romney y Jon Huntsman, de participar en la contienda por la candidatura presidencial de los EE.UU. Así lo cuenta J. Jaime Hernández, corresponsal del diario mexicano El Universal.

El ingreso de dos republicanos mormones devotos, Mitt Romney y Jon Huntsman, a la contienda por la presidencia de Estados Unidos, ha vuelto a despertar las esperanzas de quienes forman parte de la poderosa IJSUD y la desconfianza de una base cristiana que nunca ha visto con buenos ojos a la comunidad mormona.

Con ello en mente, la quinta religión en importancia en Estados Unidos ha lanzado una ambiciosa campaña publicitaria a través de espectaculares en ciudades como Nueva York o en la omnipresente red de internet, a fin de mostrar el rostro más amable y menos conocido de una religión que se ha instalado en el centro del poder económico y político en Estados Unidos.

La campaña publicitaria emprendida por la IJSUD tiene como fin alejar los viejos estigmas de una religión a la que la mayoría de los estadounidenses considera como una forma de “hermandad secreta”, como una religión en “extremo militante” y con una agenda que va “más allá de la fe y la compasión” que dicen practicar. Con más de 6 millones de seguidores en Estados Unidos, la Iglesia mormona es hoy una de las más dinámicas, influyentes y expansivas. Su poder político en el Capitolio, donde al menos 15 congresistas son devotos del profeta Joseph Smith, es hoy más patente que nunca.

Harry Reid, el líder de la mayoría demócrata en el Senado, es uno de los mormones con mayor peso político y su sola presencia en uno de los más influyentes escaños en el Capitolio es muestra de los cambios de fondo que ha experimentado la demografía religiosa de Estados Unidos en el último cuarto de siglo.

La campaña a favor de alejar los temores y prejuicios que han acompañado a la única religión “made in USA”, ha rehuido, sin embargo, cualquier forma de proselitismo político. En su lugar, la campaña que se proyectará a nivel nacional hacia fines de este verano, es un compendio de testimonios directos recogidos de entre los miles de seguidores del libro del profeta que provienen de los más diversos enclaves demográficos.

Cosa del pasado

La imagen del hombre blanco, aislado en el estado de Utah junto con una corte de varias mujeres y decenas de hijos y alejado de tentaciones como el alcohol y el tabaco, es hoy cosa del pasado. En su lugar, el rostro del nuevo mormón en Estados Unidos es multirracial y sus orígenes tan diversos como sofisticados. Al igual que sus hábitos, su militancia política sigue siendo tan discreta como sigilosa. Todo con el fin de dejar atrás el viejo estigma que marcó a la secta que fundó Joseph Smith, profeta y piedra de toque de una religión de tumultuoso pasado.

Precisamente, el hecho de que por primer vez en su historia dos distinguidos miembros de la IJSUD hayan declarado su intención de contender por la presidencia de Estados Unidos, ha obligado a los máximos dirigentes de esta religión a distanciarse del proceso electoral, con objeto de no afectar las posibilidades de sus candidatos de llegar a la Casa Blanca.

Las razones de este repliegue táctico están en relación directa con el nivel de recelo y desconfianza que todavía experimentan la mayoría de los electores en Estados Unidos hacia quienes comulgan con la fe mormona. De acuerdo con la más reciente encuesta de Gallup, aproximadamente uno de cada cinco republicanos (18%) no votaría por un candidato mormón. Casi la misma proporción entre los independientes jamás votaría por un miembro de la IJSUD para la presidencia y hasta un 27% de los electores demócratas se opondrían a la idea de tener un líder mormón en el despacho oval de la Casa Blanca.

Con estas encuestas en la mano, el presidente de la IJSUD, Thomas S. Monson, ha dirigido recientemente una carta a todas sus congregaciones para ordenar a todos sus líderes abstenerse de participar en el proceso electoral o respaldar abiertamente las aspiraciones presidenciales del ex-gobernador de Utah, John Huntsman, o del ex-gobernador de Massachusetts, Mitt Romney.

“Todos los líderes (de la Iglesia) de tiempo y con responsabilidades, lo mismo que sus esposas, deberán abstenerse de participar en las campañas políticas o en actos para recabar fondos para respaldar candidaturas o realizar contribuciones”, advirtió Monson en una carta en la que ha dejado en claro que la Iglesia hará honor a una política de “neutralidad”.

La decisión de desmarcarse de una campaña en la que dos mormones se disputan la nominación presidencial del Partido Republicano, ha sido entendida como la urgente necesidad de la Iglesia de eliminar cualquier atisbo de cruzada religiosa mormona a una contienda política en la que tanto Romney como Huntsman se disputarán el apoyo de una base republicana, y quizá demócrata, en la que la inmensa mayoría milita en las filas del cristianismo, del evangelismo o el catolicismo.

Para la mayoría de los estrategas del Partido Republicano, que conocen la fuerza de las bases cristianas y evangelistas en el arranque de toda contienda por la presidencia, la decisión de la IJSUD de desmarcarse ha sido una “sabia medida” para no afectar las oportunidades tanto de Romney como de Huntsman en los caucus de Iowa o en las primarias de New Hampshire, que tendrán lugar a comienzos de 2012.

“Durante las elecciones primarias, casi la mitad del electorado republicano es evangélico”, aseguró el analista David Paul Kuhn, para poner en perspectiva las dificultades que ya experimentó la candidatura de Mitt Romney a la nominación republicana en 2008 —cuando fue derrotado en Iowa por el ex gobernador de Arkansas, Mike Huckabee—, y que podrían repetirse en 2012, en caso de que las reservas y recelos de los cristianos y evangélicos hacia dos candidatos mormones se convierten en el principal obstáculo en su intento de llegar a la presidencia de Estados Unidos.

El mito de la poligamia

Durante más de un siglo (1800-1900), la religión mormona estuvo geográficamente aislada en Estados Unidos. La necesidad de huir de la persecución religiosa y su difícil relación con el gobierno federal, los obligó a refugiarse en el estado de Utah. Sus ideas y prácticas, especialmente la de la poligamia que instituyó su fundador y profeta Joseph Smith, los mantuvieron alejados de las instituciones y de la sociedad.

Cuando se asentaron en Utah, los líderes de la Iglesia mormona declararon que su práctica de la poligamia no sólo era una práctica religiosa, sino que estaba protegida por la Constitución de Estados Unidos. Cuando el gobierno condenó la poligamia, los seguidores de esta Iglesia lo vieron como una afrenta y un abuso del poder federal.

Tras un proceso legal que llegó a la Suprema Corte de Estados Unidos, los nueve magistrados del alto tribunal resolvieron que son las creencias, pero no las prácticas, lo que la Constitución de EU protegía. En medio de un acto de rebeldía de la comunidad mormona, el gobierno federal procedió a confiscar todas las propiedades y recursos financieros de la secta. Ante una situación insostenible, el sucesor de John Taylor, Wilford Woodruff, declaró en 1890 el fin oficial de la poligamia en un documento llamado el Manifiesto.