Mientras el primer ministro irlandés acusa al Vaticano de minimizar el escándalo

El teólogo Vincent Twomey pide la dimisión en masa de los obispos irlandeses nombrados antes del 2003

 

Fr. Vincent Twomey, SVD, profesor emérito de teología moral en el Seminario de Maynooth y discípulo directo del Papa Benedicto XVI cuando éste ejercía la docencia universitaria, ha solicitado la dimisión de todos los obispos irlandeses que fueran nombrados antes del año 2003. El religioso asegura que la Iglesia en Irlanda ha estado «sin liderazgo efectivo durante los últimos 15 años». Mientas tanto, el primer ministro irlandés acusó ayer directamente al Vaticano de intentar minimizar el escándalo.

21/07/11 9:15 AM


 

(InfoCatólica) Fr. Twomey ha declarado que todos los obispos elegidos antes de la llegada de Mons. Archbishop Diarmuid Martin a la archidiócesis de Dublín en el año 2003, deberían presentar su dimisión, incluso aunque entre ellos haya muy buenos prelados.

El religioso afirmó estar absolutamente indignado tras leer el informe Cloyne y aseguró que la conducta del obispo John Magee fue absolutamente nefasta, llena de incompetencia y mentiras.

“Puedo entender la indignación la indignación de la gente. Los más enfadados son precisamente aquellos que han permanecido fieles a la Iglesia. Están destrozados, por decirlo suavemente”.

Desacuerdo en el 2009 sobre Mons Magee

El informe hecho público la semana pasada demuestra que hubo desavenencias entre los obispos irlandeses acerca de cuál debería ser el futuro de Mons. Mageee. Mientras que Mons. Martin, arzobispo de Dublín, pidió su renuncia, el cardenal Seán Brady insistió en que permaneciera en su diócesis.

El gobierno irlandés, indignado con la Iglesia

Por su parte, el primer ministro irlandés acusó ayer al Vaticano de intentar minimizar los escándalos de abusos sexuales y tortura a niños irlandeses.

Enda Kenny declaró en el parlamento, que el Informe Cloyne ha expuesto los intentos del Vaticano de frustrar las investigaciones de los abusos. Y añadió que la Santa Sede parece más interesada en mantener el poder de la iglesia que en enfrentarse a los religiosos y curas culpables del escándalo.