28.07.11

Aborto

 

Creo que hace falta un planteamiento elemental, accesible a cualquiera, independiente de conocimientos científicos o teológicos, que pocos poseen, de una cuestión tan importante, que afecta a millones de personas y a la posibilidad de vida de millones de niños que nacerán o dejarán de nacer.

Esta visión ha de fundarse en la distinción entre «cosa» y «persona» […]

¿No se tratará de esto precisamente? ¿No estará en curso un proceso de «despersonalización», es decir, de «deshominización» del hombre y de la mujer, las dos formas irreductibles, mutuamente necesarias, en que se realiza la vida humana? Si las relaciones de maternidad y paternidad quedan abolidas, si la relación entre los padres queda reducida a una mera función biológica sin perduración más allá del acto de generación, sin ninguna significación personal entre las tres personas implicadas, ¿qué queda de humano en todo ello? Y si esto se impone y generaliza, si a finales del siglo XX la Humanidad vive de acuerdo con esos principios, ¿no habrá comprometido, quién sabe hasta cuándo, esa misma condición humana? Por esto me parece que la aceptación social del aborto es, sin excepción, lo más grave que ha acontecido en este siglo que se va acercando a su final.

La cuestión del aborto - Julián Marías; 21/12/2007

Me he permitido esta larga cita de Marías por la crudeza del tema. Traspasa la frontera de la deshumanización. El animal está sujeto a sus instintos, el hombre sin la ley natural cae más bajo, no tiene frenos.

Ha tenido lugar en Florida el juicio contra el abortista Pendergrast, demandado por Carol Howard, que se sometió a un aborto en su clínica en 2004. La niña sobrevivió. Hoy tiene diez años y sufre varias discapacidades: parálisis cerebral, pérdida de la función del lado izquierdo del cuerpo, problemas cerebrovasculares, discapacidad mental, enfermedad pulmonar crónica y convulsiones.

 

El jurado ha condenado a Pendergrast por «hacer mal su trabajo». Lo más duro ha sido oír el frío relato del doctor y sus ayudantes:

sí, los bebés se arrojan al inodoro y muchas veces siguen vivos girando alrededor de la taza del váter

Pendergrast está especializado en «abortos tardíos», realiza una inyección intra-cardiaca al bebé. Extraer bebé muerto ya no es un «aborto terapéutico», así que se puede enviar a la madre a casa para que la traten en los centros de salud habituales. Incluso el asesinato puede llevarse a cabo en un Estado con leyes más permisivas en cuanto a los plazos y después la madre es tratada cerca de casa. Los médicos estarán obligados a atenderla porque la vida de la mujer corre peligro.

Reconozco que no soy capaz de meterme en la cabeza de semejante bestia y no puedo imaginarme el proceso de encallecimiento del alma. Debe ser desgarrador. Pero todavía me entra menos que la sociedad lo ampare y jalee. En España ya son ‘derechos de la mujer‘, en otras partes del mundo también. El voto es libre, luego responsable.

Porque no nos engañemos, aquí no hay cuestión de grado, da igual quemar al bebé con sal en el útero; darle la puntilla en la nuca según asome la cabeza pero antes de que respire, trocearlo dentro o tomar una pastillita porque todavía es muy pequeñito y no se nota; … o esperar que se lo trague una alcantarilla.

Semejante sociedad está llamada a la autodestrucción. Ella misma ha liberado lo peor que tiene, ¿por qué después de esto va a detenerse ante otras cosas? A Pendergrast se le juzga por no haber terminado bien un trabajo legal.