ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 16 de agosto de 2011

Santa Sede

Nueva ayuda del Papa al Cuerno de África contra la hambruna

Las cosas de Dios son las que merecen urgencia, afirma el Papa

Jornadas Mundiales de la Juventud

Cardenal Ryłko a los jóvenes: ¡Si Dios existe, todo cambia!

La JMJ de Madrid arranca con un homenaje a Juan Pablo II

Río de Janeiro será la sede de la JMJ 2013

El Papa pide orar para que en la JMJ se cosechen “frutos de vida cristiana”

Decreto sobre las indulgencias con motivo de la JMJ

JMJ: “He visto a Dios paseando por mi pueblo”

Entrevistas

La psicología de los participantes en las Jornadas Mundiales de la Juventud

Foro

Las Jornadas de las Juventud, escuelas de la nueva evangelización

Angelus

Benedicto XVI: Que en la JMJ se cosechen muchos “frutos de vida cristiana”

Asunción: María, “meta” de los que unen su vida a la de Jesús, dice el Papa

Documentación

Saludo del cardenal Stanisław Ryłko a los jóvenes

Homilía del cardenal Rouco en la Misa de Inauguración de la JMJ

Homilía del Papa en la misa de la solemnidad de la Asunción


Santa Sede


Nueva ayuda del Papa al Cuerno de África contra la hambruna
“Cor Unum” envía una sustanciosa suma a algunas diócesis de la zona
CIUDAD DEL VATICANO, martes 16 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- El Consejo Pontificio Cor Unum envió, la semana pasada, una sustanciosa ayuda en nombre del Papa a algunas diócesis del Cuerno de África afectadas por la hambruna.

Lo hizo público el secretario de este dicasterio para la promoción humana cristiana, monseñor Giampietro Dal Toso, en una entrevista al diario L’Osservatore Romano.

Benedicto XVI ha enviado esta ayuda en concreto a cinco diócesis de Kenia y a seis diócesis de Etiopía que afrontan una emergencia humanitaria con pocos medios, acogiendo y manteniendo a la población en sus necesidades básicas inmediatas.

En estos momentos, unos 12,42 millones de personas se encuentran en situación de emergencia por hambruna a lo largo del Cuerno de África (Somalia, Etiopía, Eritrea y partes de Kenia, así como algunas partes de Uganda), según Caritas. De no recibir ayuda urgente, el riesgo de muerte es inminente.

Monseñor Dal Toso consideró la ayuda del Papa como una “fuerte señal” para la comunidad internacional.

También se refirió a ella como a “un signo de la atención con la que Benedicto XVI sigue la dramática situación en la región y su solicitud por aquellas poblaciones martirizadas”.

Cor Unum envió esta nueva ayuda después de una primera inmediata de 50.000 euros enviada el pasado mes de julio por el Papa, “en señal de su cercanía”, al obispo de Yibuti y administrador apostólico de Mogadiscio (Somalia), monseñor Giorgio Bertin, OFM,  comprometido directamente en la ayuda a las poblaciones afectadas.

El secretario del dicasterio afirmó que el Papa fue uno de los primeros en destacar la gravedad de la situación, el pasado 17 de julio, al indicar la necesidad de intervenir para defender y apoyar a una población que sufre tanto.

Ese domingo, durante el rezo del Ángelus, Benedicto XVI alentó “la movilización internacional para enviar inmediatamente auxilio a nuestros hermanos y hermanas, que ya han sufrido tanto, entre quienes se encuentran tantos niños”.

Sequía, conflicto, éxodo

En su entrevista al diario vaticano, monseñor Dal Toso explicó que la situación en el Cuerno de África está condicionada por una serie de problemáticas, entre ellas la sequía, que ha degenerado en la carestía, y el conflicto en Somalia, que ha provocado el éxodo de miles de personas.

Las lluvias caídas entre los meses de octubre a diciembre de 2010 fueron extremadamente escasas e irregulares.

Ello agravó la sequía que sufre la zona desde hace dos años y comprometió gravemente cosechas y especialmente los pastos en Somalia, Kenia, Etiopia y Yibuti.

Monseñor Dal Toso indicó la necesidad de planificar proyectos de desarrollo “que puedan garantizar un futuro a las nuevas generaciones” y “alejar para siempre el espectro del hambre en el mundo”.

Y añadió que la comunidad internacional está actuando, pero no debe bajar la guardia, especialmente cuando termine el efecto emotivo generado a través de los medios de comunicación.

Diversas organizaciones católicas como Caritas Internationalis están llevando a cabo programas organizados con una gran aportación económica, de varios millones de euros, para mejorar la situación actual y también a largo plazo.

Catástrofe

A finales de mayo el gobierno keniata declaró “catástrofe nacional” la situación alimentaria en varias zonas del país.

El pasado 20 de Julio de 2011, La ONU declaró oficialmente la hambruna en dos regiones del sur de Somalia: el sur de Bakol y Bajo Shabelle, alerta que se ha extendido a otras tres regiones este mes de agosto.

La ONU informó también de que, a partir de la declaración de la hambruna, unas 20.000 personas se habían trasladado desde el suroeste de Somalia a la capital del país, Mogadisio. Los refugiados llegan con la esperanza de encontrar alimento.

Además, se estima que 100.000 somalíes han huido a los campamentos de ayuda en la vecina Kenia, y otros 78.000 a campamentos similares en Etiopía.

La ONU declara hambruna (nivel 5 – y máximo – de alerta) cuando existen indicadores como que la tasa de malnutrición aguda entre los niños supere el 30 por ciento (en el momento de la declaración de la ONU la tasa fue de más del 50%).

Otro indicador determinante es que mueran al día más de dos personas por cada 10.000 (en el momento de la declaración, los niños se estaban muriendo a un ritmo de seis por cada 10.000 al día).

Amplias regiones de Kenia, Etiopia y Yibuti se encuentran en nivel 4 de alerta, a las puertas de la hambruna. No existen datos oficiales de la situación de Eritrea, aunque se sabe que las últimas lluvias también han sido irregulares.

La peor sequía en 60 años en el Cuerno de África agrava una situación estructural de pobreza y conflicto, alimentada por la subida internacional del precio de los alimentos y el combustible.

Caritas prevé que la crisis se agudice en los próximos meses debido al aumento de los precios de los alimentos y a la falta de lluvias hasta por lo menos noviembre o diciembre.

La organización caritativa, que sigue recogiendo donativos, recordó que los que han tenido que abandonar sus hogares y han perdido todos sus medios de subsistencia necesitarán muchos  años para recuperar y reconstruir sus vidas.

La búsqueda de alimentos y asistencia se está traduciendo en un desplazamiento a gran escala y en la migración de pastores y agricultores.

Caritas alertó que estas personas recorren grandes distancias a pie, en burro o destinando el último dinero que les queda a ser transportados en camiones atestados de gente.

Al huir de las zonas afectadas por la sequía, muchas familias se ven obligadas a abandonar a los ancianos, los niños enfermos y debilitados y a las mujeres embarazadas. A menudo tienen que dejar atrás los cuerpos de sus seres queridos a lo largo del camino.

Ellos llegan a su destino en condiciones deplorables: agotados, desnutridos y sufriendo enfermedades, como la malaria, el sarampión, y otras tantas.

Muchos han sido atacados por bandidos armados, que les han saqueado sus escasas pertenencias y sometido a todo tipo de violencia.

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Las cosas de Dios son las que merecen urgencia, afirma el Papa
En su homilía durante la misa en la festividad de la Asunción
CASTEL GANDOLFO, martes 16 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- Dios es la verdadera urgencia de nuestra vida, declaró Benedicto XVI este lunes en la homilía que pronunció durante la misa de la solemnidad de la Asunción celebrada en la parroquia de Santo Tomás de Villanueva de Castel Gandolfo.

El Papa destacó la expresión “con prontitud” con la que el Evangelio de Lucas señala que María se dirigió a la casa de Zacarías y de su prima Isabel.

En referencia a esta expresión, indicó que “las cosas de Dios merecen esta urgencia, incluso podemos decir que las únicas cosas que merecen urgencia son las de Dios, la verdadera urgencia de nuestra vida”.

El Pontífice explicó que “Zacarías, Isabel y el pequeño Juan Bautista, son de hecho, el símbolo de todos los justos de Israel, cuyos corazones, colmados de esperanza, esperan la venida del Mesías Salvador”.

“Y es el Espíritu Santo el que le abre los ojos a Isabel para hacerle reconocer en María la verdadera arca de la alianza, la Madre de Dios que va a visitarla”, añadió.

Continuando esta explicación, el Papa señaló que “Juan Bautista, en el seno de su madre danza ante el arca de la Alianza, como David”.

“Reconoce así que María es la nueva arca de la alianza, ante la que el corazón exulta de alegría, la Madre de Dios presente en el mundo, que no se queda para sí misma esta divina presencia, sino que la ofrece compartiendo la gracia de Dios”, continuó.

En referencia a la Virgen, Benedicto XVI afirmó que “nos conduce a la esperanza, a un futuro lleno de alegría”.

Al mismo tiempo, añadió, María nos enseña el camino para alcanzar este futuro de plenitud: “acoger en la fe a su Hijo; no perder nunca la amistad con Él, sino dejarnos iluminar y guiar por su palabra; seguirlo cada día, incluso en los momentos en los que sentimos que nuestras cruces se hacen pesadas”.

En su homilía, el Papa también se refirió a la asunción de María “a la gloria del cielo en alma y cuerpo, es decir con todo el ser humano, en la integridad de su persona”.

Y aseguró que “también nuestra existencia cotidiana, con sus problemas y sus esperanzas, recibe luz de la Madre de Dios, de su recorrido espiritual, de su destino de gloria”.

Para el Obispo de Roma, el camino y la meta de María “pueden y deben convertirse, de alguna manera, en nuestro mismo camino y nuestra misma meta”.

Y ello teniendo en cuenta el “destino de gloria extraordinaria” que se le ha reservado a Ella al estar “estrechamente unida al Hijo que ha acogido en la fe y generado en la carne”.

“María, el arca de la alianza que está en el Santuario del Cielo, nos indica con luminosa claridad que estamos en el camino hacia nuestra verdadera casa,  comunión de alegría y de paz con Dios”, destacó.

Después de la misa, al rezar la oración mariana del Ángel us, el Papa insistió en el misterio de la Asunción, “un misterio de esperanza y de alegría para todos nosotros” porque “en María vemos la meta hacia la que caminan todos los que saben unir su propia vida a la de Jesús, que lo saben seguir como hizo María”.

“Con la victoria de Jesús sobre el mal, también son derrotadas la muerte interior y física”, aseguró.

Según el Papa, la fiesta de la Asunción “nos dice que también nosotros estaremos al lado de Jesús en el gozo de Dios y nos invita a ser valientes, a creer que la potencia de la Resurrección de Cristo puede actuar también en nosotros y convertirnos en hombres y mujeres que, cada día, intentan vivir como resucitados, llevando la luz del bien a la oscuridad del mal que hay en el mundo”.

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Jornadas Mundiales de la Juventud


Cardenal Ryłko a los jóvenes: ¡Si Dios existe, todo cambia!
Emocionante comienzo de la JMJ en Madrid
MADRID, martes 16 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- “En estos días la fe estará en el centro de nuestra reflexión; porque la fe es un factor decisivo en la vida de cada hombre”.

“¡Si Dios existe o no existe, todo cambia!”: Con estas palabras se dirigió hoy a los jóvenes el cardenalStanisław Ryłko, presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, al concluir la misa de inauguración de la Jornada Mundial de la Juventud.

Esta celebración, que presidió el cardenal Antonio María Rouco, arzobispo de Madrid, reunió hoy en la Plaza de Cibeles a cientos de miles de peregrinos llegados de todo el mundo - aproximadamente medio millón, según los organizadores.

Bajo un sol abrasador y a pesar de las numerosas dificultades logísticas, comenzó hoy la XXVI Jornada Mundial de la Juventud, la segunda en tierra española tras la de Santiago de Compostela. Banderas de todo el mundo, españolas, italianas, brasileñas, polacas, americanas, han tapizado toda el área del centro de la ciudad. Estos jóvenes, antes de invadir la capital española, participaron en días pasados en los actos de hermanamiento organizados en las demás diócesis españolas.

“Nuestra reflexión y nuestra oración en estos días estarán guiadas por la palabra de San Pablo que ya todos conocéis: Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe…”.

La fe, explicó a los jóvenes el cardenal Rylko, “es la raíz que nos nutre con la savia vital de la Palabra de Dios y los sacramentos; es el fundamento, la roca sobre la cual construir la vida, la brújula segura que guía nuestras decisiones y da a nuestra vida la orientación decisiva”.

“Sin embargo, muchos hoy se preguntan: en nuestro mundo, que tan a menudo rechaza a Dios y vive como si Dios no existiera, ¿es aún posible la fe?”

La JMJ de Madrid, afirmó el purpurado, tiene como objetivo “decir en voz alta a todo el mundo – y en particular a esta Europa que está dando signos de profunda desorientación – para decir vuestro firme “sí”! “Si”, ¡la fe es posible!”

La fe, añadió, “es una aventura maravillosa que nos permite descubrir toda la grandeza y la belleza de nuestra vida”.

El cardenal Rylko recordó, entre los aplausos de los jóvenes, que esta JMJ ha “acogido a un huésped especial”, en referencia a la proclamación del beato Juan Pablo II como patrono del encuentro.

De hecho, en la misa de inauguración, dedicada al nuevo beato, estuvo presente una reliquia de Juan Pablo II, una ampolla de sangre donada por el que fuera su secretario personal, el cardenal Stanislaw Dziwisz, para la JMJ.

“Él ha regresado entre vosotros, los jóvenes a los que tanto amó y que tanto lo han amado: ha regresado como Beato patrón vuestro y como protector al que podéis confiaros; ha regresado como amigo – un amigo exigente, como le gustaba a él mismo definirse… Ha venido a deciros una vez más, con muchísimo afecto: ¡No tengáis miedo!”, concluyó.

Con información de Serena Sartini

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La JMJ de Madrid arranca con un homenaje a Juan Pablo II
Las Jornadas entran en una nueva etapa, afirma el cardenal Rouco
MADRID martes 16 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- Con una misa multitudinaria en la Plaza de Cibeles, que será escenario también de la acogida a Benedicto XVI el próximo jueves 18, inauguró hoy el cardenal Rouco, arzobispo de Madrid, la Jornada Mundial de la Juventud, en presencia de centenares de miles de jóvenes.

En la misa concelebraron cerca de 800 obispos y cardenales procedentes de todo el mundo, así como unos 8.000 sacerdotes.

Después de una animada acogida y en medio de un fuerte calor, la Jornada Mundial de la Juventud fue inaugurada con la liturgia que la Congregación para el Culto Divino ha autorizado para la memoria del beato Juan Pablo II.

En esta plaza madrileña, el mismo entorno en el que Juan Pablo II congregara a cientos de miles de personas en 1982, 1993 y 2003, el cardenal Rouco quiso recordar la gran influencia que el papa polaco ha tenido en la nueva forma de evangelizar a los jóvenes.

Con Juan Pablo II, explicó el purpurado en la homilía, “se inicia un periodo histórico nuevo, ¡inédito!, en la relación del Sucesor de Pedro con la juventud, y, consecuentemente, una hasta entonces desconocida relación de la Iglesia con sus jóvenes: relación directa, inmediata, de corazón a corazón, impregnada de una fe en el Señor, en Jesucristo, entusiasta, esperanzada, alegre, contagiosa”.

“La santidad personal de Juan Pablo II brilla con un atractivo singular precisamente en este aspecto de la evangelización de los jóvenes contemporáneos”, reconoció el cardenal Rouco, en medio de interminables aplausos. Una santidad que “procede del amor a Jesucristo”.

“Desde aquella convocatoria primera de la Jornada de 1985 en Roma hasta esta Jornada de Madrid se ha ido desgranando una bella historia de fe, esperanza y amor en tres generaciones de jóvenes católicos y no católicos”, añadió.

El secreto de esta nueva forma de dirigirse a la juventud, subrayó, fue “la santidad personal de Juan Pablo II”, la cual “brilla con un atractivo singular precisamente en este aspecto de la evangelización de los jóvenes contemporáneos”.

“Este amor apasionado a Jesucristo es precisamente lo que fascinaba y cautivaba a los jóvenes. Comprendían que de este modo ellos eran queridos y amados por el Papa de verdad: sin halagos, ni disimulos; ni interesada, engañosa o superficialmente; sino con toda la autenticidad del que sólo buscaba su bien”.

Nueva generación

Sin embargo, señaló el cardenal Rouco, los jóvenes que hoy han acudido a Madrid son una generación distinta, ya no es la que despertó Juan Pablo II en los años 80.

“Vuestro 'sitio en la vida' tiene sus peculiaridades. Vuestros problemas y circunstancias vitales se han modificado. La globalización, las nuevas tecnologías de la comunicación, la crisis económica, etc., os condicionan para bien y, en muchas ocasiones, para mal”, dijo el purpurado.

Los jóvenes de hoy, afirmó, tienen una fe más vacilante debido a que sus “raíces existenciales están debilitadas por un rampante relativismo espiritual y moral”, están “encerrados por el poder dominante” y no hallan “sólidos fundamentos para sus vidas en la cultura y la sociedad actuales, incluso, no rara vez, en la propia familia”.

También estas Jornadas de la Juventud, tras la beatificación de Juan Pablo II, parecen entrar desde ahora en una nueva etapa, distinta de las anteriores citas papales, un cuarto de siglo después de la inauguración de la primera en Roma.

De alguna forma, para el cardenal Rouco, anfitrión de una segunda JMJ (lo fue en 1989, como arzobispo de Santiago de Compostela), insistió en la importancia de una nueva espiritualidad más “hecha carne”, de la promoción de una vivencia más interiorizada, más “hecha vida”, de la fe.

La juventud del siglo XXI, explicó, “necesita, tanto o más que las generaciones precedentes, encontrar al Señor por la única vía que se ha demostrado espiritualmente eficaz: la del peregrino humilde y sencillo que busca su rostro”.

Citando el mensaje que el Papa Benedicto XVI ha dirigido a la JMJ, el cardenal insistió en que “el joven de hoy necesita ver a Jesucristo cuando Él le sale al encuentro en la Palabra, en los Sacramentos”, así como el el próximo necesitado.

Nueva evangelización

Otro de los puntos en que insistió el cardenal Rouco a los jóvenes fue el de la incardinación de las Jornadas Mundiales de la Juventud dentro de un proceso mucho más amplio de nueva evangelización dentro de la Iglesia católica, precisamente en un momento en que ésta está inmersa en la reflexión sobre el significado de este término, de cara al próximo Sínodo convocado por Benedicto XVI para el año 2012.

Se trata de un proceso, el de la nueva evangelización, en el que el testimonio concreto de la “forma de vivir” de los fieles cobra una relevancia más grande que en etapas precedentes.

“Se evangeliza con las palabras y con las obras, hoy más que nunca”, aseguró el prelado, el cual insistió también en la importancia del discernimiento vocacional que muchos jóvenes viven en estas JMJ.

“Tened presente estos días - dijo el purpurado a los presentes - que el Señor, por medio del Papa, os va a preguntar: ¿aceptáis el formidable y hermoso reto de “la nueva evangelización” de vuestros jóvenes coetáneos? Respondedle que sí, recordando aquella vibrante y valiente llamada de Juan Pablo II en la Homilía del Monte del Gozo el 20 de agosto de 1989: ¡“No tengáis miedo a ser santos”! ¡“dejad que Cristo reine en vuestros corazones”!

La nueva evangelización es una tarea de todos en la Iglesia: “En ella los laicos tienen un papel protagonista, especialmente los matrimonios y las familias cristianas, sin embargo, la evangelización requiere hoy con urgencia sacerdotes y personas consagradas”.

El purpurado invitó a los jóvenes a responder a Cristo “con toda la capacidad de ilusión y apertura generosa a los grandes ideales de la vida”, con “un claro y coherente compromiso de vida”, así como a la generosidad ante la propia vocación.

Por Inma Álvarez

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Río de Janeiro será la sede de la JMJ 2013
Lo anunciará solemnemente Benedicto XVI al final del encuentro de Madrid
CIUDAD DEL VATICANO, martes 16 agosto 2011 (ZENIT.org).- La próxima Jornada Mundial de la Juventud será en Río de Janeiro en 2013, reveló este viernes, el portavoz de la Santa Sede, padre Federico Lombardi S.J.

En un encuentro con los periodistas, el director de la Oficina de Información de la Santa Sede precisó que el anuncio será hecho solemnemente por el mismo Benedicto XVI el domingo 21 de agosto al concluir la JMJ de Madrid.

La edición en Río de Janeiro se llevará a cabo con un año de anticipación, en 2013 en vez de 2014, para evitar que coincida con la Copa del Mundo de Fútbol que se disputará en Brasil en 2014.

Río de Janeiro, ciudad emblemática del país con el mayor número de católicos del mundo, fue elegida en lugar de otra candidata, Seúl, capital de Corea del Sur, país que cuenta con una gran comunidad católica, indicaron fuentes de prensa.

Para Brasil, será el tercer gran acontecimiento que deberá organizar en los próximos años, junto al Mundial de Fútbol en 2014 y los Juegos Olímpicos en 2016.

Tras Buenos Aires en 1987, la ciudad brasileña será la segunda de América del Sur en celebrar el encuentro internacional.

Con la de Madrid ya se han celebrado 26 JMJ, todas ellas presididas por el Papa y once fuera del Vaticano.

Se trata de Buenos Aires (Argentina), Santiago de Compostela (España), Czestochowa (Polonia), Denver (Estados Unidos), Manila (Filipinas), París (Francia), Roma (Italia), Toronto (Canadá), Colonia (Alemania) y Sydney (Australia).

Cerca de 20 millones de jóvenes han acudido a estos encuentros internacionales.

Las Jornadas Mundiales de la Juventud nacieron en 1984 por iniciativa del papa Juan Pablo II. La primera tuvo lugar en Roma el domingo de Ramos del citado año, en el marco de las celebraciones sectoriales del Año Santo Jubilar de la Redención (1983-1984).

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El Papa pide orar para que en la JMJ se cosechen “frutos de vida cristiana”
El domingo pasado tras el rezo del Ángelus
CASTEL GANDOLFO, martes 16 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- Benedicto XVI invitó a rezar para que la Jornada Mundial de la Juventud que empieza este martes en Madrid logre muchos beneficios de vida cristiana, este domingo en su residencia estival de Castel Gandolfo durante el rezo del Ángelus.

“Invito a todos a encomendar en la oración este viaje apostólico a España, que llevaré a cabo dentro de pocos días, para que en él se cosechen abundantes frutos de vida cristiana”, dijo después de la oración mariana, en su saludo a los peregrinos de lengua española.

En su saludo en alemán, el Papa añadió que se siente “feliz ante tal cantidad de jóvenes de distintos países del mundo que van a reunirse” en la capital española.

También se refirió al evento juvenil en sus saludos en inglés y en italiano, en los que pidió “oraciones para que este importante acontecimiento dé frutos espirituales”, cuatro días antes de su llegada a Madrid.

El Papa también ha confiado especialmente el éxito de la JMJ a la oración de los fieles introduciéndolo como intención general del Apostolado de la Oración de este mes de agosto.

La intención general  de este mes para lo casi 50 millones de personas de los cinco continentes que participan en esta iniciativa es, concretamente: “Para que la Jornada Mundial de la Juventud que se realiza en Madrid aliente a todos los jóvenes del mundo a fundar y arraigar su vida en Cristo”.

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Decreto sobre las indulgencias con motivo de la JMJ
Indulgencia plenaria para los que peregrinen a Madrid y parcial para los que recen por la JMJ
CIUDAD DEL VATICANO, martes 16 agosto 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el texto del decreto de la Penitenciaría apostólica sobre las indulgencias que se conceden con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud que se celebran desde hoy hasta el 21 de agosto en Madrid.

***

Decreto de la Penitenciaría apostólica

Indulgencias con ocasión 
de la XXVI Jornada mundial de la juventud

Penitenciaría apostólica

 Madrid

 Decreto

Se concede la indulgencia plenaria a los fieles que, con ocasión de la «XXVI Jornada mundial de la juventud», acudan a Madrid con espíritu de peregrinación; también podrán conseguir la indulgencia parcial todos los que, en cualquier parte donde estén, recen por las intenciones espirituales de este encuentro y por su  éxito.

Ha llegado recientemente a la Penitenciaría apostólica la súplica de su eminencia reverendísima Antonio María Rouco Varela, cardenal arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia episcopal española, para que los jóvenes puedan obtener los anhelados frutos de santificación de la XXVI Jornada mundial de la juventud, que se celebrará del 16 al 21 de este mes de agosto en la capital española, y que tendrá por tema: «Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe» (cf. Col 2, 7).

La Penitenciaría apostólica, que expuso al Santo Padre estas consideraciones, ha sido dotada de facultades especiales para conceder, mediante el presente Decreto, el don de la indulgencia, según la intención del  mismo Pontífice, como sigue:

Se concede la Indulgencia plenaria a los fieles que participen devotamente en cualquier función sagrada o práctica piadosa que tenga lugar en Madrid durante la «xxvi Jornada mundial de la juventud» y en su solemne conclusión, con tal de que, confesados y realmente arrepentidos, reciban la sagrada Comunión y recen piadosamente según las intenciones de Su Santidad.

Se concede la Indulgencia parcial a los fieles, en cualquier lugar donde estén durante dicho encuentro, si, al menos con espíritu contrito, elevan sus oraciones a Dios Espíritu Santo, para que impulse a los jóvenes a la caridad y les dé la fuerza para anunciar el Evangelio con su vida.

A fin de que los fieles puedan participar más fácilmente de estos dones celestiales, los sacerdotes, legítimamente aprobados para escuchar las confesiones sacramentales, con espíritu pronto y generoso préstense a recibirlas y propongan a los fieles oraciones públicas por el  éxito de la misma «Jornada mundial de la juventud».

Este Decreto tiene validez para esta ocasión. No obstante cualquier disposición contraria.

Dado en Roma, en la sede de la Penitenciaría apostólica, el 2 de agosto, año de la Encarnación del Señor 2011, en la piadosa memoria de la «Porciúncula». 

Cardenal Fortunato Baldelli

Penitenciario mayor

Gianfranco Girotti, o.f.m.conv.

Obispo titular de Meta, Regente

 12 de agosto de 2011

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JMJ: “He visto a Dios paseando por mi pueblo”
Experiencias de los Días en las Diócesis
MADRID, martes 16 agosto 2011 (ZENIT.org).- Más de 130.000 jóvenes de todo el mundo llegaron a España, antes del inicio en Madrid de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), para pasar días de convivencia con jóvenes españoles en las diócesis.

Sesenta y cinco diócesis --incluyendo Gibraltar y la francesa Bayona-  acogieron a peregrinos de 137 países de los cinco continentes.

El plan de esos días varió de unos lugares a otros. Los peregrinos franceses acogidos en la diócesis de Oviedo visitaron el santuario de Covadonga. La delegación italiana también visitó este santuario mariano y Santiago de Compostela.

En Valladolid, se realizaron actividades espirituales y gastronómicas, y voluntariado social.

Además de iniciar en la degustación de tapas a peregrinos procedentes de Tanzania, Filipinas, India y Canadá entre otros, ofrecieron a los peregrinos un Via Crucis organizado por los jóvenes de Fresno del Viejo.

En Guadalajara, participaron en un Festival de Carismas. Allí la acogida de peregrinos se hizo en familias de la diócesis, muchas de ellas formadas por participantes en otras jornadas mundiales.

Patricia y Jorge, con un hijo, acogieron a tres peregrinas de California. “Nosotros participamos en la JMJ  de Roma de 2000 y vivimos los Días en las Diócesis con una familia de Imola -explicaron-. La JMJ es una oportunidad de devolver lo que recibimos hace diez años”.

Quienes vienen de países con mayor dificultad económica tienen garantizada la gratuidad. A Ciudad Real, llegaron 230 haitianos, parte de los dos mil peregrinos acogidos en la diócesis manchega.

Disfrutaron de platos típicos de la zona, actuación de coros y danzas, y una  ruta para conocer la Semana Santa ciudarrealeña.

Los voluntarios conquenses salieron de madrugada para llegar a Madrid a primera hora y recibir a los invitados de la diócesis de Cuenca.

Castilla, tierra de santos

Ávila comunicó su gran riqueza espiritual en torno a santa Teresa: el retiro espiritual Teresa de Jesús: Arraigada y edificada en Cristo. Disfrutaron, en la imponente muralla de la ciudad, de un espectáculo de luz y sonido el 13 de agosto.

La diócesis de Burgos acogió a más de dos mil peregrinos de 18 países con una solemne eucaristía en honor a Santa María la Mayor, patrona de la ciudad.

Presidida por el arzobispo, fue concelebrada por seis obispos -de las diócesis de Montpellier, Carcassonne, Perpignan, Nimes, Saint John y Halifax- y más de doscientos sacerdotes.

“Conocer la riqueza espiritual de la diócesis de Burgos a través de sus santos más representativos” fue el objetivo de la vigilia de oración Burgos, tierra de santos, en la que participaron cerca de tres mil personas, entre peregrinos y voluntarios.

En la abadía benedictina de Santo Domingo de Silos, los jóvenes salieron a las calles hasta llegar a la puerta de la ciudad.

En el arco de Santa María, un montaje de luz y sonido ayudó a conocer la vida de san Rafael Arnáiz, el santo más joven de Burgos y patrono de la JMJ.

En la plaza Castilla, acabó la vigilia de oración con fuegos artificiales tras conocer a los últimos valientes testigos de Cristo burgaleses: el hermano marista asesinado en Zaire en 1996 Servando Mayor, Julián Campo, Santino Manzano y Marta Obregón.

En la diócesis de Orihuela-Alicante, fueron acogidos más de mil quinientos jóvenes. Elche, Torrevieja, Pilar de la Horadada, Alicante, Villena, Albatera y Aspe recibieron a peregrinos del Camino Neocatecumenal de Australia, República Dominicana y Estados Unidos.

El obispo presidió la misa de envío de dos mil jóvenes el 15 de agosto en la concatedral de San Nicolás de Alicante.

Seminaristas iraquíes en Córdoba

En Córdoba, el obispo Demetrio Fernández, en la fiesta de la Asunción, presidió una celebración internacional con miles de jóvenes en el estadio del Fontanar de Córdoba.

“Que en los próximos días, en la JMJ de Madrid, te encuentres con María, te encuentres con Jesús. Que Dios te dé la gracia de creer que, con su ayuda, es posible la victoria. Esa victoria que hoy vemos cumplida en María, asunta en cuerpo y alma a los cielos”, dijo el
obispo en la homilía.

Entre los peregrinos acogidos en Córdoba, hubo un grupo de iraquíes. El obispo mantuvo un encuentro con obispos y seminaristas de la diócesis de Mosul.

“Estamos en presencia de una Iglesia que es perseguida. Ellos son testigos de la fe cristiana”, destacó monseñor Fernández.

Los 18 seminaristas del seminario San Efrén de Mosul, junto con el arzobispo sirocatólico de Yohanna Petrus Mouché y el obispo emérito George Casmoussa se entrevistaron con el obispo en el palacio episcopal.

El arzobispo de Mosul explicó que en el norte de Irak hay actualmente unos 40.000 católicos y un total de 24 sacerdotes, además de distintas órdenes religiosas mixtas que provienen de diferentes ritos pero cuya obediencia es pontificia.

Los dos obispos iraquíes dijeron que más del 50% de los cristianos -desde 2003, fecha de la invasión del país por Estados Unidos— emigraron al interior del país o al extranjero.

La Iglesia no anima esta emigración pero hechos como el terrorismo y la guerra sí lo determinan, afirmaron.

El 11 de agosto llegó un grupo de cuarenta australianos a Pedro Abad. Fueron recibidos en la iglesia de las Esclavas del Sagrado Corazón por un nutrido grupo de feligreses y miembros de la corporación municipal.

Los jóvenes se distribuyeron con familias de acogida y en la residencia de las religiosas. Hicieron una visita a la ciudad, disfrutaron de una buena comida cordobesa, un tiempo de piscina, y acabaron con la celebración de la Eucaristía bilingüe en la parroquia.

La parroquia de San Sebastián en Añora recibió a un grupo Corea del Sur. Después de desayunar y descansar en las casas de las familias de acogida, fueron a visitar diversos puntos de interés.

Por la tarde, tuvieron un curso de cocina tradicional española y posteriormente celebraron la Eucaristía.

Al día siguiente, en un encuentro deportivo en el pabellón deportivo municipal, practicaron pádel, baloncesto, tenis, juegos de mesa, spinning, bailes, piscina, etc. Por la noche hubo fiesta popular en el recinto ferial.

En Cabra, fueron acogidos 120 peregrinos de Italia en la parroquia de la Asunción y Ángeles. El párroco Zacarías Romero les dio la bienvenida. Visitaron la localidad y disfrutaron de un rato de piscina en la residencia San José.

Tuvieron una convivencia con todos los jóvenes del arciprestazgo en Lucena, subieron a la Virgen de Araceli, con actuaciones diversas. Al día siguiente, visitaron la Fuente del
Río de Cabra.

En el suelo de la Sagrada Familia

En la basílica de la Sagrada Familia de Barcelona, consagrada al culto por el Papa el pasado mes de noviembre, tuvieron que celebrarse dos misas internacionales el domingo 14 de agosto, dada la imposibilidad de acoger en su interior en una sola celebración a los 12,300 jóvenes que pasaban esos días en la archidiócesis de Barcelona antes de viajar a Madrid.

En la eucaristía de la mañana predominaron el inglés y el alemán; en la de la tarde, el italiano y el francés.

El arzobispo de Barcelona, el cardenal Lluís Martínez Sistach, presidió las dos misas, en las que numerosos jóvenes estaban sentados en el suelo de las naves laterales.

Un día antes, el sábado 13, más de 30.000 jóvenes católicos celebraron una eucaristía en el Forum de Barcelona, construido para acoger en el año 2004 el Forum Universal de las Culturas.

Rosario en la playa

En Valencia, miles de jóvenes peregrinos de 45 países rezaron en distintas lenguas los misterios gozosos del Rosario en la playa de la Malvarrosa.

Antes de rezar, jóvenes de una parroquia valenciana ofrecieron una representación teatral y se repasó la historia del Rosario.

Durante el rezo varios jóvenes ofrecieron sus testimonios de experiencia de Dios, entre ellos una familia, un sacerdote y una religiosa de la Comunidad del Cordero.

La celebración estuvo  presidida por el arzobispo de la diócesis, monseñor Carlos Osoro, quien lanzó un llamamiento a los jóvenes “para que vuestro corazón lata en consonancia con el de Dios, y seáis vosotros, los que mostréis al mundo, con vuestra vida y vuestro testimonio, el rostro auténtico del Señor”.

Afrontando imprevistos

Con los jóvenes, ya se sabe, suelen surgir imprevistos y los voluntarios de la archidiócesis de Santiago de Compostela mostraron sus dotes de improvisación para acoger, el 13 de agosto, a mil personas más de las esperadas.

El grupo de la Bretaña francesa, de hecho, en vez de ser de 800 personas, era de 1800, de forma que los jóvenes francófonos eran casi 2500,  más unas 500 personas de otras lenguas, principalmente inglés y español.

Las misas de ese día fueron también allí muy emotivas, llenas de signos. Muchos de los voluntarios salían impresionados de la experiencia, tanto de las misas como del trato con los jóvenes extranjeros.

“He visto la noche llenarse de fiesta cristiana”

Un sacerdote sevillano ofrecía su testimonio de estos días, destacando: “He visto llegar a los jóvenes con antelación y abrirse las casas y los corazones generosamente”.

“He visto llorar a los jóvenes en el confesionario hablando de su vocación, adorar desde las cinco de la tarde -hora torera del infierno sevillano-, rotos y cansados al Santísimo Sacramento del Altar, y todo con la alegría de tener a Cristo delante”, confiaba.

“He visto el salón de plenos del Ayuntamiento convertido en espacio para Dios, la generosidad del pueblo y todos dando lo que tenían”, continuaba.

“He visto la indiferencia de mis jóvenes, los que conozco y no conozco, los que me saludan y los que pasan ligero para no saludar al cura”.

“He visto que todos se preguntaban, se interrogaban, también criticaban, pero nadie quedaba indiferente”.

“He visto a Dios caminar por Camas, sin tapujos, con claridad hasta llegar a la plaza que en estos días ha dado honor a su nombre: el triunfo”, proseguía.

“He visto la noche llenarse de fiesta cristiana sin necesidad de recurrir a nada extraño para divertirse”, añadía.

Y concluía: “Os he visto pensar, orar, guardar silencio y escuchar... y en medio de todo la pregunta siempre directa: y nosotros ¿qué tenemos que hacer?”.

Por Nieves San Martín

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Entrevistas


La psicología de los participantes en las Jornadas Mundiales de la Juventud
Entrevista con la psicóloga especialista en jóvenes y familia Mercedes Palet
BARCELONA, martes 16 agosto 2011 (ZENIT.org).- Psicóloga y psicoterapeuta suiza, país donde reside, y profesora universitaria en España, donde imparte cursos, Mercedes Palet de Fritschi es una firme defensora de las aportaciones del tomismo a la psicología.

En su última estancia con motivo de los cursos de verano en la Universidad Abat Oliba CEU (www.uao.es), hemos podido conversar con esta reconocida psicóloga sobre los chicos y chicas que participarán en las Jornadas Mundiales de la Juventud.

Palet de Fritschi reconoce que “desde la práctica de la psicología, es esperanzador poder ayudar a los jóvenes a comprender quiénes son y para qué o para quién viven”.

--¿La familia sigue siendo lo que era?

--Palet: Sin duda alguna. La familia sigue siendo lo que era: “célula primera y vital de la sociedad”, “Iglesia doméstica”, “útero espiritual”, “educadora del ser humano”, “comunidad de amor y vida fundada en el matrimonio indisoluble de un hombre y una mujer”.

La familia, sin embargo, es la institución que con más fuerza ha sufrido y sufre los ataques y amenazas de una cultura y una sociedad que se apartan de Dios. Por eso, hoy en día, es ciertamente curioso comprobar una situación de completa contradicción.

Desde hace ya varias décadas, se afirma, por una parte, la necesidad de la familia y los bienes que ella conlleva, pero, al mismo tiempo, se afirman y sostienen actitudes y realidades que son absolutamente contrarias a la familia.

Hace unos años todavía se entendía la familia tradicional, fundada en el matrimonio de un hombre y una mujer para el amor y la ayuda mútuas y la recepción de la vida, como célula básica de la sociedad y como algo “bueno y deseable”. Al mismo tiempo, sin embargo,  a nivel de actitudes personales, se defendían actitudes contrarias a la misma formación de la familia: divorcio, uniones de hecho, libertad sexual, anticoncepción, etc.

Hoy en día, la amenaza contra la familia ha adquirido una nueva dimensión, porque ya no sólo se la ataca como institución, sino que –incluso a nivel legislativo– se la entiende como “el origen de todo conflicto” y, por lo mismo, como una institución digna de abolición.

Son muy diversos y de intensidad diversa los ataques más recientes que está sufriendo la familia: la ideología de género, la manipulación técnica de la vida y de los nacimientos de los niños, una mentalidad antinatalista, etc, sólo por citar algunos de ellos. No puedo hacer aquí un análisis exhaustivo de cada uno de ellos, y me limitaré tan sólo a mencionar uno de los ataques que, a nivel psicológico, más se oponen a la misma naturaleza de la familia: me refiero al tema de la “capacidad de compromiso”.

Como ya señala Benedicto XVI en su mensaje para la JMJ de Madrid “muchos no tienen puntos de referencia estables para construir su vida, sintiéndose así profundamente inseguros. El relativismo que se ha difundido, y para el que todo da lo mismo y no existe ninguna verdad, ni un punto de referencia absoluto, no genera verdadera libertad, sino inestabilidad, desconcierto y un conformismo con las modas del momento”. Como consecuencia del relativismo imperante en la mentalidad contemporánea, el hombre actual parece quedar como incapacitado para comprometerse de forma permanente y vital en aquellos ámbitos de la vida más esenciales como son la familia y muchos ámbitos de la vida social.

El hombre, sin familia, queda desorientado, desconcertado. En la práctica cotidiana de la psicología podemos comprobarlo casi a diario. Adultos y niños que carecen de un “lugar de vida”, que desconocen pero ansían la experiencia de la “pertenencia mútua”, y que ignoran pero anhelan la experiencia de la “filiación”.

Y lo que es más triste, hombres y mujeres, niños y jóvenes incapacitados para comprender que es precisamente la familia tradicional el lugar original e insustituible de estas “experiencias” profundamente vitales y conformadoras de la personalidad.

--Los jóvenes de hoy no otorgan el mismo valor a conceptos como sacrificio, espera, austeridad... ¿por qué se ha perdido esta consideración?

--Palet: Por la falta de ejemplos vivos y atractivos de estas virtudes; por el fracaso educativo de la cultura occidental; por la mentalidad consumista fácil, por una erotización sin precedentes en la historia de la vida pública y privada, y, también, por la pérdida de sentido trascendente en la vida.

Tal y como ya advertía Francisco Canals, la entrega del hombre contemporáneo a la búsqueda de un sentido de la vida independiente a todo valor trascendente, ordenado primeramente a lo práctico en el sentido de lo útil y placentero, ha lanzado al hombre de hoy al desasosiego de un círculo vicioso en el que la misma dimensión ética viene a ser olvidada en su esencia (parece que sólo existe lo que es bueno “subjetivamente para mí”), para ser asumida sólo como eficacia técnica a traves del desarrollo, por la educación científica, de las posibilidades creadoras entendidas como capacidades de dominio y producción.

Lo bueno es sólo lo en algún modo técnicamente útil y lo que de alguna manera causa placer. Por eso, para el hombre contemporáneo –y no solo para los jóvenes de nuestros días–  actitudes como el sacrificio, la espera y la austeridad son actitudes que carecen de contenido ético o moral y que, como mucho, sólo tienen sentido en relación con “algo” que se percibe como socialmente útil, o económicamente provechoso o, en última instancia como fuente de placer sensible.

--La juventud es generosa pero también egoísta ¿Qué es lo que le da más esperanza como educadora?

--Palet: Puesto que por educación se entiende aquella promoción del hombre hasta el estado de perfección que es el estado de virtud, puede decirse entonces que el psicólogo, que trabaja más con su persona y su ejemplo de vida, que con su saber científico, es educador en tanto que ayuda a sus pacientes en el proceso de adquisicicón de la virtud.

En este sentido, lo más esperanzador es siempre el encuentro con la verdad, el encuentro con la verdad sobre uno mismo. De este encuentro con la verdad el psicólogo espera que el paciente pueda ordenar de tal modo su vida afectiva que, bajo la guia de la razón, pueda llegar e emitir un juicio verdadero sobre sí mismo.

En la práctica de la psicología, por parte del psicólogo son dos los puntos claves que pueden mover a la esperanza: por una parte el conocimiento verdadero de sí mismo que tiene como consecuencia la activación de las funciones de la conciencia y como resultado de todo ello la emisión de un juicio valorativo verdadero sobre los actos de la propia vida.

En este sentido, desde la práctica de la psicología, es esperanzador poder ayudar a los jóvenes a comprender quiénes son y para qué o para quién viven. El descubrimiento de sí mismo por el desvelamiento del fin u objetivo de la vida concreta personal.

Sin embargo, realmente sanador y fuente de toda esperanza, más allá de toda espectativa,  es sólo el encuentro personal con Cristo.

--No está de moda, pero usted reivindica a Santo Tomás como precursor de una sana psicología ¿Qué quiere decir?

--Palet: Para entender la situación de los hombres en nuestro tiempo es necesario tener una guía muy clara en el pensamiento. Decía el beato Juan Pablo II que “en las condiciones culturales de nuestro tiempo parece muy oportuno desarrollar cada vez más esta parte de la doctrina tomista que trata de la humanidad” (Carta Apostólica Inter Munera Academiarum, 28.01.1999, n. 4).

En la psicología contemporánea es necesario reivindicar una línea de pensamiento que permita una consideración integral de todas las dimensiones de la persona, a partir de la cual se descubra que la razón y la voluntad son el centro directivo de la personalidad y de la conducta humana.

Todas las dimensiones de la vida emocional y afectiva están hechas para ser guiadas desde la razón y desde la voluntad, y no precisamente para ser anuladas, sino para ser ordenadas y puestas al servicio de lo más elevado en el hombre: el bien de la razón. No se podrá conocer nunca al hombre concreto sin entender la inteligencia, la voluntad, el alma humana, sus potencias sensitivas, en resumen, el verdadero ser y funcionamiento “profundo” –la verdadera psicología profunda- de la persona humana.

Por eso, cualquier psicología digna de este nombre debe fundarse sobre un adecuado conocimiento de la naturaleza humana del sujeto concreto que quiere conocer y ayudar. Los claros principios de la antropología filosófica tomista deben jugar un papel capital para la reconstrucción de una auténtica psicología en el ámbito cristiano.

Lejos de estar relegada a algunos puntos particulares, como por ejemplo el tratado de las pasiones, las doctrinas tomistas sobre las que podría apoyarse una verdadera psicología abarcan la mayor parte del pensamiento del Aquinate, y muy especialmente del pensamiento del Aquinate recogido en la Suma de Teología, en toda la Suma de Teología.

Sólo por referirme a una de las partes y a algunos puntos de esta obra de Santo Tomás, diré que toda la segunda parte de la Suma de Teología es un auténtico tratado de psicología fundamental, tanto teórica como práctica. Ya sólo a partir de las riquísimas descripciones que se encuentran en los tratados dedicados a las virtudes morales, el psicólogo puede encontrar y elaborar un magnífico y preciso instrumento de diagnóstico y terapia.

Partiendo de una fundamentación antropológica siguiendo las enseñanzas de Santo Tomás de Aquino podría conseguir liberarse a la psicología de su proyección de ser una psicología modelada principalmente sobre la patología, y formular una psicología de la plenitud personal, social y espiritual del hombre.

--Las Jornadas Mundiales de la Juventud suelen dar relevancia a testimonios ¿Cuál es el testimonio que a usted le gustaría oír?

--Palet: Los testimonios de que dan los jóvenes de su encuentro personal con Jesucristo “resucitado y vivo” son muchas veces conmovedores y las vigorosas narraciones de su conversión, después de una vida, más o menos larga, apartados de la Iglesia, ignorantes de la fe y de la Redención, dan testimonio de la Misericordia Divina y de la fuerza sanadora de la Gracia de Dios.

Son testimonios ellos que, sin duda, me gusta oír y ver y que, por otra parte, estimulan a levantar el corazón y dar gracias a Dios por su entrañable Amor y Misericordia para con cada uno de nosotros.

Lejos de querer minimizar o relativizar la fuerza ejemplar de tales testimonios, ni el aspecto milagroso de muchas de ellas que, como acabo de indicar, son  manifestación de la acción gratuita de la Gracia Divina, el testimonio que también me gustaría escuchar sería el de un joven dando gracias a Dios por el don de la fe recibido del amor y del ejemplo de vida cristiana de sus padres y hermanos.

Me gustaría mucho escuchar el testimonio de gratitud de un joven que, con sencillez y alegría, diera testimonio de la fe recibida y vivida en el seno de la familia cristiana; dando gracias a Dios y a sus padres por el don de la vida, agradeciendo a sus padres el ejemplo de amor y entrega de la vida cotidiana familiar, el ejemplo de amor esponsal, el ejemplo y la entrega de la paternidad y la maternidad.

Me gustaría mucho escuchar el testimonio de un joven dando gracias a Dios y a sus padres por la educación cristiana recibida y por la incorporación a la Santa Madre Iglesia.

Por Miriam Díez i Bosch

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Foro


Las Jornadas de las Juventud, escuelas de la nueva evangelización
Por el Padre Thomas Rosica *
MADRID, martes 16 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- A lo largo de su pontificado, el Papa Juan Pablo II gozó de una increíble popularidad entre los jóvenes católicos. Una de las grandes razones fue el énfasis que puso en las Jornadas Mundiales de la Juventud, una iniciativa que comenzó en 1985. A través de estos encuentros nacionales e internacionales, Juan Pablo II lo dejó muy claro: los jóvenes no sólo son el futuro de la Iglesia, sino también su presente.

Ante el cinismo, la desesperación y la falta de sentido que prevalecen en el mundo de hoy, la base de la nueva evangelización en el corazón de la enseñanza de Juan Pablo II es inspirar esperanza y vitalidad en la Iglesia. El Papa sabía muy bien que el mundo a menudo se caracteriza por la separación, la fragmentación y la soledad. A través del don de las Jornadas Mundiales de la Juventud, ofreció grandes oportunidades para convertirse en portadores de esperanza, agentes de la comunidad e instrumentos de una globalización moral.

La beatificación del Papa Juan Pablo II nos invita a hacer un balance de los dones que hemos recibido de él y a examinar la forma en que su visión y esperanza han afectado nuestros propios esfuerzos en el ministerio pastoral con adultos jóvenes.

La formación de una generación

Entre los elementos centrales de las Jornadas Mundiales de la Juventud se encuentran el culto, la Sagrada Escritura, la catequesis, los sacramentos, la cruz, los santos, la peregrinación, el servicio y las vocaciones. Cada uno de estos componentes contribuye en gran medida a un ministerio pastoral eficaz con los jóvenes, y debe encontrar su lugar en ese ministerio.

La preparación para las Jornadas Mundiales de la Juventud ofrece a la Iglesia grandes momentos para profundizar en la piedad cristiana y la devoción. En todo Canadá, es poco probable que se olviden las poderosas imágenes de la Cruz de la Jornada Mundial de la Juventud durante su histórico peregrinaje en 2002. Con la ayuda de los Caballeros de Colón, la cruz viajó a través de más de 350 ciudades, pueblos y aldeas de costa a costa. Finalmente, durante el Día Mundial de la Juventud en Toronto, la magnífica presentación de las Estaciones de la Cruz fue un profundo testimonio de la historia cristiana en el corazón de una ciudad moderna.

Los jóvenes adultos necesitan héroes y heroínas de hoy, y el Papa Juan Pablo II nos ha dejado excepcionales modelos de santidad y humanidad. Durante su pontificado canonizó a 482 santos y proclamó a otros 1,338 beatos. Qué apropiado que uno de los principales patrones del Día Mundial de la Juventud en Madrid en agosto de 2011 sea el beato Juan Pablo II.

Muchos sacerdotes y religiosas jóvenes han dicho “sí” a su vocación gracias al testimonio personal de Juan Pablo II, quien les dijo, “¡No tengáis miedo!”. Muchos hombres y mujeres jóvenes han descubierto el sentido de su teología del cuerpo y han llegado al matrimonio con profunda fe y convicción. Y mucha gente común ha hecho cosas extraordinarias gracias a su influencia, su enseñanza y hasta sus gestos.

El extraordinario impacto que Juan Pablo II tuvo en las generaciones más jóvenes felizmente continuó con su sucesor. Durante la Misa de clausura de la Jornada Mundial de la Juventud en 2008, el cardenal George Pell de Sydney, agradeció al Papa Benedicto XVI con estas palabras: “Su Santidad, las Jornadas Mundiales de la Juventud fueron el invento del Papa Juan Pablo el Grande. La Jornada Mundial de la Juventud en Colonia ya se había anunciado antes de su elección. Decidió seguir con las Jornadas Mundiales de la Juventud y celebrar ésta en Sydney. Estamos profundamente agradecidos por esta decisión, lo que indica que las Jornadas Mundiales de la Juventud no pertenecen a un Papa, o incluso a una generación, sino que ahora forman parte normal de la vida de la Iglesia. La generación de Juan Pablo II — jóvenes y viejos por igual — se enorgullece de ser hijos e hijas fieles del Papa Benedicto XVI”.

Una iglesia joven

Una persona puede optar por hablar acerca de su experiencia en la Jornada Mundial de la Juventud como algo del pasado que iluminó las sombras y la monotonía de la vida en un brillante momento en la historia. Hay, sin embargo, otra perspectiva. La historia del Evangelio no trata de momentos de “Camelot”, sino de momentos “Magnificat”, invitando constantemente a los cristianos a aceptar el himno de María de alabanza y acción de gracias por las formas en que Dios Todopoderoso transita por la historia humana, aquí y ahora. En otras palabras, la vida cristiana no se nutre sólo de recuerdos por muy buenos y hermosos que sean. La resurrección de Jesús no es el recuerdo de un acontecimiento lejano, sino que es la Buena Nueva que se sigue cumpliendo.

Debemos ser honestos y admitir que las Jornadas Mundiales de la Juventud no ofrecen una panacea o una solución rápida a los problemas de nuestro tiempo, tampoco a los desafíos que enfrenta la Iglesia de hoy cuando nos acercamos a las generaciones más jóvenes. En cambio, estos eventos ofrecen un nuevo cristal a través del cual miramos a la Iglesia y al mundo y construimos nuestro futuro común. Una cosa está clara: Nadie podría retirarse de Toronto, Colonia o Sydney pensando que es posible dividir su fe en secciones o reducirla a unas pocas reglas y celebraciones del domingo.

No puedo dejar de recordar las palabras conmovedoras del cardenal James Francis Stafford al dirigirse a la multitud de jóvenes reunidos en los alrededores de la Plaza de San Pedro en la ceremonia de inauguración de la Jornada Mundial de la Juventud del Jubileo el 15 de agosto de 2000. Dirigiéndose al Papa Juan Pablo II, visiblemente emocionado y envejecido, el cardenal Stafford dijo: “Santo Padre, a medida que transitaba por la década de los años 1960 a las sesiones del Concilio [Vaticano II] para expresar una vez más el misterio de la siempre joven Iglesia, experimentó muchas veces el abrazo de estas grandiosas columnatas. Hoy todos oramos para que su felicidad pueda ser completa. Porque estas multitudes juveniles, ahora también rodeadas por los brazos de San Pedro, son testigos vivos de la esperanza del Concilio y de la suya”.

Así, el cardenal expresó de la forma más bella la misión y el propósito de las Jornadas Mundiales de la Juventud, que son una foto instantánea de la alegría, la esperanza y la unidad a la que está llamada la Iglesia. Como dijo el Papa Benedicto XVI en su homilía inaugural en 2005, “La Iglesia está viva y es joven; lleva en sí misma el futuro del mundo y, por tanto, indica también a cada uno de nosotros la vía hacia el futuro”. Las Jornadas Mundiales de la Juventud son un recordatorio de esta verdad.

* El sacerdote y religioso basiliano Thomas Rosica fue el director nacional y director ejecutivo de la Jornada Mundial de la Juventud 2002 en Toronto. Es director ejecutivo del canal católico de televisión Salt and Light de Canadá desde 2003.

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Angelus


Benedicto XVI: Que en la JMJ se cosechen muchos “frutos de vida cristiana”
Durante el rezo del Ángelus el pasado domingo
CASTEL GANDOLFO, martes 16 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- A continuación ofrecemos las palabras que Benedicto XVI dirigió el pasado domingo 14 de agosto a los fieles congregados en Castel Gandolfo para el rezo del Ángelus.

* * *

Queridos hermanos y hermanas,

la lectura del Evangelio de este domingo comienza con los detalles sobre la región que Jesús iba a visitar: Tiro y Sidón, el noroeste de Galilea, tierra pagana. Y es aquí donde se encuentra con una mujer cananea, que se dirige a Él para pedirle que cure a su hija atormentada por un demonio (cfr Mt 15,22). Ya en esta petición, se puede observar un inicio del camino de la fe, que en el diálogo con el divino Maestro crece y se refuerza. La mujer no tiene miedo de gritarle a Jesús “Piedad de mí”, una expresión que aparece en los Salmos (cfr 50,1), lo llama “Señor” e “Hijo de David” (cfr Mt 15,22), manifestando así una firme esperanza de ser escuchada. ¿Cuál es la actitud del Señor frente al grito de dolor de una mujer pagana? Puede parecer desconcertante el silencio de Jesús, tanto que suscita la intervención de los discípulos, pero no se trata de poca sensibilidad al dolor de aquella mujer. San Agustín comenta sobre esto: “Cristo se mostraba indiferente hacia ella, no para negarle la misericordia sino para hacer crecer el deseo” (Sermón 77, 1: PL 38, 483).

El aparente distanciamiento de Jesús, que dice “Yo he sido enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel” (v. 24), no desanima a la cananea, que insiste: “Señor, ¡ayúdame!” (v. 25). E incluso cuando recibe una respuesta que parece terminar con toda esperanza - “No está bien tomar el pan de los hijos, para tirárselo a los perros” (v.26)-, no desiste. No quiere quitar nada a nadie: en su sencillez y humildad le basta poco, le bastan las migas, le basta sólo una mirada, una palabra buena del Hijo de Dios. Y Jesús queda admirado por su respuesta de fe tan grande y le dice: “ ¡Qué se cumpla tu deseo!” (v.28).

Queridos amigos, también nosotros estamos llamados a crecer en la fe, a abrirnos y acoger con libertad el don de Dios, a tener confianza y gritar también a Jesús “¡danos la fe, ayúdanos a encontrar el camino!”. Es el camino que Jesús ha hecho hacer a sus discípulos, a la mujer cananea y a todos los hombres de todo tiempo y pueblo, a cada uno de nosotros. La fe nos abre al conocimiento y a acoger la identidad real de Jesús, su novedad y su unicidad, su Palabra como fuente de vida, para vivir una relación personal con Él. El conocimiento de la fe crece, crece con el deseo de encontrar el camino, y es, finalmente, un don de Dios, que se revela a nosotros no como algo abstracto, sin rostro y sin nombre, sino que la fe responde a una Persona, que quiere entrar en una relación de amor profundo con nosotros e implicar toda nuestra vida. Por eso, cada día nuestro corazón debe vivir la experiencia de la conversión, cada día debe ver nuestro cambio de hombre encerrado en sí mismo al hombre abierto a la acción de Dios, al hombre espiritual (cfr 1Cor 2, 13-14), que se deja interpelar por la Palabra del Señor y abre la propia vida a su Amor.

Queridos hermanos y hermanas, alimentemos cada día nuestra fe, con la escucha profunda de la Palabra de Dios, con la celebración de los Sacramentos, con la oración personal como “grito” hacia Él y con la caridad hacia el prójimo. Invoquemos la intercesión de la Virgen María, que mañana contemplaremos en su gozosa Asunción al cielo en alma y cuerpo, para que nos ayude a anunciar y testimoniar con la vida, la alegría de haber encontrado al Señor.

[En español dijo:]

Saludo con afecto a los grupos de lengua española, en particular a los fieles llegados de Cuba, acompañados por el Señor Cardenal Jaime Ortega Alamino, que encabeza la primera peregrinación de cubanos a los sepulcros de los Santos Apóstoles, y renuevo mi cercanía y afecto a todos los hijos de ese amado País. Un saludo cordial también a los jóvenes de Colombia, de Venezuela y de Argentina, así como a los que se unen a ellos de camino a Madrid para la Jornada Mundial de la Juventud. Invito a todos a encomendar en la oración este Viaje Apostólico a España, que llevaré a cabo dentro de pocos días, para que en él se cosechen abundantes frutos de vida cristiana.

[Traducción del original italiano por Carmen Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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Asunción: María, “meta” de los que unen su vida a la de Jesús, dice el Papa
Este lunes durante el rezo del Ángelus
CASTEL GANDOLFO, martes 16 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación las palabras que el Papa dirigió este lunes a los fieles reunidos en Castel Gandolfo para la oración del Ángelus en la festividad de la Asunción.

 * * *

Queridos hermanos y hermanas,

En el corazón del mes de agosto los Cristianos de Oriente y de Occidente celebran conjuntamente la Fiesta de la Asunción de María Santísima al Cielo. En la Iglesia Católica, el dogma de la Asunción -como se ha destacado- fue proclamado durante el Año Santo de 1950 por mi venerado predecesor el Siervo de Dios, el Papa Pío XII. Tal conmemoración, sin embargo, profundiza sus raíces en la fe de los primeros siglos de la Iglesia.

En Oriente se la llama todavía hoy la “Dormición de la Virgen”. En un antiguo mosaico de la Basílica de Santa María la Mayor de Roma, que se inspira en el icono oriental de la “Dormitio”, se representa a los Apóstoles, que advertidos por los ángeles del final terreno de la Madre de Jesús, se reúnen en torno al lecho de la Virgen. En el centro está Jesús que tiene entre los brazos a una niña: es María, que se ha hecho “pequeña” para el Reino, y que es conducida por el Señor al Cielo.

En la página del Evangelio de San Lucas de la liturgia de hoy, hemos leído que María “en aquellos días, partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá”  (Lc 1,39). En aquellos días María se apresuraba a ir desde Galilea hacia una ciudadela cercana a Jerusalén, para reunirse con su pariente Isabel. Hoy la contemplamos subiendo la montaña de Dios y entrando en la Jerusalén celeste, “revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza”, (Ap 12,1).

La página bíblica del Apocalipsis, que leemos en la liturgia de esta Solemnidad, habla de una lucha entre la mujer y el dragón, entre el bien y el mal. Parece que San Juan replantea las primeras páginas del libro del Génesis, que narran la historia tenebrosa y dramática del pecado de Adán y Eva. Nuestros padres fueron derrotados por el maligno; en la plenitud de los tiempos, Jesús, nuevo Adán, y María, nueva Eva, vencen definitivamente al enemigo, y esta ¡es la alegría de este día! Con la victoria de Jesús sobre el mal, también son derrotadas la muerte interior y física. María fue la primera en coger en brazos al Hijo de Dios, Jesús, hecho niño, es así la primera en estar a su lado en la Gloria del Cielo.

Es un misterio grande el que hoy celebramos, y sobre todo, es un misterio de esperanza y de alegría para todos nosotros: en María vemos la meta hacia la que caminan todos los que saben unir su propia vida a la de Jesús, que lo saben seguir como hizo María. Esta fiesta habla de nuestro futuro, nos dice que también nosotros estaremos al lado de Jesús en el gozo de Dios y nos invita a ser valientes, a creer que la potencia de la Resurrección de Cristo puede actuar también en nosotros y convertirnos en hombres y mujeres que, cada día, intentan vivir como resucitados, llevando la luz del bien a la oscuridad del mal que hay en el mundo.

[En español dijo:]

Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española presentes en esta oración mariana. La solemnidad de la gloriosa asunción de la Virgen María, que hoy recordamos, nos abre a la esperanza de la plenitud de la vida del Cielo, a la que Ella ya ha llegado y en la que nos aguarda. Que por la amorosa intercesión de la Madre de Dios desciendan abundantes gracias y bendiciones sobre la Iglesia y el mundo.

[Traducción del original italiano por Carmen Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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Documentación


Saludo del cardenal Stanisław Ryłko a los jóvenes
Inauguración de la JMJ Madrid 2011
MADRID, martes 16 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el saludo que el cardenal Stanisław Ryłko, presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, dirigió hoy a los participantes en la Jornada Mundial de la Juventud, al término de la misa de inauguración celebrada en la Plaza de Cibeles de Madrid

* * * * *

Queridísimos jóvenes,

Aquí estamos, llegó el día tan esperado: la inauguración de la vigésimo sexta Jornada Mundial de la Juventud. Tras un largo camino de preparación finalmente estáis aquí, en Madrid, bellísima y moderna metrópolis que en estos días será la capital de la juventud católica del mundo entero…

«¡Bendito el que viene en nombre del Señor!» (Sal 118, 26). Con estas palabras del salmista os doy una cordial bienvenida y un saludo afectuoso de parte del Pontificio Consejo para los Laicos, el dicasterio de la Santa Sede al cual el Papa confía la organización de estas reuniones mundiales de jóvenes. Un saludo agradecido a vuestros obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, así como a los formadores laicos que os han acompañado y guiado en el proceso de preparación espiritual para la gran aventura de la fe que viviremos juntos en estos días.

Habéis traído a esta cita con el Santo Padre Benedicto XVI vuestros proyectos, vuestras esperanzas y también vuestras inquietudes, la preocupación por las decisiones que os esperan… Serán días inolvidables de importantes descubrimientos y de decisiones determinantes para vuestra vida…

Nuestra reflexión y nuestra oración en estos días estarán guiadas por la palabra de San Pablo que ya todos conocéis: «Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe…» (Col. 2,7). ¡Es una palabra que nos compromete porque contiene un claro programa de vida para cada uno de nosotros! En estos días la fe estará en el centro de nuestra reflexión; porque la fe es un factor decisivo en la vida de cada hombre. ¡Si Dios existe o no existe, todo cambia! La fe es la raíz que nos nutre con la savia vital de la Palabra de Dios y los sacramentos; es el fundamento, la roca sobre la cual construir la vida, la brújula segura que guía nuestras decisiones y da a nuestra vida la orientación decisiva.

Sin embargo, muchos hoy se preguntan: en nuestro mundo, que tan a menudo rechaza a Dios y vive como si Dios no existiera, ¿es aún posible la fe? …

¡Queridísimos jóvenes! Os habéis reunido aquí, en Madrid, desde los rincones más remotos del planeta, para decir en voz alta a todo el mundo – y en particular a esta Europa que está dando signos de profunda desorientación – para decir vuestro firme “sí”! “Si”, ¡la fe es posible! Es más, es una aventura maravillosa que nos permite descubrir toda la grandeza y la belleza de nuestra vida. Porque Dios, que se ha revelado en el rostro de Jesucristo, no disminuye al hombre sino que lo enaltece mas allá de toda medida, mas allá de toda imaginación! En estos días, junto con los Apóstoles, queremos todos gritar al Señor: «¡Aumenta nuestra fe!» (Lc 17,5)… Queremos también nosotros orar con las palabras de San Anselmo: Señor, «enséñame a buscarte, muéstrate al que te busca, porque no puedo buscarte si no me enseñas el camino. No puedo encontrarte si no te haces presente.» (Proslogion 1,1)

Mientras esperamos la llegada del Papa Benedicto XVI hemos acogido esta noche a un huésped especial de la JMJ de Madrid: el Beato Juan Pablo II. Él ha regresado entre vosotros, los jóvenes a los que tanto amó y que tanto lo han amado: ha regresado como Beato patrón vuestro y como protector al que podéis confiaros; ha regresado como amigo – un amigo exigente, como le gustaba a él mismo definirse… Ha venido a deciros una vez más, con muchísimo afecto: ¡No tengáis miedo! ¡Optar por Cristo en la vida es adquirir la perla preciosa del Evangelio por la cual vale la pena darlo todo!

¡Queridísimos jóvenes! ¡La JMJ de Madrid ha empezado!

De nuevo os digo: ¡Bienvenidos todos a Madrid!

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Homilía del cardenal Rouco en la Misa de Inauguración de la JMJ
Hoy en la Plaza Cibeles de Madrid
MADRID, martes 16 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la homilía que el cardenal Antonio María Rouco, arzobispo de Madrid, pronunció hoy durante la Misa de apertura de la XXVI Jornada Mundial de la Juventud, en la plaza de la Cibeles.

* * * * *

Mis queridos hermanos y hermanas en el Señor:

1. ¡Bienvenidos a Madrid para la XXVI Jornada Mundial de la Juventud convocada por nuestro Santo Padre Benedicto XVI hace tres años en Sydney y que se inicia con la solemne celebración eucarística en esta céntrica Plaza madrileña de la Cibeles!

¡Bienvenidos Sres. Cardenales, Arzobispos y Obispos! ¡Os saludo con afecto fraterno en el Señor! Os acompañan numerosos sacerdotes, consagrados y consagradas y una ingente multitud de jóvenes, esperanza y futuro de nuestras Iglesias particulares, de nuestros pueblos y naciones, ¡de la Iglesia entera!

2. Permitidme que me dirija a ellos directamente como Pastor de la Iglesia Diocesana de Madrid y como Presidente de la Conferencia Episcopal Española y que les diga con todo el corazón:

Queridos jóvenes del mundo: ¡Bienvenidos a España! Muchos de vosotros habéis experimentado y apreciado ya en los días de la semana previa en vuestro recorrido por las Diócesis españolas la cordial acogida y el amor fraterno de vuestros hermanos los jóvenes de España, de sus familias, de sus comunidades y de sus Pastores. Habéis podido comprobar que esa actitud de brazos abiertos y de cálida simpatía tiene que ver profundamente con el hecho vivo de un viejo país formado por una comunidad de pueblos: ¡España!, cuya principal seña de identidad histórica, ¡de su cultura y modo de ser!, es la profesión de la fe cristiana de sus hijas e hijos en la comunión de la Iglesia Católica. La personalidad histórica de España se forja con rasgos inconfundibles en torno a la visión cristiana del hombre y de la vida desde los albores mismos de su historia, iniciada en gran medida con la primera andadura de la predicación apostólica en suelo español hace casi dos mil años. Uno de los más lúcidos escritores e intérpretes de la España contemporánea pudo decir: “España se constituye animada por un proyecto histórico que es su identificación con el cristianismo”1.

3. ¡Bienvenidos a España y bienvenidos a Madrid, su Capital! La Iglesia metropolitana de Madrid con sus Diócesis sufragáneas, Alcalá de Henares y Getafe, os abren no sólo las puertas físicas de sus parroquias, de sus colegios, de sus más variados edificios e instalaciones culturales y deportivas, junto con las cedidas generosamente por las instituciones públicas y privadas para este acontecimiento singular, sino, también, esos ámbitos más humana y cristianamente cálidos que son sus familias y sus comunidades. Es decir: ¡os abren las puertas de su corazón!

¡Sentíos como en vuestra propia casa, como en vuestro propio hogar! La Iglesia y el pueblo de Madrid quiso −y quiere− ser para todos vosotros desde ayer mismo, en ese siempre difícil momento de la llegada y del alojamiento de los peregrinos y durante los días de la Jornada que culminan el domingo, lugar propicio para vivir la amistad y la fraternidad cristiana en el marco a la vez humano y divino de la Iglesia Universal, que es Casa y Familia de los hijos de Dios esparcidos por toda la faz de la tierra. Y así como España no es inteligible sin su bimilenaria tradición católica, Madrid, residencia real y su Capital desde la segunda mitad del siglo XVI, en plena irrupción de la Modernidad, tampoco. Las raíces cristianas de esta ciudad, muy antiguas, bien identificadas al iniciarse el segundo milenio del cristianismo, siguen vivas y vigorosas influyendo en la configuración de su fisonomía social, cultural y humana, pero, sobre todo, de su alma: ¡el alma de sus hijos e hijas! ¡Madrid es una ciudad acogedora y cordial de todos los que la visitan, vengan de donde vengan!

4.Las Jornadas Mundiales de la Juventud, con su ya larga trayectoria de más de un cuarto de siglo, son inseparables del Beato, en cuya memoria celebramos esta tarde la Eucaristía en la Plaza de la Cibeles madrileña; muy cerca, por cierto, del lugar en que él mismo presidió tres grandes celebraciones en los años 1982, 1993 y 2003. Os estoy hablando del inolvidable, venerado y querido Juan Pablo II. ¡El Papa de los jóvenes! Con Juan Pablo II se inicia un periodo histórico nuevo, ¡inédito!, en la relación del Sucesor de Pedro con la juventud, y, consecuentemente, una hasta entonces desconocida relación de la Iglesia con sus jóvenes: relación directa, inmediata, de corazón a corazón, impregnada de una fe en el Señor, en Jesucristo, entusiasta, esperanzada, alegre, contagiosa. Desde aquella convocatoria primera de la Jornada de 1985 en Roma hasta esta Jornada de Madrid se ha ido desgranando una bella historia de fe, esperanza y amor en tres generaciones de jóvenes católicos y no católicos, que han visto cómo se transformaba su vida en Cristo y cómo surgían entre ellos innumerables vocaciones para el sacerdocio, la vida consagrada, el matrimonio cristiano y el apostolado. La santidad personal de Juan Pablo II brilla con un atractivo singular precisamente en este aspecto de la evangelización de los jóvenes contemporáneos. Nuestro Santo Padre Benedicto XVI no ha dudado en resaltar el amor a los jóvenes de Juan Pablo II en la Homilía de su Beatificación el primero de Mayo en la Plaza de San Pedro.

5. El secreto de esa luminosa personalidad, moldeada en la perfección de la caridad, se desvela fácilmente a la luz de la Palabra de Dios que ha sido proclamada. La clave de explicación de toda su vida, consagrada al Señor, a la Iglesia y al hombre, no es otra que su encendido amor a Jesucristo, del que, como San Pablo, no quiso apartarse nunca. Juan Pablo II pasó también en su vida por la aflicción, por la angustia, por la persecución, por las carencias más elementales en los años de la II Guerra Mundial, de la ocupación implacable y cruel de su patria, del despojo inhumano de los suyos… Sufrió el dolor de los perseguidos por la causa de Cristo antes y después de su elección a la Sede de Pedro: literalmente, hasta la sangre. Testigo indomable de la verdad y de la esperanza cristiana, vivió la verdad del “si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?”, sin miedo a ninguna oposición interna o externa a la Iglesia. ¡Fue un valiente de Cristo! Nada pudo apartarle de su amor.

¡Que emocionante resulta imaginarse y revivir los momentos de su diálogo íntimo con el Señor cuando le pregunta si “le ama más que éstos”! ¡Cuántas veces le habrá respondido en las más críticas, doloridas y decisivas circunstancias de sus años de Pastor de la Iglesia Universal: “Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero”! El Papa sabía muy bien que apacentar las ovejas de Jesús comportaba dejase “ceñir” por otro y ser llevado adonde uno no quisiera.

6. Este amor apasionado a Jesucristo es precisamente lo que fascinaba y cautivaba a los jóvenes. Comprendían que de este modo ellos eran queridos y amados por el Papa de verdad: sin halagos, ni disimulos; ni interesada, engañosa o superficialmente; sino con toda la autenticidad del que sólo buscaba su bien, el bien de sus vidas: ¡su felicidad!, ¡su salvación! Y lo buscaba entregando, sin reservase nada, la propia vida. Lo intuían con el corazón más que lo razonaban con la cabeza. No es extraño, pues, que viesen en el Papa a aquel mensajero de la gracia y de la paz de Jesucristo, anunciado por el Profeta Isaías, cuando decía: “¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, que pregona la victoria, que dice a Sión: «Tu Dios es rey»!”. Quien quiera que haya vivido las Jornadas Mundiales de Buenos Aires, Santiago de Compostela, Czestochowa, Denver, Manila, Paris, Roma, Toronto… habrá podido constatar que en la forma de recibir al Papa, con aquella mezcla tan entrañable de júbilo y respetuosa ternura, los jóvenes demostraban que le estaban reconociendo como aquel que venía a su encuentro en el nombre del Señor.

7. A partir de la IV Jornada Mundial de la Juventud en Santiago de Compostela en 1989 las Jornadas se conciben y viven como el final gozoso de una peregrinación, fuese cual fuese el lugar de su celebración, sintonizando con el estilo atrayente de la tradición cristiana. Al invitaros a participar en esta Jornada de Madrid, la vigésimo sexta, el Papa os está diciendo: poneos en camino para un nuevo encuentro con el Señor, el amigo, el hermano, ¡Jesucristo! El es el único que puede comprenderos y conduciros a la verdad; daros la vida que no acaba nunca; daros la felicidad: ¡el Amor verdadero! Sí, los jóvenes de las Jornadas Mundiales de la Juventud han sido desde Santiago de Compostela y para siempre peregrinos de la Iglesia. Recorren en comunión con ella un excepcional itinerario espiritual de consecuencias decisivas para el futuro de sus vidas. Comprueban que la senda señalada por el Sucesor de Pedro les lleva efectivamente a Cristo sin que ningún poder humano pueda impedirlo. Senda para su búsqueda; pero sobre todo, camino para su encuentro. Él es el que toma la iniciativa. Juan Pablo II nos recordaba en “el Monte del Gozo” compostelano en la vigilia de la noche del 19 de agosto de 1989 que “la tradición espiritual del Cristianismo no sólo subraya la importancia de nuestra búsqueda de Dios. Resalta algo todavía más importante: es Dios que nos busca. Él nos sale al encuentro”. ¡Cristo es, queridos jóvenes, el que os busca y sale al encuentro en la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid 2011! Dejarse encontrar por Él es la clave del éxito de toda Jornada Mundial de la Juventud. Y, por supuesto, también de ésta que hoy comenzamos. ¡Será vuestro éxito!

8. Benedicto XVI, nuestro Santo Padre, ha presidido las Jornadas de Colonia en agosto de 2005 y de Sydney en julio del 2008 en continuidad creativa con Juan Pablo II. ¡Inolvidables ambas! Pasado mañana, día 18 de agosto, llegará D.m. a Madrid, para presidir la que hoy y ahora se inicia con la Acción de Gracias y la Plegaria Eucarística de este atardecer madrileño en la Plaza de la Cibeles. En su llamada dirigida a vosotros, jóvenes del avanzado comienzo del Tercer Milenio, resuenan con nuevos y sugestivos acentos la misma solicitud paternal y el mismo amor que movió al Beato Juan Pablo II a instituir las Jornadas Mundiales de la Juventud. Vosotros, los jóvenes que os encontráis aquí, y otros muchos que hubieran deseado participar en nuestra Jornada de Madrid y no han podido o no han querido, sois la generación de Benedicto XVI. No es la misma que la de Juan Pablo II. Vuestro “sitio en la vida” tiene sus peculiaridades. Vuestros problemas y circunstancias vitales se han modificado. La globalización, las nuevas tecnologías de la comunicación, la crisis económica, etc., os condicionan para bien y, en muchas ocasiones, para mal. A los jóvenes de hoy, con raíces existenciales debilitadas por un rampante relativismo espiritual y moral, “encerrados por el poder dominante” (Benedicto XVI. Mensaje para la JMJ 2011, 1), y sin hallar sólidos fundamentos para vuestras vidas en la cultura y la sociedad actuales, incluso, no rara vez, en la propia familia…, se os tienta poderosamente hasta los límites de haceros perder la orientación en el camino de la vida: ¿Cómo no va a vacilar a veces vuestra fe? La juventud del siglo XXI necesita, tanto o más que las generaciones precedentes, encontrar al Señor por la única vía que se ha demostrado espiritualmente eficaz: la del peregrino humilde y sencillo que busca su rostro. El joven de hoy necesita ver a Jesucristo cuando Él le sale al encuentro en la Palabra, en los Sacramentos, “también, muy especialmente, en la Eucaristía y en el Sacramento de la Penitencia, en los pobres y enfermos, en los hermanos que están en dificultad y necesitan ayuda” (Benedicto XVI. Mensaje, 4). Necesita verle y entrar en diálogo íntimo con Él, que le ama sin pedirle nada a cambio, salvo la respuesta de su amor. La intención del Papa, que tanto os quiere, va justamente en esta dirección: que experimentéis en la Comunión Católica de la Iglesia la verdad y la imperiosa urgencia de hacer vida vuestra el lema de la Jornada Mundial de la Juventud 2011: “arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe” (Cf. Col 2,7).

9. Juan Pablo II concebía las Jornadas Mundiales de la Juventud como un valiosísimo instrumento de la nueva evangelización. También, nuestro Santo Padre Benedicto XVI.

Queridos jóvenes: ¡vivid, pues, esta celebración eucarística de la inauguración de la Jornada Mundial de la Juventud agradeciendo al Señor el sentiros llamados desde este mismo momento a ser sus discípulos y testigos! ¡No lo dudéis! Jesucristo os muestra el camino y la meta de la verdadera felicidad. No sólo a vosotros; también a vuestros compañeros y amigos alejados de la práctica religiosa e, incluso, de la fe o desconocedores de la misma. Jesús os busca para enraizarse en vuestro corazón de jóvenes del Tercer Milenio. Vivid la celebración como la gran Plegaria de la Iglesia que ofrece el Sacrificio de Jesucristo Crucificado y Resucitado al Padre como suyo propio por la salvación de todos los hombres; y en la Comunión eucarística de su Cuerpo y de su Sangre no rehuyáis que os haga enteramente suyos. Tened presente estos días que el Señor, por medio del Papa, os va a preguntar: ¿aceptáis el formidable y hermoso reto de “la nueva evangelización” de vuestros jóvenes coetáneos? Respondedle que sí, recordando aquella vibrante y valiente llamada de Juan Pablo II en la Homilía del Monte del Gozo el 20 de agosto de 1989: ¡“No tengáis miedo a ser santos”! ¡“dejad que Cristo reine en vuestros corazones”! Respondedle que sí con toda la capacidad de ilusión y apertura generosa a los grandes ideales de la vida que os es tan propia. ¡Responded a la renovada llamada de Benedicto XVI con un claro y coherente compromiso de vida! Se evangeliza con las palabras y con las obras, hoy más que nunca. Juan Pablo II decía a los jóvenes españoles en la Vigilia Mariana de “Cuatro Vientos”, el 3 de mayo de 2003, que la nueva evangelización es una tarea de todos en la Iglesia: “En ella los laicos tienen un papel protagonista, especialmente los matrimonios y las familias cristianas, sin embargo, la evangelización requiere hoy con urgencia sacerdotes y personas consagradas. Por lo tanto, si en estos días oyes la llamada de Dios “que te dice: «¡Sígueme!» (Mc 2, 14; Lc 5.22), no lo acalles. Sé generoso, responde como María ofreciendo el sí gozoso de tu persona y de tu vida”.

10. Al cuidado maternal de la Virgen María, Madre del Señor y Madre de la Iglesia, nos confiamos al iniciar la Jornada Mundial de la Juventud 2011. Los madrileños la invocan como su Patrona bajo la advocación de “Santa María, la Real de la Almudena”. María ha velado siempre por la firmeza de la fe, por la certeza de la esperanza y por el ardor de la caridad de todas sus hijas e hijos de Madrid. ¡Que vele muy especialmente estos días por vosotros, los jóvenes de esta Jornada Mundial de la Juventud del 2011, peregrinos a esta ciudad eminentemente mariana que es Madrid para el encuentro con el Santo Padre! ¡Que os cuide como sólo ella sabe hacerlo!, ¡que cuide a nuestro Santo Padre Benedicto XVI, a los Obispos y sacerdotes, a todos vuestros Pastores y acompañantes! ¡que cuide y proteja a vuestras familias! Rememorando la oración de Juan Pablo II, recitada al finalizar la inolvidable Vigilia del Rosario, ya mencionada −¡su broche de oro!−, os invito a implorar esta noche a María con sus mismas palabras:

“Dios te salve, María, llena de gracia.

Esta noche te pido por los jóvenes

venidos a Madrid desde todos los rincones de la tierra,

jóvenes llenos de sueños y esperanzas.

Ellos son los centinelas del mañana,

el pueblo de las Bienaventuranzas:

son la esperanza viva de la Iglesia y del Papa.

Santa María, Madre de los jóvenes,

intercede para que sean testigos de Cristo Resucitado,

apóstoles humildes y valientes del tercer milenio,

heraldos generosos del Evangelio.

Santa María, Virgen Inmaculada,

reza con nosotros,

reza por nosotros”. Amén.

Santos Patronos de la JMJ 2011 −San Isidro Labrador y Santa María de la Cabeza, San Ignacio de Loyola, San Juan de Ávila, San Francisco Javier, San Juan de la Cruz, Santa Rosa de Lima, San Rafael Arnáiz− ¡rogad por nosotros!

¡Beato Juan Pablo II ruega por nosotros, ruega por los jóvenes de la JMJ 2011 para que abran de par en par sus corazones a la gracia salvadora de Cristo, el único Redentor del hombre, en estos extraordinarios días del Espíritu en los que queremos “contar las maravillas del Señor a todas las naciones”!

Amén.

[Texto distribuido por la organización de la JMJ Madrid 2011]

1 Julián Marías, España inteligible. Razón histórica de las Españas, Madrid 2002, 416.

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Homilía del Papa en la misa de la solemnidad de la Asunción
“Dios, la verdadera urgencia de nuestra vida”
CASTEL GANDOLFO, martes 16 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la homilía que Benedicto XVI pronunció este lunes en la misa celebrada en la parroquia de Santo Tomás de Villanueva de Castel Gandolfo en la solemnidad de la Asunción de la Virgen María.

* * *

Queridos hermanos y hermanas,

nos encontramos reunidos una vez más, para celebrar una de las más antiguas y amadas fiestas dedicadas a María Santísima: la fiesta de su asunción a la gloria del Cielo en alma y cuerpo, es decir con todo el ser humano, en la integridad de su persona. Se nos ha dado así la gracia de renovar  nuestro amor a María, de admirarla y de alabarla por las “grandes cosas” que el Omnipotente ha hecho por Ella y que ha obrado en Ella.

En la contemplación de la Virgen María se nos ha dado otra gracia: la de poder ver en profundidad también nuestra vida. Sí, porque también nuestra existencia cotidiana, con sus problemas y sus esperanzas, recibe luz de la Madre de Dios, de su recorrido espiritual, de su destino de gloria: un camino y una meta que pueden y deben convertirse, de alguna manera, en nuestro mismo camino y nuestra misma meta. Dejémonos conducir por las citas de la Sagrada Escritura que la liturgia de hoy nos propone. Querría detenerme, en particular, en una imagen que encontramos en la primera lectura, tomada del Apocalipsis, y de la que se hace eco el Evangelio de San Lucas: la del arca.

En la primera lectura hemos escuchado: “Se abrió el Templo de Dios que está en el cielo y quedó a la vista el Arca de la Alianza” (Ap 11,19). ¿Cuál es el significado del arca? Para el Antiguo Testamento, esta es el símbolo de la presencia de Dios en medio de su pueblo. Pero ahora el símbolo ha cedido su lugar a la realidad. Así el Nuevo Testamento nos dice que la verdadera arca de la Alianza es una persona viva y concreta: es la Virgen María. Dios no habita en un mueble, Dios vive en una persona, en un corazón: María, la que ha llevado en su seno al Hijo eterno de Dios hecho hombre, Jesús nuestro Señor y Salvador.

En el arca -como sabemos- se conservaban las dos tablas de la ley de Moisés, que manifestaban la voluntad de Dios de mantener la alianza con su pueblo, indicándoles las condiciones para ser fieles al pacto de Dios, para conformarse a la voluntad de Dios y así también a nuestra verdad profunda. María es el arca de la alianza, porque ha acogido en sí a Jesús; ha acogido en sí a la Palabra viviente, todo el contenido de la voluntad de Dios, de la verdad de Dios; ha acogido en sí al que es la nueva y eterna alianza, culminada con el ofrecimiento de su cuerpo y de su sangre: cuerpo y sangre recibidos por María. Con razón, por tanto, la piedad cristiana, en las letanías en honor a la Virgen, se dirige a Ella invocándola como Foederis Arca, es decir “arca de la alianza”, arca de la presencia de Dios, arca de la alianza de amor que Dios ha querido expresar de manera definitiva en Cristo para toda la humanidad,.

La cita del Apocalipsis quiere indicar otro aspecto importante de la realidad de María. Ella, arca viviente de la alianza, tiene un destino de gloria extraordinaria, porque está estrechamente unida al Hijo que ha acogido en la fe y generado en la carne, que comparte plenamente la gloria del cielo. Es lo que sugieren las palabras escuchadas: “Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza. Estaba embarazada... La Mujer tuvo un hijo varón que debía regir a todas las naciones...” (12,1-2; 5). La grandeza de María, Madre de Dios, llena de gracia, plenamente dócil a la acción del Espíritu Santo, vive ya en el Cielo de Dios, toda ella, alma y cuerpo. San Juan Damasceno refiriéndose a este misterio en una famosa Homilía afirma: “Hoy la santa y única Virgen es conducida al templo celeste... Hoy el arca sagrada y animada por el Dios Viviente, [el arca] que ha llevado en su seno al mismo Artífice, reposa en el templo del Señor, no construido por mano de hombre” (Homilía sobre la Dormición, 2 PG 96, 723) y continúa: “Es necesario que la que había acogido en su seno al Logos divino, se trasladase a las tiendas de su Hijo... Era necesario que la Esposa que el Padre había elegido, viviese en la estancia nupcial del Cielo” (ibid., 14, PG 96, 742). Hoy la Iglesia canta el amor inmenso de Dios por esta criatura suya: la ha elegido como verdadera “arca de la alianza”, como la que continúa generando y dando a Cristo Salvador a la Humanidad, como la que en el Cielo comparte la plenitud de la gloria y disfruta de la misma felicidad de Dios y, al mismo tiempo, nos invita también a nosotros a convertirnos, a nuestra modesta manera, en “arca” en la que está presente la Palabra de Dios, que está transformada y vivificada por su presencia, lugar de la presencia de Dios, de manera que los hombres puedan encontrar en el prójimo la cercanía de Dios y así vivir en comunión con Dios y conocer la realidad del Cielo.

El Evangelio de San Lucas que hemos escuchado (cfr Lc 1,39-56), nos muestra este arca viviente, que es María, en movimiento: habiendo dejado su casa de Nazaret, María se pone en viaje hacia la montaña para llegar cuanto antes a una ciudad de Judá y llegar a la casa de Zacarías y de Isabel. Me parece importante destacar la expresión “con prontitud”: las cosas de Dios merecen esta urgencia, incluso podemos decir que las únicas cosas que merecen urgencia son las de Dios, la verdadera urgencia de nuestra vida. Entonces María entra en la casa de Zacarías y de Isabel, pero no entra sola. Entra llevando en su seno al hijo, que es Dios mismo hecho hombre. Ciertamente se la esperaba a ella y a su ayuda en esa casa, pero el evangelista nos ayuda a comprender que esta espera nos conduce a otra, más profunda. Zacarías, Isabel y el pequeño Juan Bautista, son de hecho, el símbolo de todos los justos de Israel, en cuyos corazones, colmados de esperanza, esperan la venida del Mesías Salvador. Y es el Espíritu Santo el que le abre los ojos a Isabel para hacerle reconocer en María la verdadera arca de la alianza, la Madre de Dios que va a visitarla. Y así, la anciana pariente la acoge “exclamando”: “¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme?” (Lc 1,42-43). Y es el mismo Espíritu Santo, el que ante la que lleva a Dios hecho hombre, abre el corazón de Juan Bautista en el seno de Isabel. Esta exclama: “Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno” (v.44). Aquí el evangelista Lucas usa el término de “skirtan”, es decir “saltar”, el mismo término que encontramos en una de las antiguas traducciones griegas del Antiguo Testamento para describir la danza del Rey David delante del arca santa que volvió finalmente a la patria (2Sam 6,16). Juan Bautista, en el seno de su madre danza ante el arca de la Alianza, como David, y reconoce así que: María es la nueva arca de la alianza, delante de la que el corazón exulta de alegría, la Madre de Dios presente en el mundo, que no se queda para sí misma esta divina presencia, sino que la ofrece compartiendo la gracia de Dios. Y así -como dice la oración- María es realmente “causa nostrae laetitiae”, (causa de nuestra alegría), el “arca” en la que realmente el Salvador está presente entre nosotros.

¡Queridos hermanos! Estamos hablando de María, pero, de alguna manera, estamos hablando también de nosotros, de cada uno de nosotros: también nosotros somos destinatarios de este amor inmenso que Dios ha reservado -de una manera única e irrepetible- para María. En esta Solemnidad de la Asunción miramos a María: Ella, nos conduce a la esperanza, a un futuro lleno de alegría y nos enseña el camino para alcanzarlo: acoger en la fe a su Hijo; no perder nunca la amistad con Él, sino dejarnos iluminar y guiar por su palabra; seguirlo cada día, incluso en los momentos en los que sentimos que nuestras cruces se hacen pesadas. María, el arca de la alianza que está en el Santuario del Cielo, nos indica con luminosa claridad que estamos en el camino hacia nuestra verdadera Casa,  comunión de alegría y de paz con Dios. ¡Amén!

[Traducción del original italiano por Carmen Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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