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El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 21 de agosto de 2011

Jornadas Mundiales de la Juventud

MISA JMJ// El Papa insta a los jóvenes a “amar a la Iglesia”

El Papa se ha sentido muy bien en España

El Papa señala a los jóvenes el camino del servicio a los demás

Benedicto XVI envía al mundo a más de un millón de jóvenes misioneros

El Papa espera ir a la próxima JMJ en Río de Janiero 2013

El Papa quiso permanecer en Cuatro Vientos a pesar de la lluvia

Mundo

El Papa a Comunión y Liberación: Con el cristianismo, la esperanza se hace certeza

Flash

El Papa recuerda el accidente aéreo de Spanair de hace tres años

Foro

Una noche en Cuatro Vientos

Angelus

Palabras de Benedicto XVI tras la misa de la JMJ

Documentación

Discurso de despedida de España de Benedicto XVI

Discurso del Papa a los voluntarios de la JMJ Madrid 2011

Homilía de Benedicto XVI en la Misa de la Jornada Mundial de la Juventud


Jornadas Mundiales de la Juventud


MISA JMJ// El Papa insta a los jóvenes a “amar a la Iglesia”
“No cedáis a la tentación de seguir a Jesús en solitario”
CUATRO VIENTOS, domingo 21 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- No se puede vivir la propia fe en solitario, afirmó el Papa Benedicto XVI a los jóvenes congregados en el aeródromo de Cuatro Vientos, durante la homilía de la Misa conclusiva de la XXVI Jornada Mundial de la Juventud.

El Papa llegó a Cuatro Vientos a las 9,15 h. de la mañana, en papamóvil, recorriendo la vía central del aeródromo y pasando así entre los jóvenes, un recorrido que no pudo realizar ayer por la noche por motivos de seguridad, ya que las vías del dispositivo estaban llenas de jóvenes peregrinos.

Benedicto XVI pudo saludar así al millón y medio de jóvenes – según datos confirmados por la Policía Nacional – que pernoctaron en la explanada. El primer pensamiento del Papa fue para ellos:

“he pensado mucho en vosotros, espero que hayáis podido dormir un poco".

Acompañado por los Reyes de España, el Papa se dirigió al altar para presidir la celebración eucarística, en la que tuvo lugar también la celebración de envío de los jóvenes a la evangelización de sus coetáneos del mundo.

El Pontífice, como ya hizo en su discurso de la ceremonia de apertura de la JMJ en la Plaza de Cibeles, advirtió a los presentes contra el peligro del individualismo, como uno de los más importantes que tienen que afrontar las nuevas generaciones cristianas.

“Seguir a Jesús en la fe es caminar con Él en la comunión de la Iglesia. No se puede seguir a Jesús en solitario”, afirmó.

El Papa les advirtió contra la tentación de ir “por su cuenta” o “de vivir la fe según la mentalidad individualista, que predomina en la sociedad, corre el riesgo de no encontrar nunca a Jesucristo, o de acabar siguiendo una imagen falsa de Él”.

“Tener fe es apoyarse en la fe de tus hermanos, y que tu fe sirva igualmente de apoyo para la de otros”.

Por ello, Benedicto XVI pidió a los jóvenes que “amen a la Iglesia”, insertándose de forma concreta “en las parroquias, comunidades y movimientos, así como la participación en la Eucaristía de cada domingo, la recepción frecuente del sacramento del perdón, y el cultivo de la oración y meditación de la Palabra de Dios”.

“De esta amistad con Jesús nacerá también el impulso que lleva a dar testimonio de la fe en los más diversos ambientes, incluso allí donde hay rechazo o indiferencia”, añadió. “No se puede encontrar a Cristo y no darlo a conocer a los demás”.

El mundo, subrayó el Papa, “ necesita el testimonio de vuestra fe, necesita ciertamente a Dios”, por lo que exhortó a los jóvenes a “ser discípulos y misioneros de Cristo en otras tierras y países donde hay multitud de jóvenes que aspiran a cosas más grandes y, vislumbrando en sus corazones la posibilidad de valores más auténticos, no se dejan seducir por las falsas promesas de un estilo de vida sin Dios”.

Al terminar la celebración, el cardenal Stanislaw Rrylko, presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, quiso dar las gracias al Papa en nombre de los jóvenes.

“He aquí ante usted, Santidad, una Iglesia joven, llena de alegría y entusiasmo de la fe. Son jóvenes orgullosos de pertenecer a Cristo y a su Iglesia… Se trata verdaderamente de una generación que busca a Dios”, afirmó.

Especialmente quiso agradecer al Papa la elaboración del Youcat, el catecismo para los jóvenes que estaba incluido en la mochila de cada peregrino, así como la cruz del peregrino, que el Pontífice bendijo al final de la Misa, y entregó simbólicamente a cinco jóvenes.

No hubo comunión

Los alrededor de 200.000 jóvenes que ayer no pudieron acceder al recinto, según informó la organización de la JMJ, pudieron seguir la misa desde fuera, sin necesidad de tener que desplazarse hasta el estadio “Vicente Calderón”, como se informó al principio.

A lo largo de la noche “se pudieron crear las condiciones adecuadas” para que los peregrinos pudiesen seguir el desarrollo de la celebración.

Sin embargo, uno de los problemas que no se pudo solucionar fue el del derrumbe de una de las diecisiete carpas preparadas para la adoración nocturna de los jóvenes, y como lugares de distribución de la Comunión para la Misa del día siguiente.

Además de la que se derrumbó, otra decena de carpas fueron precintadas por la policía para que nadie pudiese acceder, pues las estructuras habían cedido por el fuerte viento (ver www.zenit.org/article-40131?l=spanish) .

Este incidente provocó que la organización de la JMJ decidiese anunciar la suspensión, a primera hora de la mañana, de la distribución de la Comunión a los participantes en la JMJ que no se hallasen en los sectores cercanos al altar.

El coordinador de la JMJ, Yago De la Cierva, explicó posteriormente lo sucedido en rueda de prensa, lamentando este que para los organizadores constituye “el incidente más doloroso” de la Jornada Mundial de la Juventud.

De la Cierva afirmó que el problema fue el repentino y fuerte viento, que ningún servicio meteorológico había previsto, destrozó una de las estructuras dedicadas a la adoración eucarística, y debilitó otra más.

“La policía, con un criterio totalmente razonable, decidió que era mejor desalojar y precintar el resto de estructuras, inhabilitándolas para evitar el 'efecto vela' del viento, que podía ser muy peligroso para la seguridad de todos”, añadió.

El problema es que en estas estructuras estaba previsto, a las 6 de la mañana, celebrar Misas en las que se consagraran las Formas que luego serían distribuidas en la Misa con el Papa.

Al precintar todas las estructuras, fue imposible sacar los paramentos litúrgicos y las hostias sin consagrar, por lo que los organizadores tuvieron que tomar esta decisión.

Por Inma Álvarez

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El Papa se ha sentido muy bien en España
Constata el “anhelo de Dios” en su corazón
MADRID, domingo 21 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI aseguró que se ha sentido “muy bien en España”, en su discurso durante la ceremonia oficial de despedida en el aeropuerto de Barajas, poco ates de embarcar en el avión de vuelta a Roma.

El pontífice llegó en coche cerrado al aeropuerto de Barajas, donde le esperaban los Reyes de España, Juan Carlos y Sofía, que también habían participado en la ceremonia de bienvenida, y representantes del Gobierno español.

A Benedicto XVI se le veía sonriente y no particularmente cansado, a pesar del maratón de actos públicos y pocas horas de sueño al que se había sometido.

En sus palabras de despedida, Don Juan Carlos reiteró las muestras de “merecido cariño” que Benedicto XVI ha recibido constantemente durante su estancia en estos cuatro días en la capital española.

Cristo atrae a los jóvenes

En su intervención, el Papa quiso subrayar que los jóvenes “responden con diligencia cuando se les propone con sinceridad y verdad el encuentro con Jesucristo, único redentor de la humanidad”.

“La fiesta de la fe que hemos compartido nos permite mirar hacia adelante con mucha confianza en la providencia, que guía a la Iglesia por los mares de la historia”, destacó.

La Iglesia, subrayó, “permanece joven y con vitalidad, aun afrontando arduas situaciones. Esto es obra del Espíritu Santo, que hace presente a Jesucristo en los corazones de los jóvenes de cada época y les muestra así la grandeza de la vocación divina de todo ser humano”.

Cristo, añadió, “derrumba los muros y franquea las fronteras que el pecado levanta entre los pueblos y las generaciones, para hacer de todos los hombres una sola familia que se reconoce unida en el único Padre común, y que cultiva con su trabajo y respeto todo lo que Él nos ha dado en la Creación”.

Por ello, subrayó el Papa, “no hay que desanimarse ante las contrariedades que, de diversos modos, se presentan en algunos países. Más fuerte que todas ellas es el anhelo de Dios, que el Creador ha puesto en el corazón de los jóvenes”.

Sana convivencia

En su intervención, el Papa afirmó también que España puede, “en una convivencia sanamente abierta, plural y respetuosa”, progresar “sin renunciar a su alma profundamente religiosa y católica”.

Dirigiéndose al Rey, le aseguró que tiene “muy presentes en la oración” a los españoles, y que reza “especialmente por los matrimonios y las familias que afrontan dificultades de diversa naturaleza, por los necesitados y enfermos, por los mayores y los niñosy también por los que no encuentran trabajo”.

“Rezo igualmente por los jóvenes de España”, añadió, exhortándoles a dar “lo mejor de sí mismos, para que este gran país afronte los desafíos de la hora presente y continúe avanzando por los caminos de la concordia, la solidaridad, la justicia y la libertad”.

Niños vestidos de guardias suizos se encontraban en la primera fila de la pista del aeropuerto escuchando las palabras del Papa.

Sus últimos pasos en tierras españolas los recorrió hasta el avión de la compañía Iberia conversando y acompañado a su izquierda por la reina y a su derecha por el rey.

Los jóvenes presentes en la ceremonia gritaban el eslogan que más se ha escuchado en este viaje: “¡Esta es la juventud del Papa!”. Y al subir las escalerillas del avión, Benedicto XVI pudo escuchar los gritos de todos los presentes: “¡Gracias, gracias, gracias!”.

Por Inma Álvarez, con información de Jesús Colina

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El Papa señala a los jóvenes el camino del servicio a los demás
Colorido saludo de los voluntarios de la JMJ 2011 al Papa
MADRID, domingo 21 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI mantuvo un breve encuentro con los alrededor de 12.000 jóvenes voluntarios de la JMJ Madrid 2011, dos horas antes de partir de vuelta hacia Roma.

El Papa quiso agradecer la labor de los voluntarios, destacando sobre todo la importancia del gesto de servir a los demás: “Con vuestro servicio habéis dado a la Jornada Mundial el rostro de la amabilidad, la simpatía y la entrega a los demás”.

El servicio que estos jóvenes han realizado, afirmó, ha supuesto “renunciar a participar de un modo directo en los actos, al tener que ocuparos de otras tareas de la organización”. Sin embargo, esta renuncia “os ha enriquecido a todos en vuestra vida cristiana, que es fundamentalmente un servicio de amor”.

“Amar es servir y el servicio acrecienta el amor. Pienso que es este uno de los frutos más bellos de vuestra contribución a la Jornada Mundial de la Juventud. Pero esta cosecha no la recogéis solo vosotros, sino la Iglesia entera”, añadió.

Para terminar, les instó a “ofrecerse como voluntarios” al servicio de Cristo. “Vuestra vida alcanzará una plenitud insospechada”, añadió.

“Quien valora su vida desde esta perspectiva sabe que al amor de Cristo solo se puede responder con amor, y eso es lo que os pide el Papa en esta despedida: que respondáis con amor a quien por amor se ha entregado por vosotros”, concluyó.

Olivier y Alexandra

Mientras esperaban al Papa, los voluntarios participaron en una fiesta amenizada por varios grupos musicales, y escucharon el testimonio de algunos de sus compañeros.

Entre ellos hablaron Olivier y Alexandra Richard, una pareja de recién casados que dejaron sus respectivos trabajos hace un año para que él pudiera trabajar como voluntario internacional en la Jornada Mundial de la Juventud.

Su vivencia personal fue hecha pública durante el almuerzo del Papa con los jóvenes voluntarios ( ver www.zenit.org/article-40122?l=spanish), ya que uno de los invitados era el propio Olivier. Al final de la comida, su esposa Alexandra pudo saludar también al Papa, y ambos recibieron su bendición.

Decidieron casarse hace un año y medio, y lo hicieron el pasado mes de julio, pocas semanas antes de la JMJ. Ambos habían visto importantes comprometer su vida en alguna labor de la Iglesia, posiblemente en África.

En una reciente entrevista a la revista española Vida Nueva, Olivier destacaba que para él la JMJ “es una experiencia de la Iglesia universal, con muchos espejos, que ayuda a alcanzar el encuentro personal con Cristo. El cristiano del siglo XXI debe tener este encuentro; si no lo tiene, no será cristiano”.

“La JMJ es un signo para nuestra generación, un signo de que existe algo distinto, una manera de vivir en la que el ser no venga dado por el consumo. Se trata de construir una sociedad del ser y no del tener”, añadía.

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Benedicto XVI envía al mundo a más de un millón de jóvenes misioneros
Su consigna final: ser “fermento de nuevos cristianos”
CUATRO VIENTOS, domingo 21 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- Benedicto XVI invitó a los más de un millón de jóvenes que participaron en la misa de clausura de la Jornada Mundial de la Juventud a convertirse en misioneros de Cristo en sus ciudades de origen.

Al concluir la misa, antes de mediodía de de este domingo, el pontífice se despidió de los chicos y chicas que en su gran mayoría habían pasado la noche en la explanada de Cuatro Vientos, dejándoles una consigna que ya les había preparado desde antes de salir de Roma.

“Ahora vais a regresar a vuestros lugares de residencia habitual --les dijo--. Vuestros amigos querrán saber qué es lo que ha cambiado en vosotros después de haber estado en esta noble Villa con el Papa y cientos de miles de jóvenes de todo el orbe: ¿Qué vais a decirles?”, preguntó.

Su propuesta fue la de dar “un audaz testimonio de vida cristiana ante los demás. Así seréis fermento de nuevos cristianos y haréis que la Iglesia despunte con pujanza en el corazón de muchos”.

Dejando espacio a confidencias, añadió: “¡Cuánto he pensado en estos días en aquellos jóvenes que aguardan vuestro regreso! Transmitidles mi afecto, en particular a los más desfavorecidos, y también a vuestras familias y a las comunidades de vida cristiana a las que pertenecéis”.

No tener miedo de ser católicos

En sus saludos finales, en francés, fue muy claro ante los jóvenes: “No tengáis miedo de ser católicos, dando siempre testimonio de ello a vuestro alrededor, con sencillez y sinceridad”.

A los jóvenes compatriotas y a quienes hablaban su idioma, les dijo en alemán: “La fe no es una teoría. Creer significa entrar en una relación personal con Jesús y vivir la amistad con Él en comunión con los demás, en la comunidad de la Iglesia. Confiad a Cristo toda vuestra vida, y ayudad a vuestros amigos a alcanzar la fuente de la vida: Dios”.

Y para que la Jornada Mundial no sea simplemente un evento de pocos días, también se dirigió a los obispos y sacerdotes presentes para agradecerles los esfuerzos que han hecho para venir con los grupos de jóvenes, y animarles “a seguir cultivando la pastoral juvenil con entusiasmo y dedicación”.

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El Papa espera ir a la próxima JMJ en Río de Janiero 2013
La ciudad brasileña próxima sede del encuentro
CUATRO VIENTOS, domingo 21 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- Una enorme ovación de los jóvenes brasileños presentes en Cuatro Vientos acogió el anunció oficial con el que Benedicto XVI anunciaba que la próxima Jornada Mundial de la Juventud tendrá lugar en su país, en el año 2013.

El Papa, que para ese entonces tendrá 86 años, hablando luego en portugués les dijo: “espero poder encontraros dentro de dos años... en Río de Janeiro”.

Los chicos y chicas brasileños prácticamente bailaban tras escuchar sus palabras.

Al hacer el anuncio oficial, el obispo de Roma confesó las esperanzas que deposita en ese encuentro: “Pidamos al Señor ya desde este instante que asista con su fuerza a cuantos han de ponerla en marcha y allane el camino a los jóvenes de todo el mundo para que puedan reunirse nuevamente con el Papa en esa bella ciudad brasileña”.

Simbólicamente jóvenes españoles entregaron a los de Brasil la cruz de las Jornadas Mundiales de la Juventud.

Comentando este gesto, el pontífice “confío a todos los aquí presentes este gran cometido: Llevad el conocimiento y el amor de Cristo por todo el mundo. Él quiere que seáis sus apóstoles en el siglo veintiuno y los mensajeros de su alegría. ¡No lo defraudéis!”.

Río de Janeiro, ciudad emblemática del país con el mayor número de católicos del mundo, es sede de este encuentro que en once ocasiones el Papa ha presidido fuera del Vaticano.

Las ediciones precedentes tuvieron lugar en Buenos Aires (Argentina), Santiago de Compostela (España), Czestochowa (Polonia), Denver (Estados Unidos), Manila (Filipinas), París (Francia), Roma (Italia), Toronto (Canadá), Colonia (Alemania) y Sydney (Australia).

Tras Buenos Aires en 1987, la ciudad brasileña será la segunda de América del Sur en celebrar el encuentro internacional.

Cerca de 20 millones de jóvenes han acudido a estos encuentros internacionales.

Las Jornadas Mundiales de la Juventud nacieron en 1984 por iniciativa del papa Juan Pablo II. La primera tuvo lugar en Roma el domingo de Ramos del citado año, en el marco de las celebraciones sectoriales del Año Santo Jubilar de la Redención (1983-1984).

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El Papa quiso permanecer en Cuatro Vientos a pesar de la lluvia
Según Lombardi, está “impresionado” por el entusiasmo de los jóvenes
MADRID, domingo 21 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI decidió permanecer en la Vigilia de Cuatro Vientos ayer por la noche, a pesar de la tromba de agua que cayó repentinamente, y que impidió que pronunciara el discurso que llevaba preparado.

Así lo explicó hoy el padre Federico Lombardi, director de la Sala Stampa vaticana, en declaraciones a Radio Vaticano, subrayando que el Papa se mostró “impresionado” por el entusiasmo de los jóvenes.

A pesar de que la Vigilia no pudo seguir el programa previsto, el portavoz vaticano subrayó que constituyó también la ocasión de dar “un ulterior mensaje, porque el modo de afrontar esta dificultad demostró el entusiasmo, la decisión, el deseo de los jóvenes presentes de continuar, sin perder en absoluto el valor, su fiesta de la fe”.

El Papa, añadió, “se mostró absolutamente coherente con ellos y estuvo totalmente decidido a continuar”.

“Durante el temporal se le preguntó por dos veces si pensaba que debía retirarse, y en cambio dijo: 'No, yo me quedo, nos quedamos'”, explicó.

Además, Benedicto XVI se mostró “muy impresionado por este entusiasmo y por esta participación de los jóvenes”.

Para el padre Lombardi, uno de los momentos más intensos fue el de la adoración eucarística: “Ayer, con el temporal, que naturalmente había traido algo de confusión en algunos momentos, quizas era difícil esperarse un recogimiento y una participación tan plena y en breve tiempo en el momento de la oración de la Adoración”.

“Esto, en cambio, sucedió, y me parece uno de los aspectos más extraordinarios de la vigilia de ayer por la noche”, concluyó.

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Mundo


El Papa a Comunión y Liberación: Con el cristianismo, la esperanza se hace certeza
Abierta la XXXII edición del “Meeting” por la amistad entre los pueblos
RÍMINI, domingo 21 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- “La esperanza que no defrauda es la fe en Jesucristo”. El Papa Benedicto XVI comentó así el tema del XXXII Meeting de RíminiY la existencia se hace una inmensa certeza-, en el saludo enviado al obispo de Rímini, monseñor Francesco Lambiasi.

El Meeting por la amistad entre los pueblos se inauguró este domingo con una celebración eucarística en la que participaron más de 11.000 personas.

Los números, también este año, son impresionantes: hay 115 encuentros, 26 espectáculos, 10 muestras, 11 manifestaciones deportivas y 332 relatores que intervendrán en el encuentro, así como 160.000 metros cuadrados de espacios cubiertos en la Feria y 3.270 voluntarios.

Los participantes son jóvenes procedentes de Italia, Egipto, Rusia, Gran Bretaña, Brasil, Camerún, Canadá, Chile, Costa Rica, Francia, Kosovo, Lituania, México, Nigeria, España, Estados Unidos, Suiza y Ucrania.

800 personas, la mayoría universitarios, trabajaron gratuitamente durante el pre-Meeting (del 11 al 20 de agosto) para dejar lista la Feria.

El mensaje del Papa, transmitido por el secretario de Estado de Su Santidad, el cardenal Tarcisio Bertone, explica el dato antropológico según el cual el origen del hombre es querido por alguien a quien él naturalmente tiende.

Luigi Giussani, fundador del movimiento Comunión y Liberación, que promueve anualmente el Meeting de Rímini, indicó que ese alguien ama al hombre como los padres aman a los hijos y lo que hace fuertes a los niños es la certeza del amor de los padres.

“Ya en la historia del pueblo de Israel –escribió el Pontífice- sobre todo en la experiencia del éxodo descrita en el Antiguo Testamento, emerge cómo la fuerza de la esperanza deriva de la presencia de Dios que guía a su pueblo”.

“El hombre no puede vivir sin la certeza de su propio destino”, destacó Benedicto XVI, y es “con el advenimiento de Cristo” como “la promesa que alimentaba la esperanza del pueblo de Israel llega a su cumplimiento”.

“En Cristo Jesús –señaló el Papa- el destino del hombre ha sido extraído definitivamente de la nebulosidad que lo rodeaba” y “a través del Hijo en el poder del Espíritu Santo, el Padre nos ha desvelado definitivamente el futuro positivo que nos espera”.

Según el Pontífice, “Cristo resucitado, presente en su Iglesia, en los sacramentos con su Espíritu, es el fundamento último y definitivo de la existencia, la certeza de nuestra esperanza”.

“Sólo la certeza de la fe permite al hombre vivir intensamente el presente y al mismo tiempo trascenderlo, descubriendo en él los reflejos de lo eterno con el que el tiempo se ordena”.

“Los dramas del siglo pasado –precisó Benedicto XVI- han demostrado ampliamente que cuando disminuye la esperanza cristiana, es decir, cuando disminuye la certeza de la fe y el deseo de las “cosas últimas”, el hombre de pierde y se hace víctima del poder”.

“Una fe sin esperanza ha provocado el surgimiento de una esperanza sin la fe”, resumió.

El mensaje del Papa concluye con una cita de André-Jean Festugière, según el cual “la inmortalidad cristiana se caracteriza precisamente por ser la expresión de una amistad”.

¿Qué es el paraíso más que “el cumplimiento definitivo de la amistad con Cristo y entre nosotros”, planteó este filósofo francés.

Para el padre Festugière, “la existencia por tanto no es un proceder ciego, sino que es un ir al encuentro de quien nos ama; sabemos por tanto dónde estamos andado, hacia quién nos dirigimos y esto orienta toda la existencia”.

[Por Antonio Gaspari]

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Flash


El Papa recuerda el accidente aéreo de Spanair de hace tres años
 
CUATRO VIENTOS, domingo 21 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI quiso recordar hoy, durante su intervención en el rezo del Ángelus tras concluir la Misa conclusiva de la Jornada Mundial de la Juventud en el aeródromo de Cuatro Vientos, el accidente aéreo que, justo hace tres años, costó la vida a 154 personas.

La tarde del 20 de agosto de 2008, un avión de la compañía Spanair se precipitó a tierra en el momento del despegue desde el aeropuerto de Barajas, convertido en una bola de fuego, a causa de un fallo técnico.

Se trata de la tragedia aérea más grave vivida en España, y la segunda en Europa occidental desde el atentado de Lockerbie, en 1988.

El Papa quiso mostrar su “cercanía espiritual y afecto entrañable a todos los afectados por ese lamentable suceso, así como a los familiares de los fallecidos, cuyas almas encomendamos a la misericordia de Dios”.

En el archivo de ZENIT: www.zenit.org/article-28176?l=spanish

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Foro


Una noche en Cuatro Vientos
 
Por Inma Álvarez

ZENIT, domingo 21 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- Hay un espectáculo único en el mundo, y es la noche que sigue a la vigilia del Papa en cada JMJ. Solo quien lo haya vivido puede hacerse una idea de la fuerza de transformación que estas Jornadas ponen al alcance de los jóvenes, de la experiencia de fraternidad y comunidad que dejan en sus almas, como un sello.

Son las tres de la mañana en Cuatro Vientos, y tengo que atravesar el campo de punta a punta, dentro de los limites establecidos por las fuerzas del orden. Salgo del recinto de la prensa, donde muchos compañeros duermen en un improvisado “vivac”, y compruebo una vez más que, como casi siempre, la fiesta está “ahí afuera”. Una marea humana absorbe en seguida mis pasos, cientos de jóvenes van y vienen por las avenidas algunos hablando tranquilamente, otros riendo y divirtiéndose. Hay un redoble de tambores y panderetas continuo de fondo, una música incesante que cambia de tonos y matices conforme se avanza, pero cuya intensidad no disminuye.

A pesar de la poca luz, se adivinan los recintos cercados llenos de sacos abultados por la presencia de los cuerpos. Pero miles de jóvenes prefieren no dormir esta noche, como puedo comprobar mientras camino a semioscuras. Las improvisadas avenidas están concurridas como el centro de cualquier ciudad grande. Muchos jóvenes aprovechan para utilizar los baños o para comprar comida, o se sientan unos junto a otros y hablan. Otros forman grandes círculos y bailan sin descanso, y como suele suceder, cuanto más grande es el ruedo más gente se añade a él. La mayor parte habla, ríe, bromea... De vez en cuando pasan ambulancias del Samur, el servicio de emergencia sanitaria, que esta noche hará horas extras a causa del tremendo calor que padecieron los peregrinos por la tarde.

Paso al lado de una de las carpas, caída a causa de la fuerte tormenta que se abatió de repente sobre los participantes en la Vigilia. La policía ha acordonado la zona, pues ha habido varios heridos leves. Otra de las carpas ha sido desalojada y se va a proceder a su desmantelación, pues la estructura se ha desestabilizado.

Los jóvenes que van y vienen se reconocen entre sí por las banderas o por los signos distintivos de su pertenencia eclesial. Hay dos tipos de fraternidades que se establecen en Cuatro Vientos: una, la de la procedencia del mismo país. Concretamente en España, país castigado por los particularismos, resulta curioso ver cómo los jóvenes levantan entre sí las barreras y se presentan mutuamente. Unos madrileños intentan chapurrear catalán con unas jóvenes, que aprecian el gesto muy divertidas. Más adelante, dos grupos de italianos con sus banderas se entrecruzan y saludan al grito de “italiano, batti le mani” (“¡italiano, aplaude!”).

La segunda fraternidad que se establece es la eclesial. Jóvenes pertenecientes a distintos movimientos se saludan y se explican mutuamente, o se intercambian sus camisetas o distintivos propios. También hay grupos pertenecientes al mismo movimiento o comunidad pero de países distintos, y que se sorprenden de hablar el mismo lenguaje a pesar del distinto idioma. Resulta curioso ver el resultado de este mestizaje, después de unas horas en la explanada, con muchachos vestidos con banderas de Estados Unidos, gorros mexicanos y sombreros que no combinan ya con sus camisetas, o grupos de franceses o de africanos que se pintan los colores de la bandera española en la cara.

También los voluntarios, la mayor parte de los cuales puede tomarse unas horas de “descanso” hasta que amanezca, aprovechan para mezclarse entre los jóvenes y participar de la fiesta. Hablo con una de ellas, francesa. “Me doy cuenta de que mi fe está creciendo estos días”, me dice en un español bastante correcto. Otra presencia importante es la de las personas consagradas, monjas y frailes están entre los grupos bailando como uno más. A mi lado, un chicarrón enorme que se adivina procedente de un país nórdico habla en inglés con una monjita menuda con hábito marrón. Más adelante, un sacerdote sudamericano se sienta encima de un saco de dormir, con la estola puesta, mientras un joven le habla, parece estar confesándose. Varios jóvenes charlan amigablemente en italiano con un franciscano capuchino, vestido con el pobre hábito y las sandalias, y tonsurado. Es de la misma edad que ellos, no llega a los treinta.

Hay grupos que sólo con su presencia despiertan la simpatía de quienes les rodean, como el nutrido grupo de libaneses que duerme en el suelo de la improvisada avenida porque no quedaba sitio en el sector que se le había asignado. Otro grupo que ha estado omnipresente en primera fila en todos los actos del Papa, con su bandera ondeando al viento, procede de Siria. Si uno se acerca, comprueba que gran parte de quienes lo integran son bonitas adolescentes que miran con la cara descubierta y la sonrisa en los labios, con una sensación de libertad de que quizás no gocen en sus países de origen. Hay turcos cristianos, otra minoría en entredicho que sabe mucho de sufrimiento. Parece que un grupo de Iraq ha logrado acudir también, y un grupo de cuarenta etíopes, con la ayuda de varias asociaciones cristianas internacionales, pero no hay forma de encontrarlos, son solo gotas en este océano viviente. Se ve de lejos una bandera de Malasia. Por donde paso ahora, un grupo de Nueva Zelanda duerme junto a otro de Croacia.

Otro de los espectáculos de la noche es ver las carpas de la adoración eucarística, llenas de jóvenes hasta el punto de que muchos se tienen que unir desde fuera pues no caben en el recinto. De rodillas y en silencio, ajenos al barullo, con la cabeza inclinada ante la Custodia. Muchos, bastantes adolescentes entre ellos, pasarán la noche allí, al lado de su Señor.

Me ha costado casi una hora llegar al otro extremo del campo, y sólo lo he cruzado de lado a lado. No he visto sino jóvenes disfrutando de la vida, con la energía de la edad, exuberantes y alegres. Nadie bebido, nadie drogado, nadie molestando o alterando el orden. En ningún momento he tenido miedo, a pesar de la oscuridad y de la gente. Me dicen que al menos doscientos mil están durmiendo fuera del área, con más dificultades porque no tienen casi luz ni servicios. Los veo desde la valla: sólo ésta les separa de los de dentro, pero el espíritu es el mismo, la misma alegría, la misma serenidad.

No se ve el final de la explanada. Decido volver sobre mis pasos. Son las cuatro, pero la “fiesta” no ha disminuido. Para muchos jóvenes es una noche blanca, única, que terminará dentro de unas horas con la salida del sol y el rezo del Ángelus. Habrán hecho amistades, se habrán divertido, habrán conocido a otros jóvenes con las mismas inquietudes que ellos. A algunos, esta noche puede que les cambie la vida.

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Angelus


Palabras de Benedicto XVI tras la misa de la JMJ
Al rezar la oración mariana del Ángelus
CUATRO VIENTOS, domingo 21 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos las palabras que pronunció Benedicto XVI tras la misa de clausura de la Jornada Mundial de la Juventud, al rezar la oración mariana del Ángelus.

* * *

Queridos amigos,

Ahora vais a regresar a vuestros lugares de residencia habitual. Vuestros amigos querrán saber qué es lo que ha cambiado en vosotros después de haber estado en esta noble Villa con el Papa y cientos de miles de jóvenes de todo el orbe: ¿Qué vais a decirles? Os invito a que deis un audaz testimonio de vida cristiana ante los demás. Así seréis fermento de nuevos cristianos y haréis que la Iglesia despunte con pujanza en el corazón de muchos.

¡Cuánto he pensado en estos días en aquellos jóvenes que aguardan vuestro regreso! Transmitidles mi afecto, en particular a los más desfavorecidos, y también a vuestras familias y a las comunidades de vida cristiana a las que pertenecéis.

No puedo dejar de confesaros que estoy realmente impresionado por el número tan significativo de Obispos y sacerdotes presentes en esta Jornada. A todos ellos doy las gracias muy desde el fondo del alma, animándolos al mismo tiempo a seguir cultivando la pastoral juvenil con entusiasmo y dedicación.

Encomiendo ahora a todos los jóvenes del mundo, y en especial a vosotros, queridos amigos, a la amorosa intercesión de la Santísima Virgen María, Estrella de la nueva evangelización y Madre de los jóvenes, y la saludamos con las mismas palabras que le dirigió el Ángel del Señor.

[Después de rezar el Ángelus, el Papa saludó en diferentes idiomas. En español, dijo:]

Saludo con afecto al Señor Arzobispo castrense y agradezco vivamente al Ejército del Aire el haber cedido con tanta generosidad la Base Aérea de Cuatro Vientos, precisamente en el centenario de la creación de la aviación militar española. Pongo a todos los que la integran y a sus familias bajo el materno amparo de María Santísima, en su advocación de Nuestra Señora de Loreto.

Asimismo, y al conmemorarse ayer el tercer aniversario del grave accidente aéreo ocurrido en el aeropuerto de Barajas, que ocasionó numerosas víctimas y heridos, deseo hacer llegar mi cercanía espiritual y mi afecto entrañable a todos los afectados por ese lamentable suceso, así como a los familiares de los fallecidos, cuyas almas encomendamos a la misericordia de Dios.

Me complace anunciar ahora que la sede de la próxima Jornada Mundial de la Juventud, en 2013, será Río de Janeiro. Pidamos al Señor ya desde este instante que asista con su fuerza a cuantos han de ponerla en marcha y allane el camino a los jóvenes de todo el mundo para que puedan reunirse nuevamente con el Papa en esa bella ciudad brasileña.

Queridos amigos, antes de despedirnos, y a la vez que los jóvenes de España entregan a los de Brasil la cruz de las Jornadas Mundiales de la Juventud, como Sucesor de Pedro, confío a todos los aquí presentes este gran cometido: Llevad el conocimiento y el amor de Cristo por todo el mundo. Él quiere que seáis sus apóstoles en el siglo veintiuno y los mensajeros de su alegría. ¡No lo defraudéis! Muchas gracias.

[En francés]

Queridos jóvenes de lengua francesa, Cristo os pide hoy que estéis arraigados en Él y construyáis con Él vuestra vida sobre la roca que es Él mismo. Él os envía para que seáis testigos valientes y sin complejos, auténticos y creíbles. No tengáis miedo de ser católicos, dando siempre testimonio de ello a vuestro alrededor, con sencillez y sinceridad. Que la Iglesia halle en vosotros y en vuestra juventud a los misioneros gozosos de la Buena Noticia.

[En inglés]

Saludo a todos los jóvenes de lengua inglesa que están hoy aquí. Al regresar a vuestra casa, llevad con vosotros la Buena Noticia del amor de Cristo, que habéis experimentado en estos días inolvidables. Con los ojos fijos en Él, profundizad en vuestro conocimiento del Evangelio y dad abundantes frutos. Dios os bendiga hasta que nos encontremos nuevamente.

[En alemán]

Mis queridos amigos. La fe no es una teoría. Creer significa entrar en una relación personal con Jesús y vivir la amistad con Él en comunión con los demás, en la comunidad de la Iglesia. Confiad a Cristo toda vuestra vida, y ayudad a vuestros amigos a alcanzar la fuente de la vida: Dios. Que el Señor haga de vosotros testigos gozosos de su amor.

[En italiano]

Queridos jóvenes de lengua italiana. Os saludo a todos. La Eucaristía que hemos celebrado es Cristo Resucitado, presente y vivo en medio de nosotros: Gracias a Él, vuestra vida está arraigada y fundada en Dios, firme en la fe. Con esta certeza, marchad de Madrid y anunciad a todos lo que habéis visto y oído. Responded con gozo a la llamada del Señor, seguidlo y permaneced siempre unidos a Él: daréis mucho fruto.

[En portugués]

Queridos jóvenes y amigos de lengua portuguesa, habéis encontrado a Jesucristo. Os sentiréis yendo contra corriente en medio de una sociedad donde impera la cultura relativista que renuncia a buscar y a poseer la verdad. Pero el Señor os ha enviado en este momento de la historia, lleno de grandes desafíos y oportunidades, para que, gracias a vuestra fe, siga resonando por toda la tierra la Buena Nueva de Cristo. Espero poder encontraros dentro de dos años en la próxima Jornada Mundial de la Juventud, en Río de Janeiro, Brasil. Hasta entonces, recemos unos por otros, dando testimonio de la alegría que brota de vivir enraizados y edificados en Cristo. Hasta pronto, queridos jóvenes. Que Dios os bendiga.

Saludo en polaco:

Queridos jóvenes polacos, firmes en la fe, arraigados en Cristo. Que los talentos recibidos de Dios en estos días produzcan en vosotros abundantes frutos. Sed sus testigos. Llevad a los demás el mensaje del Evangelio. Con vuestra oración y con el ejemplo de la vida, ayudad a Europa a encontrar sus raíces cristianas.

[Copyright 2011 - Libreria Editrice Vaticana]

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Documentación


Discurso de despedida de España de Benedicto XVI
Ceremonia de adiós en el aeropuerto de Barajas
MADRID, domingo 21 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa Benedicto XVI pronunció en la tarde de este domingo en la ceremonia oficial de despedida celebrada en el aeropuerto internacional de Barajas.

* * *

Majestades,

Distinguidas Autoridades nacionales, autonómicas y locales,

Señor Cardenal Arzobispo de Madrid y Presidente de la Conferencia Episcopal Española,

Señores Cardenales y Hermanos en el Episcopado,

Amigos todos:

Ha llegado el momento de despedirnos. Estos días pasados en Madrid, con una representación tan numerosa de jóvenes de España y todo el mundo, quedarán hondamente grabados en mi memoria y en mi corazón.

Majestad, el Papa se ha sentido muy bien en España. También los jóvenes protagonistas de esta Jornada Mundial de la Juventud han sido muy bien acogidos aquí y en tantas ciudades y localidades españolas, que han podido visitar en los días previos a la Jornada.

Gracias a Vuestra Majestad por sus cordiales palabras y por haber querido acompañarme tanto en el recibimiento como, ahora, al despedirme. Gracias a las Autoridades nacionales, autonómicas y locales, que han mostrado con su cooperación fina sensibilidad por este acontecimiento internacional. Gracias a los miles de voluntarios, que han hecho posible el buen desarrollo de todas las actividades de este encuentro: los diversos actos literarios, musicales, culturales y religiosos del «Festival joven», las catequesis de los Obispos y los actos centrales celebrados con el Sucesor de Pedro. Gracias a las fuerzas de seguridad y del orden, así como a los que han colaborado prestando los más variados servicios: desde el cuidado de la música y de la liturgia, hasta el transporte, la atención sanitaria y los avituallamientos.

España es una gran Nación que, en una convivencia sanamente abierta, plural y respetuosa, sabe y puede progresar sin renunciar a su alma profundamente religiosa y católica. Lo ha manifestado una vez más en estos días, al desplegar su capacidad técnica y humana en una empresa de tanta trascendencia y de tanto futuro, como es el facilitar que la juventud hunda sus raíces en Jesucristo, el Salvador.

Una palabra de especial gratitud se debe a los organizadores de la Jornada: al Cardenal Presidente del Pontificio Consejo para los Laicos y a todo el personal de ese Dicasterio; al Señor Cardenal Arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, junto con sus Obispos auxiliares y toda la archidiócesis; en particular, al Coordinador General de la Jornada, Monseñor César Augusto Franco Martínez, y a sus colaboradores, tantos y tan generosos. Los Obispos han trabajado con solicitud y abnegación en sus diócesis para la esmerada preparación de la Jornada, junto con los sacerdotes, personas consagradas y fieles laicos. A todos, mi reconocimiento, junto con mi súplica al Señor para que bendiga sus afanes apostólicos.

Y no puedo dejar de dar las gracias de todo corazón a los jóvenes por haber venido a esta Jornada, por su participación alegre, entusiasta e intensa. A ellos les digo: Gracias y enhorabuena por el testimonio que habéis dado en Madrid y en el resto de ciudades españolas en las que habéis estado. Os invito ahora a difundir por todos los rincones del mundo la gozosa y profunda experiencia de fe vivida en este noble País. Transmitid vuestra alegría especialmente a los que hubieran querido venir y no han podido hacerlo por las más diversas circunstancias, a tantos como han rezado por vosotros y a quienes la celebración misma de la Jornada les ha tocado el corazón. Con vuestra cercanía y testimonio, ayudad a vuestros amigos y compañeros a descubrir que amar a Cristo es vivir en plenitud.

Dejo España contento y agradecido a todos. Pero sobre todo a Dios, Nuestro Señor, que me ha permitido celebrar esta Jornada, tan llena de gracia y emoción, tan cargada de dinamismo y esperanza. Sí, la fiesta de la fe que hemos compartido nos permite mirar hacia adelante con mucha confianza en la providencia, que guía a la Iglesia por los mares de la historia. Por eso permanece joven y con vitalidad, aun afrontando arduas situaciones. Esto es obra del Espíritu Santo, que hace presente a Jesucristo en los corazones de los jóvenes de cada época y les muestra así la grandeza de la vocación divina de todo ser humano. Hemos podido comprobar también cómo la gracia de Cristo derrumba los muros y franquea las fronteras que el pecado levanta entre los pueblos y las generaciones, para hacer de todos los hombres una sola familia que se reconoce unida en el único Padre común, y que cultiva con su trabajo y respeto todo lo que Él nos ha dado en la Creación.

Los jóvenes responden con diligencia cuando se les propone con sinceridad y verdad el encuentro con Jesucristo, único redentor de la humanidad. Ellos regresan ahora a sus casas como misioneros del Evangelio, «arraigados y cimentados en Cristo, firmes en la fe», y necesitarán ayuda en su camino. Encomiendo, pues, de modo particular a los Obispos, sacerdotes, religiosos y educadores cristianos, el cuidado de la juventud, que desea responder con ilusión a la llamada del Señor. No hay que desanimarse ante las contrariedades que, de diversos modos, se presentan en algunos países. Más fuerte que todas ellas es el anhelo de Dios, que el Creador ha puesto en el corazón de los jóvenes, y el poder de lo alto, que otorga fortaleza divina a los que siguen al Maestro y a los que buscan en Él alimento para la vida. No temáis presentar a los jóvenes el mensaje de Jesucristo en toda su integridad e invitarlos a los sacramentos, por los cuales nos hace partícipes de su propia vida.

Majestad, antes de volver a Roma, quisiera asegurar a los españoles que los tengo muy presentes en mi oración, rezando especialmente por los matrimonios y las familias que afrontan dificultades de diversa naturaleza, por los necesitados y enfermos, por los mayores y los niñosy también por los que no encuentran trabajo. Rezo igualmente por los jóvenes de España. Estoy convencido de que, animados por la fe en Cristo, aportarán lo mejor de sí mismos, para que este gran País afronte los desafíos de la hora presente y continúe avanzando por los caminos de la concordia, la solidaridad, la justicia y la libertad. Con estos deseos, confío a todos los hijos de esta noble tierra a la intercesión de la Virgen María, nuestra Madre del Cielo, y los bendigo con afecto. Que la alegría del Señor colme siempre vuestros corazones. Muchas gracias.

[Copyright 2011 - Libreria Editrice Vaticana]

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Discurso del Papa a los voluntarios de la JMJ Madrid 2011
En el recinto ferial de IFEMA
MADRID, domingo 21 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación las palabras que el Papa Benedicto XVI pronunció en su encuentro con los 12.000 voluntarios de la Jornada Mundial de la Juventud.

* * * * *

Queridos voluntarios

Al concluir los actos de esta inolvidable Jornada Mundial de la Juventud, he querido detenerme aquí, antes de regresar a Roma, para daros las gracias muy vivamente por vuestro inestimable servicio. Es un deber de justicia y una necesidad del corazón. Deber de justicia, porque, gracias a vuestra colaboración, los jóvenes peregrinos han podido encontrar una amable acogida y una ayuda en todas sus necesidades. Con vuestro servicio habéis dado a la Jornada Mundial el rostro de la amabilidad, la simpatía y la entrega a los demás.

Mi gratitud es también una necesidad del corazón, porque no solo habéis estado atentos a los peregrinos, sino también al Papa. En todos los actos en los que he participado, allí estabais vosotros: unos visiblemente y otros en un segundo plano, haciendo posible el orden requerido para que todo fuera bien. No puedo tampoco olvidar el esfuerzo de la preparación de estos días. Cuántos sacrificios, cuánto cariño. Todos, cada uno como sabía y podía, puntada a puntada, habéis ido tejiendo con vuestro trabajo y oración el maravillo cuadro multicolor de esta Jornada. Muchas gracias por vuestra dedicación. Os agradezco este gesto entrañable de amor.

Muchos de vosotros habéis debido renunciar a participar de un modo directo en los actos, al tener que ocuparos de otras tareas de la organización. Sin embargo, esa renuncia ha sido un modo hermoso y evangélico de participar en la Jornada: el de la entrega a los demás de la que habla Jesús. En cierto sentido, habéis hecho realidad las palabras del Señor: «Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos» (Mc 9,35). Tengo la certeza de que esta experiencia como voluntarios os ha enriquecido a todos en vuestra vida cristiana, que es fundamentalmente un servicio de amor. El Señor trasformará vuestro cansancio acumulado, las preocupaciones y el agobio de muchos momentos en frutos de virtudes cristianas: paciencia, mansedumbre, alegría en el darse a los demás, disponibilidad para cumplir la voluntad de Dios. Amar es servir y el servicio acrecienta el amor. Pienso que es este uno de los frutos más bellos de vuestra contribución a la Jornada Mundial de la Juventud. Pero esta cosecha no la recogéis solo vosotros, sino la Iglesia entera que, como misterio de comunión, se enriquece con la aportación de cada uno de sus miembros.

Al volver ahora a vuestra vida ordinaria, os animo a que guardéis en vuestro corazón esta gozosa experiencia y a que crezcáis cada día más en la entrega de vosotros mismos a Dios y a los hombres. Es posible que en muchos de vosotros se haya despertado tímida o poderosamente una pregunta muy sencilla: ¿Qué quiere Dios de mí? ¿Cuál es su designio sobre mi vida? ¿Me llama Cristo a seguirlo más de cerca? ¿No podría yo gastar mi vida entera en la misión de anunciar al mundo la grandeza de su amor a través del sacerdocio, la vida consagrada o el matrimonio? Si ha surgido esa inquietud, dejaos llevar por el Señor y ofreceos como voluntarios al servicio de Aquel que «no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos» (Mc 10,45). Vuestra vida alcanzará una plenitud insospechada. Quizás alguno esté pensando: el Papa ha venido a darnos las gracias y se va pidiendo. Sí, así es. Ésta es la misión del Papa, Sucesor de Pedro. Y no olvidéis que Pedro, en su primera carta, recuerda a los cristianos el precio con que han sido rescatados: el de la sangre de Cristo (cf. 1P 1, 18-19). Quien valora su vida desde esta perspectiva sabe que al amor de Cristo solo se puede responder con amor, y eso es lo que os pide el Papa en esta despedida: que respondáis con amor a quien por amor se ha entregado por vosotros. Gracias de nuevo y que Dios vaya siempre con vosotros.

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Homilía de Benedicto XVI en la Misa de la Jornada Mundial de la Juventud
Hoy en la explanada de Cuatro Vientos
CUATRO VIENTOS, domingo 21 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la homilía que el Papa Benedicto XVI pronunció hoy durante la Misa de clausura de la Jornada Mundial de la Juventud, en el aeródromo de Cuatro Vientos de Madrid.

* * * * *

Queridos jóvenes:

Con la celebración de la Eucaristía llegamos al momento culminante de esta Jornada Mundial de la Juventud. Al veros aquí, venidos en gran número de todas partes, mi corazón se llena de gozo pensando en el afecto especial con el que Jesús os mira. Sí, el Señor os quiere y os llama amigos suyos (cf. Jn15,15). Él viene a vuestro encuentro y desea acompañaros en vuestro camino, para abriros las puertas de una vida plena, y haceros partícipes de su relación íntima con el Padre. Nosotros, por nuestra parte, conscientes de la grandeza de su amor, deseamos corresponder con toda generosidad a esta muestra de predilección con el propósito de compartir también con los demás la alegría que hemos recibido. Ciertamente, son muchos en la actualidad los que se sienten atraídos por la figura de Cristo y desean conocerlo mejor. Perciben que Él es la respuesta a muchas de sus inquietudes personales. Pero, ¿quién es Él realmente? ¿Cómo es posible que alguien que ha vivido sobre la tierra hace tantos años tenga algo que ver conmigo hoy?

En el evangelio que hemos escuchado (cf. Mt 16, 13-20), vemos representados como dos modos distintos de conocer a Cristo. El primero consistiría en un conocimiento externo, caracterizado por la opinión corriente. A la pregunta de Jesús: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?», los discípulos responden: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas». Es decir, se considera a Cristo como un personaje religioso más de los ya conocidos. Después, dirigiéndose personalmente a los discípulos, Jesús les pregunta: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Pedro responde con lo que es la primera confesión de fe: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo». La fe va más allá de los simples datos empíricos o históricos, y es capaz de captar el misterio de la persona de Cristo en su profundidad.

Pero la fe no es fruto del esfuerzo humano, de su razón, sino que es un don de Dios: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos». Tiene su origen en la iniciativa de Dios, que nos desvela su intimidad y nos invita a participar de su misma vida divina. La fe no proporciona solo alguna información sobre la identidad de Cristo, sino que supone una relación personal con Él, la adhesión de toda la persona, con su inteligencia, voluntad y sentimientos, a la manifestación que Dios hace de sí mismo. Así, la pregunta de Jesús: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?», en el fondo está impulsando a los discípulos a tomar una decisión personal en relación a Él. Fe y seguimiento de Cristo están estrechamente relacionados. Y, puesto que supone seguir al Maestro, la fe tiene que consolidarse y crecer, hacerse más profunda y madura, a medida que se intensifica y fortalece la relación con Jesús, la intimidad con Él. También Pedro y los demás apóstoles tuvieron que avanzar por este camino, hasta que el encuentro con el Señor resucitado les abrió los ojos a una fe plena.

Queridos jóvenes, también hoy Cristo se dirige a vosotros con la misma pregunta que hizo a los apóstoles: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Respondedle con generosidad y valentía, como corresponde a un corazón joven como el vuestro. Decidle: Jesús, yo sé que Tú eres el Hijo de Dios que has dado tu vida por mí. Quiero seguirte con fidelidad y dejarme guiar por tu palabra. Tú me conoces y me amas. Yo me fío de ti y pongo mi vida entera en tus manos. Quiero que seas la fuerza que me sostenga, la alegría que nunca me abandone.

En su respuesta a la confesión de Pedro, Jesús habla de la Iglesia: «Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia». ¿Qué significa esto? Jesús construye la Iglesia sobre la roca de la fe de Pedro, que confiesa la divinidad de Cristo. Sí, la Iglesia no es una simple institución humana, como otra cualquiera, sino que está estrechamente unida a Dios. El mismo Cristo se refiere a ella como «su» Iglesia. No se puede separar a Cristo de la Iglesia, como no se puede separar la cabeza del cuerpo (cf. 1Co 12,12). La Iglesia no vive de sí misma, sino del Señor. Él está presente en medio de ella, y le da vida, alimento y fortaleza.

Queridos jóvenes, permitidme que, como Sucesor de Pedro, os invite a fortalecer esta fe que se nos ha transmitido desde los Apóstoles, a poner a Cristo, el Hijo de Dios, en el centro de vuestra vida. Pero permitidme también que os recuerde que seguir a Jesús en la fe es caminar con Él en la comunión de la Iglesia. No se puede seguir a Jesús en solitario. Quien cede a la tentación de ir «por su cuenta» o de vivir la fe según la mentalidad individualista, que predomina en la sociedad, corre el riesgo de no encontrar nunca a Jesucristo, o de acabar siguiendo una imagen falsa de Él.

Tener fe es apoyarse en la fe de tus hermanos, y que tu fe sirva igualmente de apoyo para la de otros. Os pido, queridos amigos, que améis a la Iglesia, que os ha engendrado en la fe, que os ha ayudado a conocer mejor a Cristo, que os ha hecho descubrir la belleza de su amor. Para el crecimiento de vuestra amistad con Cristo es fundamental reconocer la importancia de vuestra gozosa inserción en las parroquias, comunidades y movimientos, así como la participación en la Eucaristía de cada domingo, la recepción frecuente del sacramento del perdón, y el cultivo de la oración y meditación de la Palabra de Dios.

De esta amistad con Jesús nacerá también el impulso que lleva a dar testimonio de la fe en los más diversos ambientes, incluso allí donde hay rechazo o indiferencia. No se puede encontrar a Cristo y no darlo a conocer a los demás. Por tanto, no os guardéis a Cristo para vosotros mismos. Comunicad a los demás la alegría de vuestra fe. El mundo necesita el testimonio de vuestra fe, necesita ciertamente a Dios. Pienso que vuestra presencia aquí, jóvenes venidos de los cinco continentes, es una maravillosa prueba de la fecundidad del mandato de Cristo a la Iglesia: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación» (Mc 16,15). También a vosotros os incumbe la extraordinaria tarea de ser discípulos y misioneros de Cristo en otras tierras y países donde hay multitud de jóvenes que aspiran a cosas más grandes y, vislumbrando en sus corazones la posibilidad de valores más auténticos, no se dejan seducir por las falsas promesas de un estilo de vida sin Dios.

Queridos jóvenes, rezo por vosotros con todo el afecto de mi corazón. Os encomiendo a la Virgen María, para que ella os acompañe siempre con su intercesión maternal y os enseñe la fidelidad a la Palabra de Dios. Os pido también que recéis por el Papa, para que, como Sucesor de Pedro, pueda seguir confirmando a sus hermanos en la fe. Que todos en la Iglesia, pastores y fieles, nos acerquemos cada día más al Señor, para que crezcamos en santidad de vida y demos así un testimonio eficaz de que Jesucristo es verdaderamente el Hijo de Dios, el Salvador de todos los hombres y la fuente viva de su esperanza. Amén.

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