Editorial

Gracias, Pedro. Gracias, Señor

Desde InfoCatólica queremos darle las gracias a Benedicto XVI por su bondad, por su magisterio, por el cariño que ha demostrado hacia el rebaño que el Señor le ha encomendado. Verdaderamente el Papa ha apacentado las ovejas y los corderos de Cristo

22/08/11 2:12 PM


 

Como una tormenta de gracia ha sido la presencia de Pedro en tierras españolas. El Vicario de Cristo se ha encontrado con más de un millón y medio de jóvenes católicos que han llegado de todo el orbe. Madrid ha sido por unos días el corazón de la Iglesia Católica.

Desde InfoCatólica queremos darle las gracias a Benedicto XVI por su bondad, por su magisterio, por el cariño que ha demostrado hacia el rebaño que el Señor le ha encomendado. Verdaderamente el Papa ha apacentado las ovejas y los corderos de Cristo. Los jovenes han reconocido en el Santo Padre al Sucesor de Pedro. Iglesia viva, Iglesia en comunión, Iglesia que da testimonio de que, como dice la Escritura, "el Reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo" (Rom 14,17).

Queremos mostrarnos agradecidos también con el Cardenal y Arzobispo de Madrid, S.E.R Antonio María Rouco Varela. En él reconocemos la labor de servicio que han llevado a cabo sus obispos auxiliares, sus sacerdotes, sus diáconos, así como los religiosos y seglares comprometidos de la Iglesia en Madrid. La Iglesia en España les debe mucho.

Igualmente damos las gracias a todos los cardenales y obispos que han estado en Madrid junto al Papa. Sus catequesis han sido verdadero alimento espiritual para muchos jóvenes.

¿Qué no decir de los centenares de sacerdotes que han impartido la gracia del perdón sacramental en el Retiro madrileño? Son verdaderos siervos de Cristo, verdaderos ministros de Dios a quienes debemos el reconocimiento que merecen por haber puesto su vida al servicio de Cristo y de su Iglesia.

Gracias también, cómo no, a los miles de voluntarios que han hecho posible esta JMJ. Su entrega y servicio demuestra que se encuentran entre lo más precioso de la Iglesia.

Y sobre todo, gracias a Dios por este regalo que nos ha concedido. Hoy estamos verdaremente más firmes y arraigados en la fe. Todo ha sido por su gracia. Todo ha sucedido por su amor providente hacia nosotros.

A Él sea la gloria ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

Amén.