23.08.11

¿Qué nombre le ponemos a esto?

A las 12:20 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Sujetos activos contra la fe
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Hay personas que insisten, erre que erre, en martillear sobre el mismo tema de una forma enfermiza y, aunque sabemos que no se puede sacar de donde no hay no podemos permanecer ante las mismas como si nada o como si todo quedara en un simple decir o en una cotidiana crítica.

Hoy traigo a este blog una pregunta relacionada con un artículo de Manolo Saco en el diario laicista y marxista “Público”. Su título es para nota: “El farsante de Roma”.

Algunas palabras del mismo son las que siguen (léanlo despacio y, si es preciso, varias veces; despacio, léanlo despacio):

En la lenta agonía de la religión católica, de iglesias desiertas, tan solo refugio en penumbra de ancianos aterrorizados por la inminente llegada de la muerte, de seminarios vacíos que ni siquiera son atractivos ya para la antaño legión de pederastas que afinaban allí sus armas para la posterior caza de sus presas infantiles indefensas, de una espiritualidad cada vez más descaradamente terrenal, enemiga del progreso y de la ciencia, culpable de la muerte por Sida de millones de fieles a los que se les impide la utilización del preservativo, cómplice de los crímenes de sus sacerdotes pederastas, religión que basa su fuerza, como ETA, como los nazis, como toda dictadura, en el terror, en este caso el terror que infunde la amenaza de una condena al fuego eterno, con el agravante de tortura… en esa lenta agonía, como en la antigua Roma, el ego del emperador de un país de zarzuela, sumo pontífice, vicediós, antiguo nazi, exjefe del brazo terrorista de la Iglesia, el heredero de la Inquisición, “multiplica los símbolos de su poder” para poner en pie la ilusión óptica de un vigor juvenil perdido, de que la iglesia de ancianos que preside es un lugar de esperanza para la juventud.”

Y, ahora, esto otro:

“El antiguo nazi, quizá agobiado por una nostalgia senil de cuando paseaba marcialmente su uniforme de las Juventudes Hitlerianas, de botas y correaje militar, y saludaba brazo en alto, a la romana, a cuanta cruz gamada se le pusiese por delante.”

Pero hay más. Como, por ejemplo, lo que sigue (se refiere a Benedicto XVI):

Sabe que sus comandos terroristas están incardinados en todos los estamentos del Estado, en la política, en las finanzas, en la judicatura, que son quienes sostienen el tinglado de su farsa”.

Y, ahora, la siguiente lindeza:

Tiene cogido por los mismísimos hasta al candidato Rubalcaba, que dice estar dispuesto a recibirle con el respeto que se merece, aunque yo no alcance a comprender qué respeto se merece el jefe de una religión de terror”.

Y, para terminar, se refiere a los jóvenes creyentes donde, de paso insulta al Santo Padre:

“¡Mira que cuesta apartarles de las drogas! Con su poder alucinógeno, les han hecho adorar a un ser inexistente, y tienen por líder a un embaucador sediento de poder y dinero”.

Ahora, que cada cual opine lo que crea oportuno al respecto de lo escrito por Manolo Saco, al que muy bien podemos mandar a tomar por su apellido aunque cualquiera puede pensar dónde, en verdad, merece ser mandado o enviado y es justo a la parte donde la espalda pierde su nombre. Pues ahí, exactamente, es donde hay que mandar a este individuo malcarado que se esconde bajo las faldas del poder establecido para sembrar tamaña sarta de barbaridades subidas de tono y, sobre todo, que tienen toda la pinta de ser puros y simple delitos.

Yo, para empezar, digo que lo escrito por Manolo Saco merece el calificativo de asqueante, vomitivo y claramente provocador.

Ahora, repito, diga quien quiera, aquí mismo, lo que quiera al respecto.

Eleuterio Fernández Guzmán