El horizonte de Noé (Editorial, Presidente del Instituto para las Obras de Religión)

 

2011-08-26 Radio Vaticana


 

Albert Einstein afirmaba que para poder explicar y afrontar la realidad, ésta debe simplificarse, no hacerla ilusioriamente más simple. Saber simplificar situaciones complejas es cualidad de los líderes; despachar como sencilla cualquier cosa que en cambio es complicada es defecto de aficionados. Se intuye hoy que en todo el mundo occidental se busca explicar la crisis económica en modo aparentemente simple, indicando soluciones fácilmente realizables en breve término, pero sin preguntarse si estas presuntas soluciones pueden incluso agravar la crisis misma.<br><br>

La deuda pública contraída por varios países no se ha producido en contextos asimilables ni puede, por lo tanto, analizarse de forma homogénea. En realidad su dimensión, su coste, la posibilidad de renovación a su vencimiento —variables que tanto preocupan a mercados y gobiernos— se puede reducir y absorber, en una fase de dificultades como la actual, sólo con el crecimiento económico. La exacción fiscal en todas sus formas, sin una verdadera estrategia de crecimiento, que está por otro lado en contradicción con la exacción fiscal misma, permite sólo incrementar ulteriormente el gasto público, inevitable para permitir intervenciones económicas en ausencia de desarrollo. El crecimiento, en un momento como el presente, se obtiene sólo con la utilización oportuna de los recursos disponibles, a fin de favorecer a las empresas que crean riqueza y ocupación sostenible, pagan las tasas y permiten con estas absorber la deuda.<br><br>

Impuestos patrimoniales, nuevas tasas o subrogados semejantes, durante una crisis prolongada, reducen o dejan a cero los recursos para las inversiones, desanimando la confianza de los inversores, penalizando el coste de la deuda pública y las posibilidades de renovación a su vencimiento. En este contexto, imponer tasas sobre la renta y el patrimonio equivale a una contra-subsidiariedad suicida de Estado hacia el ciudadano. Quien ostenta patrimonios lícitos, sobre los que ha pagado impuestos justos, ha contribuido a crear riqueza y, precisamente gracias a ellos, sigue produciéndola con inversiones y consumo.<br><br>

Ulteriores exacciones fiscales no serían sinónimo de solidaridad, sino sólo de un mayor gasto público y tal vez de una deuda más elevada y de una pobreza más extendida. Impuestos altos penalizan el ahorro, generando desconfianza en la capacidad de estimular la recuperación; golpean a las familias e impiden la formación de otras nuevas; crean incertidumbre y precariedad laboral. En síntesis, establecen los presupuestos para otra fase de desarrollo no sostenible.<br><br>

Es ésta la realidad que hay que explicar, evitando, en términos de Einstein, simplificaciones ilusorias. Cada acción importante, para lograr éxito, debe ser clara en el contexto, en los objetivos, en los recursos necesarios y sobre su organización. Las auténticas soluciones globales de la crisis deben tener en cuenta qué la ha originado, su amplitud, el tiempo y los medios necesarios para resolverla. Así que es necesario alcanzar un horizonte más amplio. Como hizo Noé, quien alzando la mirada consiguió ir más allá de sí mismo y salvar a la humanidad.<br><br>

Ettore Gotti Tedeschi, Editorial, Presidente del Instituto para las Obras de Religión (IOR)