26.08.11

¿Teología feminista?

A las 12:04 AM, por Guillermo Juan Morado
Categorías : General

 

Nunca he tenido muy claro lo del “feminismo”. En un sentido muy amplio, el feminismo pide para las mujeres iguales derechos que para los hombres. Creo que, en este punto, nada se puede objetar. Los derechos corresponden a la persona y la persona humana puede ser varón o mujer, sin que el sexo suponga, en este aspecto, ninguna ventaja o desventaja.

Si un hombre puede votar en unas elecciones, una mujer también. Si un hombre puede decidir libremente si casarse o no, una mujer también. Y viceversa. Y soy consciente de no distinguir, para estos fines, entre derechos políticos y derechos humanos. Ellos y ellas, o ellas y ellos, han de poder ejercer tanto unos derechos como otros. Con absoluta libertad y sin discriminación de ningún tipo.

Sin embargo, el sexo no es un mero accidente. Somos varones o mujeres. El sexo forma parte de nuestra naturaleza. Y la naturaleza comprime y a la vez hace posible el despliegue de nuestra libertad. Sería absurdo rebelarse contra el hecho de no poder volar. El ser humano no tiene alas y, en consecuencia, no puede volar como pueden volar las aves. Tampoco puede vivir en el mar, como los peces.

Un varón no puede reivindicar el derecho a ser madre, a dar a luz, porque sencillamente no puede serlo. Su naturaleza no se lo permite. Ni una mujer puede apelar a un Tribunal Internacional de Derechos Humanos porque nazca con dos cromosomas X en lugar de con un cromosoma X y otro Y. Podrán inventarse miles de subterfugios, pero las cosas, al final, son como son.

En el ámbito de la teología, el feminismo – un término muy vago – hizo, hace ya tiempo, su irrupción. Entre otras razones, porque algunas mujeres empezaron a ver con desconfianza a la Iglesia y a las confesiones cristianas. ¿No serían las “Iglesias” – permítaseme el plural – una de las causas de la subordinación de la mujer? ¿Acaso no eran las “Iglesias” responsables, en cierto modo, de que la mujer fuese considerada como una propiedad del varón, como un peligro o como una figura idealizada y, a la vez, necesitada de protección?

La causa de la teología feminista se organizó, en primer lugar, como una protesta. Una crítica contra todo y contra todos; en concreto, contra la tradición cristiana como sospechosa de encubrimiento de los intereses de los poderosos – ante todo, los hombres- frente a los débiles – las mujeres, pero no solo ellas, sino ellas como símbolos por antonomasia de los oprimidos -.

En segundo lugar, y el orden no es estrictamente cronológico, como una reivindicación de la memoria. Se trataba, y se trata, de hacer emerger el protagonismo de las mujeres en la historia, también en la historia del cristianismo. Y es verdad que no se puede negar que ha habido – y que hay – santas y mártires, sabias y emprendedoras, mujeres que han sido protagonistas y que han alcanzado los más altos niveles de vida cristiana.

Un tercer aspecto concierne a la propuesta estrictamente teológica. A muchas teólogas feministas no les gusta, por ejemplo, que se hable de Dios como “Padre”. Prefieren, algunas de ellas, hablar de Dios como “amigo”, apostando así por la reciprocidad y por la interdependencia no competitiva ni jerárquica.

En sus peores ejemplos, la teología feminista – o las teologías feministas, ya que no hay una línea sola – puede derivar en una especie de eco-feminismo que apueste, más o menos, por una especie de culto a la Madre-Tierra. Pero no sería justo juzgar una línea de pensamiento por sus versiones más extrañas. Yo creo que es una tendencia a tener en cuenta dentro del pensamiento teológico. Y que ha hecho, y puede seguir haciendo, buenas aportaciones.

No obstante, una duda me asalta. ¿Hablaríamos hoy de una biología feminista o de una matemática feminista? Si la teología es la ciencia de la fe, ¿caben estos adjetivos? Lo planteo como una mera cuestión a dilucidar.

Guillermo Juan Morado.